15 de agosto de 2011

Berlín

Viajamos en asiento durante toda la mañana y llegamos a la estación de Westbahnhoff a eso de las 13:30h. Por el camino, las vistas estuvieron de puta madre, con mucha zona montañosa alrededor de ríos y pueblecitos rodeados de niebla.

La estación de Berlín parece sacada de una peli de ciencia ficción. Es enorme, metálica en su estructura con cúpulas de cristal en su parte alta. Escaleras mecánicas suben y bajan por todas partes y en lo alto se pueden ver los trenes de cercanías como danzan en todas direcciones. Lo dicho, de cine, es lo más parecido a la estación de Kyoto que hemos visto.

Fuimos a un punto de información y nos indicaron como llegar a Alexanderplatz, zona en la que tenemos nuestro hostel. Como teníamos activo el interrail, durante todo el día podremos usar el tren sin limitación, así que nos subimos en el tren y tras dos paradas llegamos a destino.

Subimos por Karl Liebknecht y ya pudimos ver que la fauna de Berlín es muy, pero muy variada. Desde punkarras hasta góticos, pasando por la versión viva de Mercury en su versión “tutú” del I want to break free...bueno bueno, esto pinta bien.

El hostel está a pocos metros de la céntrica Alexanderplatz, todavía no entendemos cómo hemos encontrado este hostel por apenas 60 euros las dos noches en una zona así. El checking sin problemas y el personal muy amable, había un argentino que nos facilitó mucho la comunicación con lo que mejor imposible.

Ya liberados del equipaje nos lanzamos directamente hacia la famosa Alexanderplatz. Es una plaza muy animada en la que hay puestos de comida, de artesanía y espectáculos varios en los que artistas callejeros ofrecen al respetable sus shows. Rodeado de edificios de cristal, la zona ofrece una visión muy cosmopolita y variada, sobre todo como hemos comentado por sus gentes. Menuda fauna, y pensamos que en las Ramblas de Barcelona lo habíamos visto todo, boh!

Nos zampamos para estrenar la comida berlinesa unos frankfurts por 3e eurillos que estaban de puta madre y que nos lo vendió el primo hermano de John Goodman. Regamos con cerveza de uno de los puestos y nos encaminamos dirección a la famosa puerta de Brandeburgo, o como es aquí, Brandenburger Tor, que mola más. Su ubicación, toda la calle Karl recto.

Pasamos por la iglesia de Marienkirche, la más antigua de Berlín, por la catedral de Berlín junto al río Spre...todo bastante grande y con muchísima gente, entre otras cosas porque al parecer aquí cuando hace sol no es que salga gente a la calle, es que parece una batalla del señor de los anillos.

Llegamos a la famosa puerta en donde distintas embajadas flanquean el lugar y giramos a la izquierda para llegar al memorial del holocausto. Un conjunto de monolitos de diferentes alturas que forman un laberinto. Tenía la idea de que sería un lugar pues como un poco respetable, pero la verdad es que el lugar es más un parque para que la gente corra a través de los pasillos y lo pase bien, en cualquier caso, el sitio es muy vistoso y merece la pena.
Ojo con las cámaras, ya que puedes estar haciendo una foto y venirte un peque a toda pastilla y comerse la lente, no pasó, pero estuvo cerca.

Tras ver el memorial nos dirigimos hacia Potsdamer Platz en la que se pueden ver algunos trozos del muro de Berlín. Llegamos y allí se exponen unos fragmentos del mismo, la verdad es que resulta escalofriante tocar los restos del conocido muro de la vergüenza, todo pintado, lleno de chicles y con información historica.

Estábamos viendo el muro y decidimos seguir por Leipziger dirección Friedrichstr para llegar a una de las plazas más bonitas de Berlín según las guías, la Gendarmenmarkt. De camino nos topamos con una manifestación en contra de los abusos sexuales y de qué se yo...menuda locura, al son de himnos gays una multitud danzó ante nuestros ojos, algunos en pelotas, drag-queens, punkarras, gays, lesbianas, una señora con un carro...bueno bueno, menuda party. La mayoría de mensajes eran del palo “no means no”, portados por unas señoritas de muy buen ver (algunas) medio en cueros o en cueros...ya ya “no means no” pero si es posible deje usted de moverse así porque si uno ve una nave espacial en mitad de la Castellana evidentemente no va a mirar al Santiago Bernabeu.

Fuimos caminando y pensamos “que te va a que esta buena gente va a Gendarmenmark”, bingo. Así que prácticamente nos sumamos a la mani en todo el camino, la gente bastante maja animaba con un acento muy alemán (Diós, que idioma más duro, igual te están diciendo que te quieren, pero parece que te estén maldiciendo hasta el día del Juicio Final) a unirse a la fiesta. Toda una experiencia, lo malo un señor en pelotas en bicicleta con taparrabos....buff. Sácame de aquí de Bunbury en la cabeza.

Ya en la plaza, hicieron una performance ataviados como obispos suponemos que en contra de la iglesia o algo así (ni papa, todo en alemán) para acabar con la música de Amy Winehouse. Por cierto, la plaza, de lo poco que pudimos ver dada la multitud, increíblemente guapa y enorme, como todo aquí.

Pusimos rumbo a la parada de Ostbanhoff en donde han instalado una galería al aire libre con una buena parte del muro de Berlín en donde artistas de todo el mundo han plasmado sus obras. Al salir de la estación nos encontramos con una zona que parecía una batalla campal. A la derecha había una zona acordonada en la que artistas callejeros grafiteaban parte de una pared, al fondo y tras pasar la misma, un concierto de hip hop sonaba como si se fuera a acabar el mundo, no vimos el interior porque pedían entrada, pero por las voces, los gritos y una enorme bandera la cosa pintaba como una peli de Mad Max. Muy grande.

A la izquierda queda el muro con los distintos dibujos de los artistas de todos los países, el nuestro incluido. Es una avenida muy larga que llega hasta el río Spree y en el que la gente se tumba al césped, toma su cervecita. Una zona cojonuda, y con el día que nos estaba haciendo, la luz crepuscular le daba al lugar un aspecto de cine.

Madre mía como cunde Berlín. Eran casi las 8 de la tarde, así que decidimos ir al hostel para ducharnos y salir a cenar algo. De camino pillamos la reserva de los billetes de tren para nuestro próximo destino, la amabilidad de la personita que nos atendió fue espléndida, igualita a la de Budapest, con la que todavía tengo pesadillas. La zona nocturna al norte de Hackescher Markt al parecer es la más animada, así que nos fuimos por ahí y vimos la fauna del lugar. Algunos bares muy pintorescos, música en directo por las calles, parques donde los jóvenes hacen botellón, tranvías que pasan por encima de nuestras cabezas. Berlín mola, es de una extravagancia digna de las grandes ciudades (muy liberal ella) pero el ambiente es cojonudo, y de momento la gente vive y deja vivir de forma muy respetable, es lo que de momento hemos visto.

Era ya tarde, así que nos fuimos a dormirla al hostel, mañana visitaremos Tiergarten y alguna zona más antes de irnos a nuestro próximo destino, Amsterdam.

Un saludo!

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