21 de noviembre de 2011

Terciopelo Azul

David Lynch es de esos directores a los que la mayoría de la gente mira con respeto, con reparo y con un "ojo con lo que vamos a ver de este hombre, que se le va bastante".

Afortunadamente, creo que en casi todas sus obras consigue llamar poderosamente la atención del espectador que no se contenta con simplemente seguir la historia, que le den un giro y se termine el asunto.
Lynch quiere transmitir sensaciones, sacar lo grotesco, lo extraño, ese ser ultra-interior que cruza el límite y que se convierte en momentos en el "todo vale". Y a Lynch le sale bien.

Terciopelo azul es una cinta ya algo viejuna, concretamente del 86, y que nos sitúa en un apacible y típico pueblo norteamericano, con sus buenas gentes, niños cruzando la calle para ir al cole y el abuelete regando el césped.

Al son del tremendísimo tema de "Blue Velvet" nos lleva en volandas de una situación a otra hasta que se rompe la armonía con un extraño accidente en el que un hombre cae fulminado por una especie de ataque al corazón.


El hijo de este pobre infeliz, volverá a su pueblo natal para ayudar en la tienda de su padre mientras este se recupera. En una de sus caminatas, se encuentra una oreja humana y a partir de aquí la cinta se paseará entre el thriller, el suspense y el terror mientras acompañamos al joven en su particular investigación al verse totalmente seducido por el misterioso caso.

Antes de ver esta cinta, es de recibo entender el contexto en el que está ideada. Lynch comentó que en su casa jamás pasaba nada. Sus padres no discutían, no fumaban, no bebían...jamás pasaba nada, y él quería que sucedieran cosas extrañas, inverosímiles, que se les fuera la pinza, vamos.

Pasado este pequeño inciso se puede empezar a ver la peli, y entonces quizás entendamos esos cambios extraños, esa armonía rota y esa continua búsqueda del paso siguiente, aun rodeándose de personas extrañas y que parecen ser de otro mundo. Sin olvidar el buen hacer tras las cámaras, con un pulso fantástico para presentar  personajes a cual más dispar y que nos mantengamos entretenidos con el curso de la historia.

Y es llegado a sus personajes en los que Blue Velvet explota, presentando a un Dennis Hopper que simplemente es la locura, la maldad y el caos personificado. El eslabón perdido, vamos. Hipnótico y desagradable a partes iguales, conducirá al prota, un Kyle MacLachlan totalmente infundido en su papel de explorador de sensaciones, hacia un descenso total a los infiernos.


Isabella Rosselini funciona a la perfección como enlace entre el mundo real de Kyle y lo sórdido de Dennis, regalándonos algunas escenas de pura sensualidad y que, tal y como ya pasara en Mulholland Drive (aunque en mi opinión superior el "manejo" de gachís en aquella por parte del director), consigue realmente perturbar al espectador y llegar a puntos de duda entre demencia y realidad.

BV está claro que no es para todos los públicos. Probablemente más de uno se eche para atrás a los pocos minutos quizás sin llegar a los niveles de Malick o Von Trier, pero si se consigue conectar y dejarse llevar por una atmósfera oscura, opresiva pero tremendamente bella y con una historia "detectivesca" muy resultona, se puede disfrutar de una de las películas más redondas y una total y absoluta para mí obra maestra de Lynch.

Muy recomendable.

Un saludo!

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