27 de febrero de 2012

La invención de Hugo

Martin Scorsese es un puto genio.

Película que saca, película que es un ejemplo de cómo hacer las cosas.

En esta ocasión nos cuenta la historia de Hugo, un huérfano que vive escondido en las entrañas de una estación de tren en un bohémio París de los años 30. El chico ha heredado la habilidad de su padre para reparar relojes y se ocupa de que todos funcionen a la perfección, además, su misión es conseguir arreglar un autómata mecánico que se cree pueda contener un mensaje secreto.

Cuando salió a la luz que Scorsese iba a atreverse con el 3D a más de uno seguro le sonó extraño, yo personalmente puse toda mi confianza en este hombre, lo primero que pensé es en que Martin no tima, si dice que saca un 3D a muerte con él. Y lo ha conseguido. Con un presupuesto del copón, eso sí, pero oye, si el tipo no pincha es normal que se crea en él.


La cinta es un portento visual y sonoro que utiliza dicha técnica con maestría absoluta. Sólo hay que dejarse llevar los primeros minutos con un plano secuencia imposible que te transporta hacia el mundo de Hugo, al cual seguimos en lo que casi parece un cuento hecho realidad.

Como si de ese cuento se tratara precisamente, se nos introduce en la historia del muchacho y poco a poco vamos navegando a través de lo que no deja de ser una bonita historia, muy sencilla pero de enormes dimensiones para con el arte del cine, mezclando esa sencillez con la biografía de Georges Méliès de forma magistral.

Porque aquí lo que hace el director es abrirse totalmente en una obra muy personal en la que deja claro el amor por su trabajo, de una forma bohemia y enfocada a todo tipo de público, a pesar de que algunos medios la venden un poco como obra infantil, nada más lejos en mi opinión, y lo mejor de todo es que los críos encontrarán una aventura fantástica y los "mayores" toda una oda al cine.

A todo esto hay que añadir un reparto solvente, desde el mismo Asa Butterfield que consigue electrizarte con esos ojos hasta el mismísimo Christopher Lee. Todos ellos cumplen sobradamente, mención especial para Sacha Baron Cohen, al que no lo veía en un papel así la verdad, pero hace de malote clásico de forma más que correcta.

La importancia de la obra no queda sólo en apartados técnicos, interpretativos o de fondo, además se ha conseguido dar ejemplo de lo que significa ese paso que de vez en cuando se da en el cine cuando alguna nueva técnica salta a la palestra, en este caso el 3D, ofreciendo paralelismos entre nuestros días y los tiempos más tempranos del mundo cinéfilo.

Muy recomendable.

Un saludo!

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