19 de abril de 2015

Lost River

El debut como director de Ryan Gosling se traduce en un popurrí de influencias, ideas y gore en el que  no sabemos muy bien si lo que se quiere es que prime la historia y el fondo o la pura fantasía audiovisual. Las dos cosas desde luego no van en armonía durante toda la función.


Una familia compuesta por madre soltera y dos hijos ve como su casa se ve amenazada por las deudas, lo que llevará al adolescente a buscarse algún lío y a la madre a trabajar en un club fetichista mientras el bebé flipa con todo el circo.

Gosling presenta una cinta llamativa, eso no hay duda, con algunas secuencias que recuerdan a Lynch o a su más directa influencia, Refn, director con el que ha compartido cintas como la magnífica Drive o Sólo Dios Perdona.
Pero las referencias digamos superficiales acaban ahí, porque en este caso el director no consigue hilvanar ritmo y sentido en lo que a todas luces (de neón) es un claro ejemplo de mostrar músculo y no sé si tributo a los citados directores, sin importar, o no saber, llevar a buen puerto un historia que en ocasiones es un drama familiar, en otras un cuento chino para acabar con una fantasía cuanto menos irregular por lo desquiciado del asunto en cuanto a situaciones y reacciones.

Pero no todas son malas noticias, la valentía de Gosling a la hora de sacar un proyecto de este tipo, la fantástica fotografía en ocasiones, aunque se repita alguna que otra situación más de lo que debiera y cierto aire decadente de una sociedad hastiada, gris y oscura no deja de ser interesante, y en algún tramo este retrato tan curioso nos mantendrá entretenidos frente a la pantalla.

Ahora le queda reorganizar la cabeza, definir su estilo y saber contar historias con cierta coherencia y ritmo.

Un saludo.

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