Y finalmente, tras un interminable
vuelo en el que me tragué un bodrio llamado “The Host” (Andrew,
fue Gattaca casualidad rollo Ken Follet y Los pilares o qué?) y una
muy interesante “Stoker”, pisamos tierras tailandesas, en
concreto Bangkok.
Bangkok huele....a Asia, en ocasiones
paseas por una calle y te azota un olor dulzón mezclado con
especias, o bien huele a flores frescas, a pescado, a carne, a agua
estancada, a perfume, a fruta y por supuesto, a contaminación.
Bangkok no se libra de la locura que recorre sus calles y que escupe
humo sin parar.
Lo primero que hicimos tras salir del
avión procedente de Helsinki (algún día veremos este lugar
soleado?) fue hacer pis, es muy importante marcar el territorio nada
más llegar, a continuación nos fuimos directamente a la primera
planta donde se encuentran los taxis públicos. Estos taxis son
digamos “los oficiales”, te sellan un papelillo, te preguntan el
destino y les obligan a poner el taxímetro.
Hay que recordar que no es necesario un visado para visitar Tailandia, a excepción de estancias de más de 3 meses, trabajo, etc.
Muchos (creo que 3) me han preguntado qué utilizamos para buscar los vuelos, pues bien, básicamente usamos comparadores como trabber o skyscanner para ver precios a nivel general. Luego nos metemos en las compañías aéreas del país destino para ver qué precios ofertan y si lo hacemos con tiempo de antelación dejamos activadas alertas de aviso por si bajan de precio, durante un mes o así. Luego está la suerte y luego está Aeroflot.
En cualquier caso, nada como sacar los billetes lo antes posible.
Volviendo al tema, barajamos la posibilidad de ir en
transporte público, pero la realidad es que soy tan desastre que no
había mirado bien la dirección y parecía algo engorroso el
transbordo, así que miré por encima lo que solían cobrar del
aeropuerto hasta la zona de Silom, donde nos alojamos, y me pareció
convincente.
Más tarde descubrí que realmente no
merece la pena aunque el desembolso no fue excesivo (unos 300 y pico
bahts), entre otras cosas porque el tráfico es HORRIBLE y porque
estaba mejor comunicado de lo que pensaba. Este año nos “regalamos”
un Pullman Bangkok Hotel (G) desde el que ahora, cómodamente,
escribo este diario en una mesa que parece sacada de la peli de 2001
Una odisea en el espacio. Encima la habitación es totalmente blanca.
La oferta hotelera en Bangkok es muy extensa en cualquier caso, y los precios van desde los pocos euros en la zona de Kaosan Road (zona mochilera), hasta suites que cuestan fortunas. A mí no me miren, he dicho que es blanca, no que sea el cuarto de un jeque.
De camino al hotel pudimos ver un poco
cómo se las gasta Bangkok. El caos, las motos, los coches cruzándose
a lo loco, tuk-tuks, rancheras (muchas), vendedores....en fin, esto
no nos viene de nuevo, aunque pasado tanto tiempo sin pisar sitios
así uno sigue quedándose embobado como el primer día. Eso sí, nos
llamó la atención ver que la gente vive y monta incluso mercados
junto a las vías del tren.
Esto lo habíamos visto en algún
documental pero la verdad es que es acojonante, el tren pasando por
mitad de sus negocios y casas, de friki.
Por cierto, que los coches llevan
prácticamente todos las lunas tintadas, curioso. Pero casi todos,
eh? Menos nuestro taxista, un tipo que sabía preguntar “de dónde
éramos” y “cuántos días en Bangkok”. Le podías luego decir
que se parecía a Charles Bronson (que se parecía), que el tipo se
reía y decía “three days”, fantástico, así me gusta copón,
las cosas claras.
Una vez acomodados en el hotel seguimos
con el plan previsto de cumplir el día para acostumbrarnos al nuevo
horario (no hemos dormido apenas nada en el avión, para variar).
Pensamos ir de tranquis a pasear por la zona del río y como mucho
subir hasta Chinatown.
Pues bien, acabamos visitando el Gran
Palacio entero, subimos en un barco express que se recorrió a toda
hostia el río Chao Phraya y de paso nos pateamos casi todo Chinatown. Es que no aprendemos, pero es que mola mucho dejarse
llevar un poco.
Sobre el barco, veamos, existe un
ferry, que vale 20 bahts por persona y que va parando en distintos
puntos del río. Este ferry suele ir a tope y tarda entre 5 y 20
minutos en pasar (puntuales que son ellos), pero también está el
express a lo Miami Vice en el que unos señores muy flipados cabalgan
sobre el río con un motor que zumba y contamina la vida. Lógicamente
después de hablar con la señora del puesto del ferry que muy
amablemente nos recomendó el ferry más barato (ejem) nos fuimos por
el de la velocidad absurda.
Un pasote por eso, eso sí, intenté
hacerle un favor a una familia de japos para hacerles la foto y allí
salió de todo menos sus caras, parecía que el cabronazo cada vez
que iba a tirar la foto apretase el acelerador. En fin, divertido,
aunque algo caro. A nosotros el viaje desde Saphan Taksin (aquí todo
tiene nombre de cantina de Tatooine) hasta Tha Chang (este tiene
nombre de sorpresa) nos costó 100 bahts por persona, pero es que nos
hicimos un poco los suecos con el destino, preguntando cuánto valía
ir a Chinatown y al final la tipa dijo algo así como “anda, tira
p'alante”, con lo que no sé a ciencia cierta el coste, varía
según el trayecto.
