Si en este viaje pillamos jetlag será por el cambio de contrastes entre países. Madre del amor hermoso, a quién se lo ocurriría esta locura...
El viaje hasta Budapest fue tranquilo y con muy poca gente en los vagones. Había una zona para crios en las que un revisor con un poco de malas pulgas metió un dvd “princo edition” con dibujillos Disney para los peques. Qué mal suenan los dibujos en alemán, pero mal mal.
Pero más raro suena el húngaro, eso de que es lengua fino-ugrias debe ser una broma, porque es una mezcla de alemán, ruso y qué se yo que echa para atrás. En fin.
Ya en Kaleti pu, la estación principal pudimos apreciar que el sitio estaba un poco desgastado, en consonancia con algunos barrios que más tarde veríamos. Este sitio mola, es de esos en los que se respira cierto aire decrépito y lo distancia de lo impoluto visto por ejemplo en Viena.
Nos fuimos directamente hacia el hotel, en la parada de la línea 1 (hay 3) Astoria del metro. Antes, nos sacamos un bono de tres días para viajar de forma ilimitada por la red de transportes por 16e los dos. Muy barato en nuestra opinión.
Picamos en uno de esos portones que parecen medio en ruinas y un tipo (o tipa, no sabría decir) preguntó algo del “booking” (reserva). Subimos y el sitio parecía sacado de una peli de susto. Escaleras muy antiguas, alumbrado inexistente...bueno bueno bueno, esto se pone interesante.
Nos atendió la prima hermana rubia de Amelie, igual de flipada (conste que me mola la peli) y con muy poca sangre. Más tarde entendimos que los húngaros suelen ser así.
Nos comentó que nuestra habitación estaba en otro edifico (ya habíamos leído algo al hacer la reserva, no nos sorprendió), así que la seguimos.
Por cierto, el pasaporte de Eli se ha quedado en Viena, lo dejamos como depósito y los muy mamones no nos lo entregaron al hacer el check-out (ni nosotros nos acordamos de pedirlo). En principio no es grave viajando por Europa. Les enviamos un mail para que nos lo envíen a España. Esto viene a que en los hostels, cuando te piden que dejes una identificación como depósito, puedes darle el carnet de la biblioteca. A no ser que sea un sitio con “estudios”, pasan de todo y lo cogen. La prima de Amelie lo miro y lo aceptó. Ale, te quedas con el carnet del gimnasio.
El sitio al que nos llevó estaba algo mejor que el edificio “principal” y la habitación, a pesar de ser una compartida, nos dio una privada de matrimonio por el mismo precio. Ok por Amelie. Ojito para entrar a la habitación, son necesarias 4 llaves. La de la portería, la de la verja que da a la planta del hostel. La del Hostel y la de nuestra habitación. No sabemos si alegrarnos por la seguridad o salir pitando del país.
De momento nos quedamos, que esto es muy divertido.
Como eran cerca de las 3 de la tarde y hacía bastante calor (aquí vuelve a apretar la calor por el día), nos comimos una burguer rápida y fuimos a pillar la reserva a la estación para el siguiente destino. Allí tuvimos que esperar casi una hora en la sala de billetes internacionales (ojo, que hay venda de billetes de Hungría y los otros). La chica que nos atendió era la personita más borde que te puedes tirar a la cara. Le preguntamos por el precio de la reserva de literas y directamente nos sacó el de compartimento de 6. Seguimos preguntando por el precio y nos entregó el billete. Le preguntamos por otra reserva que queríamos hacer y directamente nos cerró la portezuela. Siguiente. Acojonante. Me dieron ganas de decirle un “volveré” y hacerle un alunizaje.
En fin, tenemos lo que buscábamos. Así que no le dimos más vueltas y nos fuimos a pasear por el barrio judío, al norte de la parada de Astoria.
