Florencia
Nada más levantarnos nos fuimos a tomar un café y capuccino al bar del hostel. Por cierto, sobra decir que el café y los capus están de muerte.
Decidimos irnos directamente para el Duomo y la iglesia de Sta. Maria di Fiore, lo que vimos por la noche tenía que verse a plena luz. Florencia es preciosa, cuesta encontrar algún edificio moderno, lo hay, pero parece que no sea de la ciudad. Sus calles son casi todas empedradas, iluminadas (por la noche, claro) por farolas y con muchas banderitas italianas en la parte baja de los enormes ventanales.
Nos topamos de golpe con el Duomo, increíble. Uno no es que sea un experto en arte (ni lo pretende), pero creo que cualquier persona se quedaría maravillado ante tal enormidad y cantidad de detalles. La fachada blanca principal de Sta. María tiene tal cantidad de relieves, grabados y motivos que podrías quedarte mirando hasta acabar con el cuello roto. La enormidad de la plaza y el gentío no hace sino que potenciar el efecto. Justo al frente de la iglesia se encuentra el Battisterio (suelen estar siempre al lado de la iglesia principal y son pequeños), con una puerta dorada en tres dimensiones (si, en 3D, tiene tres capas de relieve y hace un efecto extraño al mirarlo, no como el de Avatar, pero curioso).
Al lado la enorme torre de Campanille di Gioto se eleva al cielo. Ya se que me repito, pero el que ha jugado a Assasins Creed....es que es exactamente igual.
Estuvimos un buen rato danzando por ahí y admirando el sitio. La entrada para poder visitar la iglesia es de 13:30h a 16:45h. los festivos, los días laborables a partir de las 10 ya es accesible. La entrada es gratuita. Imprescindible para los que van en tirantes llevar algo con lo que taparse. Como Eli iba a lo Sarah Connor decidimos dejar la visita interior para el día siguiente. Así que callejeamos dirección al Ponte Vecchio y pasamos por delante de la casa de Dante Allighieri.
La verdad es que nos hizo mucha ilusión ver la casa donde nació el poeta italiano y del que tanto Eli como yo en su día nos leímos la Divina Comedia. Un libro bastante complejo pero colosal en cuanto a su contenido y riqueza. Había un tipo que tocaba la guitarra española en una de las esquinas con lo que el ambiente era cojonudo. No había mucha gente además.
Seguimos caminando hacia el sur y llegamos a la piazza de Signora, otro hostiazo en la cara con una mole enorme en mitad de otra plaza rodeada de cafés, restaurantes, caballos y una réplica del David de Miguel Angel (el original está en un museo cercano). A este efecto de “hostiazo” le llamamos “la patada”.
Consiste en ir caminando y de golpe y porrazo toparse con verdaderas obras de arte en forma de edificios descomunales. Es como si te quedaras un poco petrificado y te dieran una patada para seguir caminando. De verdad que impresiona, por lo menos a nosotros. Esta plaza es tremenda en cuanto a estatuas, vimos incluso un Perseo con la cabeza de la Medusa en la mano...la calidad y realismo de las obras es acojonante.
Callejeando antes de irnos nos topamos con un antrillo medio escondido, llamado Iduefratellini, en el que vendían unos bollos de pan horneados con variedad de rellenos. El sitio lleva en pie desde el 1800 y pico y decidimos probar el producto bi-centenario. Pillamos uno con rúcula y queso. 3e. Buenísimo.
Pasada la plaza giramos para tirar por Via S. Maria y a lo lejos ya divisamos el famoso puente. Más que nada por el gentío.
A simple vista, no da la impresión de ser un puente. Digamos que no impresiona. A ambos lados de la calle se amontonan pequeñas joyerías donde los locos por el Au van de lado a lado con los ojos como platos.
Pero antes de cruzarlo, vimos que podíamos verlo por su parte externa desde un lateral de la calle. Es ahí donde el puente luce de verdad. Descansa sobre tres enromes columnas de piedra sobre el río Arno, y los pequeños comercios sobre salen en forma de pequeñas casitas, con jardineras en las ventanas, etc. En su mitad, unos arcos dejan ver a través del puente. Precioso, visto desde fuera, precioso.
Lo cruzamos y decidimos parar para tomar algo fresco. Nos metimos en un bar poco después de pasar Piazza de Pitti (las Ramírez nos recomendaron pasar de los jardines de Boboli, así que ni caso) y cervecita y ensalada de queso fresco para adentro.
Descansamos un ratillo al son de los Beatles y Queen y decidimos subir a la Piazza de Michaelangelo, a unos 2 kilómetros al este desde el ponte Vecchio. Desde allí parece que son las mejores vistas de Florencia.
