29 de septiembre de 2015

Al oeste en Filadelfia

Tras abandonar Lancaster, la idea era llegar a Filadelfia y bajar dirección Washington, nuestro final de trayecto.

Llegamos sobre las 10 de la mañana, y tras visitar las famosas escaleras de Rocky y hacer el primo durante un buen rato (vídeo incluido) nos pateamos un poco el centro de la ciudad antes de tomar de nuevo la carretera hacia el sur.


Tras muchos días de zonas más bien rurales, alejados de esas mega urbes, resultó bastante gratificante volver a meterse en esa locura de rascacielos y zonas frenéticas con gente por todos lados. Es acojonante la de personajes y escenas que puedes ver en estas ciudades sentado en un cualquier cafetería o Starbucks durante 10 minutos mirando a través de un cristal, es casi sedante.

Eso sí, hay que decir que por ejemplo, siempre dependiendo del motivo del viaje, no recomendaría una ruta Nueva York - Filadelfia - Washington como hace mucha gente en esta costa Este.
Salir de NY para ver Filadelfia únicamente como "una ciudad más" es un absurdo personalmente. Mucho mejor si en medio se hace una parada en Lancaster o algún lugar más rural, el efecto, cuando más tiempo haga de la visita a la mega urbe por antonomasia, mejor.

Otro handicap de visitar estas ciudades en coche es que aparcarlo en algún lugar público es casi imposible, las opciones se reducen a dejar el vehículo en el quinto pino, casi las afueras, en caso contrario el precio de los parkings y de las zonas "azules" es muy elevado. Y ojo, que multan al minuto, cogimos el coche 1 minuto antes de que cumpliera y mientras salíamos ya teníamos a Beyoncé marcando el territorio.
En cualquier caso, Filadelfia nos dejó un buen sabor de boca.

De camino hacia Washington hicimos varias paradas, entre ellas Annapolis, capital de Maryland, un pueblo pesquero precioso con un casco antiguo para perderse por él durante un buen rato degustando un helado en alguna de las antiguas heladerías artesanas que todavía quedan en pie.

En un principio, pensamos quedarnos por el lugar para dormir, pero los precios eran algo elevados y encontramos algo mejor en Alexandría, a las afueras de Washington, lugar que además queríamos visitar, así que dimos un último empujón y llegamos tras una pequeña odisea para encontrar el motel debido al lío de mil demonios que me hice en un sector de autopistas.
Si no pasamos tres veces por el mismo lugar poco nos faltó, en una aberración de carreteras que parecía un nudo hecho por Bruce Lee en celo.

Ya instalados en el motel, justo a las afueras de Alexandría, nos preparamos para encarar el último tramo de nuestro viaje.



Un saludo.

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