Los recuerdos del viaje todavía son recientes, el eco de las voces todavía resuena en mitad de los silencios y la vorágine de locura que impregnaban los momentos y las decisiones rápidas todavía nos acelera el pulso en ocasiones...pero ya estamos en casa.
Nada más llegar lo primero que tuvimos que cambiar de forma inmediata fue cierto chip de educación extrema para con todo el mundo...la frialdad con la que en la mayoría de sitios te reciben ayuda a acelerarlo...el hijoputismo defensivo occidental vuelve a correr por nuestras venas, pero todavía en pequeñas dosis.
Durante unos días nos escapamos a Galicia para asistir al festival Xacobeo 2010, resultó una válvula de escape bastante potente después de tanta emoción y agotadoras jornadas.
En mitad de la (fría) noche de Santiago, mientras el espectáculo de luz y sonido nos golpeaba las sienes seguíamos sintiéndonos extranjeros....sobre todo al ver cómo caían las toneladas de basura sobre los verdísimos y preciosos montes gallegos..."es que no hay papeleras" decía alguno mientras a poco más de 5 metros un también verdísimo contenedor de basura quedaba postrado sobre el césped...inevitablemente pensé en la cantidad de papeleras que vimos por las calles de Japón...diría que casi ninguna, no hacen falta.
Si bien es cierto que Japón resulta frustrante en cuanto a contacto humano, resulta difícil no añorar ciertos aspectos de ese país en el nuestro, más cuando ves que de llegar tardarán más de lo que dura tu vida probablemente...ojalá nos equivoquemos....en cualquier caso en el post anterior están comentados a grosso modo...sobre todo el aspecto de "cómo está el servicio" en cuanto a educación.
Pero toca vivir con ello y continuar disfrutando con lo que tenemos, para bien o para mal...repetirse no tiene mucho sentido y es un tema que se puede extender muchísimo política y socialmente hablando. (pero creo que está bien remarcarlo)
Japón es como una enorme vitrina en el que todo está perfectamente colocado, para disfrute del consumidor o el espectador. Pueden entrar y disfrutar de un espectáculo tranquilamente, sin sentirse obligados a nada y con las mayores garantías de éxito en la función.
Japón es un cuadro en el que se han pintado cerezos y paisajes preciosos para que sean observados aunque sólo sea por unos días de forma fabulosa y para que giremos la vista hacia sus llamativas pantallas de neón en la época en la que su aspecto es mundano.
Japón avanza con velocidad crucero hacia algo abstracto, con una herencia importantísima en cuanto a calidad de vida pero con un futuro que nadie se atreve a predecir, yo no voy a ser el primero.
No es oro todo lo que reluce en Japón, pero luce que te cagas de bien mientras se está de vacaciones, vacaciones que una gran mayoría de ellos no disfruta en sus vidas por el simple hecho de deberse a su empresa, vivir recluído en un cíber o a seguir un modelo "robótico" de vida, por poner algunos ejemplos...
Tal y como vengo intentando en los últimos meses, de vez en cuando pondré alguna fotografía e intentaré con más o menos acierto transmitir la sensación, para complementar la experiéncia y para darle sentido al título de "factoría de melancolía".
Evidentemente tan sólo tenemos una pequeñísima idea de lo que se cuece en aquél país, pero como en los anteriores diarios, este quedará guardado para siempre junto a los garabatos del cuaderno de viaje que ayuda a complementar una historia que nos recordará de vez en cuando lo que nuestros ojos han visto, lo que sentimos mientras caminábamos por lugares remotos, feos, bellos y extraños...lo que sentimos al probar sabores exóticos, al oler fragancias desconocidas...esperamos que no se pierdan “como lágrimas en la lluvia” tal y como decía el replicante.
Un saludo y muchas gracias a los que nos han leído y a los que no!.
30 de agosto de 2010
25 de agosto de 2010
Domo Arigato
Sobre las 6:40 de la mañana nos fuimos dirección a la lonja de pescado, en la parada de Tsukiji, linea Oedo.
Llegamos en unos 30 y poco minutos y nada más bajar ya apreciamos el olor a pescado por toda la estación. A pesar de ser temprano ya vimos a algunas personas que volvían con bolsas de compra por lo que lo más seguro es que la subasta ya se habría celebrado.
Nada más salir de la estación giramos a la izquierda por la salida 1 y seguimos recto hasta que nos topamos de bruces con el mercado. Inmenso y con un tráfico de gente espectacular.
Toros mecánicos, camiones y carros llevaban las cajas a un ritmo frenético mientras los “guiris” sorteábamos los “peligros” como se podía. Es aconsejable llevar un calzado “desechable” o fácil de lavar porque quieras o no te vas a mojar con los charcos y porquerías del suelo...
Llegamos a la zona de las subastas y prácticamente ya tenían todo vendido, a pesar de todo pudimos ver la zona de venta, las mercancías y algunos garitos en los que podías ponerte de sushi hasta el culo por precios de risa...más fresco imposible.
Pero no teníamos tiempo, tan sólo pudimos callejear un poco por la zona de “venta” y por algunas callejuelas en los que hay tiendas de cuchillos, género y algún bar como el comentado.
Ya en el hotel cogimos las mochilas y nos fuimos hacia la estación de Uueno, pero en lugar de entrar en la misma estación, pasamos un starbucks y nos metimos en la skyliner, la terminal que te lleva a Narita directamente.
Vimos la hora que era (9 y poco) y el tren rápido de 1000y por cabeza nos dejaba sobre las 10:25 en Narita, sudor frío. Menos mal que el express llegaba a las 10:05, algo más caro pero que pagamos con gusto. (Sobre los 4000 y pico los dos)
Nos bajamos en la terminal 1 y buscamos el mostrador de Aeroflot, en la 4ª planta, cheking sin colas ya que hay una taquilla para los que reservamos on-line y todo listo para volver a casa.
Se acabó, la experiencia ha sido fabulosa. Tengo una teoría de por qué los japos se quedan todos absolutamente dormidos a los pocos minutos de estar parados o sentados en cualquier vagón y es que hay tantísima cosa por ver por metro cuadrado que creo que es tremendamente agotador para la mente, en serio. Mires donde mires este país está lleno de detalles, algunos pequeños y otros enormes, pero casi ninguno deja indiferente...eso y que como están todo el maldito día con los móviles y las maquinitas sufren de insomnio.
Te paras a mirar en uno de los mega cruces de Tokyo y tienes pantallas gigantes que te golpean con publicidad, marcas...luego el sonido de los semáforos con indicadores de tiempo mientras cochazos (impolutos los llevan, pero impolutos de verdad) con luces de neón pasan por el otro carril....te giras un momento y ves gente vestida de la forma más estrambótica que te puedas imaginar y al otro lado ves tiendas a pie de calle con manjares de todo tipo y olores que te llegan por todas partes....no sé si uno se puede hacer a la idea pero es como si estuvieras metido en un mecanismo de reloj y por todos lados engranajes se movieran al unísono...lo dicho, abrumador.
Por otro lado tenemos a su gente. Tremendamente educada, roza los límites de lo absurdo y, a pesar de hacerlo de forma mecánica, se agradece muy mucho entrar en un sitio, que te reciban de esa manera y que te despidan de igual forma. Hay gente que le puede parecer innecesario, pero creo que es una cualidad fantástica de este país y que, por desgracia, en el nuestro no se estila...un poquito de arigató nunca está de más.
Resulta un arma de doble filo, ya que por un lado su férrea disciplina en algunos lugares pueda resultar “militar” o de “cabeza cuadrada”...pero en lugares rurales o donde se aprecia una herencia directa de valores de antaño resulta entrañable y te sientes realmente bien acogido.
El tema tecnológico, tan laureado en nuestro país resulta impresionante por la cantidad de cosas expuestas en sus calles, por aparatos imposibles y maquinaria que utilizan, pero creo que la aceleración en este tema de occidente hace que quizás uno lo flipe pero no se espante (otro cantar son las “adsl”, qué barbaridad de velocidad....), a mi por lo menos me ha pasado...a pesar de todo ver robots oruga sube-escaleras llevando la carga sigue siendo un flipe.
La comida creo que ha quedado claro que nos ha encantado...hemos intentado probar la mayor cantidad de variedades de cosas pero la barrera idiomática y el desconocer algunos aspectos culinarios probablemente hayan hecho que nos perdamos muchísimos más sabores...en todo caso podemos decir que nos hemos puesto HASTA ARRIBA.
Paisajes de ensueño (lástima de la época, mejor venir en Otoño o en Primavera), templos y santuarios muy impresionantes y bellos (aunque reconstruidos su mayoría)...jardines zen...si uno se implica con el tema resulta muy gratificante estar sentado en mitad de una estancia tipo tatami abierta de un templo y con los jardines de fondo como vistas...el tiempo se para y ahí hay que respirar hondo y disfrutar del momento.
Demasiado para el cuerpo en tan poco tiempo, poco a poco iremos procesando el viaje aunque a pesar de todo creo que nos hemos empapado bastante de este país y, como ya nos pasó en otros destinos, probablemente algo habrá cambiado en nosotros.
Sayonara!.
Llegamos en unos 30 y poco minutos y nada más bajar ya apreciamos el olor a pescado por toda la estación. A pesar de ser temprano ya vimos a algunas personas que volvían con bolsas de compra por lo que lo más seguro es que la subasta ya se habría celebrado.
Nada más salir de la estación giramos a la izquierda por la salida 1 y seguimos recto hasta que nos topamos de bruces con el mercado. Inmenso y con un tráfico de gente espectacular.
Toros mecánicos, camiones y carros llevaban las cajas a un ritmo frenético mientras los “guiris” sorteábamos los “peligros” como se podía. Es aconsejable llevar un calzado “desechable” o fácil de lavar porque quieras o no te vas a mojar con los charcos y porquerías del suelo...
Llegamos a la zona de las subastas y prácticamente ya tenían todo vendido, a pesar de todo pudimos ver la zona de venta, las mercancías y algunos garitos en los que podías ponerte de sushi hasta el culo por precios de risa...más fresco imposible.
Pero no teníamos tiempo, tan sólo pudimos callejear un poco por la zona de “venta” y por algunas callejuelas en los que hay tiendas de cuchillos, género y algún bar como el comentado.
Ya en el hotel cogimos las mochilas y nos fuimos hacia la estación de Uueno, pero en lugar de entrar en la misma estación, pasamos un starbucks y nos metimos en la skyliner, la terminal que te lleva a Narita directamente.
Vimos la hora que era (9 y poco) y el tren rápido de 1000y por cabeza nos dejaba sobre las 10:25 en Narita, sudor frío. Menos mal que el express llegaba a las 10:05, algo más caro pero que pagamos con gusto. (Sobre los 4000 y pico los dos)
Nos bajamos en la terminal 1 y buscamos el mostrador de Aeroflot, en la 4ª planta, cheking sin colas ya que hay una taquilla para los que reservamos on-line y todo listo para volver a casa.
Se acabó, la experiencia ha sido fabulosa. Tengo una teoría de por qué los japos se quedan todos absolutamente dormidos a los pocos minutos de estar parados o sentados en cualquier vagón y es que hay tantísima cosa por ver por metro cuadrado que creo que es tremendamente agotador para la mente, en serio. Mires donde mires este país está lleno de detalles, algunos pequeños y otros enormes, pero casi ninguno deja indiferente...eso y que como están todo el maldito día con los móviles y las maquinitas sufren de insomnio.
Te paras a mirar en uno de los mega cruces de Tokyo y tienes pantallas gigantes que te golpean con publicidad, marcas...luego el sonido de los semáforos con indicadores de tiempo mientras cochazos (impolutos los llevan, pero impolutos de verdad) con luces de neón pasan por el otro carril....te giras un momento y ves gente vestida de la forma más estrambótica que te puedas imaginar y al otro lado ves tiendas a pie de calle con manjares de todo tipo y olores que te llegan por todas partes....no sé si uno se puede hacer a la idea pero es como si estuvieras metido en un mecanismo de reloj y por todos lados engranajes se movieran al unísono...lo dicho, abrumador.