Damos fe. Después de la caminata y de subir un porrón de escalones, las vistas son de órdago. Se divisa absolutamente toda Florencia. Hay unas escalinatas de piedra desde donde sentarse y admirar el lugar. Además, un par de nubes nos acompañaron mientras estábamos en el mirador, con lo que no sufrimos el sol directo. Cojonudo hasta para las fotos.
De vuelta para el hostel, nos sentamos en el café Gilli, en la piazza de la Repubblica (Ponte Vecchio todo recto hacia el norte), un lugar famoso por ser el más antiguo de Florencia (lleva en funcionamiento desde el 1700), con una decoración acojonante en su interior, de estilo Belle Epoque, y en el que se te van los ojos con tanto bombón (de comer), dulce y pastel.
El sitio está muy bien valorado por los italianos, la atención es fantástica y evidentemente es caro de cojones. Capuccino 5e, granizado de menta 8e. Eso si, no es que esté bueno el material, es lo siguiente.
De la carta, como somos muy cutres pues para que la factura no subiera demasiado (algo teníamos que pedir!) pedimos un Bigné Crema que valía 2,5e. Resultó ser una lionesa rellena de crema que estaba de muerte pero del tamaño de una moneda de 2euros, de ahí el precio suponemos. Para vernos compartir una bolita. Ozú.
En fin, dejamos el mundo snobb para los snobbs y nos fuimos para el hostel. Bañico en la piscina de putas digo de termas, sauna y a ducharnos.
Por la noche fuimos pateando y pensamos en el restaurante Divina Comedia que vimos cerca de la casa de Dante, pero estaba a petar. Comer en Florencia es un puto suplicio, un puñetero suplicio porque no haces más que encontrarte sitios que tienen una pinta que te cagas, que salen unos olores de pizzas, pasta, vinos...bufff.
Vimos un sitio que tenía unos platos razonables en cuanto a precios, la media está en los 5e el plato de pasta simple, 8 el elaborado y más de 10 los que son obras de arte. La suerte consiste en que pongan más o menos...ahí ya...
Otra característica es que tenía una buena carta de vinos toscanos, hoy toca regar el gaznate con vinillo. Montepulciano, Nozzole Chianti reserva...Este último no nos sonaba. Bendito internet nos dio las reseñas. Bien valorado en italia, no tanto en España. Decidimos probar para desempatar.
No es que sepamos mucho de vinos, pero el bicho estaba cojonudo. Suave, no pegaba viaje alguno, punto dulzón y apenas coloca. Perfecto para poder volver al hostel.
La pasta del sitio estaba buena, pero mejorable, no moló que tardaran ni tres minutos en servirnos el plato después de pedirlos. Malas cartas. Aun así estaba buena y servían cantidad. El vinillo salió por 18e, la pasta 17e los dos.
Viendo Florencia desde una perspectiva mas onírica decidimos bajar al ponte Vecchio para verlo por la noche. Resulta bastante fácil orientarse en esta ciudad gracias a la iglesia de Santa Maria y su torreón di Gioto. Una vez tienes claro donde están, todo está a tiro de piedra y como en cada esquina te encuentras con una piazza o un monumento, no paras de estar entretenido en sus calles.
El ponte Vecchio por la noche es precioso. Las luces iluminan las aguas y el reflejo hace un efecto sobre el río Arno tremendo. En mitad del puente tocaba un tipo que a mi me recordó un poco a Sergio Dalma pero con la voz menos rasgada (y en italiano, claro) que versionaba cosas como Mad World, etc. Sobra decir que caminar por el paseo del río, con el ponte Vecchio de fondo y con música pues....
De camino hacia el hostel, por toda Florencia nos encontramos gente tocando en las calles, uno tocó la de Wonderwall de Oasis con lo que Eli entró en trance. Nos gustó mucho un grupo de chavales que tocaba en la piazza del Duomo, menuda voz gastaba el cabrito.
La oferta cultural nocturna (y gratuita) es extensa, puedes tomar algo en un bar o simplemente sentarte en un banco mientras grupos tocan música (hombre, si le echas una monedilla tampoco está mal) de todo tipo. Incluso habían unos con violines rollo Titanic.
Nos gusta Florencia. Mañana a terminar de ver cuatro cosillas que nos quedan.
Un saludo!
Hola guapos!
ResponderEliminarMe alegro que os guste Florencia, es un sitio increible... Impresiona ver el arte en cada esquina! Bueno, bueno, ya os ire siguiendo los pasos de cerca a ver que comtáis... Y por supuesto a ver que coméis y bebéis, verdad Eli???
Un abrazo ernorme para los dos!!!
La Ioli
Por comer y beber que no quede. Mamma mía qué materiales hay por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo!