15 de septiembre de 2015

Big Apple 3:00pm

Sobre esa hora llegamos finalmente al hotel de Nueva York, después de tener que cancelar la semana anterior nuestra reserva en Airbnb debido a que la "dueña" tuvo que cerrar el garito y trasladarse a otro lugar en Brooklyn tras una denuncia en la que parecía indicar que utilizaba el lugar de forma algo no muy legal.

Con tan poco tiempo de diferencia surgió una oferta de última hora (no hagan esto nunca en sus casas, suele salir mal) a dos minutos de Times Square y decidimos pillarlo, el lugar, Tryp by Wyndham Times Square.

Por un precio similar por noche que nuestra última vez en la Gran Manzana, la habitación era mucho (pero mucho) más grande y en bastante mejores condiciones. La ubicación cojonuda, sobre todo si no se ha visitado nunca la ciudad.

Disponíamos de 2 días y medio para disfrutar de nuevo de esa bestia urbana antes de salir volando hacia Nueva Orleans, donde "comenzaría" realmente la nueva experiencia en los Estados Unidos, así que aprovechamos para patear algunos sitios que nos quedaron pendientes en la última visita.

Moverse por Nueva York es muy sencillo, casi todo está conectado por metro y lo que no lo está se patea con gusto, ya que es una ciudad impresionante desde cualquier ángulo y prácticamente en cada calle se encuentra algo distinto, peculiar, o esa escena de película que tantas veces hemos visto en nuestros televisores, esa salida de humo, esos taxis amarillos por todos lados, un tipo pegando berridos rollo "the end is coming", vendedores de Hot Dogs, skaters, polis, rascacielos a punta pala, infinidad de tiendas, restaurantes, parques, músicos callejeros...en fin, de todo, digerir Nueva York lleva su tiempo.

Vistas desde Brooklyn, un paseo que al atardecer se llena de gente para ver la espectacular puesta de sol.
Hay que tener en cuenta algunas particularidades;
Para el transporte, se utilizan MetroCards recargables las cuales es conveniente pillar en su formato bono si se va a estar durante tiempo prolongado. Os permitirá moveros de forma ilimitada por todos lados sin tener que pagar el alto precio del billete individual (2 dólares y pico).
Cuando llegas al aeropuerto de JFK, lo mejor es pillar el tren a Jamaica, y no os molestéis en buscar máquina para pagar allí, se paga al salir del tren una vez llegas a destino.
Dinero: El mejor cambio que he encontrado ha sido comprando dólares con tu entidad bancaria. Las casas de cambio en los aeropuertos o en la ciudad os cobrarán cantidades abusivas por cambiar moneda.
Sacar pasta desde los cajeros conlleva comisión, aunque incluso a veces (depende la entidad) puede ser mejor opción que llevar dinero en efectivo desde Europa.
Nosotros solemos utilizar la opción de pagar con tarjeta, ya que el cambio suele ser bueno y es aceptada (débito en todos los locales comerciales, crédito para alquiler de vehículos/hoteles) en todos los sitios.
Por cierto, este año no me atreví, pero existen tarjetas recargables (tarjetas monedero) que no dejan de ser una buena opción en cuanto a privacidad y controlar el gasto, las venden por internet o allí mismo.
Es interesante si se van a visitar muchos museos/atracciones sacarse el New York Pass, que permite la entrada a la mayoría de sitios más famosos como el Empire, Top of the Rock, museos, Intrepid, etc. Nosotros ya lo usamos la otra vez (en la que visitamos prácticamente todo) y nos fue muy bien, con un ahorro considerable ya que las atracciones no son precisamente baratas.

Pasamos por la Freedom Tower, y vimos unas formas conocidas afeando el paisaje...ese estilo extraño, incrustado ahí sin ton ni son...me vino a la mente Calatrava y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Evidentemente la obra era suya, inacabada, cara, desproporcionada...más tarde leí que los neoyorquinos están hasta el gorro de su proyecto....
Las zonas a las que nos dedicamos en esta ocasión fueron las de Brooklyn, donde probamos la famosa pizza del Juliana's (según algún que otro artículo considerada como la mejor pizza de Manhattan), y saboreando un atardecer a los pies del famoso puente con una de esas puestas de sol impresionantes con el skyline de fondo y un ambiente muy agradable.

El resto de días los utilizamos para por ejemplo ir en ferry hasta Staten Island para visitar la casa museo de Alice Austen, una de las primeras fotógrafas que inmortalizó las calles de Nueva York a finales del XIX, visitar la librería Morgan, Coney Island y su parque de atracciones a pie de playa, toda una experiencia con música ochentera a tope y subiendo a la famosa noria desde la que se divisa la ciudad en el horizonte.

Aprovechamos para re-visitar algún que otro lugar, un pequeño paseo por Central Park, callejear mucho, lamentarnos por el cierre temporal del Carnegie Deli, escuchar música en directo en algún que otro parque, tomar alguna que otra cerveza en la infinidad de locales que pueblan sus calles, con una tendencia hacia la cerveza artesana brutal, aunque a precios igualmente brutales (6-7 dólares tranquilamente)...
Probamos la famosa hamburguesa del Corner Bistro, lugar que tiene un encanto indudable y cuyo "bicho" está espectacular, pero también es un hervidero de ruido (como en cualquier bar célebre de la ciudad, de hecho).

En fin, lo que se suele hacer en poco más de dos días en Nueva York.

Debo comentar antes de que se me olvide, que a pesar de los comentarios sobre que desde el ferry a Staten Island las vistas de la Estatua de la Libertad eran los mejores, bajo mi punto de vista no es cierto, salvo que tengas un tele-zoom de los burros o simplemente te confirmes con ver la figurilla a lo lejos.
Si es vuestra primera vez en Nueva York, dejaros de historias y pillar las conexiones a la isla, doña Liberty hay que verla de cerca.

Y así llegamos hasta el día en que debíamos volar hacia Nueva Orleans. Nervios.

Un saludo.

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