23 de diciembre de 2018

Roma

Sin duda Alfonso Cuarón tiene una conexión muy poderosa con todo lo relacionado con la vida, con la maternidad y con cómo el ser humano lucha por sobrevivir en un entorno en gran parte hostil.

Roma no nos traslada a un futuro distópico donde ya no nacen bebés, ni a al espacio exterior donde una astronauta escapa de su mundo para entender el sentido de la vida y para regresar a su hogar como si de una fecundación planetaria y un nuevo nacimiento se tratara.
En su lugar nos traslada a un barrio mexicano de clase medio alta en sus convulsos años 70, donde una familia, que no es otra que la representación de la del propio Cuarón, vive su día a día.
Cloe es una interina que presta sus servicios a dicha familia, cuyos vínculos se verán debilitados y reforzados a medida que los días y los meses pasan.


Roma se cuece de forma lenta, nos presenta sin prisas y mediante planos reposados ese pasar del tiempo en blanco y negro, esas vidas que se entrelazan de forma aleatoria, esa felicidad, esa manera de vivir tan lejana y a la vez tan reciente, con esa vertiente violenta que solo el ser humano y la vida como tal es capaz de generar de forma tan impactante y cuya realidad siempre supera la ficción.

La obra más íntima del director mexicano es una pequeña masterpiece que nos mantiene sedados con esa fotografía casi orgánica y con ciertos pasajes cuya potencia emocional te dejan en estado de shock, sobre todo en su tramo final, con una bofetada de tal magnitud que cuesta levantarse, cuesta mirar a la pantalla.
Hasta llegados a esa playa, donde sucede probablemente una de las escenas más bellas y emotivas que se recuerden en el mundo del cine.

Un saludo.

27 de mayo de 2018

Solo: Una historia de Star Wars

Como ya sucediera con Rogue One hace un par de años, Solo amplia el universo cinematográfico de Star Wars con esta historia sobre el contrabandista más sinvergüenza de esa galaxia muy muy lejana.


Dejando a un lado la obviedad de que Disney pretende sacar rédito a la multimillonaria compra que hizo en su día por los derechos para explotar la franquicia creada por George Lucas, debo reconocer que por el momento el resultado está siendo infinitamente mejor que la última trilogía de Lucas, los episodios I, II y III.

El joven Han desea escapar de su (apestoso) planeta natal Corellia para convertirse en piloto, junto a su novieta Qi'Ra.
El destino lo unirá a un peculiar wookie, así como a conocer una serie de variopintos personajes...

Como tantos otros en la saga, los anhelos de Solo no son muy distintos a los que tenía Luke o Anakin, un deseo irrefrenable por salir ahí fuera, conocer nuevos mundos y demostrar su valía.
Pero donde explotan su potencial es una vez escapan de su aparente destino y comienzan a moldearse, inclinándose algunos hacia la oscuridad o hacia la luz, o, en el caso de Han, hacia el mejor postor, pero sin dejar de lado esa esencia de justiciero galáctico.

Esa construcción del personaje pasa por conocer al mítico Chewbacca o a Lando Calrissian, entre otros personajes que moldearán esa personalidad tan peculiar que Harrison Ford se encargó de convertir en leyenda del cine.


De nuevo, en esta historia, veremos algunos momentos míticos que en las trilogías "oficiales" únicamente se mencionan, como el famoso Corredor de Kessel del que tantas veces Harrison Ford alardeaba de haberlo hecho en 14 12 parsecs. El encuentro con Chewbacca o cómo consiguió la chatarra más rápida de la galaxia, el Halcón Milenario.
Curiosamente, todos los que hemos crecido con la saga clásica, pensábamos que "El corredor de Kessel" era "La carrera de Kessel", pues así se interpretó en el doblaje antiguo (en base a "Kessel's Run") y pensábamos que era una suerte de carrera o algo parecido, como en el Episodio I.
En realidad se trata de una temeraria ruta utilizada por los contrabandistas para sacar de hurtadillas material de las minas.