El lugar es como Barcelona, nos recuerda bastante algunas zonas de la Diagonal y algunas de sus calles. Pero si te fijas en los detalles ves que todo está algo derruido, como desgastado, viejo. Tiene su encanto, pero también es cierto que por la zona se ve a mucho indigente.
Decidimos acercarnos al castillo de Vajdahunyad, en la parada de metro de Hosok Tere. El metro por cierto es un espectáculo. Son vagones muy pequeños, bastante antiguos, con sistema de audio que no es mono, es lo que salía por el altavoz del Spectrum, la iluminación es...como decirlo, triste. En algunos vagones nos hemos encontrado con más luz, pero en la mayoría la verdad es que el contraste con el colorido de por ejemplo Viena, es chocante. Eso sumado al silencio sepulcral al entrar al vagón. Nosotros que entramos siempre en tropel...de pandereta, somos del país de la pandereta.
Pero lo más es el aviso de que se van a cerrar las puertas. Suena un zumbido como si estuvieran electrocutando a alguien y un fluorescente emite luces rojas a intervalos. Es de lo mejor, impagable. En la linea amarilla además suena una musiquita a lo super mario bros al llegar a la estación. Pero esto qué es?
El castillo es acojonante. Al parecer es una réplica de uno que hay en Transilvania, con lo que se puede hacer uno a la idea de como es el bicho. De estilo gótico, con esas torres acabadas en punto rollo Drácula. Alrededor del mismo hay un lago donde la gente va en barca y en el que han colocado elementos “decorativos” como coches flotando o casas a medio hundir. Estos húngaros son la leche.
Todo está rodeado de un parque muy guapo y de la plaza de los héroes, una suerte de plaza a lo Tiananmen pero más pequeña y con dos edificios de las artes a ambos lados. Patrimonio de la Humanidad el conjunto, ahí es nada.
Esta zona es muy chula y a pesar de que la guía no mencionaba el sitio, merece la pena. Volvimos al centro de Pest (mañana iremos a la zona de Buda) y buscando un sitio para comer estuvimos mirando precios. La verdad es que es un sitio bastante barato. Comer por la calle un kebab de esos te puede costar entre 2 y 3 euros. Un refresco 1 o 2 y un plato de pasta o algo más elaborado rondan los 6-7 u 8 euros. Hay sitios más exclusivos pero en general los precios están bastante bien.
Pasamos por un sitio que tenía muy buena pinta. El café Longe y vimos que cocinaban platos típicos de hungría desde 4 euros. Así que nos metimos y pedimos un (ya pondré los platos, que no recuerdo el nombre) que estaban que te cagas. La cena 20 euros. El sitio, un lugar decorado de madera, con música jazz de fondo...de friki.
Ibamos a retirarnos, pero la temperatura noctura era tan buena que caminamos hasta llegar al Danubio. Madre de Dios.
La zona del Danubio es impresionante. Los puentes que cruzan la zona de Buda a Pest están iluminados y al fondo se aprecia la Ciudadela (la parte más alta) y a la derecha el Castillo de Buda. Todo iluminado y recortado en la noche. Con la luna cubierta por nubes. Nos quedamos de piedra. Otro de los sitios más bonitos que hemos visto.
La actividad en esta zona no tiene nada que ver con la zona norte. Aquí hay gente mil, comercios a porrillo, luces de neón, música, animación...es un sitio hiper turístico, lo saben y lo explotan. Pero además es precioso.
Por hoy nos retiramos, mañana visitaremos la zona de Buda y veremos esa maravilla de zona con su luz diurna y si es posible crepuscular.
Un saludo!
El viaje hasta Budapest fue tranquilo y con muy poca gente en los vagones. Había una zona para crios en las que un revisor con un poco de malas pulgas metió un dvd “princo edition” con dibujillos Disney para los peques. Qué mal suenan los dibujos en alemán, pero mal mal.
Pero más raro suena el húngaro, eso de que es lengua fino-ugrias debe ser una broma, porque es una mezcla de alemán, ruso y qué se yo que echa para atrás. En fin.
