4 de junio de 2008

La vida secreta de las palabras

Existe cine que nos traslada a universos lejanos, a civilizaciones perdidas y a conocer a gente lo más inverosímil posible.
En cada temática se puede esperar una cosa u otra, buena o mala según gustos, bien llevada o montada de forma pésima...en la vida secreta de las palabras tenemos la historia de dos personas que el destino une, bien podría ser un planeta imaginario o bien podría ser en tu mismo país, cada cual con su tormento interno y con la necesidad, o no, de expulsarlo de una forma en concreto, sin grandes explicaciones, gestos, imágenes o sonidos...sólo con palabras.

Isabel Coixet nos presenta una historia sencilla en su concepción pero con mucho que contar, con unos personajes muy humanos en mitad de una plataforma petrolífera, como punto de poder, en la que las olas castigan su estructura mientras en su interior dos personas coinciden con sus pesadillas, uno convaleciente tras sufrir quemaduras en un accidente y otra con problemas auditivos y con una peculiar forma de ser y vivir...

A partir de aquí, seremos testigos de como mediante las palabras, los silencios y la simple presencia de ciertas personas podemos descubrir infinidad de detalles en el ser humano, desde su dolor, sus ansiedades, hasta llegar a su misma humanidad...


Lost in translation ya nos enseñó una relación muy peculiar entre la Johansson y Bill Murray, en esta la vida de las palabras tenemos algo parecido, recuerda por momentos a la cinta de Sofia Coppola, y es curioso porque mientras a unos la soledad los une a otros el dolor...dos formas distintas de estudiar la psique humana, pero que en esencia persigue lo mismo, el destino puede llegar a unir a personas en las situaciones más extrañas.

Acompañando a los protagonistas, Tim Robbins y Sarah Polley (los dos a un gran nivel, sobre todo Sarah) tenemos a unos secundarios con sus propias micro-historias que cumplen sobradamente con su cometido, como un Javier Cámara que lo borda también en su papel de chef (a pesar del extraño "doblaje", no suena del todo bien su voz) o como una pareja de mecánicos muy peculiar.

Como punto negativo de la cinta quizás diría que se hace algo previsible en cierto momento, y al no conceder ningún giro argumental de esos que te rompen en dos acaba por conceder lo que se veía de lejos, su gran virtud se convierte así en su único punto débil...a pesar de todo, el ver como se desgranan los sentimientos de los protagonistas vence sobradamente este aspecto.

Una muy recomendable cinta, con una grandísima banda sonora con ese magnífico tema central de Antony and the Johnsons, grupo que no conocía y que debo agradecer a una amiga el que me los recomendara.

Un saludo!

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