La cinta funciona en ocasiones como una suerte de western espacial, otras veces como de aventura clásica y algo de space opera, ofreciendo lo que se espera de ella y respetando la esencia de estos spin offs de Star Wars, que no es otra que la de llevar a lo audiovisual aquello que únicamente imaginamos en base a unas líneas de diálogo.

El problema quizás de Solo es que se debe a una historia conocida, que podría haberse interpretado de otra manera o con algo más de gracia o mala leche, pero cuyos personajes digamos esenciales tienen muy poco margen de maniobra, con lo que la frescura otorgada, por ejemplo, a los protagonistas de Rogue One aquí se pierde, y todo se convierte en una aventura demasiado clásica a la espera de una serie de situaciones clave.

Otro aspecto que puede no gustar es la caracterización del protagonista principal, pero salvo sorpresón, era fácil esperar que no se podría emular al gran Ford y la personalidad que imprimió en su día a su personaje.
Emilia Clarke como Qi'Ra no me ha molestado tanto como se escucha por ahí, aunque ciertamente existe más química entre el droide L3 y Lando que entre ellos dos.
Mención especial a Donald Glover, cuya interpretación de Lando se acerca mucho más al clásico de Billy Dee Williams que el Han de Ehrenreich.

En definitiva, Solo: A Star Wars History es un producto entretenido, correctamente dirigido por Ron Howard pero que no resulta tan fresca y redonda como Rogue One, y es una pena, porque con otro enfoque con algo más de alma y épica quizás hubiera acabado en el top de la saga.
Esperemos que el siguiente Spin-Off, que parece se centrará en el cazarecompensas Bobba Fett, resulte algo más profundo y original.

Un saludo.

20 de febrero de 2018

La Forma del Agua

Transportados a la Baltimore de la Guerra Fría, mientras Estados Unidos y la antigua URSS siguen empecinados en su carrera espacial, una criatura permanece cautiva en un laboratorio donde se llevan a cabo experimentos ultra secretos. Elisa, una empleada muda y algo solitaria, comienza a sentir curiosidad por el extraño ser.


Guillermo del Toro encuentra su madurez cinéfila en esta peculiar historia sin dejar de ser fiel a su particular estilo, con leyendas y monstruos ancestrales que en esta ocasión se fusionan con nuestra realidad, como ya sucediera en El Laberinto del Fauno pero a una escala mucho más ambiciosa por todo lo que abarca.
La tremenda belleza visual conseguida aquí solo es comparable con la profundidad y la inmensa calidez que desprende cada fotograma. Únicamente hacen falta unos pocos minutos al inicio, con esa habitación inundada mientras Elisa flota dormida, para caer rendidos al poder del mexicano.

Una fluida delicadeza que acaricia al espectador mientras se zambulle en el día a día de unos personajes que parecen vivir en una época que no les comprende y que no está preparada para albergar su humanidad, mientras se suceden verdaderos homenajes al cine.

Hay tanto en la forma del agua que abruma, por un lado tenemos la crueldad más primaria del ser humano que se cree el ombligo del mundo y escupe a sus hermanos, mientras vive un sueño de puro plástico teniendo la felicidad y el verdadero progreso frente a sus narices, pero con un alma tan en pañales que es incapaz de metabolizar su verdadera naturaleza y comprender su lugar en el mundo. Por otro lado tenemos una historia de amor impensable, que atraviesa todas las barreras emocionales y los prejuicios para darnos toda una serie de lecciones de amor, de empatía, civismo, superación...

Toda esta potencia visual, narrativa y sensorial quedaría en nada de no ser por el estupendo trabajo de todos y cada uno de los actores que dan forma a esta master peace, desde Elisa y su capacidad de transmitir esas emociones sin articular palabra, hasta ese malvado ser llamado Strickland interpretado por (una vez más) el inconmensurable Michael Shannon, pasando por unos fantásticos secundarios que no se limitan a que la historia fluya, sino que engrandecen todas sus cualidades aportando profundidad, momentos emotivos e incluso humor.

La forma del agua puede pasar por un cuento fantástico, por un drama, por una aventura, por una historia de amor e incluso flirtear con el suspense y el terror.
 Por todas estas bondades, solo queda darle las gracias a Guillermo por este viaje, sencillamente magistral.

 Un saludo.