7 de agosto de 2011

Viena

Los compartimentos del tren para 6 personas eran más bien justos, algo viejunos, pero limpios. Nos tocó con una pareja austríaca y un par de chinitas. Gente maja, no problem.

Viajar en tren litera ya se sabe, ahora te despiertas, ahora calor, ahora ponen el aire frío...en fin. Dentro de lo que cabe, bien, pudimos dormir incluso.

A eso de las 6 de la mañana, las chinitas y la pareja ya se habían bajado en sus respectivas paradas, con lo que tuvimos el habitáculo para nosotros solos el resto del trayecto.

Vimos amanecer a través de la ventana y como la niebla envuelve los campos y montañas que rodean Viena. Es espectacular el paisaje que ofrece. Ya lo indicaban en alguna guía que los alrededores de Viena eran muy bonitos de visitar, damos fe. Los paisajes son increíbles. Campos enormes verdes, casitas que parecen de juguete, lagos...

Almorzamos sobre las 7 (incluido en el billete) y poco después llegamos a la estación de Westbahnof (salut), anunciado por un tipo que parecía gustarse hablando alemán.

El clima es fresco, mucho más que el sofocante calor de Italia. La verdad es que se agradece el cambio. Resulta curioso acostarse en un país con una gente tan animada como la italiana y despertarse en un sitio totalmente distinto. Más tranquilo, serio...curioso.

Dejamos para por la tarde la reserva del billete de tren para el siguiente destino, decidimos ir directamente al hotel y dejar las mochilas para comenzar a visitar el lugar. El hotel se encontraba a poca distancia, el Strawberry youth hostel, a apenas tres calles al sur de la estación.

Llegamos, hicimos el checking y como hasta las dos no podíamos disponer de la habitación, dejamos el equipaje y nos fuimos directamente a visitar la zona.

Nos hicimos con un mapa y pillamos un bono de dos días para viajar de forma ilimitada por la red de transportes de Viena. Por 20e los dos.

El sistema de metro es muy simple, validas el billete una vez y ya puedes pasar cuantas veces quieras. Incluso no tienen barreras en el metro, tu pasas y listo. Igual para salir.

Las calles están impolutas. El tráfico es extraño. Tienen mucha prisa al conducir, si te ven en el paso de peatones, ellos aceleran para intentar pasar. Luego pegan unos acelerones considerables al salir...la impresión es de que tienen prisa. Hay que ir con ojo, hay mucho cruce y vías de tranvía exterior.

Los edificios son verdaderos monumentos. Algunos tienen unos detalles muy bestias y en ocasiones nos recordaron a ciertas zonas de Madrid o Barcelona, pero en general con mucha más cantidad de edificios clásicos, parques y avenidas muy anchas....y algo más limpio.

La red de metro es muy parecida a la de Barna..de hecho no tienen muchas líneas, con lo que es fácil orientarse en el mapa.

Decidimos ir directamente al centro de Viena, a la parada de StephanPlatzs (aquí todo es Platz) y nada más salir nos encontramos con la Catedral de Viena. Es bastante impresionante, pero estaba tapada en gran parte por rehabilitación (menudo viaje de obras llevamos). A pesar de todo, la parte superior del edificio y el característico campanario que se eleva la hostia y media son perfectamente visibles.

Callejeamos por el barrio en el que vivió Mozzart (nos encontramos con grupos de guías a porrillo) y nos fuimos dirección este al Stadt Park. Un parque normalito con un río que estaba en las últimas.

Seguimos hacia el oeste y llegamos a una zona llamada el Naschmarkt, un colorido compendio de tiendas y chiringos de todo el mundo. Comida japonesa, española, francesa, italiana, hindú...además, es también mercado, con lo que pudimos ver cantidad de mercancías exóticas. El sitio no nos pareció nada caro para comer ya que eran casi las 12 y desde el desayuno de las 6 no habíamos comido nada.
Nos sentamos en un sitio de comida bio y nos metimos un par de sandwiches de pollo y queso fresco que estaban increíbles. Regamos con cerveza y yo pedí una especie de vermut con sabor a granadas. El papeo salió por 16e, bastante barato por el sitio y lo que nos comimos. Muy recomendable.

Ya con más fuerzas seguimos hacia la zona de Hofgarten. Un enorme complejo de palacios y museos que llega desde el casco antiguo del centro hasta el barrio de Mariahiff en donde nos encontrábamos en esos momentos.

El sitio es enorme, con jardines, fuentes y unas moles en forma de edificios que te dejan el cuello medio roto. Nos encontramos museos de historia, de ciencias...en cada uno había exposiciones varias con lo que sacarse un bono para visitarlos a un precio razonable no es mala idea, siempre que se disponga de bastante tiempo en Viena.

Seguimos adelante y llegamos a la zona del Parlamento. Nos habían recomendado visitarlo así que nos metimos y por 5e nos ofrecieron una guía del lugar para poder ver las estancias del palacio.

El sitio es una obra de arte, así cualquiera curra. En estancias que más tienen que ver con palacios que con edificios normales, nos enseñaron zonas de presentaciones, el parlamento donde se aprueban las leyes, etc. El sitio merece la pena, es una visita de menos de 1 hora, pero resulta interesante y vistosa.

Eran las 14 así que nos fuimos para hotel. Decidimos descansar un poco y a eso de las 18:30 nos fuimos tranquilamente para visitar el Danubio. Nos apetecía además visitarlo con la luz del atardecer. No fallamos.

Las vistas nada más bajar del metro son increíbles, el enorme río, dividido en dos grandes partes y atravesado por una isla en su mitad, se pierde en el horizonte por el norte rodeado de montañas y hacia el sur hasta donde alcanza la vista.

A ambos lados están construyendo un skyline de edificios, algunos ya levantados y que ofrecen al lugar un aire un poco de futurista pero sin dejar de lado la parte verde de sus parques.

Pasamos todo el puente y visitamos la plaza de México, en donde encontramos una iglesia con forma de castillo de Walt Disney. Curioso.

Ya en el Danubio de nuevo, nos sentamos a cenar en unas terrazas que daban al río mientras anochecía. La zona está llena de bares de música (muchos de ellos latinos) pero también pasada esa zona encuentras lugares tranquilos donde sentarte y contemplar la puesta.

Nos metimos un plato de escapola típica vienesa con ensalada y pollo al gorgonzola regado con birra por 25e. Bastante bien teniendo en cuenta que estábamos a pie del Danubio, en unas mesitas al aire libre y con todo el espectáculo que ofrece el lugar. Fantástico.

Por hoy ya habíamos trotado bastante. Así que nos fuimos al hostel temprano para mañana abordar lo que quedaba. De camino pillamos la reserva para Budapest, nuestro siguiente destino, pero eso será dentro de dos días.

Un saludo!

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