3 de agosto de 2011

Mercados, iglesias y Lucca under the Tuscan sun


Después de desayunar en el hostel nos largamos para ver el David de Miguel Angel en la via Ricasoli 58, no muy lejos de nuestro hostel. Pero cuando llegamos nos encontramos con que los lunes cerraba, así que nos tendremos que contentar con la réplica de la piazza signora...una lástima, quizás la próxima vez que vengamos profundicemos algo más en cuanto a este tipo de visitas.

Nuestro siguiente destino era el Mercado de Florencia, aprovechamos ya que estábamos para explorar un poco en el mercadillo callejero que montan al rededor del mismo con innumerables puestos de peletería, ropas y complementos varios. Ya que estamos aproveché para comprar un cinturón que me hacía falta, manda huevos que llevo la mochila hasta arriba y no he puesto ni un puñetero cinturón. Regateamos en tres o cuatro puestos y al final conseguimos el único decente por 15e. Dudaba entre uno de la Hello Kitty pero al final me pillé uno más sencillo.

Ya con el cinturón puesto nos metimos en el mercado. Los dientes como sables se nos pusieron. Las paradas son expositores del deseo y la lujuria en forma de comida de todo tipo. Desde enormes bolsas de pasta multicolor y de sabores mil, pasando por fruta, carnes, aceites...estuvimos tentados de pillar comida para el resto del viaje y que le dieran a la dieta del norte....madre mía como vamos a echar de menos el oro líquido, los embutidos y los buenos filetes...hay!

En el mercado hay paradas para degustar el género y también terracitas para sentarse y comerse algún panini o lo que tercie. Sobra decir que los caldos de algunas paradas tenían una pinta y unos precios bastante atractivos, algunos envían el género a tu país incluso. Tentador.

El mercado no tiene nada especial en cuanto a estructura (es enorme, eso si), pero merece la pena por ver el género e incluso para comprar alguna cosilla.

Nos pillamos un par de pizzas mini para almorzar alguna cosilla hasta la hora de comer por 3e las dos en una panadería que encontramos por una callejuela (las hay por todos lados) y nos fuimos para la piazza del Duomo para visitar el interior de la iglesia de Maria de Fiore.
Eli esta vez venía preparada con un pañuelo cortesía del cuñao y la cuñada en su visita a Venecia (muy bonito por cierto, gracias otra vez guapos!) para taparse los hombros.

La cola para entrar es enorme pero avanza a bastante velocidad, con lo que en unos 10 minutos llegamos a la puerta. Allí vimos como echaban para atrás a alguna pareja. Creemos que el tema está en no llevar pantalones cortos por encima de la rodilla y los hombros cubiertos, con esto no hay problema en entrar.

Por dentro es...muy grande. Enorme, espaciosa y sin mucha decoración salvo los grabados, algún busto y cuatro candelabros con velitas cerca de una urna casi a la entrada. Al fondo, bajo la cúpula principal se encuentra el Cristo típico y lo que más llama la atención, un grabado enorme en su techo. Se puede bajar a la parte inferior y por 3e. por persona visitar las catacumbas del sitio. Nosotros nos asomamos y desde la entrada prácticamente se veía bastante, nos dimos por satisfechos.

Tras dos o tres “silenchio per favore....silence please” de un espíritu o algo que había por allí nos marchanos.

Es bonita, más bien sobria, pero por poner un ejemplo, la Catedral de Santiago o la de Barcelona, en su interior nos parecen incluso mejores. Por fuera no tiene rival, eso si. Es algo de otro mundo.

Probamos suerte en el restaurante de la Divina Comedia y esta vez sí que había sitio. Así que nos zampamos unos espaguetis y unos macarrones al vodka. Buen precio y buenas raciones. A la salud de Dante.

Mientras comíamos comentamos el planning de la tarde y como más o menos ya nos habíamos fundido Florencia, decidimos acercarnos a Lucca, un pueblo amurallado al noreste de Pisa (no muy lejos) del que nos han hablado muy bien.
Nos acercamos a la estación central y miramos los horarios, había un tren que llegaba sobre las 16:30 a Lucca. Así que pillamos los billetes (20e ida y vuelta los dos) y nos fuimos de visita.

Durante el trayecto, el supervisor nos pidió los billetes y nos comentó que éstos tienen que “marcarse” en la estación antes de entrar al tren. No entendimos muy bien ya que los habíamos pillado en la máquina expenedora y allí ya habíamos marcado destino, hora y pasajeros. Pues no, hay unas maquinitas naranjas que te “agujerean” el billete y te ponen la fecha y hora. La multa es de 40e por persona por no hacer algo que perfectamente podría hacer la máquina (qué sentido tiene que le digas la hora y el destino al pillar el billete y luego debas picar de nuevo?), el tipo se enrolló bastante y sólo nos sabló 5e por la advertencia. No fuimos los únicos, se sacó un pequeño sobre-sueldo el caballero en nuestro vagón. En fin.

El tren llegó puntual y nada más bajar pasamos una pequeña plaza desde la que ya se divisa la famosa muralla que rodea toda la ciudad. Rodeada de un césped verde (muy verde) y algún arroyo, existen caminos que se adentran en la ciudad y otros que la rodean. Subimos algunas escaleras y salimos a la parte superior de la muralla, un paseo donde la gente va en bici, corre o simplemente camina como nosotros y desde el que se divisa gran parte de la ciudad. Es bastante bonito, tranquilo y además la arboleda te permite pasear a una temperatura cojonuda. Más no se puede pedir. Si, agua. Y la hay en forma de fuentes, fantástico.

Caminamos más o menos dibujando una media luna hasta la parte norte de la muralla, ahí decidimos atravesar la ciudad en dirección a la estación para ver el anfiteatro. Se trata de una plaza circular con bares y terrazas. Como si de una plaza de toros se tratara pero con casitas de colores, etc.

Seguimos callejeando y llegamos a la torre de Sta. Giulia. Subimos por 7e los dos hasta su planta superior para obtener una vista aérea de toda la ciudad. Merece la pena. Lucca desde esa altura luce increíble. Se divisa la muralla, las callejuelas, plazas y se puede apreciar el enclave en la toscana. Muy bonito.

Regresamos a la estación y pusimos punto y final a nuestra visita relámpago a Lucca. Un poco más de tiempo no hubiera estado mal, pero el pueblo es cuco y merece la pena visitarlo.

Ya en Florencia (esta vez marcamos el jodido billete) nos fuimos al hostel, bañito en la piscina y cenamos en il giardino, la pizzería del primer día. Está cerca del hostel y con el cansancio acumulado mejor no patear media ciudad. Más sabiendo que las pizzas y los precios conocidos en il giardino están muy bien.

Punto y final a Florencia. Mañana marcharemos a un sitio que le tenemos ganas de forma muy especial, mañana marcharemos hacia Venecia.

Un saludo!

2 comentarios:

  1. Y el "David" cerrado en lunes... buena excusa para volver!

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  2. No es la única excusa, pero si. Es la típica ciudad que en dos días te da tiempo a reconocerla (o elegir lo más destacable) y volver en un futuro. Ya sea por la oferta cultural, grastronomía....

    Un saludo!

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