11 de marzo de 2013

Skyfall

Una persecución frenética y un inicio rompedor hacían presagiar que esta tercera entrega de la era Craig encarnando al agente 007 iba a ir por los derroteros de la fantástica Casino Royale, pero de nuevo se queda a las puertas de lo conseguido por Martin Campbell en aquella inspiradísima revisión del clásico de Ian Fleming.

Tras la persecución unos títulos de crédito fantásticos con la oscarizada canción de Adele "Skyfall" consigue que prestemos definitivamente atención a esta nueva entrega del mítico James Bond. Los minutos pasan y una trama sencilla fluye de forma armoniosa entre las calles de Londres hasta llegar a China y dejarnos pasmados con los mega edificios en todo un alarde por parte de Sam Mendes a la hora de mostrar las maravillas de la noche más moderna en Shanghái. El conjunto de edificios donde se sucede la acción todavía no se utilizan, por cierto.


Pasado el ecuador de la cinta nos encontramos con Javier Bardem como un atípico villano que convence a medias en un papel que podía haber dado mucho más de sí en mi opinión, ya que su presentación es bastante acertada pero su desarrollo y desenlace dejan algo que desear, con unas motivaciones que no convencen del todo por ser demasiado simplistas y que resultan muy poco impresionantes para un tipo del que se supone se espera muchísimo como enemigo.

Por el camino Mendes nos deja algunas  fotografías tremendas de paisajes desolados y por supuesto, un uso de la noche en mi opinión magnífico, como en Jarhead y aquella escena de los pozos ardiendo, simplemente magistral.

Pero algo falla al finalizar Skyfall, su ritmo se vuelve algo desigual llegados a cierto punto, su parte final no acaba de resultar redonda y existen detalles algo flojos o poco inspirados que hacen que desconectemos levemente de la historia y nos alejemos del personaje principal, algo desaprovechado para ser una peli de Bond donde se supone que el magnetismo del protagonista no debe dejarnos apenas durante el viaje, y es una pena, porque Craig lo hace realmente bien en esta entrega en las distancias cortas, pero la impresión general es que ni estamos ante el Bond que jugaba de forma tan fantástica con las sombras en Casino ni estamos ante su evolución fría más directa, es un personaje que se mueve en un mundo con terrorismo cibernético que parece no ir con él y da la impresión de seguir los compases que marcan los demás, aplicando sus excelsas cualidades como agente pero desaprovechando un poco ese punto cínico e inteligencia que debería dejarle siempre en una posición de mayor control en lugar de ir siempre un paso por detrás, y cuando se decide por tomar las riendas en mitad de tanto personaje acartonado, el ritmo ya se había resentido.

Por otro lado, está lleno de detalles y referencias al mundo creado por Fleming, cosa que encantará a los seguidores más acérrimos, e incluso tienen cierta dósis de psicología algo "flojuna" en torno a su personaje favorito y su pasado.

En cualquier caso, es muy superior al tostonazo de Quantum of Solace, resulta entretenida y disfrutable, dejando muy buenos detalles, así que quizás en la próxima consiga el pleno.

Un saludo!

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