El día anterior
preguntamos en recepción por cuánto salía la salida a los túneles.
Nos dijeron que 20 dólares por cabeza y que estaríamos de vuelta
sobre las 2-3 del medio día.
Por supuesto le
preguntamos por la visita de rigor a algún sitio para comprar cosas
y fueron sinceros comentando que se realizaría una parada de unos 20
minutos en un taller de arte gráfico con fines benéficos.
Mientras paseamos por
el centro, preguntamos en alguna agencia y todas más o menos tenían
el mismo tour, algunas algo más barato pero con visitas quizás
menos constructivas. También estudiamos la posibilidad de contratar
un conductor pero haciendo cuentas salía algo peor, así que
tragamos de nuevo y dejamos que otros nos hicieran el trabajo sucio.
No le dimos muchas vueltas, no obstante, no deja de ser un sitio muy
de “guiri”.
Nos tocó un grupo de
australianos muy salados ellos y un guía que cumplió su función,
informar, ser amable, servicial y de vez en cuando algún
chistecillo, aunque éste pedía más colaboración del personal con
alguna pregunta al aire que el que tuvimos en Bangkok.
Parece que ahora el
formato de guía es rollo monologuista. En fin.
La visita fue la
programada, 20 minutos en un garito donde se trabajaban cuadros,
figuras y demás elementos de decoración. La verdad es que al ver a
esa gente trabajando allí en esos talleres un poco ruinosos no me
dio muy buen rollo, a pesar de que un enorme sello de la fundación
(rollo la Once aquí) se supone que financiaba el lugar y ofrecía
una oportunidad laboral a aquella gente, el sitio pues parecía un
poco esos típicos almacenes donde un montón de asiáticos se
agolpan detrás de las máquinas de coser en talleres ilegales. Ojo,
que la mayoría de los sitios que se ven por las calles donde
trabajan resultan parecidos, así que quizás eso sea lo
normal...pero creo que la línea que separa cierta explotación de lo
que es oportunidad laboral estaba ahí ahí...
Y llegamos a Cu Chi, en
total el trayecto ronda la hora, pero es más por el horrible tráfico
de Ho Chi Minh que por la distancia en sí. Allí nuestro guía nos
fue acompañando por las distintas secciones del lugar, de nuevo en
mitad de una selva, rodeados por árboles, bambú y caminos que se
perdían por todos lados. La verdad es que el sitio respeta bastante
el entorno y no tienes sensación de que aquello sea muy artificial,
dentro de lo que cabe, ya que también tienen muñequitos
representando escenas que resultan algo ridículos. Casi tan casposo
como un vídeo que te muestran al principio, del año catapum y donde
te hacen un resumen como si de un NODO se tratase.
La visita continuó con
las distintas trampas que el vietcong utilizaba para cazar al
enemigo, todas ellas de una brutalidad bastante potente, no se iban
con hostias los amigos.
Siguiendo la ruta,
vimos zonas donde todavía estaba el cráter de impactos de bombas,
algún tanque derribado y las famosas trampillas donde se metían
para esconderse y sorprender a los malos. Eli y yo nos metimos, por
supuesto.
A continuación
llegamos a una zona donde puedes disparar munición real de distintas
armas, en función de su potencia te cobran más o menos, lo normal
es tirar con una Ak47 y te soplan 1 dólar por bala, con un mínimo
de 10.
No es que me apasione
disparar ninguna arma, pero ya que estábamos pillé a un chinito y
le ofrecí tirar a medias esas 10 balas.
Así que nos fuimos a
la zona de tiro e hicimos el paripé de pegar 5 tiros cada uno (hay
que ponerse cascos antes de entrar, porque te deja sordo el pepino).
Finalmente llegamos a
la famosa zona de los túneles, donde te dan la posibilidad de
recorrer un circuito de 50 metros en total bajo tierra con
posibilidad, eso sí, de salirse cada X metros y agrandados un poco
para el turisteo.
La verdad es que la
experiencia es una pasada, aunque de 20 únicamente acabamos 5 el
recorrido y ciertamente hay un par de sectores donde los nervios
pueden traicionarte, ya que hay que bajar un par de niveles y uno de
los pasos se ha poner uno a rastras, ya que en cuclillas no es
posible pasar. Los últimos metros son durillos ya que además se
reduce un poco el tamaño del túnel. Resulta increible como ellos
salen frescos, claro que el mamón no iba con una mochila llena de
objetivos, una cámara en la mano y encima le sacábamos dos cabezas.
Tras reponernos con un
té y patata hervida servida junto a azúcar y especias pusimos punto
y final a la visita, regresando en bus a la ciudad.
Aunque pueda parecer
una atracción muy de turista, y lo es, creo personalmente que es
entretenida y merece la pena dejarse medio día en visitarla. Los
detalles de su historia resultan de fácil acceso en cualquier web e
incluso se pueden ver fotos de las trampas, de los túneles, etc.
Pero las dos o tres
actividades en las que te dejan interactuar son muy curiosas y
divertidas, con lo que al final lo que te llevas es una experiencia
que probablemente no realices en ningún otro lugar, además de
experimentar en tus propias carnes un poco lo que aquello supuso. Así
que personalmente yo recomiendo dejarse caer por allí.
Ya en Ho Chi Minh,
directamente continuamos con nuestra ruta donde la dejamos el día
anterior, por la zona de la Ópera, donde se agolpan edificios de
estilo colonial, jardines y tiendas más pijeras. Por cierto, Steve
Jobs no debió haber visitado nunca esta ciudad, porque yo creo que
se habría querellado hasta con el gato. En cada calle es posible ver
hasta 4 o 5 tiendas con el logo de Apple, algunas incluso con el
logotipo aquél que sustituía el mordisco por el perfil de Jobs
cuando pereció. De friki. Logos de manzanas doradas, rojas, de
neón...de 4 a 5 tiendas en TODAS las calles, brutal.
Para terminar el día,
nos acercamos al rascacielos más alto de la ciudad, el Financial
Tower, en el que por 200.000 dongs puedes visitar la planta 49 y
disfrutar de panorámicas de toda la ciudad. Así que subimos y vimos
el atardecer desde el lugar. Las vistas fantásticas, pero los
cristales estaban un poco guarrunos, con lo que con los últimos
rayos de luz las fotos salían con el filtro de “Cuéntame”.
Ya que estábamos nos
tomamos una birra en el bar que queda justo una planta por encima,
subiendo unas escales desde la misma 49. Unos 100.000 dongs,
carísima, pero claro, en un sitio así tampoco vas a esperar 2x1. El
desembolso nos sirvió para ver anochecer y disfrutar del espectáculo
de luces sobre la ciudad.
Ho Chi Minh
definitivamente nos ha encantado, tiene un toque caótico algo más
acusado que el visto en Bangkok (y ya es decir), aquí notas que la
gente no está al 100% acostumbrada al turismo y hay cierta inocencia
en el trato que la hace entrañable. Trato que es tremendamente
educado en cualquier establecimiento en el que te metas, por cierto,
con lo que inevitablemente uno sale encantado de cualquier lugar que
visite.
Mañana volaremos a
Hanoi para por la tarde pillar un tren nocturno que nos llevará a
Sapa, seguimos para Bingo.
Un saludo!
Disparar con una AK... Diste en el blanco alguna vez???
ResponderEliminarDisparar con una AK... Diste en el blanco alguna vez???
ResponderEliminarPor supuesto, dije, voy a darle a aquél trozo de tierra, y le di. De las botellas es que pasaba...
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