Por otro lado tenemos a su gente. Tremendamente educada, roza los límites de lo absurdo y, a pesar de hacerlo de forma mecánica, se agradece muy mucho entrar en un sitio, que te reciban de esa manera y que te despidan de igual forma. Hay gente que le puede parecer innecesario, pero creo que es una cualidad fantástica de este país y que, por desgracia, en el nuestro no se estila...un poquito de arigató nunca está de más.
Resulta un arma de doble filo, ya que por un lado su férrea disciplina en algunos lugares pueda resultar “militar” o de “cabeza cuadrada”...pero en lugares rurales o donde se aprecia una herencia directa de valores de antaño resulta entrañable y te sientes realmente bien acogido.
El tema tecnológico, tan laureado en nuestro país resulta impresionante por la cantidad de cosas expuestas en sus calles, por aparatos imposibles y maquinaria que utilizan, pero creo que la aceleración en este tema de occidente hace que quizás uno lo flipe pero no se espante (otro cantar son las “adsl”, qué barbaridad de velocidad....), a mi por lo menos me ha pasado...a pesar de todo ver robots oruga sube-escaleras llevando la carga sigue siendo un flipe.
La comida creo que ha quedado claro que nos ha encantado...hemos intentado probar la mayor cantidad de variedades de cosas pero la barrera idiomática y el desconocer algunos aspectos culinarios probablemente hayan hecho que nos perdamos muchísimos más sabores...en todo caso podemos decir que nos hemos puesto HASTA ARRIBA.
Paisajes de ensueño (lástima de la época, mejor venir en Otoño o en Primavera), templos y santuarios muy impresionantes y bellos (aunque reconstruidos su mayoría)...jardines zen...si uno se implica con el tema resulta muy gratificante estar sentado en mitad de una estancia tipo tatami abierta de un templo y con los jardines de fondo como vistas...el tiempo se para y ahí hay que respirar hondo y disfrutar del momento.
Demasiado para el cuerpo en tan poco tiempo, poco a poco iremos procesando el viaje aunque a pesar de todo creo que nos hemos empapado bastante de este país y, como ya nos pasó en otros destinos, probablemente algo habrá cambiado en nosotros.
Sayonara!.
23 de agosto de 2010
Hakone
Salimos pitados después de almorzar sobre las 7:30 de la mañana para coger el tren de las 8 que nos llevaría a Nagoya.
Puntual como siempre nos subimos al tren y nos despedimos de Takayama, un lugar que nos ha encantado.
Dos horas más tardes llegamos a Nagoya, aquí teníamos unos 40 minutos para coger el tren que nos llevaría a Odawara en donde tendríamos que pillar un tren local que no gestiona la Japan Rail pero que tan sólo nos llevaría 15 minutos y unos pocos yens.
Mientras caminamos por la estación no pudimos resistir el encanto de las pastas que ofrecen los puestos y compramos algunas de entre 200-300y la unidad...pero es que es imposible resistirse con la pinta que tienen...y si solo fueran las pastas....
A salvo en el tren llegamos al destino en 1 hora, este era Shinkansen y la cosa se nota.
En Odawara una chica muy amablemente se nos acercó y nos indicó cómo pillar los billetes y nos indicó la parada de Hakone en donde empieza el meollo.
Pillamos los tickets por 600y y nos fuimos en tren local. 15 minutos después llegamos a Hakone en donde dejamos las mochilas (no habíamos caído en dejarlas en Odawara) en un puesto en el que por 200-500y (dependiente del tamaño) te las guardan.
Ya liberados miramos un poco la zona, aquello es la guerra guiri. Encima domingo. Un gentío sale de los vagones como manadas y todos corretean de aquí para allá, en buses, coches...rollo Tokyo pero en plan dominguero.
Nos fuimos a información del turista y allí le preguntamos que por Dios nos dijera desde dónde podíamos ver el monte Fuji a lo que con mirada anodina nos dijo que hoy no veríamos el monte. Nos quedamos un poco parados, pero la tía tenía toda la pinta de saber de lo que hablaba...y encima hablaba con mucha calma no como a los nipones que les preguntas algo, se ponen nerviosos y se ríen.
Le hice una pregunta estúpida tal como si era por el tiempo por lo que no veríamos el Fuji y asintió como diciendo...”no, por una invasión alienígena”.
Como me vio un poco jodido nos indicó una zona al sur, en el lago Ashino-ko, desde donde normalmente se aprecia el monte y las vistas son muy bonitas, a pesar de que me volvió a dejar claro que hoy no sería visible...joder con la bruja!
Total que nos fuimos a la parada de bus (a mano izquierda después de los tickets y bajando unas escales a la izquierda de nuevo) y pillamos el 5 en la parada 2 que nos llevó hasta el lago en cuestión en unos 40 minutos por 1600y los dos.
La zona es muy bonita, la verdad, el lago es enorme y está todo rodeado de montañas y de embarcaderos desde el que todo tipo de barcos ofrecen servicios al turista...hay barcas normales, barcos en forma de patos y réplicas de barcos piratas que cruzan el río de lado a lado ofreciendo vistas de todo el lugar y, cuando está visible, el monte Fuji.
El muy cabrito debería estar ahí, pero en su lugar tan sólo habían nubes espesas...cawuen...
Eli comentó de subirnos en una de las réplicas de carabela pirata para hacer el crucero y así ver si desde el otro lado obteníamos premio. El viaje consta de 3 rutas, primero cruza el lago, luego vuelve hacia una zona al este de donde parte para volver al punto de inicio, sale por unos 1800 por persona en clase normal y en “primera” por unos 2300y, por la diferencia y siendo ya de por si una pasta, pillamos la de primera, que básicamente se diferencia en que estás en una zona más cómoda y en la cubierta superior tienes bastante más espacio (la clase general estaba a petar) y sin agobios.
La travesía ofrece unas vistas muy chulas de toda la zona, además, de vez en cuando por megafonía te explican las curiosidades del lugar. Pero del monte nada de nada...sólo me faltó hacer de Saruman para invocar a los elementos, pero nada, donde se supone que debería aparecer, tan sólo nubes...y mira que el día estaba despejado, pero no sólo eso es suficiente, el día debe de estar muy, pero muy claro.
Bueno, por lo menos lo intentamos, así que de vuelta del crucero nos volvimos en bus desde una parada justo en frente de la zona de los cruceros y en poco más de 30 minutos llegamos a Hakone.
La zona pinta bien, pero es tal y como lo pintan, un lugar mega-turístico y lleno de domingueros a más no poder...claro que unos domingueros bastante educados.
Recogimos las mochilas en Odawara y llegamos casi justo para coger el tren hacia Tokyo, final de trayecto.
Ya en Tokyo volvimos a sentir el trajín de su gente en nuestras carnes, el calor sofocante de la ciudad con esas pequeñas brisas de aire caliente que transportan el olor de cien cosas...las pantallas gigantes, los neones...la verdad es que Tokyo es impresionante, una locura muy impresionante.
Pillamos la línea de la JR para llegar hasta Ueno y así terminar de aprovechar el JR al que le quedan las horas contadas (y que hemos amortizado de sobras, merece mucho la pena, es básico para venir aquí diríamos). Una vez en Ueno seguimos las instrucciones de una tarjetita que pillamos en el hotel de Takayama y llegamos a los pocos minutos al hotel. Descargamos, nos acicalamos y nos fuimos para cenar algo y darnos una vuelta por las noches de Tokyo.
Había bastante hambre después de lo poco que habíamos comido en el tren desde esa mañana, así que miramos un poco por la zona y nos metimos en uno que tenía precios interesantes y que está metido por las calles de Ueno.
Aquí pasa una cosa, los precios por zonas suelen ser bastante parecidos...las cartas incluso en muchas ocasiones son iguales (los dibujos) entre unos sitios y otros...por lo que a no ser que busques algo muy específico o te apetezca cenar algo en concreto, la cosa es bien fácil, callejea, mira si hay mucha o poca gente en el lugar y si te llama la atención pues entra....y sino tira de guía o lo que quieras...el caso es que hay tropocientos lugares a cual con mejor pinta y que, por fortuna, no nos hemos encontrado ninguno en todo el viaje en el que hayamos salido defraudados con la comida.
Otro cantar son los sitios recomendados por conocidos, como en Kyoto...lugares a los que, o te llevan...o das con ellos de chiripa...porque quién se iba a imaginar que entrando en un párking te ibas a encontrar un restaurante...
Cenamos, para variar, de puta madre...espárragos con beicon, pinchos de carne (pollo, hígado...), patatas gratinadas con queso y tomate, makis....qué locura, además el sitio tenía una pantalla táctil muy sencilla e intuitiva (a pesar de estar totalmente en japo) en la que marcabas lo que querías y al momento el tío aparecía con el plato o la copa...la perdición, vamos.
Aquí nos metimos birras y sake a tutiplén con lo que la factura subió a los 5000, sayonara.
Todavía nos quedaba una cosa por hacer antes de despedirnos de las noches de Tokyo, los malditos karaokes.
Así que vimos uno y nos metimos. Pagas por fracciones de 30 minutos y una vez en la sala puedes pedir bebidas, comida y lo que te venga en gana...todo se abona al final.
Nos dieron una tablilla y subimos por el ascensor. En las salas contiguas grupos de japos lo vivían que te cagas pegando berridos amortiguados por puertas insonorizadas (pero no totalmente porque se escuchaba algún berrido)...la visión de friki, algunos cantando, otros tirados por los suelos, en los sofás con la mirada perdida....bueno bueno, pintaba bien.
Ya en “nuestra” sala comenzó el show...y ahora esto cómo cojones va?.
En las salas tienes la pantalla (lógicamente), un equipo hi-fi y una especie de touchpad con un huevo y medio de menús...indagando llegamos a una parte en la que te dejaba buscar por letras los grupos pero no había manera de cargar la puñetera canción...
Vimos que sobre la mesa estaban las “páginas amarillas” de los canciones, pero claro, ordenado con caracteres kanji japos...y el libro era gordo que te cagas.
Eli se quedó con unos códigos que aparecían al lado del grupo y los puso en el equipo hi-fi (táctil), le dio al primero botón que había a la derecha y saltó una canción.
Ese código también aparecía en el touchpad así que ya lo teníamos....joder, es que encima de que el karaoke es japo tampoco hemos ido nunca a ninguno en Barcelona! Aprender por partida doble!
Comenzó la batería de canciones, alaridos, acoples. Tiramos unas fotos y nos despedimos cantando el Smell like teen Spirits de Nirvana....me faltó destrozar el local, pero no lo vi correcto.
Con la sensación de haber cumplido otro absurdo-objetivo nos fuimos al hotel. Mañana por la mañana tenemos pensado acercarnos a la lonja de pescado de Tokyo, bastante temprano. Luego iremos al hotel, recogeremos las cosas y a las 10 tenemos que estar en Narita para hacer el checking y volver a casa.
Mañana nos despediremos de Japón.
Un saludo!.
Puntual como siempre nos subimos al tren y nos despedimos de Takayama, un lugar que nos ha encantado.
Dos horas más tardes llegamos a Nagoya, aquí teníamos unos 40 minutos para coger el tren que nos llevaría a Odawara en donde tendríamos que pillar un tren local que no gestiona la Japan Rail pero que tan sólo nos llevaría 15 minutos y unos pocos yens.
Mientras caminamos por la estación no pudimos resistir el encanto de las pastas que ofrecen los puestos y compramos algunas de entre 200-300y la unidad...pero es que es imposible resistirse con la pinta que tienen...y si solo fueran las pastas....
