10 de agosto de 2011

Castillos, bastiones y baños termales


El día completo en Budapest lo íbamos a utilizar en visitar la parte de Buda, esto es el castillo y la Ciudadela. También nos acercaríamos al Parlamento y si nos quedaba tiempo a unos baños termales muy famosos que están en el hotel Szt. Gellert.

Después de almorzar bajamos por la calle Rakoczi hasta que llegamos a la parte del puente que vimos la noche anterior. La oscuridad que vimos entonces dejó paso a unas verdes montañas desde las que una imponente fortaleza dominaba el horizonte.

Cruzamos el Danubio mientras lo flipábamos con las vistas del Parlamento a lo lejos, de los otros puentes igual o más impresionantes que el Erzsébet por el que cruzamos y de los edificios que forman la ribera de Danubio, de postal.

Ya en Buda, caminamos dirección al castillo y pasamos por un tren cremallera (tipo, Montserrat) que subía hasta la parte alta, pero decidimos dejarlo para por la tarde ya que entonces la luz del atardecer sería más propicia para las vistas.

Nos tomamos un vermut en un garito de un tipo muy salado que nos estuvo aconsejando sitios para ver (casi todos los teníamos ya escritos, pero el tío estaba tan animado que lo dejamos hacer), luego seguimos y llegamos hasta el llamado Bastión de Pescadores. Una especie de mirador de piedra blanca, con esquinas en forma de columnas como las de los castillos típicos de Rumanía y Transilvania (tipo Drácula, vamos) y con arcos que permiten contemplar toda la extensión de Budapest. Las vistas increíbles y el lugar bastante bonito. Además, músicos amenizan el lugar con lo que el ambiente es cojonudo.

Junto al Bastión, se encuentra la iglesia de Matías, una extraña edificación que parece no seguir un orden en cuento a su estructura. Más tarde leímos que cada X tiempo, se le fue añadiendo partes y cada una de ellas a lo loco. El sitio merece la pena y sobre todo por la noche, luce increíble.

Estábamos a tiro del Parlamento, por lo que decidimos cruzar el puente Széchenyi y visitarlo. Antes de llegar nos entró un poco de hambre y nos metimos en un bar muy familiar en el que nos hicieron la comida delante nuestro, rollo como si te metieras en una casa.

Después de comer llegamos al Parlamento y comenzó a llover, pero no nos impidió visitarlo y fliparlo bastante con la enormidad del sitio. Además, una mujer amenizaba la estancia con unos cánticos así como de Ópera. Al principio pensamos que estaba un poco ida, pero no, la tía estaba realmente cantando ante la bandera de Hungría, con lo que sería algún tipo de acto o algo. De friqui.

Pillamos el metro y volvimos a la zona de la Ciudadela para irnos a pegar un chapuzón a unos baños termales muy famosos en Budapest, los del hotel Szt Geller. Pasada la Ciudadela, justo al llegar al puente Szabadsag (madre de Dios), ya se ve el hotel, muy imponente y con aire de ser caro de cojones.
Para entrar no hace falta ser del hotel, simplemente haces cola justo en la calle que sube antes de llegar a la puerta principal y pillas los tickets. Ibamos a pillar el de 1 hora pero nos dijo no se qué de que no le quedaban (?¿?) y que sólo podía darnos mínimo de 2 horas. Pues bueno. A partir de las 17h el precio de acceso es más barato. De esto nos enteramos en la cola, no sabemos si es cierto o no.

Te dan una especie de reloj pulsera que nos pusimos y tras pasar un vestíbulo que parecía más un palacio que otra cosa (columnas enormes, techos acristalados...increíblemente bonito), llegamos a una máquina en la que mostrando el reloj te daba acceso.

Llegamos a los vestuarios y nos encontramos con un laberinto de puertas por todos lados. Vimos que habían unas máquinas en la pared con el dibujo del reloj, así que acercamos el aparato del demonio y la pantalla nos indicó un 35. Por el culo...

Pues esa era nuestra “taquilla”, deducimos. Llegamos a la puerta y esta se abrió mostrando el reloj de marras, quizás hasta sirva para tirar rayos láser, lo estudiaré.

Nos pusimos el bañador y salimos a la zona de baño.

