20 de octubre de 2015

La Cumbre Escarlata

Guillermo del Toro presenta una historia de terror gótico ambientada en el siglo XIX, bajo la influencia de los libros de Poe y el horror de Lovecraft.


Edith vive en Nueva York bajo la tutela de su respetado y adinerado padre, es una joven intelectual de tendencias bohemias que se verán potenciadas al conocer un enigmático lord inglés que pretende hacer negocios con su familia.

Del Toro consigue una ambientación y puesta en escena prácticamente intachable, una historia que se cuece lentamente, jugando de forma correcta con el espectador suministrándole poco a poco esa esencia de terror gótico, como si del universo de los estudios Hammer se tratase, en un mundo que poco a poco se vuelve decrépito y oscuro, mientras el horror intenta confundir nuestros sentidos apoyado en elementos más cercanos al cine contemporáneo en forma de espectros digitales.

Y aquí prácticamente acaban las bondades en esta nueva propuesta del director de Cronos Pacific Rim.

En más de una ocasión, él mismo ha comentado que su trabajo se divide, por un lado, en los productos enfocados al Hollywood más comercial, y por otro en los de carácter más personal.
En el primer grupo entrarían los Hellboy o Pacific Rim, cinta que por cierto es un blockbuster con cara y ojos, y en el otro encontramos esas obras de un calado más emocional, original y probablemente más en esencia de autor, como El espinazo del Diablo, El laberinto del Fauno o Cronos.

El problema de La Cumbre Escarlata es que parece jugar entre los dos mundos y consigue convencer en cierta medida hasta pasado su ecuador, pero se desmorona cuando pone la carne en el asador y debe justificar o darle forma a ese terror cimentado sobre un drama muy justo, casi anodino, de no ser por la correcta interpretación de sus protagonistas, en especial de Loki y su hermana Lucille, la solvente Jessica Chastain.
Es en ese momento en el que la ambientación sube enteros para resguardar las carencias de un guión que comienza a perder fuerza, mientras surgen los clichés y donde la cinta comienza a posicionarse peligrosamente en el lado más experimental, ese en el que se intenta dar un vuelco al terror clásico para acercarlo al contemporáneo, pero donde acaba por perder esa esencia conseguida hasta el momento, para acabar en un experimento algo fallido.

Un saludo.

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