A salvo en el tren llegamos al destino en 1 hora, este era Shinkansen y la cosa se nota.
En Odawara una chica muy amablemente se nos acercó y nos indicó cómo pillar los billetes y nos indicó la parada de Hakone en donde empieza el meollo.
Pillamos los tickets por 600y y nos fuimos en tren local. 15 minutos después llegamos a Hakone en donde dejamos las mochilas (no habíamos caído en dejarlas en Odawara) en un puesto en el que por 200-500y (dependiente del tamaño) te las guardan.
Ya liberados miramos un poco la zona, aquello es la guerra guiri. Encima domingo. Un gentío sale de los vagones como manadas y todos corretean de aquí para allá, en buses, coches...rollo Tokyo pero en plan dominguero.
Nos fuimos a información del turista y allí le preguntamos que por Dios nos dijera desde dónde podíamos ver el monte Fuji a lo que con mirada anodina nos dijo que hoy no veríamos el monte. Nos quedamos un poco parados, pero la tía tenía toda la pinta de saber de lo que hablaba...y encima hablaba con mucha calma no como a los nipones que les preguntas algo, se ponen nerviosos y se ríen.
Le hice una pregunta estúpida tal como si era por el tiempo por lo que no veríamos el Fuji y asintió como diciendo...”no, por una invasión alienígena”.
Como me vio un poco jodido nos indicó una zona al sur, en el lago Ashino-ko, desde donde normalmente se aprecia el monte y las vistas son muy bonitas, a pesar de que me volvió a dejar claro que hoy no sería visible...joder con la bruja!
Total que nos fuimos a la parada de bus (a mano izquierda después de los tickets y bajando unas escales a la izquierda de nuevo) y pillamos el 5 en la parada 2 que nos llevó hasta el lago en cuestión en unos 40 minutos por 1600y los dos.
La zona es muy bonita, la verdad, el lago es enorme y está todo rodeado de montañas y de embarcaderos desde el que todo tipo de barcos ofrecen servicios al turista...hay barcas normales, barcos en forma de patos y réplicas de barcos piratas que cruzan el río de lado a lado ofreciendo vistas de todo el lugar y, cuando está visible, el monte Fuji.
El muy cabrito debería estar ahí, pero en su lugar tan sólo habían nubes espesas...cawuen...
Eli comentó de subirnos en una de las réplicas de carabela pirata para hacer el crucero y así ver si desde el otro lado obteníamos premio. El viaje consta de 3 rutas, primero cruza el lago, luego vuelve hacia una zona al este de donde parte para volver al punto de inicio, sale por unos 1800 por persona en clase normal y en “primera” por unos 2300y, por la diferencia y siendo ya de por si una pasta, pillamos la de primera, que básicamente se diferencia en que estás en una zona más cómoda y en la cubierta superior tienes bastante más espacio (la clase general estaba a petar) y sin agobios.
La travesía ofrece unas vistas muy chulas de toda la zona, además, de vez en cuando por megafonía te explican las curiosidades del lugar. Pero del monte nada de nada...sólo me faltó hacer de Saruman para invocar a los elementos, pero nada, donde se supone que debería aparecer, tan sólo nubes...y mira que el día estaba despejado, pero no sólo eso es suficiente, el día debe de estar muy, pero muy claro.
Bueno, por lo menos lo intentamos, así que de vuelta del crucero nos volvimos en bus desde una parada justo en frente de la zona de los cruceros y en poco más de 30 minutos llegamos a Hakone.
La zona pinta bien, pero es tal y como lo pintan, un lugar mega-turístico y lleno de domingueros a más no poder...claro que unos domingueros bastante educados.
Recogimos las mochilas en Odawara y llegamos casi justo para coger el tren hacia Tokyo, final de trayecto.
Ya en Tokyo volvimos a sentir el trajín de su gente en nuestras carnes, el calor sofocante de la ciudad con esas pequeñas brisas de aire caliente que transportan el olor de cien cosas...las pantallas gigantes, los neones...la verdad es que Tokyo es impresionante, una locura muy impresionante.
Pillamos la línea de la JR para llegar hasta Ueno y así terminar de aprovechar el JR al que le quedan las horas contadas (y que hemos amortizado de sobras, merece mucho la pena, es básico para venir aquí diríamos). Una vez en Ueno seguimos las instrucciones de una tarjetita que pillamos en el hotel de Takayama y llegamos a los pocos minutos al hotel. Descargamos, nos acicalamos y nos fuimos para cenar algo y darnos una vuelta por las noches de Tokyo.
Había bastante hambre después de lo poco que habíamos comido en el tren desde esa mañana, así que miramos un poco por la zona y nos metimos en uno que tenía precios interesantes y que está metido por las calles de Ueno.
Aquí pasa una cosa, los precios por zonas suelen ser bastante parecidos...las cartas incluso en muchas ocasiones son iguales (los dibujos) entre unos sitios y otros...por lo que a no ser que busques algo muy específico o te apetezca cenar algo en concreto, la cosa es bien fácil, callejea, mira si hay mucha o poca gente en el lugar y si te llama la atención pues entra....y sino tira de guía o lo que quieras...el caso es que hay tropocientos lugares a cual con mejor pinta y que, por fortuna, no nos hemos encontrado ninguno en todo el viaje en el que hayamos salido defraudados con la comida.
Otro cantar son los sitios recomendados por conocidos, como en Kyoto...lugares a los que, o te llevan...o das con ellos de chiripa...porque quién se iba a imaginar que entrando en un párking te ibas a encontrar un restaurante...
Cenamos, para variar, de puta madre...espárragos con beicon, pinchos de carne (pollo, hígado...), patatas gratinadas con queso y tomate, makis....qué locura, además el sitio tenía una pantalla táctil muy sencilla e intuitiva (a pesar de estar totalmente en japo) en la que marcabas lo que querías y al momento el tío aparecía con el plato o la copa...la perdición, vamos.
Aquí nos metimos birras y sake a tutiplén con lo que la factura subió a los 5000, sayonara.
Todavía nos quedaba una cosa por hacer antes de despedirnos de las noches de Tokyo, los malditos karaokes.
Así que vimos uno y nos metimos. Pagas por fracciones de 30 minutos y una vez en la sala puedes pedir bebidas, comida y lo que te venga en gana...todo se abona al final.
Nos dieron una tablilla y subimos por el ascensor. En las salas contiguas grupos de japos lo vivían que te cagas pegando berridos amortiguados por puertas insonorizadas (pero no totalmente porque se escuchaba algún berrido)...la visión de friki, algunos cantando, otros tirados por los suelos, en los sofás con la mirada perdida....bueno bueno, pintaba bien.
Ya en “nuestra” sala comenzó el show...y ahora esto cómo cojones va?.
En las salas tienes la pantalla (lógicamente), un equipo hi-fi y una especie de touchpad con un huevo y medio de menús...indagando llegamos a una parte en la que te dejaba buscar por letras los grupos pero no había manera de cargar la puñetera canción...
Vimos que sobre la mesa estaban las “páginas amarillas” de los canciones, pero claro, ordenado con caracteres kanji japos...y el libro era gordo que te cagas.
Eli se quedó con unos códigos que aparecían al lado del grupo y los puso en el equipo hi-fi (táctil), le dio al primero botón que había a la derecha y saltó una canción.
Ese código también aparecía en el touchpad así que ya lo teníamos....joder, es que encima de que el karaoke es japo tampoco hemos ido nunca a ninguno en Barcelona! Aprender por partida doble!
Comenzó la batería de canciones, alaridos, acoples. Tiramos unas fotos y nos despedimos cantando el Smell like teen Spirits de Nirvana....me faltó destrozar el local, pero no lo vi correcto.
Con la sensación de haber cumplido otro absurdo-objetivo nos fuimos al hotel. Mañana por la mañana tenemos pensado acercarnos a la lonja de pescado de Tokyo, bastante temprano. Luego iremos al hotel, recogeremos las cosas y a las 10 tenemos que estar en Narita para hacer el checking y volver a casa.
Mañana nos despediremos de Japón.
Un saludo!.
22 de agosto de 2010
Shirakawa-Go
Shirakawa-Go
Nos levantamos y tras despedirnos del señor Miyagi (que muy amablemente nos regaló unos palillos chinos) nos fuimos con el equipaje hacia el Super Hotel el cual nos comentó que podíamos dejar el equipaje en cualquier momento del día y nos lo guardaban.
Con la "fresca" matutina llegamos al hotel y dejamos el equipaje. Luego nos fuimos a la estación y almorzamos un poco. Caímos en la cuenta de que no habíamos ni mirado horario (para qué...) de buses ni nada, así que nos acercamos a la oficina de información y nos dijo que si no cogíamos el bus que salía en 3 minutos teníamos que esperar hasta las 9 y media (una hora y pico de espera).
Menuda flor en el culo, el bus estaba justo al lado y sacamos los tickets justo a tiempo para subirnos...4200 ida y vuelta por persona.
Nos tocaron asientos separados, pero un nipón se ofreció muy amablemente a cambiarnos su sitio para ir juntos, cómo vamos a echar de menos estos gestos.
Llegamos a Shirakawa una hora después y ya desde lejos el sitio parece alucinante.
El bus nos dejó en una zona de párking y caminando un poco llegas hasta un puente de piedra que atraviesa el río Shokawa (las vistas espectaculares ya que la altura es considerable) y que conecta con la aldea.
Las casas (o granjas) son de madera y con el techo de paja en forma de “A”, bastante grandes y con ventanales en su parte frontal que suelen dar a grandes prados de trigo...la visión es idílica en muchos puntos de la aldea...el efecto de caminar por sus calles y meterse en los campos con esa postal de fondo....increíble, otro sitio que deja sin palabras a pesar de la multitud guiri que se concentra....
Correteando por ahí vimos que había un mirador al oeste, así que subimos por una carretera rodeados por bosque mientras de vez en cuando nos mojábamos la cara y las manos con el agua helada que sale de las montañas.
El mirador ofrece unas vistas tremendas de toda la zona, el sitio es que es de ensueño, y por algunas fotos que hemos visto, en invierno es todavía más acojonante. Totalmente cubierto de nieve, yo creo que en este pueblo se han basado para sus spots navideños un huevo de marcas...para empezar el juego de Fable 2 creo que le debe mucho a esta zona.
Hicimos un alto y nos tomamos un par de birras antes de volver al pueblo y callejear un poco más, metiéndonos en los prados de trigo y haciendo un poco el canelo con las típicas fotos de medio cuerpo cubierto por el trigo...como en las pelis de samuráis!
Evidentemente no nos metimos a machacar el trabajo del granjero, hay unos pasillitos de piedra por el que te puedes colar y el efecto es el mismo que si estuvieras en mitad del meollo.
Decidimos regresar a la zona del bus ya que sobre las 13h el bus regresaba a Takayama. Vimos el río y como pintaba apetecible bajamos por las piedras enormes y llegamos hasta el cauce, allí nos sentamos un rato y metimos los pies en el agua (no tan fría como en Nikko). Nos relajamos un buen rato hasta que decidimos marchar. Tomamos el bus y en cosa de una hora llegamos a Takayama.
Shirakawa es increíble. A pesar de ser un punto turístico muy explotado (es Patrimonio de la Humanidad) uno no puede más que rendirse ante las vistas que ofrece, si bien es un lugar para estar unas pocas horas...seguro que tiene lugares escondidos para perderse por sus montañas y laderas y disfrutar de la naturaleza que la rodea.
Ya en Takayama, sobre las 14h evidentemente todo está cerrado. O casi.
