19 de septiembre de 2016

House of Cards

"Democracy is overrated" ("La democracia está sobrevalorada").

Así se dirige Frank Underwood al espectador en una de sus múltiples confesiones en ese espacio temporal en el que todo queda en el aire, es la única verdad absoluta que recibiremos del despiadado tiburón político hijo de Netflix.



En febrero de 2013 llegaba la adaptación yanki de la mini serie homónima emitida en la BBC allá en los 90, en esta nueva versión se nos cuenta el implacable ascenso al poder de los Underwood hacia la presidencia de Estados Unidos.

Kevin Spacey y Robin Wright se presentan como una pareja inusual que ha sacrificado parte de su humanidad en pos de un objetivo común, el poder a toda costa.

Iniciada bajo la dirección de David Fincher, que se mantiene con cargo de productor hasta el día de hoy y bajo la batuta de Beau Willimon como show runner hasta la cuarta temporada, la serie se mueve sobre las arenas movedizas que conforman un escenario político despiadado y cruel, en el que las voluntades quedan doblegadas continuamente mediante chantajes, favores y líos.

La serie bebe de referencias Fincherianas en su inicio, pero tras asentar las bases y la esencia perseguida, añade cierto vértigo a los acontecimientos dotando a la ficción de cierto dinamismo para que la historia no quede en un "simple" y sesudo baile de nombres y conspiraciones gubernamentales.
En definitiva, tenemos una historia más o menos clásica de ascenso al poder por parte de dos personajes implacables que hacen de su relación uno de los mayores espectáculos televisivos, gracias al grado de profundidad que alcanzan y al buen hacer cada vez que aparecen en pantalla para regalarnos esa bipolaridad tan fríamente calculada, mientras nos adentramos en una "ficticia" realidad política que nos enseña ese juego de tronos e intereses que aquí se muestran de manera descarada.

Ese castillo de naipes construido sobre los huesos de cadáveres políticos poco a poco se ramifica expandiéndose hacia otras profesiones relacionadas intrínsecamente con la temática central, como el periodismo, mostrando tanto la parte más oscura como el pequeño héroe que todavía lucha contra un sistema que lleva tantos años funcionando con una maquinaria tan esquematizada que la civilización ha acabado por aceptarlo bien sea en pos del bienestar social, el progreso o por la manipulación de ciertas clases.

Pero para que House of Cards resulte ese carrusel de corrupción, guerra, negociación, denuncia social, amoríos y demás tramas, debe sacrificar cierta veracidad o rigor.
Esto se podría traducir haciendo referencia a una crítica muy acertada realizada por el actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, gran seguidor de la serie, en la que comentaba que "Consiguen que se hagan muchas cosas. Ojalá las cosas fueran tan despiadadamente eficaces".
A priori puede sorprender la afirmación, pues el amigo Frank no es que consiga muchas cosas siempre recurriendo a las vías legales, pero sí que es cierto que en ocasiones vemos ideas interesantes, implacables y fugaces negociaciones que implican a distintos países e incluso sacrificios discutiblemente necesarios para el progreso.
Elementos ejecutados en ocasiones de forma poco creíble dada la complejidad burocrática que existe en estos estamentos.



Toda esta vorágine de situaciones ofrece ese atractivo ritmo, con esa siempre atrayente sensación para el espectador en la que parece que en cualquier momento todo va a derrumbarse. Y en la que cada vez que los Underwood salen victoriosos se produce un choque de consciencias ya que simpatizamos con esos diablos a pesar de saber que cuanto más aumente su poder, más destructivo será su final.

Una factura cojonuda, una historia que engancha y exigente hasta cierto punto pero con algunos oasis argumentales en los que se adentra en algunos aspectos más puramente dramáticos y mundanos, tocando algunos perfiles psicológicos interesantes y que sirve para ver cuan enrevesado puede llegar a ser el ser humano para alcanzar sus metas más viscerales.

House of Cards cuenta hasta la fecha con 4 temporadas y una quinta en camino para 2017.

Aprovechando que en 2015 estuvimos pululando por las calles de Washington, he realizado un pequeño montaje utilizando el tema principal y algunas fotos, que aprovecho para encasquetarlo aquí.
El TimeLapse no ha sido posible (lástima, por entonces estábamos liados con Sons of Anarchy, con lo que la influencia iba por otros derroteros), pero sí he querido respetar el formato entre tomas, un leve transcurso del día, ciertas localizaciones y que no aparezca ni una sola persona.

Washington DC - Summer 2015
-House of Cards Opening-



Un saludo.

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