25 de agosto de 2010

Domo Arigato

Sobre las 6:40 de la mañana nos fuimos dirección a la lonja de pescado, en la parada de Tsukiji, linea Oedo.

Llegamos en unos 30 y poco minutos y nada más bajar ya apreciamos el olor a pescado por toda la estación. A pesar de ser temprano ya vimos a algunas personas que volvían con bolsas de compra por lo que lo más seguro es que la subasta ya se habría celebrado.

Nada más salir de la estación giramos a la izquierda por la salida 1 y seguimos recto hasta que nos topamos de bruces con el mercado. Inmenso y con un tráfico de gente espectacular.

Toros mecánicos, camiones y carros llevaban las cajas a un ritmo frenético mientras los “guiris” sorteábamos los “peligros” como se podía. Es aconsejable llevar un calzado “desechable” o fácil de lavar porque quieras o no te vas a mojar con los charcos y porquerías del suelo...

Llegamos a la zona de las subastas y prácticamente ya tenían todo vendido, a pesar de todo pudimos ver la zona de venta, las mercancías y algunos garitos en los que podías ponerte de sushi hasta el culo por precios de risa...más fresco imposible.

Pero no teníamos tiempo, tan sólo pudimos callejear un poco por la zona de “venta” y por algunas callejuelas en los que hay tiendas de cuchillos, género y algún bar como el comentado.

Ya en el hotel cogimos las mochilas y nos fuimos hacia la estación de Uueno, pero en lugar de entrar en la misma estación, pasamos un starbucks y nos metimos en la skyliner, la terminal que te lleva a Narita directamente.

Vimos la hora que era (9 y poco) y el tren rápido de 1000y por cabeza nos dejaba sobre las 10:25 en Narita, sudor frío. Menos mal que el express llegaba a las 10:05, algo más caro pero que pagamos con gusto. (Sobre los 4000 y pico los dos)

Nos bajamos en la terminal 1 y buscamos el mostrador de Aeroflot, en la 4ª planta, cheking sin colas ya que hay una taquilla para los que reservamos on-line y todo listo para volver a casa.

Se acabó, la experiencia ha sido fabulosa. Tengo una teoría de por qué los japos se quedan todos absolutamente dormidos a los pocos minutos de estar parados o sentados en cualquier vagón y es que hay tantísima cosa por ver por metro cuadrado que creo que es tremendamente agotador para la mente, en serio. Mires donde mires este país está lleno de detalles, algunos pequeños y otros enormes, pero casi ninguno deja indiferente...eso y que como están todo el maldito día con los móviles y las maquinitas sufren de insomnio.

Te paras a mirar en uno de los mega cruces de Tokyo y tienes pantallas gigantes que te golpean con publicidad, marcas...luego el sonido de los semáforos con indicadores de tiempo mientras cochazos (impolutos los llevan, pero impolutos de verdad) con luces de neón pasan por el otro carril....te giras un momento y ves gente vestida de la forma más estrambótica que te puedas imaginar y al otro lado ves tiendas a pie de calle con manjares de todo tipo y olores que te llegan por todas partes....no sé si uno se puede hacer a la idea pero es como si estuvieras metido en un mecanismo de reloj y por todos lados engranajes se movieran al unísono...lo dicho, abrumador.

Por otro lado tenemos a su gente. Tremendamente educada, roza los límites de lo absurdo y, a pesar de hacerlo de forma mecánica, se agradece muy mucho entrar en un sitio, que te reciban de esa manera y que te despidan de igual forma. Hay gente que le puede parecer innecesario, pero creo que es una cualidad fantástica de este país y que, por desgracia, en el nuestro no se estila...un poquito de arigató nunca está de más.
Resulta un arma de doble filo, ya que por un lado su férrea disciplina en algunos lugares pueda resultar “militar” o de “cabeza cuadrada”...pero en lugares rurales o donde se aprecia una herencia directa de valores de antaño resulta entrañable y te sientes realmente bien acogido.

El tema tecnológico, tan laureado en nuestro país resulta impresionante por la cantidad de cosas expuestas en sus calles, por aparatos imposibles y maquinaria que utilizan, pero creo que la aceleración en este tema de occidente hace que quizás uno lo flipe pero no se espante (otro cantar son las “adsl”, qué barbaridad de velocidad....), a mi por lo menos me ha pasado...a pesar de todo ver robots oruga sube-escaleras llevando la carga sigue siendo un flipe.

La comida creo que ha quedado claro que nos ha encantado...hemos intentado probar la mayor cantidad de variedades de cosas pero la barrera idiomática y el desconocer algunos aspectos culinarios probablemente hayan hecho que nos perdamos muchísimos más sabores...en todo caso podemos decir que nos hemos puesto HASTA ARRIBA.

Paisajes de ensueño (lástima de la época, mejor venir en Otoño o en Primavera), templos y santuarios muy impresionantes y bellos (aunque reconstruidos su mayoría)...jardines zen...si uno se implica con el tema resulta muy gratificante estar sentado en mitad de una estancia tipo tatami abierta de un templo y con los jardines de fondo como vistas...el tiempo se para y ahí hay que respirar hondo y disfrutar del momento.

Demasiado para el cuerpo en tan poco tiempo, poco a poco iremos procesando el viaje aunque a pesar de todo creo que nos hemos empapado bastante de este país y, como ya nos pasó en otros destinos, probablemente algo habrá cambiado en nosotros.

Sayonara!.

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