Nos metimos en un pequeño bar en el que vimos que dos parejas estaban sorbiendo fideos y como fuera hacía unos 30 y pico grados a la sombra decidimos meternos un “cocido japonés” que estaba, para ser sinceros, de muerte, y que entró de maravilla con cerveza.
Rollizos y con buen color nos fuimos caminando para terminar de ver toda la zona de Takayama que nos quedó del día anterior (es decir dos o tres calles más sobre la zona de los puentes).
Sobre las 16h nos fuimos a hacer el checking del hotel (vayan a pensar que pasamos de la habitación y de las maletas).
La habitación es más pequeña que la de Nara pero con el mismo equipamiento, más que correcto.
Descansamos un rato y reservamos hotel para la última noche en Tokyo (adivina, Super Hotel en UENO, desde donde tenemos buena conexión para ir a Narita), más tarde nos fuimos a pasear otro ratillo. Encontramos una tienda de discos en el que el clon número dos de Miyagi (ya me extrañaba a mi no ver a más nipones parecidos al gran Miyagi-San, estaban en esta prefectura!) exponía en cajas de cartón muchísimos vinilos, cd's y casettes de todo tipo de grupos...lástima que ocupen tanto, porque tenía precios y algunas ediciones interesantes....
Fuimos a la estación para sacar los billetes del día siguiente, en el que se nos va la pinza e intentaremos llegar a Hakone para tomarnos un café, ver el monte Fuji e irnos a Tokyo.
Si todo va bien dispondremos de unas 3 o 4 horas en el sitio para intentar ver el monte Fuji (es que irnos de Japón sin verlo nos parece un crimen) antes de partir hacia Tokyo (que está relativamente cerca) y poner punto y final a la trilogía asiática.
Un saludo!.
Nos levantamos y tras despedirnos del señor Miyagi (que muy amablemente nos regaló unos palillos chinos) nos fuimos con el equipaje hacia el Super Hotel el cual nos comentó que podíamos dejar el equipaje en cualquier momento del día y nos lo guardaban.
Con la "fresca" matutina llegamos al hotel y dejamos el equipaje. Luego nos fuimos a la estación y almorzamos un poco. Caímos en la cuenta de que no habíamos ni mirado horario (para qué...) de buses ni nada, así que nos acercamos a la oficina de información y nos dijo que si no cogíamos el bus que salía en 3 minutos teníamos que esperar hasta las 9 y media (una hora y pico de espera).
Menuda flor en el culo, el bus estaba justo al lado y sacamos los tickets justo a tiempo para subirnos...4200 ida y vuelta por persona.
Nos tocaron asientos separados, pero un nipón se ofreció muy amablemente a cambiarnos su sitio para ir juntos, cómo vamos a echar de menos estos gestos.
Llegamos a Shirakawa una hora después y ya desde lejos el sitio parece alucinante.
El bus nos dejó en una zona de párking y caminando un poco llegas hasta un puente de piedra que atraviesa el río Shokawa (las vistas espectaculares ya que la altura es considerable) y que conecta con la aldea.
Las casas (o granjas) son de madera y con el techo de paja en forma de “A”, bastante grandes y con ventanales en su parte frontal que suelen dar a grandes prados de trigo...la visión es idílica en muchos puntos de la aldea...el efecto de caminar por sus calles y meterse en los campos con esa postal de fondo....increíble, otro sitio que deja sin palabras a pesar de la multitud guiri que se concentra....
Correteando por ahí vimos que había un mirador al oeste, así que subimos por una carretera rodeados por bosque mientras de vez en cuando nos mojábamos la cara y las manos con el agua helada que sale de las montañas.
El mirador ofrece unas vistas tremendas de toda la zona, el sitio es que es de ensueño, y por algunas fotos que hemos visto, en invierno es todavía más acojonante. Totalmente cubierto de nieve, yo creo que en este pueblo se han basado para sus spots navideños un huevo de marcas...para empezar el juego de Fable 2 creo que le debe mucho a esta zona.
Hicimos un alto y nos tomamos un par de birras antes de volver al pueblo y callejear un poco más, metiéndonos en los prados de trigo y haciendo un poco el canelo con las típicas fotos de medio cuerpo cubierto por el trigo...como en las pelis de samuráis!
Evidentemente no nos metimos a machacar el trabajo del granjero, hay unos pasillitos de piedra por el que te puedes colar y el efecto es el mismo que si estuvieras en mitad del meollo.
Decidimos regresar a la zona del bus ya que sobre las 13h el bus regresaba a Takayama. Vimos el río y como pintaba apetecible bajamos por las piedras enormes y llegamos hasta el cauce, allí nos sentamos un rato y metimos los pies en el agua (no tan fría como en Nikko). Nos relajamos un buen rato hasta que decidimos marchar. Tomamos el bus y en cosa de una hora llegamos a Takayama.
Shirakawa es increíble. A pesar de ser un punto turístico muy explotado (es Patrimonio de la Humanidad) uno no puede más que rendirse ante las vistas que ofrece, si bien es un lugar para estar unas pocas horas...seguro que tiene lugares escondidos para perderse por sus montañas y laderas y disfrutar de la naturaleza que la rodea.
Ya en Takayama, sobre las 14h evidentemente todo está cerrado. O casi.
Nos metimos en un pequeño bar en el que vimos que dos parejas estaban sorbiendo fideos y como fuera hacía unos 30 y pico grados a la sombra decidimos meternos un “cocido japonés” que estaba, para ser sinceros, de muerte, y que entró de maravilla con cerveza.
Rollizos y con buen color nos fuimos caminando para terminar de ver toda la zona de Takayama que nos quedó del día anterior (es decir dos o tres calles más sobre la zona de los puentes).
Sobre las 16h nos fuimos a hacer el checking del hotel (vayan a pensar que pasamos de la habitación y de las maletas).
La habitación es más pequeña que la de Nara pero con el mismo equipamiento, más que correcto.
Descansamos un rato y reservamos hotel para la última noche en Tokyo (adivina, Super Hotel en UENO, desde donde tenemos buena conexión para ir a Narita), más tarde nos fuimos a pasear otro ratillo. Encontramos una tienda de discos en el que el clon número dos de Miyagi (ya me extrañaba a mi no ver a más nipones parecidos al gran Miyagi-San, estaban en esta prefectura!) exponía en cajas de cartón muchísimos vinilos, cd's y casettes de todo tipo de grupos...lástima que ocupen tanto, porque tenía precios y algunas ediciones interesantes....
Fuimos a la estación para sacar los billetes del día siguiente, en el que se nos va la pinza e intentaremos llegar a Hakone para tomarnos un café, ver el monte Fuji e irnos a Tokyo.
Si todo va bien dispondremos de unas 3 o 4 horas en el sitio para intentar ver el monte Fuji (es que irnos de Japón sin verlo nos parece un crimen) antes de partir hacia Tokyo (que está relativamente cerca) y poner punto y final a la trilogía asiática.
Un saludo!.
Takayama
Takayama
Nos pasamos la mañana viajando en tren. Primero nos fuimos de Nara hasta Kyoto. Luego hacia Nagoya, después de Nagoya a Takayama. Total que llegamos a eso de las 14h...aprovechamos para comer en los trenes con cajitas preparadas de variedades, salen a muy buen precio y te quedas a petar...
El tramo de Nagoya a Takayama fue impresionante. Comenzamos a dejar atrás la “ciudad” y las montañas comenzaron a ganar terreno...las montañas y los ríos. El panorama precioso...daban ganas de bajarse en cualquiera de las estaciones porque las zonas eran de órdago.
Bajamos de Takayama y advertimos que pese a hacer calor, nos dio la sensación de haber dejado atrás un poco el sofocón de la zona de Kyoto y Nara.
Dejamos las mochilas en la estación y nos fuimos a ciegas hacia el ryokan Sumiyoshi ya que no me habían contestado al mail de la reserva. En cualquier caso no estaba muy lejos y aprovechamos para ver la zona. El pueblo de Takayama una vez dejado el “tráfico” de la estación se convierte en calles muy agradables para pasear, con aceras como si fueran porches de entradas a las casas, tiendecitas muy cucas...una de ellas sobre todo, que luego comentaré.
Preguntamos a una señora mayor (craso error) por el ryokan ya que según indicaciones lo teníamos que tener delante de nuestras narices, pero no lo veíamos. La mujer nos dijo en un japonés espléndido un montón de cosas...la biblia en verso, pero ni papa, yo no sabía como decirle que daba igual...que imposible...en fin, le preguntamos a un mecánico y nos señaló un cartel sobre nuestras cabezas que ponía ryokan Sumiyoshi.
En este país pasa una cosa, uno suele ignorar letreros pequeños porque da por descontado que van a estar en japo...y a veces da la casualidad que está en caracteres occidentales y pasa lo que pasa...
Llegamos y entramos en la casa, la entrada parecía un museo, muy bonita y acogedora. Miyagi-San (era clavao) nos dijo que sólo tenía habitación para esa noche...bueno...nos enseñó la choza y la verdad es que era acojonante de bonita.
La casa más que un ryokan es un museo, la decoración en algunas estancias es como si estuvieras en el siglo pasado, de echo, tenía un VHS y un Betamax!!! Sólo le faltaba un 3DO!
Nos enseñó los múltiples baños que tenía el castillo..digo la casa y la guinda vino con un onsen que de película.
La habitación era tipo tatami, muy espaciosa, muy bien decorada y con una pequeña salita con vistas al río...nos quedamos por 14000y la noche.
Nada más salir nos metimos en una cafetería a tomarnos un cocoa y un blue montain (ho!)....Takayama tiene un nivel interesante de cafeterías, hemos visto bastantes y con muy buena pinta y ambientación....todas muy bien organizadas, con buena música...algo caras dependiendo lo que pidas pero muy bien en general.
Nos fuimos a dar una vuelta y ya de paso a mirar por si encontrábamos hotel para el día siguiente, preguntamos en algunos y en todos parecía que estaba a petar...entonces encontramos una tienda en la que me pareció ver una réplica enorme del robot Robby....nos metimos en la tienda y vi un montonazo de réplicas y muñequitos de pelis, juegos, cómics....entré en shock y el dependiente nos dijo que el sitio cobraba 500y la entrada...Eli le metió los dineros en la boca y me empujo para adentro y comenzó la bacanal de oooohs y frenesí de fotos.
El sitio es pequeño, pero las réplicas originales a tamaño natural como la del T-800, el Predator, Alien y un puto Cylon de la serie original de Galáctica un poco más y acaban conmigo. Tremendo...hasta tenía una nave original de la serie de V dedicada al dueño de la tienda, un tal Shin (que no era el dependiente) y que me lo imaginé como el malo del Inspector Gadget en su silla viendo como se me caía la baba en sus dominios.
El tío nos iba explicando las características de los bichos (qué me vas a contar pardel!), las unidades que quedaban en el mundo de cada pieza...y por supuesto, que no tenían precio...el predator era acojonante, pero acojonante de verdad.
Figuritas mil, de Blade Runner, réplicas de armas, cabezas de Terminator a tamaño original....agh!!!! Hasta máscaras del planeta de los simios!
Como el tipo vio que el tema nos gustaba “un poco” hasta nos sacó pastitas y algo para el sofoco (un té frío). Luego vimos unas figuritas muy monas (y que era lo único alcanzable para nuestros bolsillos) que al parecer es la nueva fiebre nipona, pagándose hasta 40.000y por alguna rareza que te puede “caer”, ya que eliges una caja entre un montón y es sorpresa el muñeco que te sale. Lo pillamos por 800y y Eli se encariñó al instante del “bicho” que le salió....y la reina Alien mirándome desde la antesala....agh!
Poco después de dejar la tienda nos encontramos con un Super Hotel, como el que habíamos estado en Nara. El sitio estuvo muy bien, así que preguntamos por habitaciones y tenían, por 6000 y pico habitación doble, con internet, etc.
