24 de junio de 2013

El Hombre de Acero

Viendo que ni Dios se pone de acuerdo en si la cinta merece la pena o no, me acerqué a ver por mí mismo el retoño del tan odiado y querido por partes iguales Zack Snyder. Una vez vista no me extraña tal discrepancia de opiniones y esa disparidad de opinión-calificación final de los espectadores.

Snyder resetea el universo de Superman para contar a su modo una mezcla de las dos primeras pelis originales del hombre de acero. Así, asistiremos al fin de Krypton, el planeta natal del héroe como ya sucediera en 1979 con un Marlon Brando en el papel de Jor-El en lugar de Russell Crowe, y a su vez tenemos como villano al General Zod, al igual que ya sucediera en la segunda cinta de 1980, pero esta vez con menos caspa y algo más de mala leche.

Imagino que para intentar sortear la crítica fácil en la que se le tachara de volver a contar más de lo mismo, Snyder decide diseñar un planeta Krypton fantástico, con unos diseños entre lo gótico y lo imaginado por Giger y va mezclando flashbacks que poco a poco construyen la historia de Kal-El, en un intento por fomentar cierto vínculo paternal, escenas crepusculares y a su vez que nuestro héroe sienta empatía con unos seres humanos que por defecto le dañan, le quieren, le temen y adoran como a un Dios.


Sin duda, creo que en estos matices y la construcción del vínculo emocional es en lo que el director ha intentado enfocar sus fuerzas, a pesar de tantísimo efecto especial, efectos que por cierto no me han acabado de convencer, por su caótica forma de mostrarse y por una velocidad de más que deja la definición algo tocada. Y en parte es una lástima, porque la tan criticada Sucker Punch hacía gala de unos efectos brutales, de hecho parecía que Snyder había dado con la tecla a la hora de integrar el croma en este tipo de producciones.
De todas formas, y dejando a un lado este aspecto, personalmente creo que le viene mejor a este tipo de títulos una dosificación más acertada de estos momentos tan espectaculares, con ese in crescendo que construye al personaje....y si encima se trata de Superman, podría haber dejado muy tocada a la audiencia.
Si ya con alguna que otra escena de las épicas arrancaba en la sala escalofríos de los más veteranos y ese toque de atención a las nuevas generaciones...imaginemos un clímax mejor definido con un montaje algo más acertado, una pena, porque la sala parecía dispuesta a rendir pleitesía al superhéroe que se disfraza de humano para ocultar sus poderes.

A pesar de todo, una vez organizado el puzzle, la cinta cumple como entretenimiento, y no me creo aquello de que no deja en la retina grabados algunos momentos, porque personalmente yo cuento unos pocos, con su dosis de épica, con su grandilocuencia sonora y con un personaje por el que al final se hace difícil no sentir ese vínculo que el director buscaba, a pesar de sus fallos, a pesar de una duración algo excesiva, a pesar de cierto ritmo menos acertado, a pesar de los pesares, la cinta deja bien claro que el hombre de acero ha vuelto a reclamar su parte del trono entre los superhéroes.

Un saludo!

17 de junio de 2013

Tan fuerte, tan cerca

Tocar el tema del 11S ya de por sí pone en guardia a muchos espectadores antes de ver una cinta sobre el fatídico suceso, ni que decir de los críticos de cine, con sus sables bien afilados para acabar a las primeras de cambio con otra cinta sensiblera y comercial que se hace eco de tan trágico acontecimiento para sacar unas perras en taquilla, faltaría más, no se le pasa ni una por intentar sacarnos esa lagrimilla que tan cara y tanta deshonra causa al que la deja caer, porque eso quiere decir que ha conseguido removerte, y si te ha removido significa que te ha vencido.

Stephen Daldry nos cuenta la historia de un crío de origen alemán llamado Oskar Schell que pierde a su padre en los atentados de Nueva York. La singularidad de esta historia es el fuerte vínculo que unía a ambos dado el difícil y especial carácter del chaval, viéndose totalmente perdido en un mundo en el que intentará terminar su particular puzzle.


La cinta tarda en arrancar, incluso se puede decir que sus primeros 30-40 minutos son algo pesadotes, en los que cuesta seguir el hilo porque a pesar de saber o vislumbrarse hacia dónde va, tiene una forma caótica y una falta de ritmo que no favorece demasiado para que mantengamos la atención al 100%. Pero es a partir de cierto punto, con la aparición de un personaje magníficamente interpretado por Max Von Sydow, en el que todo despega, en el que nos aturde con cierta poesía sencilla pero a su vez tierna y directa, en el que conseguimos meternos un poco en esa cruzada del mozo y donde todo comienza a fluir, a entretener, a enternecer, y finalmente a un clímax que, o bien tienes horchata en las venas, o no se entiende, porque el trago es considerable. Vamos, que yo personalmente fui vencido, y no me vendo barato.

