20 de agosto de 2011

Catacumbas, catedrales y Eiffel

A eso de las 9 y pico nos fuimos a almorzar, encontramos un sitio que por 4 eurillos te ponían café, zumo dos pastas y hasta un caramelillo de twix de esos. París es caro, pero si no te vas a los sitios exclusivos y con pinta de bohemio la cosa puede salir todavía baratillo para los tiempos que corren. El lugar está cerca de la estación Gare du Nord y tiene pinta de Mc Donalds pero de desayunos (aunque también venden hamburguesas).

La primera parada sería las catacumbas de París en la parada de Denfert Rocherau. Se dice que existen 300 kilómetros subterráneos repartidos por toda la ciudad pero tan sólo un par de kilómetros son visitables por el turista.

Nada más salir del metro te topas de lleno con la entrada y una cola que da la vuelta a todo un parque. La verdad es que nos lo pensamos, pero a Eli estas cosas le encantan y la verdad es que nos habían recomendado visitarlo, así que nos tiramos hora y media de cola para poder entrar. Precio 8 euros cada uno, había posibilidad de jugada student pero con los franceses no nos la jugamos.

Bajamos unas escaleras durante bastante rato, a unos 20 metros de profundidad según informan las placas. Por cierto, se puede pillar audio-guía por 5 euros, aunque también hay unos panfletos en donde te indican lo más destacable, además, por toda la “galería” te encuentras placas explicando la historia (en español también).

Caminamos durante un buen rato por túneles y cada vez notamos más el fresco, 17ºc según informaban. La historia es consultable en la wiki, pero a grandes rasgos, las catacumbas originalmente eran canteras de piedra que fueron convertidas en cementerios allá por siglo XVIII debido a la acumulación desmedida de cadáveres y a enfermedades en algún distrito por los mismos...un señor tuvo la idea salomónica de trasladar casi 6 millones de restos de personas a las catacumbas. Y para que la cosa quedara cuca, se apilaron ordenadamente creando sin pensarlo (o si) una atracción turística “de muerte”.

Una inscripción en francés daba a entender “ojito, porque se entra en el reino de los muertos”.

A partir de aquí entras en el osario en donde puedes ver los restos de infinidad de cadáveres, simplemente acojonante, no habíamos visto nada igual.

El sitio es el templo del muerto, las paredes están llenas de tibias, peronés, calaveras...huesos por un tubo, apilados, con los cráneos creando formas, inscripciones, dichos populares, criptas...Eli en su salsa, yo sacando fotos para un disco de trash metal.

La visita dura aproximadamente 45 minutos y aunque habíamos leído que no dejaban entrar sin un guía, nosotros entramos solos y es imposible perderse ya que todo es bastante guiado.

Ya fuera del garito comimos algo y nos fuimos directamente a visitar Notre Dame, parada de metro Saint Michel.

El metro de París es....lo peor. Está hasta los topes siempre de gente, pero siempre, creo que no hemos dado todavía con un vagón que vaya “algo” libre....para entrar o salir te ves empujado por todos lados y la mayoría tienen malos modos a la hora de buscar asiento. No se respeta en las escaleras mecánicas el típico “derecha sin prisa, izquierda para adelantar”...y mira que hemos estado en sitios, en todos más o menos esto se cumple, aquí no es que no se cumpla, es que te ven y pasan de ti olímpicamente. Igual es por ser verano...no sabemos como será en invierno cuando la gente vuelva de vacaciones.
Ah, y hace una calor de espanto en los vagones, tampoco hemos dado con ninguno que tenga aire acondicionado...calor y olor...como echamos en falta India XD.

Llegamos a Saint Michel y nada más salir ya divisamos a un lado la famosa catedral, en la isla de La cité (Notre-Dame está situada en una isla dentro del río Sena). Caminamos unos metros y llegamos a las puertas.

Por delante no llama excesivamente la atención, sinceramente, pero por sus costados, se acentúa lo gótico, con esos arcos y gárgolas....gana muchísimo. La cola para acceder era bastante grande, pero al ser gratuita la entrada en pocos minutos estuvimos dentro y pudimos pasearnos por toda la estructura (la planta baja eso si), vimos la sala de los tesoros (de lejos, porque cobraban entrada) y la verdad es que nos gustó bastante, muy bonita y con unos vitrales muy coloridos. Nos pareció muy bonita, la verdad.
Existe la posibilidad de subir a su parte superior y visitar el campanario, pero decidimos pasar del asunto al ver otra cola del copón y esta además era lenta y de pago.

Ya fuera dimos un voltio por alrededor y nos fuimos para la estación de Bir Hakeim para visitar la famosa Torre Eiffel.

Y por allí andaba, nada más salir de la estación ya se puede divisar la punta, así que tan sólo queda seguir caminando hasta llegar al meollo. Existe una parada, que tomamos para la vuelta, Trocadero, que quizás es mejor para empezar la visita, ya que te deja en la parte alta y el efecto es más impactante.
De todas formas, nos pareció una puta maravilla, una enormidad en forma de amasijo de hierros que, igual que nos pasó con Pisa, hemos visto cientos de veces en la televisión (mira, Superman también pasó por aquí), pero que verla en directo y estar bajo sus vigas lo hace muy especial. El sitio, plagado de turistas, pero plagado hasta los topes. Miramos precios para subir y cobran unos 8 euros por subir por las escaleras hasta la segunda planta, el resto al parecer estaba cerrado. Lo pensamos pero decidimos que desde los jardines de Trocadero (pasando el río Sena en dirección contraria a la torre) podíamos tener buenas vistas y nos apetecía más disfrutar de las vistas sobre la torre que de panorámicas desde la torre, así que nos fuimos a los jardines y estuvimos un buen rato contemplando el bicho. Es más grande de lo que parece, la verdad que impresiona.

Era ya un poco tarde, así que regresamos para el hotel y pillamos comida para llevar de un japonés que tenemos en la calle de detrás del hotel. El sitio es cojonudo y por 13 euros te dan miso, 18 piezas de sushi y maki, ensalada, postres y un cuenco de arroz. A tope y en París.

Mañana la idea es intentar ver lo máximo posible del Louvre y algún sitio suelto que nos ha quedado. Último día antes de volver para casa.

Un saludo!

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