Ya con habitación para el día siguiente, callejeamos un poco más por la zona norte y vimos un Torii enorme de color beige que daba a la zona de los templos...pasando de más templos, por lo que habíamos leído no tenían nada especial ni destacable. Nos fuimos para una zona que nos recordó un poco el Gion pero con bastante más tráfico de gente y con un fondo muy bonito en forma de montañas.
Estuvimos mirando tiendas y haciendo un poco el guiri hasta que nos entró el hambre y cuando nos dimos cuenta nos habían dado las tantas, todo cerrado...dos semanas aquí y todavía caemos...joder.
Al final dimos con un sitio cerca de la estación en la que te hacías tú el papeo en un hornillo (sudores fríos con el recuerdo de Suzhou en China). La base era pollo y verduras y le podías añadir ingredientes (sobre los 200y por ingrediente) al gusto. Te lo traían sobre un papel vegetal con todo el mejunje y ale, al fuego, remeneando con los palillos de vez en cuando y controlando el fuego. Muy bueno. La barbacoa sale por menos de 1000y.
Caímos en que teníamos un equipaje que recoger en la estación, así que nos fuimos a por las mochilas y como no teníamos muchas ganas de cruzar el pueblo de nuevo fuimos de señoritos en taxi por unos 700y, el lugar es pequeño, por lo que no merecía la pena cargar con el tema ya que sale barato.
Ya en el ryokan nos fuimos directos al onsen y nos lo apropiamos para nosotros dos un buen rato. Venga cubazos de agua y para la “piscina”, madre de Dios, no se acostumbra uno a esto...pero por qué no se hace esto en España?
Salimos como en una nube, este es el mejor que hemos probado con diferencia, qué lejos queda el de la casa de los horrores en Miya...el 9 hours muy bien, pero más frío que este, tan típico y tradicional.
Mañana por la mañana iremos a Shirakawa-Go, una aldea a una hora de Takayama que nos han hablado muy bien de ella. Haremos excursión de medio día largo.
Un saludo!.
Nos pasamos la mañana viajando en tren. Primero nos fuimos de Nara hasta Kyoto. Luego hacia Nagoya, después de Nagoya a Takayama. Total que llegamos a eso de las 14h...aprovechamos para comer en los trenes con cajitas preparadas de variedades, salen a muy buen precio y te quedas a petar...
El tramo de Nagoya a Takayama fue impresionante. Comenzamos a dejar atrás la “ciudad” y las montañas comenzaron a ganar terreno...las montañas y los ríos. El panorama precioso...daban ganas de bajarse en cualquiera de las estaciones porque las zonas eran de órdago.
Bajamos de Takayama y advertimos que pese a hacer calor, nos dio la sensación de haber dejado atrás un poco el sofocón de la zona de Kyoto y Nara.
Dejamos las mochilas en la estación y nos fuimos a ciegas hacia el ryokan Sumiyoshi ya que no me habían contestado al mail de la reserva. En cualquier caso no estaba muy lejos y aprovechamos para ver la zona. El pueblo de Takayama una vez dejado el “tráfico” de la estación se convierte en calles muy agradables para pasear, con aceras como si fueran porches de entradas a las casas, tiendecitas muy cucas...una de ellas sobre todo, que luego comentaré.
Preguntamos a una señora mayor (craso error) por el ryokan ya que según indicaciones lo teníamos que tener delante de nuestras narices, pero no lo veíamos. La mujer nos dijo en un japonés espléndido un montón de cosas...la biblia en verso, pero ni papa, yo no sabía como decirle que daba igual...que imposible...en fin, le preguntamos a un mecánico y nos señaló un cartel sobre nuestras cabezas que ponía ryokan Sumiyoshi.
En este país pasa una cosa, uno suele ignorar letreros pequeños porque da por descontado que van a estar en japo...y a veces da la casualidad que está en caracteres occidentales y pasa lo que pasa...
Llegamos y entramos en la casa, la entrada parecía un museo, muy bonita y acogedora. Miyagi-San (era clavao) nos dijo que sólo tenía habitación para esa noche...bueno...nos enseñó la choza y la verdad es que era acojonante de bonita.
La casa más que un ryokan es un museo, la decoración en algunas estancias es como si estuvieras en el siglo pasado, de echo, tenía un VHS y un Betamax!!! Sólo le faltaba un 3DO!
Nos enseñó los múltiples baños que tenía el castillo..digo la casa y la guinda vino con un onsen que de película.
La habitación era tipo tatami, muy espaciosa, muy bien decorada y con una pequeña salita con vistas al río...nos quedamos por 14000y la noche.
Nada más salir nos metimos en una cafetería a tomarnos un cocoa y un blue montain (ho!)....Takayama tiene un nivel interesante de cafeterías, hemos visto bastantes y con muy buena pinta y ambientación....todas muy bien organizadas, con buena música...algo caras dependiendo lo que pidas pero muy bien en general.
Nos fuimos a dar una vuelta y ya de paso a mirar por si encontrábamos hotel para el día siguiente, preguntamos en algunos y en todos parecía que estaba a petar...entonces encontramos una tienda en la que me pareció ver una réplica enorme del robot Robby....nos metimos en la tienda y vi un montonazo de réplicas y muñequitos de pelis, juegos, cómics....entré en shock y el dependiente nos dijo que el sitio cobraba 500y la entrada...Eli le metió los dineros en la boca y me empujo para adentro y comenzó la bacanal de oooohs y frenesí de fotos.
Oooooh!!!
El sitio es pequeño, pero las réplicas originales a tamaño natural como la del T-800, el Predator, Alien y un puto Cylon de la serie original de Galáctica un poco más y acaban conmigo. Tremendo...hasta tenía una nave original de la serie de V dedicada al dueño de la tienda, un tal Shin (que no era el dependiente) y que me lo imaginé como el malo del Inspector Gadget en su silla viendo como se me caía la baba en sus dominios.
A el dependiente tampoco le triunfó demasiado el final de la "nueva" Galática. XD.
El tío nos iba explicando las características de los bichos (qué me vas a contar pardel!), las unidades que quedaban en el mundo de cada pieza...y por supuesto, que no tenían precio...el predator era acojonante, pero acojonante de verdad.
0.=
Figuritas mil, de Blade Runner, réplicas de armas, cabezas de Terminator a tamaño original....agh!!!! Hasta máscaras del planeta de los simios!
O-o
Como el tipo vio que el tema nos gustaba “un poco” hasta nos sacó pastitas y algo para el sofoco (un té frío). Luego vimos unas figuritas muy monas (y que era lo único alcanzable para nuestros bolsillos) que al parecer es la nueva fiebre nipona, pagándose hasta 40.000y por alguna rareza que te puede “caer”, ya que eliges una caja entre un montón y es sorpresa el muñeco que te sale. Lo pillamos por 800y y Eli se encariñó al instante del “bicho” que le salió....y la reina Alien mirándome desde la antesala....agh!
Poco después de dejar la tienda nos encontramos con un Super Hotel, como el que habíamos estado en Nara. El sitio estuvo muy bien, así que preguntamos por habitaciones y tenían, por 6000 y pico habitación doble, con internet, etc.
Ya con habitación para el día siguiente, callejeamos un poco más por la zona norte y vimos un Torii enorme de color beige que daba a la zona de los templos...pasando de más templos, por lo que habíamos leído no tenían nada especial ni destacable. Nos fuimos para una zona que nos recordó un poco el Gion pero con bastante más tráfico de gente y con un fondo muy bonito en forma de montañas.
Estuvimos mirando tiendas y haciendo un poco el guiri hasta que nos entró el hambre y cuando nos dimos cuenta nos habían dado las tantas, todo cerrado...dos semanas aquí y todavía caemos...joder.
Al final dimos con un sitio cerca de la estación en la que te hacías tú el papeo en un hornillo (sudores fríos con el recuerdo de Suzhou en China). La base era pollo y verduras y le podías añadir ingredientes (sobre los 200y por ingrediente) al gusto. Te lo traían sobre un papel vegetal con todo el mejunje y ale, al fuego, remeneando con los palillos de vez en cuando y controlando el fuego. Muy bueno. La barbacoa sale por menos de 1000y.
Caímos en que teníamos un equipaje que recoger en la estación, así que nos fuimos a por las mochilas y como no teníamos muchas ganas de cruzar el pueblo de nuevo fuimos de señoritos en taxi por unos 700y, el lugar es pequeño, por lo que no merecía la pena cargar con el tema ya que sale barato.
Ya en el ryokan nos fuimos directos al onsen y nos lo apropiamos para nosotros dos un buen rato. Venga cubazos de agua y para la “piscina”, madre de Dios, no se acostumbra uno a esto...pero por qué no se hace esto en España?
Salimos como en una nube, este es el mejor que hemos probado con diferencia, qué lejos queda el de la casa de los horrores en Miya...el 9 hours muy bien, pero más frío que este, tan típico y tradicional.
Mañana por la mañana iremos a Shirakawa-Go, una aldea a una hora de Takayama que nos han hablado muy bien de ella. Haremos excursión de medio día largo.
Un saludo!.
21 de agosto de 2010
Nara
Nara
Bajamos a tomar el almuerzo tipo buffet incluido en el precio de la habitación y nos topamos con la maravillosa máquina que vimos en Nikko y que hacía de todo, incluida la variedad carajillo baileys sin alcohol...y encima barra libre, tiembla máquina.
Hicimos una lavadora en una de esas máquinas que hay y que por 250y puedes lavar y secar la ropa en secadora. Entre una cosa y otra tarda unos 30-40 minutos, por lo que aprovechamos el rato del desayuno y el “acicale” matutino.
Por cierto que en el baño de la habitación tenemos uno de esos lavabos con botonera del que tanto se habla en occidente. En los sitios en los que hemos estado todavía no habíamos tenido uno “completo”.
Este viene con chorrito al culete, calentador de tapa, presión del agua al caer y un modo en el que digamos que va tirando agua el solito confirme uno está haciendo sus necesidades. La primera vez asusta porque no te lo esperas y piensas que ya has tocado algo, tranquilo, que la cosa es automática y por supuesto, desactivable.
El chorrito es otro cantar, uno no está acostumbrado a estas cosas, pero hay que decir que es un lujete para el culete...el chorro es regulable y en el nivel “hard” debe de ser perforador, porque el medio ya te da un sustito que pa qué. (es que el chorro no es inmediato al pulsar el botón, hace un ruido y al momento FLASH! Sorpresa)
El “rayo de la muerte” como yo le llamo está en dos versiones, para damas y caballeros, el primero es más chorro tipo fuente, el segundo es tipo láser...en los dibujos aparece una señora sentada y en el de caballeros aparece, supongo, un culo.
En fin, el calienta tapas no está mal, supongo que para invierno debe ir bien.
Había que contarlo.
Con la ropa ya limpia y preparada para los días finales del viaje nos fuimos calle principal hacia arriba y giramos justo al poco de llegar a la zona del parque, para seguir la ruta indicada en la Lonely Planet, que por lo que hemos leído te lleva a los sitios principales.
Por fortuna el día estaba algo nublado, no para llover, pero las nubes tapaban el sol y la verdad es que se agradecía, porque el día anterior había sido un infierno al medio día.
Llegamos a la estación de Kintetsu Nara y seguimos recto hasta entrar en la zona del parque, allí ya ves ciervos acosando a todo ser viviente, tienen un apetito insaciable y a pesar de ser primos hermanos de bambi, yo personalmente veo algo que me da mal rollo en esos ojos negros...y esa cornamenta...no sé por qué pero estos bichos no me acaban de gustar.
El caso es que paramos para definir la ruta un poco y uno de ellos se intentó comer mi pañuelo y...un bolsillo del pantalón!
Vamos a llevarnos bien.