Ya en Kaleti pu, la estación principal pudimos apreciar que el sitio estaba un poco desgastado, en consonancia con algunos barrios que más tarde veríamos. Este sitio mola, es de esos en los que se respira cierto aire decrépito y lo distancia de lo impoluto visto por ejemplo en Viena.
Nos fuimos directamente hacia el hotel, en la parada de la línea 1 (hay 3) Astoria del metro. Antes, nos sacamos un bono de tres días para viajar de forma ilimitada por la red de transportes por 16e los dos. Muy barato en nuestra opinión.
Picamos en uno de esos portones que parecen medio en ruinas y un tipo (o tipa, no sabría decir) preguntó algo del “booking” (reserva). Subimos y el sitio parecía sacado de una peli de susto. Escaleras muy antiguas, alumbrado inexistente...bueno bueno bueno, esto se pone interesante.
Nos atendió la prima hermana rubia de Amelie, igual de flipada (conste que me mola la peli) y con muy poca sangre. Más tarde entendimos que los húngaros suelen ser así.
Nos comentó que nuestra habitación estaba en otro edifico (ya habíamos leído algo al hacer la reserva, no nos sorprendió), así que la seguimos.
Por cierto, el pasaporte de Eli se ha quedado en Viena, lo dejamos como depósito y los muy mamones no nos lo entregaron al hacer el check-out (ni nosotros nos acordamos de pedirlo). En principio no es grave viajando por Europa. Les enviamos un mail para que nos lo envíen a España. Esto viene a que en los hostels, cuando te piden que dejes una identificación como depósito, puedes darle el carnet de la biblioteca. A no ser que sea un sitio con “estudios”, pasan de todo y lo cogen. La prima de Amelie lo miro y lo aceptó. Ale, te quedas con el carnet del gimnasio.
El sitio al que nos llevó estaba algo mejor que el edificio “principal” y la habitación, a pesar de ser una compartida, nos dio una privada de matrimonio por el mismo precio. Ok por Amelie. Ojito para entrar a la habitación, son necesarias 4 llaves. La de la portería, la de la verja que da a la planta del hostel. La del Hostel y la de nuestra habitación. No sabemos si alegrarnos por la seguridad o salir pitando del país.
De momento nos quedamos, que esto es muy divertido.
Como eran cerca de las 3 de la tarde y hacía bastante calor (aquí vuelve a apretar la calor por el día), nos comimos una burguer rápida y fuimos a pillar la reserva a la estación para el siguiente destino. Allí tuvimos que esperar casi una hora en la sala de billetes internacionales (ojo, que hay venda de billetes de Hungría y los otros). La chica que nos atendió era la personita más borde que te puedes tirar a la cara. Le preguntamos por el precio de la reserva de literas y directamente nos sacó el de compartimento de 6. Seguimos preguntando por el precio y nos entregó el billete. Le preguntamos por otra reserva que queríamos hacer y directamente nos cerró la portezuela. Siguiente. Acojonante. Me dieron ganas de decirle un “volveré” y hacerle un alunizaje.
En fin, tenemos lo que buscábamos. Así que no le dimos más vueltas y nos fuimos a pasear por el barrio judío, al norte de la parada de Astoria.
El lugar es como Barcelona, nos recuerda bastante algunas zonas de la Diagonal y algunas de sus calles. Pero si te fijas en los detalles ves que todo está algo derruido, como desgastado, viejo. Tiene su encanto, pero también es cierto que por la zona se ve a mucho indigente.
Decidimos acercarnos al castillo de Vajdahunyad, en la parada de metro de Hosok Tere. El metro por cierto es un espectáculo. Son vagones muy pequeños, bastante antiguos, con sistema de audio que no es mono, es lo que salía por el altavoz del Spectrum, la iluminación es...como decirlo, triste. En algunos vagones nos hemos encontrado con más luz, pero en la mayoría la verdad es que el contraste con el colorido de por ejemplo Viena, es chocante. Eso sumado al silencio sepulcral al entrar al vagón. Nosotros que entramos siempre en tropel...de pandereta, somos del país de la pandereta.
