17 de agosto de 2010

Templos, mercados y Toriis

Después de desayunar cogimos el bus para irnos al templo de Kiyomizu-Dera, al sur de la zona de Gion.
Por fin, después de unos cuantos días nublados teníamos sol, claro que para las visitas a los templos y santuarios como que no va del todo bien, pero se agradece el calor del sol en la piel, ellos lo repudian tapándose con mangas largas, paraguas o lo que tengan a mano para que su piel no quede tostada...todos menos los chicos que tiran de los carros, unos campeones que tienen las piernas a rombos y que los ves tirar del carro por cuestas con dos y tres personas y te cansas de tan sólo mirar.

Nos bajamos en la parada de Kiyomizu y subimos una cuesta que al poco se convirtió en un centro turístico repleto de tiendas de souvenirs, restaurantes y demás atractivos para el visitante.

Estuvimos ojeando inevitablemente y vimos unas cuantas cosas que con seguridad caeremos y las compraremos...yo para empezar me compré por fin el pañuelo-toalla que lleva todo el mundo para secarse el sudor y que a partir de ahora será mi compañero fiel de solapa (y que aquí va de puta madre porque sudas ahora sí y ahora también).

Caminamos un rato mientras los dueños de las tiendas se postraban a cada viajero o transeúnte que pasaba por su lado hasta que llegamos a las puertas del templo. Una escalinata de piedra franqueada por dos estatuas enormes que te mira como si te fuera a atravesar.

Dentro vimos los típicos puestos para colgar los deseos, lavarse las manos con cazo (ritual para entrar a los santuarios) y demás parafernalia. El sitio estaba atestado de gente.

Mikiko y Jordi nos habían dado unas entradas para el sitio (bueno, nos dieron mapas de un montón de sitios, gracias!) ya que por lo visto no cambian de un año para el otro y ni las rompen ni nada ya que aquí normalmente las enseñas, las escaneas con algún mecanismo implantado en los nipones y te dejan pasar..nah es que simplemente se fían y confían tanto en su sistema que no conciben que se haga “trampa”.

En fin, que llegamos a la entrada y muy de flamencos enseñamos las entradas y nos sacaron amarilla, han cambiado el formato de las entradas...hoooo.

Bueno, sacamos los tickets (son 400y cada uno) y nos metimos en el meollo.
La estancia principal es un templo que tiene una terraza generosa (todo de madera) que da a un “acantilado”, todo rodeado de vegetación, bastante bonito, lástima como ya hemos comentado de que no es la época idónea para disfrutar de los paisajes y que el verde predomina sobre todo, restándole esa belleza que los tonos rojos, marrones y amarillos le dan en otoño o en primavera....
Más que desde la terraza, siguiendo un desfiladero a la izquierda se llega a un camino desde el que se ve el templo y el acantilado, las vistas son más completas desde ahí y el sitio luce mejor.

Siguiendo el camino llegamos a un sitio en donde había una cola enorme para llenar los cazos con agua que cae de la montaña y que por lo visto tiene propiedades curativas, como no tenemos arreglo decidimos echar fotos y dejar los milagros para el resto.

Seguimos caminando y llegamos a una zona en la que nos topamos con un señor totalmente rígido como una estatua que pedía limosna estirando los brazos mientras sostenía un plato de cerámica pequeño ataviado con ropas muy del estilo feudal y con el típico sombrero asiático de paja que le cubría totalmente la mirada, a mi me estremeció la visión y no pude evitar tirarle algunas fotos, luego le dimos unas monedas por las molestias...muy silenciosamente me agradeció el gesto con una leve inclinación y susurrando unas palabras. Lo dicho, estremecedor.

Salimos del sitio y decidimos ir al mercado Nishiki, en donde veríamos la materia prima de la mayoría de los platos que se sirven en Japón. Así que cogimos el bus y nos bajamos en la parada de Shijo Takakura, allí nos entró un poco el hambre y vimos un sitio que ponían platos combinados por 1000 y poco yens. El sitio tenía buena pinta (bueno, como casi todos), así que nos metimos.

El combi estaba formado por arroz, verdura y generosos trozos de carne rebozada acompañado todo con 4 o 5 potes de salsas y otro plato con un revoltillo de verduras, carne y arroz que estaba que te cagas.
Como el kiko. Salió por unos 3000 y poco yens los dos (cervecita incluida).

Seguimos caminando calle arriba (suponemos que es hacia arriba, porque aquí giras dos calles y estás más perdido que un hijoputa el día del padre) y nos encontramos de golpe con el mercado. Una calle larguísima cubierta por un techo de cristal de colores (por eso cuando llueve dicen que la gente viene mucho aquí) y en el que se concentran por metro cuadrado una cantidad de paradas de mercado tremenda.
El sitio tiene mucha vida y por todos lados ves verduras, pescado fresco, carne...no sólo hay tiendas de comestibles, también hay de ropa y cosas variadas, pero son las menos...en su mayoría gana el colorido de los alimentos.
Pudimos ver como preparaban el pescado, la carne o cómo marinaban algunas verduras...había gente, pero se podía caminar sin problemas.
Es recomendable comer por la zona, ya que está lleno de sitios que te dejan probar la mercancía y los precios de los “pinchos” o de cosas sueltas es bastante bueno.

