1 de agosto de 2011

Pisa

Pisa

A eso de las 10:30 embarcamos con Vueling destino a Pisa. Previamente tuve que descalzarme y casi quitarme los pantalones porque en uno de los bolsillos tenía un filtro para el objetivo de la cámara de fotos y no paraba de pitar en el control, por un momento nos vimos jodidos, pero no, se lo tomaron bastante bien.
Todavía nos resulta increíble el pensar en un maldito vuelo de apenas 1 hora y media.

El vuelo correcto, como quien dice subir y bajar. A eso de las 12:00 salimos del avión y pisamos suelo italiano. We are under the Tuscan sun.

Temperatura, igual que en España, gente muy parecida...es cierto que Italia a primera vista resulta asombrosamente parecida a nuestro país, pero hay detalles, que más tarde comentaremos.

Lo primero que teníamos que hacer era ir a la estación central de Pisa para dejar las mochilas y despreocuparnos, sobre todo yo, que se me ha ido la mano metiendo cachivaches y no es que pese, es que es un puto muerto. Total, cargadores, cables, portátil, trípode, ropa, más cables, una nintendo, libros....se me ha ido la olla. Por un momento casi pensé en tirar la ropa por el río Arno de Pisa.

En fin, nada más salir del avión pasamos a una sala bastante pequeña donde la gente recoge su equipaje como si el mundo se fuese a acabar. Ya con las mochilas salimos de la terminal y pasamos por delante de una estación de tren que cobraba 11 euros por llevarnos a la estación central. Eli había visto que había un bus que por un euro te llevaba, así que preguntamos y un chico que se parecía a Fabricio Cannavaro nos indicó la parada. Poco después nos subimos en un bus que en unos 10 minutos nos dejó en la misma puerta de la estación central, 1,5e cada uno. No entendemos lo del tren.

En la estación buscamos un sitio que habíamos leído para dejar los equipajes, lo encontramos en la parte digamos izquierda de la estación, está indicado al lado de los paneles informativos, algo de Baggio o Baggagio...algo así.
Por 6 euros un tipo que parecía Mario Bros nos guardó las mochilillas mientras visitábamos Pisa.

Ya liberados seguimos la via Corso que según la guía nos llevaba al casco antiguo y por ende al famoso lugar de la torre. Para encontrar esta calle tan sólo hay que seguir recto nada más salir de la estación, no tiene pérdida. Como curiosidad, a los italianos les suda bastante que el semáforo esté en cualquier color, ellos pasan y punto, además, una vez que pasan hacen un gesto señalando al semáforo como diciendo “joder, no ves el color?”. Los conductores pillan unos rebotes bastante potentes, pero como van con las ventanillas subidas todavía no hemos visto una discusión potente en italiano. Ardemos de ganas. En fin, por contra, los conductores, a pesar de ir bastante follaos, suelen pararse bastante para dejarte pasar. Curioso.

Comenzamos a ver coloridos edificios, con ventanales alargados enormes la mayoría de color verde oliva, sin apenas alfeizar y con aire mediterráneo. De hecho, nos recordó incluso al centro de Girona. Pero poco a poco las calles se estrechan, aparecen pizzerías a cascoporro, y heladerías, creo que en nuestras vidas no hemos visto heladerías con esas pintas, madre de Dios, aquí van a caer unos cuantos.
La peculiaridad es que algunas son verdaderas obras de arte, con entradas talladas de piedra, querubines....vamos, que vas a comprar un puto helado y casi podrían cobrar entrada. Hermoso.

Pasamos el río Arno y decidimos callejear un poco, la verdad es que las calles tienen muchísimo encanto, un casco antiguo, tranquilo y muy colorido.
Llegamos a la Piazza del Cavallieri y lo flipamos bastante con el edificio de la Universidad, totalmente blanca y con dibujos grabados en sus paredes, todo muy grande y espacioso. Además apenas había nadie.

Como eran cerca de las 14h, nos paramos a comer en unas terrazas cercana al Cavallieri, vimos los precios y decidimos estrenar nuestra cervecita fresca y un plato de pasta, veamos si hacen honor.

Pues si, la lasagna y los gnochis estaban que te cagas. La cerveza bien fría (me recordó a la Kingfisher de la India) y encima cerca nuestro había un interfono por el que se escuchaba a una mujer hablando italiano (supongo que había un cruce con el teléfono), muy grande, qué salero tenía la jodía.

Los platos costaban 6 euros cada uno, las birras picaban un poco, 3 euros cada una y los cafés 1,5e. Por la situación y lo que vimos más tarde, no estaba mal, pero se puede comer por 3 o 4 euros y el menú consiste en 1 porción de pizza y un refresco. Nosotros como ya tenemos una edad, necesitábamos algo más consistente. Y la cerveza no se perdona.

Ya descansados y con el pomodoro en el cuerpo, caminamos un ratillo más y de golpe nos topamos de frente con la torre de Pisa.

Hay que joderse, mira que la hemos visto veces por la tele, en fotos...pues sinceramente, creemos que no le hace justicia.