Pero lo más es el aviso de que se van a cerrar las puertas. Suena un zumbido como si estuvieran electrocutando a alguien y un fluorescente emite luces rojas a intervalos. Es de lo mejor, impagable. En la linea amarilla además suena una musiquita a lo super mario bros al llegar a la estación. Pero esto qué es?
El castillo es acojonante. Al parecer es una réplica de uno que hay en Transilvania, con lo que se puede hacer uno a la idea de como es el bicho. De estilo gótico, con esas torres acabadas en punto rollo Drácula. Alrededor del mismo hay un lago donde la gente va en barca y en el que han colocado elementos “decorativos” como coches flotando o casas a medio hundir. Estos húngaros son la leche.
Todo está rodeado de un parque muy guapo y de la plaza de los héroes, una suerte de plaza a lo Tiananmen pero más pequeña y con dos edificios de las artes a ambos lados. Patrimonio de la Humanidad el conjunto, ahí es nada.
Esta zona es muy chula y a pesar de que la guía no mencionaba el sitio, merece la pena. Volvimos al centro de Pest (mañana iremos a la zona de Buda) y buscando un sitio para comer estuvimos mirando precios. La verdad es que es un sitio bastante barato. Comer por la calle un kebab de esos te puede costar entre 2 y 3 euros. Un refresco 1 o 2 y un plato de pasta o algo más elaborado rondan los 6-7 u 8 euros. Hay sitios más exclusivos pero en general los precios están bastante bien.
Pasamos por un sitio que tenía muy buena pinta. El café Longe y vimos que cocinaban platos típicos de hungría desde 4 euros. Así que nos metimos y pedimos un (ya pondré los platos, que no recuerdo el nombre) que estaban que te cagas. La cena 20 euros. El sitio, un lugar decorado de madera, con música jazz de fondo...de friki.
Ibamos a retirarnos, pero la temperatura noctura era tan buena que caminamos hasta llegar al Danubio. Madre de Dios.
La zona del Danubio es impresionante. Los puentes que cruzan la zona de Buda a Pest están iluminados y al fondo se aprecia la Ciudadela (la parte más alta) y a la derecha el Castillo de Buda. Todo iluminado y recortado en la noche. Con la luna cubierta por nubes. Nos quedamos de piedra. Otro de los sitios más bonitos que hemos visto.
La actividad en esta zona no tiene nada que ver con la zona norte. Aquí hay gente mil, comercios a porrillo, luces de neón, música, animación...es un sitio hiper turístico, lo saben y lo explotan. Pero además es precioso.
Por hoy nos retiramos, mañana visitaremos la zona de Buda y veremos esa maravilla de zona con su luz diurna y si es posible crepuscular.
Un saludo!
Si queréis visitar unos baños termales el Balneario Széchenyi está genial, muy auténtico, los baños interiores son muy del rollo austro-húngaro pero las saunas parecen sacadas del peor gulag de Siberia. Como referencia, estaban cerca del Zoo.
ResponderEliminarPara comer recuerdo que habían restaurantes de la cadena de comida japonesa Planet Sushi. Cuando yo estuve (enero) los goulash de ternera entraban muy bien pero ahora en agosto creo que apetecen más unos maki...
El otro dia "estrené" el Red Dead... Menuda joya.
Es lo que tiene publicar en diferido. Nos ha pillado tarde. De baños hemos ido al Gellert. En el próximo tocho, digo post, ponemos impresiones.
ResponderEliminarSobre el sushi. Nos pusimos hasta las cejas en Viena tio, de momento nos damos un respiro.
Gracias por las recomendaciones company.
CARACTER!!!
Mamón. Quiero mi red dead ya. Envialo a Auschwitz con los gastos pagados.
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