Pasado el mercado llegamos a una zona comercial que decidimos atravesar mientras llegábamos a la calle principal para ir al hotel, ducharnos e irnos a la zona de Fushimi. De camino vimos una tienda de gorras y sombreros que tenía buena pinta y nos metimos, Eli acabó sucumbiendo ante el poder sombreril y se pilló una gorra (que no es porque sea mi mujer, pero que le queda que te cagas) y yo me compré mi segunda adquisición para el tiesto, una gorrita medio boina que acabará por completo con mi poca credibilidad y belleza.

Llegamos finalmente a la calle principal (por calle principal entendemos como la que va al Gion) y cogimos el bus para ir al hotel. Ya allí nos refrescamos, dejamos las compras (sii, caímos en la zona del templo y nos compramos unas tacitas para el té y el sake muy chulas, estaban que las regalaban!) y nos marchamos hacia la estación de Kyoto para irnos a la zona de Fushimi.

Cogimos la línea JR que va para Kobe y nos bajamos dos paradas después en Inari. Nada más salir te topas ya con la entrada de los santuarios. La zona prometía.

Primero no había casi ni Dios, era un poco tarde, la verdad, las 17h, pero el el sol caía sobre el complejo y le daba un aire muy pero que muy chulo. Caminamos y al poco nos encontramos con los primeros Toriis.

El sitio es para entendernos un grupo de santuarios unidos por interminables pasajes llenos de Toriis apilados uno tras otro y que le da un efecto de “infinito” a las callejuelas muy vistoso (hay fotos mil en google del sitio). Rodeados por bosque e iluminados cuando se va la luz por farolillos (sin publicidad, Jordi nos contó que los farolillos rojos que tanto nos gustan suelen llevar escrito el nombre de un bar o tienda y el número de teléfono, los guiris los vemos como algo sagrado y en realidad pone “Bar Pepe”) el sitio resulta acojonante y en nuestra opinión de lo mejor que hemos visto.
De vez en cuando te topas con un grupo intentando sacar la foto más original que puede del lugar pero en general estuvimos solos casi todo el rato. Habíamos leído que entre santuario y santuario te topabas con pequeños cementerios y así era, en mitad de un camino nos encontramos con un cementerio lleno de lápidas, ofrendas y todo como en una especie de mini-laberinto en el que en cada giro lo flipabas más por la cantidad de detalles, estatuas, velas y cosas que podías ver, las retinas nos iban a estallar.

Eran ya casi las 8 de la tarde y la luz ya escaseaba bastante, así que decidimos marcharnos. A pesar de que en la guía indicaba que el sitio cerraba por la noche (no se cobra por entrar) la verdad es que caminando a lo loco nos encontramos de golpe en mitad de las calles de la “ciudad” (es como una urbanización pequeñita) de Inari, preciosa por cierto y muy cuca.

El sitio nos ha encantado y nos lamentamos de no haber ido por la mañana para poder hacer sus 4 kilómetros de recorrido, a pesar de que el atardecer nos regaló algunas vistas increíbles del lugar.

Regresamos al hotel y como no teníamos hambre pillamos de nuevo en el Dawson algo para picar (es que hay de todo!).
Antes reservamos los billetes a Hiroshima para el día siguiente en la estación. Sin problemas salimos a los 8:20.

Ya en el hotel preparamos todo para marcharnos a Miyajima al día siguiente (hemos modificado el tema, iremos directamente a Miya para pasar todo el día y al día siguiente por la mañana iremos a Hiroshima).

Kyoto nos ha encantado, es un sitio fantástico y que tiene de todo, desde la modernidad de su ciudad hasta los sitios más bonitos para callejear (Gion es precioso), pasando por templos para aburrir (y que creemos que hemos escogido bien para no saturarnos), comer...y encima hemos conocido a dos personas muy majas.

Vaaamos para Miyajima!!!!

Un saludo!.

4 comentarios:

  1. Lawson, Lawson... Dawson era el prota de aquella serie adolescente noventera tan odiosa.

    Ojo que en algunos konbinis venden una caja alargada de color marron que dentro tiene un rollo enorme de maki de arenque que está cojonudo. Vale sobre los 1000Y y sólo de pensar en ella se me hace la boca agua. Únicamente pude comprarla un dia (creo que fue en Shin-Osaka) a primera hora y me llevé la última. Estos japos no son tontos, no.

    A la Tokyo Tower subimos de dia y la verdad es que las vistas no nos impresionaron, bastante parecidas a las que se pueden ver (y gratis) desde el edificio del gobierno metropolitano en Shinjuku oeste. De noche seguro que la cosa mejora.

    A mi Pontocho y Gion me decepcionaron un poco, estan muy explotados de cara al turisteo.

    Cuídense,
    H

    ResponderEliminar
  2. Nosotros cuando fuimos al Gion, al caer la tarde no habia casi nadie y se estaba que te cagas...es que no sabeis jejeje.

    Ahora estamos en osaka, mamon, al final hemos venido a ver las vistas nocturnas!!
    Estoy gorreando un portatil mientras un japo me sopla la nuca para que lo deje ya.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Si soy un cansino!!!

    Incluso desde Japón me lo dices jijijiji

    Pero reconoce que ahora te pareces mas a mi!!!

    Barrigón!!

    ResponderEliminar
  4. eeeeh...pues no, después de escribir el comentario en el portátil de gorra me he pesado en una báscula que había por ahí y para tu información sólo he engordado unos pocos gramos, es decir...que ya estaba rollizo en Barcelona.

    Muy chulas las vistas desde el Umeda por la noche, sí que merece la pena company. Gracias por el aviso!

    Un saludo!.

    ResponderEliminar