Para empezar es más grande de lo que aparenta, es de un blanco radiante, muy cuca y encima con esa inclinación la hace ser uno de los monumentos más bonitos que hemos visto, es especial, es un sitio especial.

No sería lo mismo sin el Battisterio y el Domo, los dos edificios que la acompañan. Verdaderamente bonitos, el primero es un edificio con forma de “tapón” con una cúpula marrón y el segundo es una iglesia, ambas de estilo renacentista, imponente pero por lo que sabemos no le llega a la altura a la de Florencia. En cualquier caso la estampa es brutal. En cualquier momento parecía que iba a salir Enzo de Assasin's Creed a subirse por ahí. Lo dicho, precioso.

Medio embobados estuvimos dando vueltas por el parque. Evidentemente, todo Dios estaba haciendo la típica foto aguantando la torre, es brutal, los japos se desviven y vimos incluso discusiones de padres acalorados porque sus hijos no posaban bien....en fin.
Decidimos solidarizarnos con los pobres chiquillos y no nos hicimos la foto típica, a tomar por culo. En cambio, fotografiamos a la de gente haciendo el paripé jeje.

Estuvimos “buscando” al gordito de la peli de Superman, aquél que perdía los nervios en su parada de réplicas de la torre, pero no hubo suerte, así que la final compramos por un eurillo una mini réplica de la torre, no nos podíamos ir sin llevarnos una.

Decidimos volver hacia la estación, ya eran cerca de las 16:30 y el checking del hotel en Florencia creo que era sobre las 18-19h.

Recogimos las mochilas a Mario, sacamos los tickets en la máquina (12e los dos billetes, impreso en uno solo, curioso, eso es ahorrar) y nos metimos en el andén 8 rumbo a Florencia.
En el trayecto conocimos a Valerij, un viajero ruso que vive en Munich desde hace 20 años y estuvimos hablando sobre viajes. Un tipo muy simpático, que se ha pulido Italia entera y que próximamente igual visita Valencia o Barcelona.

El trayecto duró una hora y media. Nos despedimos de Valerij y salimos por la puerta este de la estación. Nada más salir nos topamos con la iglesia de Maria Novella, sobria estructura y rodeada de un casco antiguo parecido al de Pisa pero más concurrido. De momento no nos paramos mucho ya que queríamos llegar al hostel para dejar el cargamento. Subimos por la via Nazionale todo recto, pasado un parque la calle se convierte en via Alexandria, unos 10 minutos caminando desde la estación.

Hicimos el checking, 3 noches en habitación para 4 personas. El sitio está muy bien, limpio, instalaciones muy completas, piscina, bares, sauna, gimnasio...joder joder como se están modernizando los jodidos hippies.

Con la paliza de Pisa, decidimos bajar y darnos un chapuzón en la piscina, que estaba helada, pero helada de verdad. Además, tiene unos focos en el fondo que cambian de color con lo que el sitio parece un poco como una casa de putillas, mola. A Eli le recordó a las termas romanas de Barcelona. Disparidad de opiniones.

Hicimos una sauna, nos secamos y a la ducha. Algo más relajados, nos fuimos a cenar no muy lejos del hostel, a una pizzería que tenía buena pinta cerca del parque que atravesamos esa misma tarde. Il Giardino di Barbano, oh, como mola hablar italiano, es como si estuvieses cantando todo el puto rato. El sitio fantástico, con aire vintage muy guapo y las pizzas de miedo, 8e cada una. De postre cassata, un helado típico de la zona que bueno, en fin...pues eso, te cagas. No tenía mucho que ver con el postre que solemos tomar en Ponte Vecchio en Sanvi, pero suponemos que habrán muchas variedades.

Rodando decidimos dar un paseo para bajar la comida un poco y a lo tonto a lo tonto llegamos a la Piaza del Duomo, centro de Florencia. Nos quedamos de piedra, acojonante, y eso que era de noche y había zonas sin iluminar, pero el sitio increíble. Una mole de edificio lleno de detalles en mitad de un caso antiguo empedrado.
Nos hubiéramos dado una vuelta pero decidimos dejarlo para el día siguiente, hoy estábamos reventados, así que mañana más.

Volvimos correteando las calles tranquilamente y viendo detalles en sus calles. Es muy común toparse con un “mini santuario” con una Virgen dentro por las calles. Suelen estar ubicadas a cierta altura casi en las esquinas de las calles. Algunas son muy horteras y hasta les ponen luces de neón, otras están acristaladas y recubiertas por un empedrado precioso. En Nápoles hay uno dedicado a Maradona. Benditos italianos.

Algo cansados (sólo un poco), nos fuimos a la piltra. Mañana toca patearse Florencia.

Un saludo!

3 comentarios:

  1. Por cierto el anónimo... Soy yo!!!

    A disfrutar!!

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  2. Ahí estamos, on fire.
    Solo a ti se te ocurre poner un comentario anónimo y luego otro reconociéndolo...gañán!

    Un saludete!

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