4 de agosto de 2011

Venecia


Venecia

La idea era pillar el tren de las 9:30 para llegar sobre las 11:30 a Venecia, pero pecamos un poco de novatos con el interrail y cuando llegamos a la estación central de Florencia nos encontramos con que no había sitio para esa hora....y menos mal que fuimos relativamente temprano, porque encontramos para el de las 11:30 con llegada a las 13:30. Menos es nada.

El interrail funciona de la siguiente manera;

Si quieres ir a un lugar pongamos de Florencia a Venecia en tren regional no vale nada pillar el billete, pero digamos que puede tardar unas 5 horas y tienes que hacer transbordo en dos sitios. Si quieres viajar en linea rápida, tarda dos horas, sin transbordos, con sitio reservado, pero has de pagar una cantidad.

Una vez has hecho una cosa o la otra, marcas en el billete de interrail el día utilizado. Si viajas a partir de las 19h y llegas a tu destino después de las 4:00 de la mañana el día a indicar es el del día de llegada, para que cuente como un día de viaje.

Esta es la piedra angular del interrail. Resumiendo, un billete de Florencia a Venecia cuesta 50e, con interrail te sale por 10e en linea directa. En tren regional gratis.

No es que veamos mal el plan interrail, pero creemos que podría ser bastante más completo si las reservas no fueran tan caras para depende qué trayectos...quizás algo unificado como el Japan Rail Pass de Japón no estaría mal en Europa. Un interrrail global pass para toda Europa de 10 días no tiene sentido ya que en trenes regionales apenas vas a poder hacer dos o tres países (como mucho). Vas a tener que reservar fijo, por lo que te deja una sensación extraña. Apreciación personal.

Nos subimos en el tren y dejamos atrás Florencia. Ciudad que nos ha encantado. Es un paraíso para perderse por sus calles. Su riqueza cultural es demasiado grande como para condensarlo en dos días y sus interminables colas para acceder a sus museos invitan a, o bien visitarla en periodos menos turísticos, o bien ir con mucho tiempo. En cualquier caso, para visitar lo “standar” como hemos hecho nosotros, con dos días tienes. Y no es poco.

El tren de linea rápida es bastante cómodo, no como en Japón, pero bastante resultón. Entre cabezada y cabezada llegamos a la penúltima parada del viaje y cuando quedaban unos minutos para llegar al destino, el mar comenzó a deborar el paisaje y esporádicos postes comenzaban a dibujar la costa veneciana.

De lejos ya se puede apreciar parte de sus fachadas y embarcaderos típicos. Pero es cuando uno se va acercando cuando todo adquiere un cariz como de cuento...lo que más tarde me parecería como si de un set de película se tratara.

Nada más bajarnos decidimos poner punto y final a nuestra novatada con el interrail, con lo que fuimos directamente a reservar el billete de nuestro próximo destino. Una vez reservado. Salimos de la estación.

Estamos en Venecia.

La Piazza de Roma se nos mostró ante nuestros ojos. El Canal Grande pasaba por delante nuestro, al frente edificios coloridos amarillos, azules y tonos pastel se funden con el agua. Postes para amarrar embarcaciones con sus característicos colores, rojos, azules, verdes...a la izquierda un inmaculado puente blanco, bullicio, alguna barca. Estamos en Venecia.

Sin palabras seguimos dirección a la plaza S. Geremia todo recto a la izquierda desde la salida de la estación. El hotel que habíamos reservado estaba justo al final de esa calle, a apenas 5 minutos según las señas del mismo.

Cierto. Unos cuantos metros más allá nos topamos con una plaza en la que una enorme, blanca y simple iglesia presidía la zona. Hicimos el checking sin problemas y nos dieron las llaves.

Aquí en Venecia coincidimos con un par de amiguetes, pero como ellos llegarían más tarde, decidimos patear un poco por alrededores para familiarizarnos con el entorno.

Seguimos hacia la izquierda dirección a Cannaregio, una zona supuestamente “dormitorio” para estudiantes y la zona menos turística de Venecia.

Nos topamos con el primer canal típico veneciano sobre un puente de piedra. Qué decir. La estampa es simplemente bella, de cuento. A ambos lados los edificios multicolor que se funden con el agua. Con sus pórticos a pie de río. Las barcas y góndolas a ambos lados mientras alguna atraviesa el puente. Los reflejos, las terrazas al borde del canal...todo es como una especie de cuento. Como si de un set de una película se tratara, parece irreal, pero es un ciudad. Sencillamente es precioso. Hemos visto ciudades con canales como Suzhou, incluso en nuestra tierra tenemos Ampurias....pero si por algo a todas ellas la llaman “la Venecia de X” (donde X España, Oriente, etc.), es por algo, y es porque Venecia es única.