Esta es una historia particular sobre unos acontecimientos que escapan de lo comprensible, de una visión que podríamos considerar incluso manipuladora, pero el caso es que el retrato que se hace sobre el mundo que encierra el chaval, sobre la lucha interna y externa de una persona que puede pasar al lado de cualquier transeúnte, es en ocasiones desgarradora, a pesar de que tímidamente se nos muestre como si de un cuento se tratase, con sus luces y sombras.

Mención especial al chaval protagonista, simplemente realiza un papel fantástico. Muy recomendable.

Un saludo!

10 de junio de 2013

Los Idus de Marzo

George Clooney vuelve a dirigir un drama con tintes políticos en el que nos situa en plenas elecciones primarias del partido Demócrata en el estado de Ohio. Unas elecciones que probablemente catapulten a su ganador hacia la presidencia del Gobierno.

Steve y Paul son dos asesores de uno de los candidatos con perfiles muy diferenciados, el primero es joven, brillante y prometedor y el segundo añade la experiencia "jurásica" de la profesión. Para llevar tal peso, Clooney ha recurrido a un Ryan Gosling soberbio y a un Phillip Seymour Hoffman que vuelve a ser todo un seguro para este tipo de papeles.


Los Idus nos introducirán en ese mundillo del asesoramiento presidencial, con sus tramas, picarescas y diálogos fugaces y al vuelo, algo que cada vez parece ser más la regla en este tipo de cine, aunque me ponga a veces un poco de los putos nervios.
Pero esta vez el resultado es más que satisfactorio a pesar de sus pequeños detalles que no me han acabado de convencer. Uno de ellos es cierta incongruencia con el personaje formado por Gosling, no por su actuación, sino más bien por el extraño dibujo sobre su papel realizado llegados a cierto punto de la historia, lo peor de todo es que es el detonante para que la trama finalice.
El otro es cierto suceso demasiado obvio e ideado para terminar de formar una historia demasiado preconcebida y que deja poco juego para la sorpresa.

Pero no me malinterpreten, la cinta no se saca de la manga ningún truco difícil de creer, al contrario, todo lo que sucede es totalmente plausible, el problema es que los recursos no me parecen demasiado brillantes e incluso si se está un poco alerta e intentamos adelantarnos un poco a lo que pueden provocar determinadas acciones, resultan hasta bastante predecibles, con lo que tampoco sorprende ni ofrece nada rompedor.

Así que tan sólo nos queda disfrutar de un título entretenido, bien realizado y con ese viaje desde la más inocente incredulidad (aunque parezca mentira) hasta que el cuerpo y el alma se corrompen al conocer la verdadera naturaleza del ser humano, de nuevo.

Un saludo!


3 de junio de 2013

El Cosmonauta

Nacida del crowdfunding, un término muy de actualidad en el que cualquier persona puede invertir su dinero en proyectos tan variopintos como un videojuego, un disco de música (Extremoduro fue pionero en nuestro país) o una película, Nicolás Alcalá presenta una cinta entre el drama y la ciencia ficción en el que nos cuenta la historia del primer cosmonauta ruso en pisar la Luna y que posteriormente se dio por perdido, regresando más tarde su cápsula completamente vacía.
Sus dos inseparables amigos comenzarán a escuchar señales radiofónicas en las que asegura haber vuelto y encontrado el planeta vacío.


Bajo esta premisa de capítulo de La dimensión desconocida, arranca un proyecto interesante, muy onírico por momentos y rodado con cierta elegancia, con actores desconocidos y una factura técnica nada desdeñable, incluidos unos efectos especiales muy bien integrados y sobrios.

Sin duda la cinta llama la atención por su novedoso modo de hacer, su estreno simultaneo en salas de cine, VOD (video on demand) e incluso gratis por web sumado a su sistema de financiación, hacen que poderosamente llame nuestra atención para ver hasta dónde han podido llegar siguiendo este sistema, como ya sucediera con Paco León y su Carmina o revienta, jugada que al parecer le salió bastante bien.

El resultado es llamativo, la historia que se ha querido transmitir es correcta y como digo, el proyecto puede considerarse como por encima de la media por momentos. El problema básicamente es que si analizamos fríamente el producto nos encontramos con algo tan típico como un triángulo amoroso y un mensaje estirado hasta la saciedad durante su hora y media, aderezado con imágenes entre lo onírico y lo instagramer que a veces dan la sensación de estar encasquetadas ahí sin ton ni son, lentitud de ritmo y falta de contundencia, algo que impacte más allá del campo de trigo y la música lastimera de piano.

Como apunte final, es de esas cintas que dejan abierta a la interpretación del espectador el resultado final, cosa que puede gustar o no en función de cómo hallamos encajado la cinta previamente y de si nos ha calado el mensaje.

Ha pasado otras veces, nunca se sabe el futuro de estos directores que comienzan economizando su presupuesto al máximo y consiguen llamar la atención. Muchas veces reciben un encargo palomitero y acaban por ser devorados por la industria o bien no saben qué hacer con tantísima pasta y acaban por mostrar un producto anodino...o puede que sea el comienzo de una trayectoria rica e interesante, esperemos que sea esta última opción y no se quede perdido en el limbo como su Cosmonauta.

Un saludo!