De camino al Gran Palacio,
atravesamos unos de esos mercados que tanto me gustan, en el que vas
girando el cuello hasta que te duele de todo lo que ves. Desde
bicharracos fritos (eso es un Alien?) hasta los productos más
horteras, las guarradas de puestos, las condiciones...en fin, un
mundo que avanza imparable, de forma repulsiva a veces pero que todo
viajero se para como hipnotizado por cómo aquello parece funcionar.
Una vez en el Gran Palacio
tuvimos que “alquilar” un par de prendar para taparnos, no sea
que los dioses se pongan cachondos con nuestras canillas, así que
Eli tuvo que pillar una “falda” para cubrirse las piernas y yo un
pantalón de pijama (literalmente). 200 bahts que luego te reembolsan
cuando devuelves las prendas del Zara.
La entrada al recinto
cuesta 500 bahts por cabeza, aunque es caro para el nivel de vida que
tienen (te comes un plato de Tom Ka Kai por 30 bahts fácilmente en
cualquier mercado...), el sitio es bastante bonito y no deja
indiferente.
Son unos templos muy muy
coloridos, en su mayoría optan por el tono dorado, con incrustaciones y detalles
infinitos. Un complejo que se recorre en unas 2 horas y en el que por
supuesto hay mucha, mucha gente. El problema es que cierra a las
3:30, con lo que una visita por la tarde sería ideal para poder ver
esa tonalidad crepuscular sobre los edificios, pero bueno, en
cualquier caso es digno de ver y si se madruga lo suficiente, para las 8 de la mañana puede cundir también. Para saber la historia a quien
interese, la wiki, rápido e indoloro.
Comimos en un garito en el
que vimos que había mucho tailandés dentro y los precios estaban
bastante bien, por ejemplo el Pad Thai salía a poco menos de 2
euros, ya ves. Estaba tremendo, eso sí, el picante aquí es de
verdad, lo ponen a parte, pero yo que soy muy del norte cuando quiero
pues le metí bien al asunto. La birra entró de un trago, birra 60
bahts Singha tailandesa, por cierto.
Para terminar de adaptarme
al entorno, pillé un palito de esos que cocinan en los puestos
callejeros, pollo frito especiado, 20 bahts, luego no había ni Dios
que encontrara una papelera para tirar el puto palo, básicamente
porque aquí todo va al suelo. Se lo encasqueté a Eli y ella
encontró una. Deben estar en extinción.
Bajamos en ferry (esta vez
sí) hasta la parada de Rachawongse Pier. El ferry es un despipote,
entre otras cosas porque tú te subes, te ves empujado por una
muchedumbre que parece tener mucha prisa por llegar al fondo, pero es
que luego entiendes un poco el por qué.
Resulta que no te cobran
al entrar, en su lugar, un par de personillas se pasean por el barco
haciendo sonar una hucha, verídico, y la peña cuando los ve les
dice los tickets que tiene que pagar (?¿?). Lo bueno es que hay peña
que literalmente se esconde, o se baja sin pagar o qué se yo, el
caso es que vimos a alguno moverse hacia el lado contrario de donde
pasaba “el cobrador”. Amazing.
Estuvimos a punto de
hacernos el longi, pero un buen samaritano que teníamos al lado le
pagó, y claro...es que no podíamos escapar, si no no le pago.
Una vez en tierra, subimos
por Ratchawong road hacie el barrio chino. Nos lo topamos de bruces
cuando pensamos que nos estábamos metiendo en el barrio de San
Genaro de Cuéntame, pero no, aparecieron los carteles de neón con
letras chinas, los puestos de loteria y muchas, muchas tiendas de
compra/venta de oro. A lo bestia. Y muchas palomas, y un gato, vi un
gato blanco y negro.
Paseamos viendo tiendas,
restaurantes, locales de esos que se caen a trozos, callejuelas del
mal vivir y finalmente llegamos a un barrio donde habían señoritas
sentadas en sillas que se subían en motos que venían y las recogían
o se metían en locales, es decir, se entiende. Alguna me guiñó el
ojo, Eli se lo guiñó a ella y ella...le devolvió el guiño!
En fin, pasamos un buen
rato paseando, el barrio es caótico, lleno de cables por todos lados
(me recordó a ciertas zonas de Shanghai, o Delhi incluso), muchas
tiendas del todo, puestos de comida en el que sólo ellos saben lo
que venden...
Tomamos un café (las
horas sin dormir comenzaban a hacerse notar) y decidimos regresar al
hotel para relajarnos un poco en la piscina (tenemos piscina, quién
nos ha visto y quién nos ve), ducharnos (otra vez) y salir a cenar
en un japonés por la zona de Silom que vimos tenía buena pinta y
que lo confirmamos finalmente, y encima por 4 euros por cabeza...
Zona del Silom
espectacular, por cierto, con ese contraste tan jevi entre edificios
ruinosos y monstruos de cristal.
Mañana realizaremos una
“excursión” por los mercados flotantes de Bangkok y patearemos
algo más esta sorprendente ciudad.
Un saludo!
Fran, ya sabes que "leo" todos vuestros viajes... Disfrutad de cada segundo!!! Muchos Besos pareja!!!
ResponderEliminarEse "leo" entre comillas...jajaja
ResponderEliminarMuchas gracias guapa! Ya te queda menos para tu experiencia!
Buenass. Por fin he dado con el blog!!! Fran ya no me lo imprimo, ahora lo leo en el movil jeje pero sigue siendo mi lectura favorita en el metro ;-)
ResponderEliminarBuenass. Por fin he dado con el blog!!! Fran ya no me lo imprimo, ahora lo leo en el movil jeje pero sigue siendo mi lectura favorita en el metro ;-)
ResponderEliminarA ver si me curro una app de estas donde se puedan leer los diarios jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo!