2 de febrero de 2014

Los juegos del hambre: En llamas

Reconozco que el rollito distópico en el cine me mola.
Esa representación de un mundo paralelo o futuro en el que corporaciones o dictadores implacables mantienen a raya a la población, en su mayoría de ocasiones mediante el miedo y la represión de libertades, me resulta entretenido, entre otras cosas porque es una manera de expresar hasta qué punto somos manipulados (salvando las distancias) en nuestro mundo real, y cómo a partir de ingenio, sufrimiento y ciertos valores como la amistad, el amor y bla bla una serie de personas consiguen hacerse camino en pos de conseguir la libertad de su pueblo.


Es lo que sucede en la idea inicial de Los juegos del hambre, una historia parida por Suzanne Collins en forma de trilogía y cuya primera parte ya comenté en su día, produciéndome indiferencia por una serie de motivos que en mi opinión han sido pulidos en esta segunda parte, entre otras cosas por dejar de lado ciertos aspectos que provocaban más bien vergüenza ajena para dar paso a una historia algo más madura, sólida y entretenida, con una definición más redonda en la mayoría de los campos en donde se mete.

La historia sigue los pasos de su anterior protagonista, Katniss, cuyo personaje poco a poco se ha convertido en un modelo a seguir por la población y que en las altas esferas comienza a ser temida como una posible amenaza de cara al control de la misma.

No es que sea un derroche de imaginación, pero por lo menos en esta parte la construcción y visión del mundo que les rodea y la inevitable vuelta a los decepcionantes juegos de su primera parte, sí consiguen entretener y dejar un sabor de boca algo más satisfactorio, aunque sin llegar a tirar cohetes.

Bajo mi punto de vista, la idea original de este producto comercial llega a atraer, lógicamente con sus "trampitas" de amoríos a tres bandas con pocas posibilidades de escapar de la linealidad establecida para triunfar según los cánones de la industria, pero que gracias a haber pasado el trago de presentación de su débil primera parte, ésta se muestra como una historia apetecible de ver cómo termina, aunque tiene muchas cartas de ser previsible.

Pros: Corrige la mayoría de errores de su primera parte, los personajes secundarios de los juegos son más atractivos de cara al espectador y esta vez sí el lugar desprende algo de peligro. Algo.
Contras: Cierto tufillo demasiado "teen" le quita fuerza a la crudeza de la historia, entre otras cosas porque la cosa no termina de cuajar en esa vertiente. Me imagino una historia así con actores cuyas hormonas ya no importen demasiado en el peso de la misma y transmitan el drama con su carga justa. Un Fassbender, un Liam Neeson, un Vigo Mortensen...igual es la edad.

Un saludo.

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