1 de febrero de 2016

The Revenant

Alejandro González de Iñárritu vuelve a sacudir al público y crítica con un proyecto alejado de su anterior obra, Birdman, pero que lanza otro órdago, a su manera, en forma de pulso técnico y sensorial.
Si Birdman era presentada como un falso plano secuencia de 2 horas de duración, The Revenant apuesta por introducir al espectador en todo un tour de force rodado casi en su totalidad con luz natural.


Dejando ya de lado sus fanfarronerías técnicas, es el momento de saber si la nueva propuesta del director mexicano cumple además las expectativas, si Di Caprio vuelve a regalarnos un buen papel y si la historia tiene los suficientes alicientes como para formar algo sólido e interesante para las audiencias.

The Revenant nos sitúa a principios del siglo XIX, donde un grupo de tramperos son asaltados por nativos y deben huir a través de la montaña guiados por Hug Glass, un explorador al que acompaña su hijo mestizo.
La obra surge como adaptación de la novela de Michael Punke y tras varios retrasos y cambios de equipo, esto último nada halagüeño en la mayoría de casos, Iñárritu se hizo a los mandos para intentar llevar a buen puerto una historia que si bien no es que sea un derroche de originalidad en cuanto a su planteamiento, consigue sorprender, retorcernos en el asiento y mantenernos con los ojos pegados en la pantalla.

The Revenant podría considerarse como una survival movie bajo un entorno bello y a la vez hostil, en el que se añade cierto misticismo propio de esas culturas chamánicas olvidadas que atormentan la voluntad del hombre dividido por sus orígenes y en el que se nos muestra la mezquindad del ser humano desde distintos prismas.
Bajo todo ese enfoque, encontramos la figura del protagonista principal, alma del asunto y verdadero motor para que el engranaje funcione, y de nuevo hay que decir que Leonardo Di Caprio vuelve una vez más a estar enorme ante la pantalla, en un papel muy exigente, por momentos electrizante gracias a ese entorno frío y helado al que acompaña con una gélida mirada, de dureza y sufrimiento, odio, comprensión, venganza y redención.
Por su parte, Tom Hardy como némesis ofrece esa figura odiosa, casi cercana al animal de rapiña que representa la parte más oscura del ser humano que no ha conseguido superar su tormento interior y que se ve vencido ante sus voluntades más primarias, pero sin dejar de lado una tremenda capacidad por la supervivencia.


Todo un tour de force como comentaba bajo la simple premisa de la venganza, en lo que aparentemente es la clásica historia search and destroy pero en la que se esconde todo un lienzo de sensaciones, de desgarradores (nunca mejor dicho) momentos que quedan grabados en la retina, de tremenda belleza visual, y de una de las más jodidas actuaciones de Di Caprio, el resultado es sencillamente magistral y por momentos agotador.

Un saludo.

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