Lo peor de todo es que venden unas galletas para ellos y literalmente se abalanzan sobre la gente, lo más gracioso es que la gente lo hace para la foto o por alimentar a los animalitos...pero les ves la cara al ser acosados por el animal y es de puro pánico...es que lo pasan realmente mal!
Alguno se hace el valiente tipo Cocodrilo Dundee y zas! Morrazo en la entrepierna, por listo.
Yo soy más bien pacifista, pero si se me vuelve a acercar me quito la camiseta y me enzarzo en lucha libre.
Caminamos un rato siguiendo la ruta y llegamos a uno de los jardines más bellos de Nara, el Isui-en. La verdad es que sí es bonito. Incluso tenía vegetación de diferentes tonalidades (marrón, amarillento...) que te ayudan a hacerte una idea de lo brutal que deben resultar los paisajes en primavera u otoño...una lástima lo aburrido que resulta, como ya hemos dicho, la vegetación en verano...
De todas formas, el estanque central, una colina preciosa en el centro, una noria de agua, los jardines conectados por senderos de piedras bajo los árboles y alguna cascadita consiguen que la estancia te deje KO en algunos momentos. Muy chulo.
También pudimos ver algunas casas para la ceremonia del té, están abiertas y puedes ver el interior. Pagando 400 o 500y puedes tomarte un té helado en alguna de ellas mientras disfrutas de las vistas del jardín. De cine.
Salimos de los jardines y nos fuimos a ver el templo de Todai-ji, peculiar y visitable por varios motivos. Uno por ser enorme. Otra por ser la edificación de madera más grande del mundo. Otra por tener una de las mayores figuras en bronce de Buda del mundo, de 16 metros de alto y 400 y pico toneladas.
Con esos motivos entramos en el complejo en el que ya había bastante gente, pero al ser un sitio tan enorme la verdad es que no tienes sensación de agobio.
El templo impresiona, una mole de madera al final de un camino de piedra blanca y rodeado a ambos lados por césped verde tipo fútbol...daban ganas de pelotear un poco.
Si la estructura impresiona conforme avanzas cuando entras y ves la segunda cabeza más grande Buda que hemos visto en nuestras vidas ya ni te cuento. Un bicharraco de 16 metros de bronce que descansa sobre una rueda bañada en oro (130 kilos de oro lleva el asunto). A su lado otras figuras de madera y alguna maqueta de la construcción original, ya que esta fue reconstruida allá por el 1700 y tan sólo es 2/3 del tamaño original...cómo sería el templo original, madre de Dios.
El sitio nos gustó bastante, muy recomendable.
Salimos esquivando las tropocientas tiendas de souvenirs (menuda sangría de pasta se dejan en parafernalia) y nos fuimos sendero arriba siguiendo la ruta. Nos desviamos un poco y dimos con un restaurante algo antiguo y con la carta en japo. Los precios eran buenos así que nos metimos a comer algo de arroz con carne y unas birras.
Con las pilas cargadas seguimos caminando pero la mayoría de sitios ya no llamaba nuestra atención como el pedazo de templo visitado, a excepción de una zona de templos chillones en los que los senderos estaban formados por filas interminables de faroles de piedra llenos de musgo y que le daban al lugar un aire muy zen. Aprovechamos para escribir una tablilla de esas en las que piden deseos la gente y las cuelgan en clavos...algunas son tremendas...”quiero ser modelo”...
Otras son empalagosas a más no poder...las japos ni idea, claro...alguna que te acongoja realmente...y la nuestra...pues mejor poner una foto.
Seguimos caminando tranquilamente por los senderos. La ruta del Nara-Koen está muy bien, es una zona en la que puedes visitar una mezcla de templos y santuarios interesantes aunque conviene seleccionar bien qué ver ya que la cosa puede caer en la repetición aquí en Japón, con un templo por esquina. En todo caso el Todai, acojonante.
Volvimos a meternos en el centro y nos tomamos unos cafés helados. Por cierto que en todos los bares y restaurantes te ponen siempre un vaso de agua con hielo, que hemos bebido y nada de mal de tripa ni parecido, el agua, por lo menos en mi opinión, sabe como la embotellada. Eli opina que no...pero no le disguta tampoco.
Decidimos volver al hotel y de paso reservar los billetes para Takayama. Tendremos que hacer un par de trasbordos y llegaremos sobre las 14 horas...un poco tarde, pero levantarnos a las 7 de la mañana supondría llegar allí a las 12:30-13h por lo que no merece la pena madrugar más.
Nos hemos dado cuenta que ya estamos habituados al horario de los nipones, a las 12-13 horas nos entra el hambre y a las 18h también (claro que con los tutes que nos damos a cualquiera no le entra).
Ya veremos cuando regresemos.
Ya por la tarde nos fuimos callejeando buscando algún sitio para cenar, vimos un garito que tenía pinta de cutre cutre y que estaba regentado por una señora mayor.
Los precios pintaban bien así que nos metimos.
El sitio era cutre, con montones de mangas apilados en las estanterías, dos abueletes sorbiendo fideos al fondo y poco más.
Nos trajo la carta “in engrish” y vimos que si bien los precios de algunas cosas eran correctos, no tenía la misma variedad que los platos mostrados en la entrada, por lo que le indiqué a la señora que me siguiera para señalarle los platos desde fuera.
Nos pusimos como el puto kiko (y van). Una generosa bandeja de sushi, pinchos de carne, fideos con huevos de codorniz (que se metían en un cuenco para mojarlos ahí), pinchos rebozados de verduras...cervecitas...madre de Dios...se hecha en falta el jamón ya, pero que nos quiten lo bailao en estas dos semanas y pico.
La cena poco más de 3000y...si no fuera por las birras habríamos comido por menos de 10 euros por cabeza!
Como pudimos regresamos al hotel mientras bajaba el asunto y paseando por las calles de Nara. Es una ciudad muy bonita, sus calles centrales son semi-peatonales y, a pesar de estar en obras la zona de la estación y cercanías, el tener el parque pegado en la chepa y las colinas cercanas le dan un aire muy acogedor.
Ya en el hotel miramos los hoteles para Takayama y enviamos un mail al ryokan recomendado por Jordi por si tienen sitio, si nos falla tenemos otro hotel que pinta bien y algún otro ryokan por la zona...mañana veremos.
Un saludo!.
Bajamos a tomar el almuerzo tipo buffet incluido en el precio de la habitación y nos topamos con la maravillosa máquina que vimos en Nikko y que hacía de todo, incluida la variedad carajillo baileys sin alcohol...y encima barra libre, tiembla máquina.
Hicimos una lavadora en una de esas máquinas que hay y que por 250y puedes lavar y secar la ropa en secadora. Entre una cosa y otra tarda unos 30-40 minutos, por lo que aprovechamos el rato del desayuno y el “acicale” matutino.
Por cierto que en el baño de la habitación tenemos uno de esos lavabos con botonera del que tanto se habla en occidente. En los sitios en los que hemos estado todavía no habíamos tenido uno “completo”.
Este viene con chorrito al culete, calentador de tapa, presión del agua al caer y un modo en el que digamos que va tirando agua el solito confirme uno está haciendo sus necesidades. La primera vez asusta porque no te lo esperas y piensas que ya has tocado algo, tranquilo, que la cosa es automática y por supuesto, desactivable.
El chorrito es otro cantar, uno no está acostumbrado a estas cosas, pero hay que decir que es un lujete para el culete...el chorro es regulable y en el nivel “hard” debe de ser perforador, porque el medio ya te da un sustito que pa qué. (es que el chorro no es inmediato al pulsar el botón, hace un ruido y al momento FLASH! Sorpresa)
El “rayo de la muerte” como yo le llamo está en dos versiones, para damas y caballeros, el primero es más chorro tipo fuente, el segundo es tipo láser...en los dibujos aparece una señora sentada y en el de caballeros aparece, supongo, un culo.
En fin, el calienta tapas no está mal, supongo que para invierno debe ir bien.
Había que contarlo.
Con la ropa ya limpia y preparada para los días finales del viaje nos fuimos calle principal hacia arriba y giramos justo al poco de llegar a la zona del parque, para seguir la ruta indicada en la Lonely Planet, que por lo que hemos leído te lleva a los sitios principales.
Por fortuna el día estaba algo nublado, no para llover, pero las nubes tapaban el sol y la verdad es que se agradecía, porque el día anterior había sido un infierno al medio día.
Llegamos a la estación de Kintetsu Nara y seguimos recto hasta entrar en la zona del parque, allí ya ves ciervos acosando a todo ser viviente, tienen un apetito insaciable y a pesar de ser primos hermanos de bambi, yo personalmente veo algo que me da mal rollo en esos ojos negros...y esa cornamenta...no sé por qué pero estos bichos no me acaban de gustar.
El caso es que paramos para definir la ruta un poco y uno de ellos se intentó comer mi pañuelo y...un bolsillo del pantalón!
Vamos a llevarnos bien.
Lo peor de todo es que venden unas galletas para ellos y literalmente se abalanzan sobre la gente, lo más gracioso es que la gente lo hace para la foto o por alimentar a los animalitos...pero les ves la cara al ser acosados por el animal y es de puro pánico...es que lo pasan realmente mal!
Alguno se hace el valiente tipo Cocodrilo Dundee y zas! Morrazo en la entrepierna, por listo.
Yo soy más bien pacifista, pero si se me vuelve a acercar me quito la camiseta y me enzarzo en lucha libre.
Caminamos un rato siguiendo la ruta y llegamos a uno de los jardines más bellos de Nara, el Isui-en. La verdad es que sí es bonito. Incluso tenía vegetación de diferentes tonalidades (marrón, amarillento...) que te ayudan a hacerte una idea de lo brutal que deben resultar los paisajes en primavera u otoño...una lástima lo aburrido que resulta, como ya hemos dicho, la vegetación en verano...
De todas formas, el estanque central, una colina preciosa en el centro, una noria de agua, los jardines conectados por senderos de piedras bajo los árboles y alguna cascadita consiguen que la estancia te deje KO en algunos momentos. Muy chulo.
También pudimos ver algunas casas para la ceremonia del té, están abiertas y puedes ver el interior. Pagando 400 o 500y puedes tomarte un té helado en alguna de ellas mientras disfrutas de las vistas del jardín. De cine.
Salimos de los jardines y nos fuimos a ver el templo de Todai-ji, peculiar y visitable por varios motivos. Uno por ser enorme. Otra por ser la edificación de madera más grande del mundo. Otra por tener una de las mayores figuras en bronce de Buda del mundo, de 16 metros de alto y 400 y pico toneladas.
Con esos motivos entramos en el complejo en el que ya había bastante gente, pero al ser un sitio tan enorme la verdad es que no tienes sensación de agobio.
El templo impresiona, una mole de madera al final de un camino de piedra blanca y rodeado a ambos lados por césped verde tipo fútbol...daban ganas de pelotear un poco.
Si la estructura impresiona conforme avanzas cuando entras y ves la segunda cabeza más grande Buda que hemos visto en nuestras vidas ya ni te cuento. Un bicharraco de 16 metros de bronce que descansa sobre una rueda bañada en oro (130 kilos de oro lleva el asunto). A su lado otras figuras de madera y alguna maqueta de la construcción original, ya que esta fue reconstruida allá por el 1700 y tan sólo es 2/3 del tamaño original...cómo sería el templo original, madre de Dios.
El sitio nos gustó bastante, muy recomendable.
Salimos esquivando las tropocientas tiendas de souvenirs (menuda sangría de pasta se dejan en parafernalia) y nos fuimos sendero arriba siguiendo la ruta. Nos desviamos un poco y dimos con un restaurante algo antiguo y con la carta en japo. Los precios eran buenos así que nos metimos a comer algo de arroz con carne y unas birras.
