13 de enero de 2015

Birdman

O "la inesperada virtud de la ignorancia", título que parece una canción de Jorge Drexler, es la sexta obra del director Iñaki G. Iñárritu, autor de obras como Babel, 21 Gramos o Biutiful y que vuelve a centrarse en esos dramas personales jugando esta vez con la locura de la fama en ese circo que puede llegar a ser el mundo de la actuación en pleno Manhattan, rozando la vertiente looser sin llegar a ser tan decadente y triste como mostró en su trabajo con Bardem.


Michael Keaton interpreta a Riggan Thomson, un actor que vive en el ocaso de su carrera y pretende demostrarle al mundo, mediante la adaptación de una obra literaria clásica en Broadway, que todavía tiene algo que decir en el panorama actual y de paso dejar huella en la historia de la interpretación.

No es la primera vez que se nos muestra este reflejo del mundo de la interpretación, con mayor o menor acierto tenemos obras como Algo pasa en Hollywood que pretendía mostrar el día a día hollywoodense, algo pestiño y descafeinado, o grandísimos clásicos como El Crepúsculo de los Dioses o la reciente The Artist.
En ellas se nos muestra ese frívolo mundo del celuloide, con gente endiosada, extravagancias por todos lados y drama, mucho drama en un mundo en que generalmente las vidas de los actores sufren debido a la dificultad de gestionar emocionalmente la fama o de simplemente no querer que termine nunca su trabajo y pasión.
Así que Birdman no inventa la rueda, pero sí ofrece una historia de calidad, fantásticamente rodada tanto a nivel visual como sonoro, con algunas secuencias como si Scorsese se hubiera dejado caer por ahí, en una virguería a base de planos secuencia conectados entre sí como si de un acto teatral se tratara. Sin olvidar unas actuaciones sencillamente cojonudas.

Keaton personifica probablemente ese sentir crepuscular que sufren hoy en día esos actores que deben dar paso a las nuevas generaciones y que ven en el fondo cómo ellos mismos fomentaron la situación actual,  afectado emocionalmente en un interesante dilema moral interior repleto de matices que Iñárritu y Keaton trasladan al espectador junto a unos secundarios excelentes, como Edward Norton, Emma Stone o Andrea Riseborough.
Ahí es donde Birdman brilla con luz propia al introducir ese enfrentamiento psicológico en el protagonista al querer, por una lado volver a la senda del éxito, pero por otro presentar una obra de calidad sincera y visceral, mientras lucha en esa jungla despiadada que es Broadway y de paso se plantea moralmente su carrera mientras poco a poco se funde realidad con ficción.

Por comentar algún punto negativo, quizás su epílogo se alarga en exceso, pudiendo haber dejado una buena estocada llegados a cierto punto o mostrando algo quizás más elegante, pero es apreciación personal y no empaña en ningún caso una cinta muy interesante y que ofrece sin duda tantísimas cualidades.

Un saludo.

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