La piscina es una puñetera obra de arte. Es como una especie de baño romano, rodeada de columnas de mármol marrón, que suben hasta una segunda planta desde la que hay unas balconeras en las que la gente charla o se sienta a descansar en butacas. El techo acristalado y en la piscina, leones vomitan agua a chorro sobre unos asientos sumergidos en las aguas medicinales (eso dicen, que llevan más propiedades que un iogurt de los caros).

Nos metimos en el agua y un tipo nos dijo que teníamos que llevar gorro para el pelo. Coño, había leído que no hacía falta, pues ahora si. Vuelta a las taquillas, pilla pasta y ve a un puesto en el que te venden los gorritos por 100 florines. Coño sólo teníamos un billete de 10000 el tipo nos lo regaló. Boh! Perfecto.

Dejamos el billete y ahora si, al agua. Perfecta. Ni muy fría ni muy caliente. Relax total y encima donde el chorro te puedes sentar. Eli y servidor en el puto cielo.

Luego arrastramos nuestro culo hasta otra piscina en el fondo en el que el agua está a 36ºc, el contrasto es cojonudo y se te adormecen partes del cuerpo (algunas, no todas, eh?).

Aquí había más gente, pero el ir y venir de personas hacen que siempre tengas tu sitio y se esté bastante tranquilo.

Paseamos un poco por el recinto y nos fuimos a la parte superior, en la que hay otra piscina al aire libre que da a la falda de la montaña con lo que el efecto de acantilado sobre nuestras cabezas era brutal. Pero como estaba bastante nublado y hacía viento no nos quedamos mucho rato por ahí.

El sitio es una puta maravilla, y salimos como que flotando del sitio. No sabemos si las aguas medicinales tendrán algún efecto en nosotros, lo que no tiene arreglo...pero el sitio es altamente recomendable. Budapest, mola.
Por cierto, hemos leído auténticas barbaridades sobre el sitio. Que si las duchas están que se caen, los baños, la instalación, el personal...hombre, las duchas no es que sean último modelo, pero hemos visto cosas mucho peores, pero mucho. Perfectamente utilizables. El personal...la recepcionista bien, las señoras que te indican por si tienes algún problema en los vestidores, etc. algo ariscas, pero suponemos que estarán hasta la coronilla de que la gente les pregunte una y otra vez lo mismo. En nuestro caso preguntamos por donde caían los servicios y no tuvimos problema. Los baños simplemente están cojonudos....es nuestra opinión. Quizás tuvimos “suerte”.

Por cierto, las toallas si no las llevas las tienes que alquilar, pero hay una zona de secadores en las que nos metimos y nos secamos enteritos (bueno, el bañador lógicamente no). Son secadores que puedes regular la altura con lo que puedes secarte el cabello, regularlo para la cintura y para ....todo.

Volvimos al hotel, dejamos los bañadores y nos fuimos a cenar a un lugar cercano ya que queríamos (ejem) hacer algunas fotos del Danubio por la noche con el trípode, y para no ir muy cargados buscamos algo cerca del hotel. Encontramos un pu-restaurante con buenos precios y ahí mismo nos metimos. El sitio muy bien y la cena, bebidas y cafés incluidos subió a 17e, lo dicho, Budapest mola. Y eso que la comida del medio día fueron ni 11 o 12e.

Paseando (un paseo nuestro es una forma de hablar) llegamos hasta el Danubio, pero hacía un viento como si todos los Dioses del Olimpo se hubieran enterado que íbamos a hacer fotos nocturnas. Imposible, supongo que con mortero podría fijar el aparato, pero no era plan, así que desistimos y nos volvimos al hotel para descansar. Mañana terminaremos de ver cuatro cosillas que nos quedan y por la noche viajaremos hacia un lugar especial y, creemos, piedra angular de nuestro viaje. Auschwitz.

Un saludo!


2 comentarios:

  1. Mira que no llevar pesos para fijar el trípode...

    Muy mal mi joven Padowan!!

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  2. Ahí no hacía falta un peso, hacía falta un ancla macho.

    Lo que me hacía falta ya es llevar pesos en la mochila...Eli me mata directamente.

    Un saludo!

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