Con las pilas cargadas seguimos caminando pero la mayoría de sitios ya no llamaba nuestra atención como el pedazo de templo visitado, a excepción de una zona de templos chillones en los que los senderos estaban formados por filas interminables de faroles de piedra llenos de musgo y que le daban al lugar un aire muy zen. Aprovechamos para escribir una tablilla de esas en las que piden deseos la gente y las cuelgan en clavos...algunas son tremendas...”quiero ser modelo”...
Otras son empalagosas a más no poder...las japos ni idea, claro...alguna que te acongoja realmente...y la nuestra...pues mejor poner una foto.
Ibamos a pedir la paz en el mundo...pero el frikismo nos ha podido.
Seguimos caminando tranquilamente por los senderos. La ruta del Nara-Koen está muy bien, es una zona en la que puedes visitar una mezcla de templos y santuarios interesantes aunque conviene seleccionar bien qué ver ya que la cosa puede caer en la repetición aquí en Japón, con un templo por esquina. En todo caso el Todai, acojonante.
Volvimos a meternos en el centro y nos tomamos unos cafés helados. Por cierto que en todos los bares y restaurantes te ponen siempre un vaso de agua con hielo, que hemos bebido y nada de mal de tripa ni parecido, el agua, por lo menos en mi opinión, sabe como la embotellada. Eli opina que no...pero no le disguta tampoco.
Decidimos volver al hotel y de paso reservar los billetes para Takayama. Tendremos que hacer un par de trasbordos y llegaremos sobre las 14 horas...un poco tarde, pero levantarnos a las 7 de la mañana supondría llegar allí a las 12:30-13h por lo que no merece la pena madrugar más.
Nos hemos dado cuenta que ya estamos habituados al horario de los nipones, a las 12-13 horas nos entra el hambre y a las 18h también (claro que con los tutes que nos damos a cualquiera no le entra).
Ya veremos cuando regresemos.
Ya por la tarde nos fuimos callejeando buscando algún sitio para cenar, vimos un garito que tenía pinta de cutre cutre y que estaba regentado por una señora mayor.
Los precios pintaban bien así que nos metimos.
El sitio era cutre, con montones de mangas apilados en las estanterías, dos abueletes sorbiendo fideos al fondo y poco más.
Nos trajo la carta “in engrish” y vimos que si bien los precios de algunas cosas eran correctos, no tenía la misma variedad que los platos mostrados en la entrada, por lo que le indiqué a la señora que me siguiera para señalarle los platos desde fuera.
Nos pusimos como el puto kiko (y van). Una generosa bandeja de sushi, pinchos de carne, fideos con huevos de codorniz (que se metían en un cuenco para mojarlos ahí), pinchos rebozados de verduras...cervecitas...madre de Dios...se hecha en falta el jamón ya, pero que nos quiten lo bailao en estas dos semanas y pico.
La cena poco más de 3000y...si no fuera por las birras habríamos comido por menos de 10 euros por cabeza!
Como pudimos regresamos al hotel mientras bajaba el asunto y paseando por las calles de Nara. Es una ciudad muy bonita, sus calles centrales son semi-peatonales y, a pesar de estar en obras la zona de la estación y cercanías, el tener el parque pegado en la chepa y las colinas cercanas le dan un aire muy acogedor.
Ya en el hotel miramos los hoteles para Takayama y enviamos un mail al ryokan recomendado por Jordi por si tienen sitio, si nos falla tenemos otro hotel que pinta bien y algún otro ryokan por la zona...mañana veremos.
Un saludo!.
20 de agosto de 2010
De Himeji al plató de Blade Runner
Himeji, Blade Runner y Nara
Una luz comenzó a hacerse más y más intensa hasta que al final la estancia quedó totalmente iluminada, me incorporé un poco y la verdad es que te sientes como cuando John Hurt se levanta en la Nostromo después de tener el Alien pegado en la geta.
Salí de la cápsula y vi que algunos seguían durmiendo, otros ya se habían ido. Subí al baño para acicalarme, quitarme el disfraz y luego bajé hasta la planta baja. Allí estaba Eli esperando. Nos miramos y al momento sabíamos que la experiencia había sido un flipe para los dos.
Les dimos las llaves a la recepcionista cogimos las mochilas y nos dirigimos hacia la estación para visitar Himeji, en donde se encuentra uno de los castillos más famosos de Japón, el Himeji-Joo “Garza Blanca” por su característico color blanco de sus muros.
Sabíamos que estaba en obras y que realmente no merecía mucho la pena, pero a pesar de todo era un sitio al que queríamos ir. Así que pillamos el tren en Kyoto (dejamos las mochilas en la estación) y al cabo de una hora más o menos estábamos allí.
Ya de lejos pudimos ver los andamios en la parte delantera, una pena, la cosa pintaba mal...
Desde la estación, tomamos la calle principal todo recto y aparecimos en la entrada del recinto, rodeado por un foso de agua y con una zona ajardinada bastante grande.
La entrada eran 400y, normalmente cuesta 600y pero lo han rebajado por la limitación de la visita, que consiste ni más ni menos en no poder acceder al castillo...buah.
Pasamos de la parte de los jardines ya que habíamos leído que no tenían nada especial. La putada era el no poder entrar dentro del castillo, ya que a pesar de estar en obras su fachada, el interior teníamos la esperanza de poder visitarlo.
Estuvimos dando unas vueltas por el exterior y pudimos ver los muros de defensa y las aberturas por donde se tiraba el aceite hirviendo, flechas, etc. contra los enemigos. Llegamos a una parte en la que estaba cortado el acceso y dimos media vuelta, allí nos encontramos con una pareja que habíamos conocido en Tokyo y que viajaban con su nene de 6 meses. Viajeros empedernidos y una gente muy maja. Estuvimos hablando durante toda le estancia (lo que pudimos ver) y luego nos despedimos en la salida.
Una lástima lo de Himeji, a pesar de todo pudimos sacar alguna foto en la que se aprecia el poderío de sus muros, la belleza de su forma y al menos tuvimos el privilegio de pasear por sus callejuelas.
Regresamos para Kyoto para irnos a Nara, nuestro próximo destino y en el que estaremos dos noches, la primera sería ese mismo día y una vez instalados nos iríamos a ver las vistas nocturas del Umeda en Osaka, ya que el compañero Héctor nos lo recomendó y como no nos fiamos de que nos impresionen lo suficiente las vistas de la torre de Tokyo decidimos visitarlo por si acaso.
Llegamos a Nara en tren local desde Kyoto. Habíamos visto por internet que la mayoría de hoteles tenían sitio para instalarnos, por lo que no reservamos nada ya que estaban cerca de la estación la mayoría.
En Nara hace una calor de espanto, pega una barbaridad y el sol quema, pero quema de verdad....como sigamos con la racha de sol lo llevamos chungo para hacer las rutas a pie del día siguiente.
Entramos en la oficina de turismo y vimos varios panfletos de hoteles, uno era el Super Hotel, que por 7000y ofrecía habitaciones dobles con baño privado, internet...tenía buena pinta y estaba justo en frente de la estación.
Eran cerca de las 15h, y casi todos los sitios estaban, para variar, cerrados a esa hora, así que tocó McDonalds ya que estaba justo al lado del hotel mientras hacíamos hora a que abrieran la recepción (hasta las 15h ponía que no se abría el hotel para hacer checking).
Ya dentro vimos que las habitaciones estaban muy bien y completas por lo que decidimos quedarnos un par de noches.
Directamente nos fuimos hacia Osaka, ya con la tranquilidad de tener sitio para dormir. Las mochilas las teníamos en la estación de Nara, y allí se quedaron hasta que volviéramos por la tarde.
En una hora más o menos nos plantamos en Osaka y para hacer tiempo hasta que se hiciera de noche nos metimos en uno de esos macro centros comerciales enooormes de una burrada de plantas y que están cargados de cosas y letreros que te empujan a consumir.
Nos paseamos por varias secciones de informática, perfumería, básculas (no he pillado apenas peso, increíble, lo siento Ricard)...pillamos un portátil que estaba en exposición y cargamos la página del blog, en directo pudimos intercambiar unos mensajes dejando la página del blog cargada para tocar la moral al comercial.....nada, en dos minutos el tío la quitó y puso la de yahoo. Volveré.
Eli apareció conmocionada después de probar toda la sección de perfumes (puedes probarlo prácticamente todo) y yo con los dientes como sables después de trastear la Canon 7D con dos o tres objetivos...hasta me dejé la gorra en stand y tuve que volver a por ella, por fortuna aquí parece que no roban, confirmado.
Lo bueno fue para volver y encontrar a Eli, tuve hasta que volver a situarme en donde había estado probando la cámara y reproducir los pasos que habíamos dado hasta donde estábamos, qué puto laberinto!.
Tomamos un par de cafés en la planta baja y como ya empezaba a oscurecer nos fuimos para el Umeda. Allí estaba Michael Jackson para recibirnos y volvimos a subir a la planta burrada y 36. Pillamos los tickets 1700y creo y subimos las dos últimas plantas, la última te deja al aire libre y con las vistas.
Impactante.
Todavía no era de noche totalmente, pero el ocaso le daba a las vistas una imagen de postal. Poco a poco se fue oscureciendo y el suelo comenzó a brillar con lucecitas psicodélicas de colores y la ciudad se convirtió en una puta escena de Blade Runner. Con edificios enoormes y con sus lucecitas rojas de señalización en las azoteas. Apilados todos forman una estampa tremenda, la verdad es que es impresionante. Sólo faltan las putas chimeneas de fuego, las navecitas voladoras y la geisha comiendo el caramelo en la pantalla gigante (no vi ninguna por cierto, me faltó ese detalle).
Estuvimos un buen rato mientras la gente trípode en mano algunos, canon 7D otros (malditos!) tiraban fotos como locos buscando ese horizonte imposible y esas vistas futuristas.
Incluso hay una zona muy cutre con un corazón (por fortuna una planta más abajo para no manchar las vistas) de neón para que las parejitas se pongan y se hagan una foto (hay para apoyar incluso la máquina). Bueno.
Después de no se cuántas vueltas nos marchamos hacia Nara. La experiencia vale la pena, sin duda.
Ya en Nara cogimos las mochilas y nos fuimos al hotel. Mañana toca caminata por la ruta del Nara-Koen, 5 kilómetros por parques, senderos, templos y santuarios que nos llevará medio día fijo. Por la tarde descansaremos y prepararemos la siguiente parada Takayama.
Un saludo!.
Una luz comenzó a hacerse más y más intensa hasta que al final la estancia quedó totalmente iluminada, me incorporé un poco y la verdad es que te sientes como cuando John Hurt se levanta en la Nostromo después de tener el Alien pegado en la geta.
Salí de la cápsula y vi que algunos seguían durmiendo, otros ya se habían ido. Subí al baño para acicalarme, quitarme el disfraz y luego bajé hasta la planta baja. Allí estaba Eli esperando. Nos miramos y al momento sabíamos que la experiencia había sido un flipe para los dos.
Les dimos las llaves a la recepcionista cogimos las mochilas y nos dirigimos hacia la estación para visitar Himeji, en donde se encuentra uno de los castillos más famosos de Japón, el Himeji-Joo “Garza Blanca” por su característico color blanco de sus muros.
Sabíamos que estaba en obras y que realmente no merecía mucho la pena, pero a pesar de todo era un sitio al que queríamos ir. Así que pillamos el tren en Kyoto (dejamos las mochilas en la estación) y al cabo de una hora más o menos estábamos allí.
Ya de lejos pudimos ver los andamios en la parte delantera, una pena, la cosa pintaba mal...
Desde la estación, tomamos la calle principal todo recto y aparecimos en la entrada del recinto, rodeado por un foso de agua y con una zona ajardinada bastante grande.