Para hacer tiempo, nos acercamos a un puesto callejero y le pillamos a un hombre un par de “tabolos”, consiste en una especie de masa de pizza enrollada con ingredientes como tomate, atún, queso, olivas...hay variedades a porrillo y valen 3,5e en casi todos los sitios. El tipo era bastante enrollado y hablamos mientras nos servía, de las bondades de Italia y las de nuestra tierra.

Nos animamos y cruzamos el puente de la Piazza de Roma para adentrarnos un poco en los canales de la zona de San Polo. No podíamos esperar a los compis para ver algo del sitio. De cine.

Callejeamos un rato por sitios que parecían sacados de pelis de Tim Burton. Unas calles que se estrechan formando casi una V, que dan paso a plazas anaranjadas tono pastel, con flores en sus ventanas....no es que el sitio sea bonito, es que es acojonantemente bonito.

Nos paramos en una de esa calles que daban al canal y de la que no se puede continuar, simplemente dan a un “palo” de esos de madera que están por todas partes y que sirven para amarrar el “coche”. Allí nos sentamos a contemplar el espectáculo de lanchas, góndolas...

Volvimos al hotel y los compis llegaron, con lo que nos sentamos a tomar algo fresco mientras les ametrallábamos a historias. Los pobres aguantaron el tirón y dieron la talla. Su destino es Croacia después de salir de Venecia, así que les acompañamos en Vapporeto (el “metro” de Venecia, un barco que te lleva a través del Canal Grande) hasta la zona sur de la isla en la que se reservan los billetes. Lamentablemente no pudieron hacer la reserva, con lo que volveríamos al día siguiente por la tarde para que pudieran pillar los tickets.

Aprovechando que estábamos en la parte sur de la isla, fuimos serpenteando las calles evitando la plaza de San Marcos y las zonas más famosas para verlas al día siguiente (que será cuando profundicemos en la zona). Las calles son laberínticas, y creemos que ahí reside su encanto. En perderse, girar, ver, pasar puentes, encontrarse sólo en un cruce y ver pasar un gondoloro cantando a viva voz. Un sitio espectacular, no nos cansaremos de repetirlo. La luz crepuscular además le da un toque increíble.

Por cierto, no hemos percibido olor alguno en sus canales. Tan sólo en alguna calle muy cerrada y oscura, pero no por el canal, sino por algún contenedor de basura aislado. Sus calles están increíblemente limpias, apenas suciedad en sus suelos salvo a última hora del día en el que te puedes encontrar alguna papelera saturada.

Nos paramos en un bar para tomar algo fresco a mitad de camino y allí estuvimos hablando un buen rato con el dueño del garito. Un tipo que nos habló de la situación de su país (Berlusconi...Berlusconiiii!), de curiosidades de Venecia como que les avisan por SMS cuando la marea va a subir e incluso suenan alarmas sonoras....la verdad es que pasamos un buen rato con el caballero.

Un poco más adelante nos sentamos en unas terrazas cerca de un cine al aire libre en el que proyectaban “The Tourist” (ambientada en Venecia) para cenar pizza y celebrar nuestro encuentro con un vinillo italiano (Lacrima di Morro).

El hotel cerraba a eso de las 1 de la mañana y como ya se nos había hecho tarde, decidimos volver de nuevo con una visión más onírica si cabe de Venecia (nos encanta este país). Esta vez por sus calles medio iluminadas por faroles, lo que le da a la ciudad un aire de misterio. Los canales, reposan serenos, y salvo alguna góndola que surca los canales, la actividad es muy tranquila.

Tras equivocarnos varias veces de camino, toparnos con el Casino Veneziano (increíble, iluminado en la noche y a pie del Canal Grande), ver un baile de tango multitudinario en una plaza y pegarnos algún susto con algún veneciano que salía de su casa de golpe en una de esas estrechas casas, llegamos a la estación. Caminamos hacia el hotel y nos sentamos un rato a la fresca en una plaza cercana. No se cansa uno de este lugar. Es muy especial.

Mañana visitaremos los lugares más emblemáticos, pero desde ya podemos decir que Venecia es de los lugares más bonitos que uno puede visitar.

Un saludo!

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