La entrada eran 400y, normalmente cuesta 600y pero lo han rebajado por la limitación de la visita, que consiste ni más ni menos en no poder acceder al castillo...buah.
Pasamos de la parte de los jardines ya que habíamos leído que no tenían nada especial. La putada era el no poder entrar dentro del castillo, ya que a pesar de estar en obras su fachada, el interior teníamos la esperanza de poder visitarlo.
Estuvimos dando unas vueltas por el exterior y pudimos ver los muros de defensa y las aberturas por donde se tiraba el aceite hirviendo, flechas, etc. contra los enemigos. Llegamos a una parte en la que estaba cortado el acceso y dimos media vuelta, allí nos encontramos con una pareja que habíamos conocido en Tokyo y que viajaban con su nene de 6 meses. Viajeros empedernidos y una gente muy maja. Estuvimos hablando durante toda le estancia (lo que pudimos ver) y luego nos despedimos en la salida.
Una lástima lo de Himeji, a pesar de todo pudimos sacar alguna foto en la que se aprecia el poderío de sus muros, la belleza de su forma y al menos tuvimos el privilegio de pasear por sus callejuelas.
Regresamos para Kyoto para irnos a Nara, nuestro próximo destino y en el que estaremos dos noches, la primera sería ese mismo día y una vez instalados nos iríamos a ver las vistas nocturas del Umeda en Osaka, ya que el compañero Héctor nos lo recomendó y como no nos fiamos de que nos impresionen lo suficiente las vistas de la torre de Tokyo decidimos visitarlo por si acaso.
Llegamos a Nara en tren local desde Kyoto. Habíamos visto por internet que la mayoría de hoteles tenían sitio para instalarnos, por lo que no reservamos nada ya que estaban cerca de la estación la mayoría.
En Nara hace una calor de espanto, pega una barbaridad y el sol quema, pero quema de verdad....como sigamos con la racha de sol lo llevamos chungo para hacer las rutas a pie del día siguiente.
Entramos en la oficina de turismo y vimos varios panfletos de hoteles, uno era el Super Hotel, que por 7000y ofrecía habitaciones dobles con baño privado, internet...tenía buena pinta y estaba justo en frente de la estación.
Eran cerca de las 15h, y casi todos los sitios estaban, para variar, cerrados a esa hora, así que tocó McDonalds ya que estaba justo al lado del hotel mientras hacíamos hora a que abrieran la recepción (hasta las 15h ponía que no se abría el hotel para hacer checking).
Ya dentro vimos que las habitaciones estaban muy bien y completas por lo que decidimos quedarnos un par de noches.
Directamente nos fuimos hacia Osaka, ya con la tranquilidad de tener sitio para dormir. Las mochilas las teníamos en la estación de Nara, y allí se quedaron hasta que volviéramos por la tarde.
En una hora más o menos nos plantamos en Osaka y para hacer tiempo hasta que se hiciera de noche nos metimos en uno de esos macro centros comerciales enooormes de una burrada de plantas y que están cargados de cosas y letreros que te empujan a consumir.
Nos paseamos por varias secciones de informática, perfumería, básculas (no he pillado apenas peso, increíble, lo siento Ricard)...pillamos un portátil que estaba en exposición y cargamos la página del blog, en directo pudimos intercambiar unos mensajes dejando la página del blog cargada para tocar la moral al comercial.....nada, en dos minutos el tío la quitó y puso la de yahoo. Volveré.
Eli apareció conmocionada después de probar toda la sección de perfumes (puedes probarlo prácticamente todo) y yo con los dientes como sables después de trastear la Canon 7D con dos o tres objetivos...hasta me dejé la gorra en stand y tuve que volver a por ella, por fortuna aquí parece que no roban, confirmado.
Lo bueno fue para volver y encontrar a Eli, tuve hasta que volver a situarme en donde había estado probando la cámara y reproducir los pasos que habíamos dado hasta donde estábamos, qué puto laberinto!.
Tomamos un par de cafés en la planta baja y como ya empezaba a oscurecer nos fuimos para el Umeda. Allí estaba Michael Jackson para recibirnos y volvimos a subir a la planta burrada y 36. Pillamos los tickets 1700y creo y subimos las dos últimas plantas, la última te deja al aire libre y con las vistas.
Impactante.
Todavía no era de noche totalmente, pero el ocaso le daba a las vistas una imagen de postal. Poco a poco se fue oscureciendo y el suelo comenzó a brillar con lucecitas psicodélicas de colores y la ciudad se convirtió en una puta escena de Blade Runner. Con edificios enoormes y con sus lucecitas rojas de señalización en las azoteas. Apilados todos forman una estampa tremenda, la verdad es que es impresionante. Sólo faltan las putas chimeneas de fuego, las navecitas voladoras y la geisha comiendo el caramelo en la pantalla gigante (no vi ninguna por cierto, me faltó ese detalle).
Estuvimos un buen rato mientras la gente trípode en mano algunos, canon 7D otros (malditos!) tiraban fotos como locos buscando ese horizonte imposible y esas vistas futuristas.
Incluso hay una zona muy cutre con un corazón (por fortuna una planta más abajo para no manchar las vistas) de neón para que las parejitas se pongan y se hagan una foto (hay para apoyar incluso la máquina). Bueno.
Después de no se cuántas vueltas nos marchamos hacia Nara. La experiencia vale la pena, sin duda.
Ya en Nara cogimos las mochilas y nos fuimos al hotel. Mañana toca caminata por la ruta del Nara-Koen, 5 kilómetros por parques, senderos, templos y santuarios que nos llevará medio día fijo. Por la tarde descansaremos y prepararemos la siguiente parada Takayama.
Un saludo!.
19 de agosto de 2010
Hiroshima
Hiroshima
La noche fue mejor para uno que para otro. Yo apenas dormí nada porque el futón era más fino que el papel de fumar, con lo que mis serranos 70 y pico kilos digamos que sintieron la gravedad en sus carnes. Eli durmió mejor.
Durante la noche algún que otro bichejo se me posó, hubo uno que sonó gordo contra la pared cuando lo lancé, ni idea qué era ni ganas de saberlo.
Por la mañana nos despedimos de la casa de “La maldición” y de la señora, que nos regaló unas palas típicas de madera de la zona, suponemos que para hacer brebajes.
No sabemos si recomendar el hotel, que cada cual decida, dormimos por 9000 yens los dos, bastante barato en comparación con los demás sitios pero con sus “desventajas”.
De camino al ferry pasamos de nuevo por delante del Torii y la marea estaba bastante baja, como a última hora de la noche. Hicimos unas cuantas fotos más del sitio y nos fuimos ya para el ferry.
Miyajima es preciosa, pequeña y atestada de turistas pero preciosa, y sobre todo se disfruta por la tarde cuando mucha gente se vuelve con el ferry y quedamos unos pocos privilegiados para disfrutar de las últimas horas de luz, de postal.
Nos ha quedado la ruta del sendero que sube a la montaña, pero hacer dos noches nos pareció excesivo y como ya hemos hecho alguna que otra ruta “bosqueril” como la de Kamakura o Fushimi en Kyoto decidimos seguir el camino.
Ya en Hiroshima dejamos las mochilas y la mayor carga en unas taquillas que hay en todas las estaciones en las que hemos estado, un recurso barato y que quizás deberíamos haber utilizado más en algún desplazamiento. Por 400 o 600y (depende la estación), puedes dejar el equipaje guardado e irte a visitar el lugar. A primera hora de la mañana hay bastantes taquillas, pero conviene no fiarse con el horario.
Nada más salir de la estación te encuentras con la terminal de tranvías, preguntamos para ir al Gembaku Dome (Cúpula de la Bomba Atómica) y nos dieron un mapa en el que explicaban las líneas, muy parecidas a las de Kyoto, con lo que nos familiarizamos rápidamente. Cogimos el 2 y nos dejó justo en frente de la Cúpula.
Sobrecogedor.
Justo al lado del río Motoyasu-Gawa aguanta como puede uno de los edificios que aguantó el tirón, entre otras cosas porque en el año en el que cayó la bomba (el 6 de Agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana) era de los pocos edificios de hormigón que habían en la ciudad, el resto eran casitas típicas...
El edificio era el Pabellón de Fomento de la Industria, y la visión que ofrece es desoladora. Vigas dobladas como chicle, columnas que se aguantan dobladas, cascotes por todos lados de piedras, salas “despellejadas” y unos restos de muros en su parte exterior en el que se puede apreciar lo ennegrecido por el calor y el infierno soportado. Cerca de 4000 ºC. Un puto infierno.
Dimos unas cuantas vueltas, el sitio está vallado y mediante placas puedes leer un poco la historia del lugar y ver algunas obras dedicadas a la paz, Hiroshima se ha volcado totalmente en este tema.
Desde cualquier ángulo la cúpula llama poderosamente tu atención y las entrañas del edificio son un fiel reflejo de lo que allí sucedió. Sin palabras.
Cruzamos un puente que está justo al sur y atravesamos el bosque de la paz, pasando antes por la estatua en memoria de Sadako Sasaki, una cría que sufrió a los dos años el ataque y a los once años desarrolló leucemia.
Lucho por sobrevivir y como en Japón las grullas de papel son símbolo de longevidad, se propuso realizar 1000 grullas con la esperanza de vivir, murió sin poder conseguirlo pero sus compañeros, amigos y familiares terminaron el trabajo...convirtiendo el tema en leyenda y símbolo de la superación mundial.
Después del trago pasamos por la Llama de la Paz, una llama que permanecerá encendida hasta que la última arma nuclear sea destruida.
Llegamos al museo de la Paz pasada una plaza en la que el sol pega pero de verdad, con lo que entrar en el recinto se agradece muy mucho.
La entrada es simbólica y vale 50y por persona, nada más entrar llegas a una sala en la que se proyecta un vídeo de introducción, en el que te detallan a grosso modo lo que sucedió. Si se desea se puede adquirir una audio-guía (está en castellano).
El museo está estructurado en bloques, el primero tiene una parte inferior y superior en el que se pueden ver maquetas a escala de cómo era Hiroshima antes y después del bombazo, y paneles (en inglés y japo) explicativos en el que se puede uno informar de todos los detalles de la historia (y copias de los documentos originales, como una carta de Einstein a Roosevelt advirtiendo de la amenaza de una arma nuclear).
Pasado un túnel que conecta los dos bloques se llega a la otra parte, en el que además de los paneles informativos uno puede ver objetos para hacerse a la idea de la magnitud del asunto, objetos totalmente deformados, tejas de los edificios (que uno puede tocar sintiendo la rugosidad, escalofríos)...todo un museo de objetos antiguos y que no hacen más que ponerte la piel de gallina a cada paso que das...incluso hay ropas manchadas con la lluvia negra, sangre y suciedad, de personas reales...en fin, un drama.
No existen palabras para describir lo que uno siente, quizás pena, culpa, dolor...demasiado para el cuerpo. En cualquier caso es todo un lugar para aprender y para empaparse de historia y sobre todo para no olvidar, y a ser posible...que no se repita.
Después de dejar el Museo nos fuimos al Pabellón de la Paz, lugar en el que tienen registradas las víctimas de las bombas atómicas, incluso se puede utilizar un terminal para buscar el nombre y te enseña la foto y sus datos.
Teníamos pensado hacer mañana en Hiroshima, pero nos gustó tanto la parte del museo que nos dieron casi las 4 de la tarde. Así que fuimos caminando por una especie de hall al aire libre (como en Kyoto o Tokyo) y buscamos sitio, pero todo estaba cerrado a excepción de un garito en el que servían pasta y pizza, allí nos metimos.
Evidentemente estuvimos hablando sobre el tema del museo, todavía en shock.
Cogimos el tranvía justo al lado y pillamos el nº6 que nos llevó hasta la estación. Hiroshima no nos ha parecido tan fea como la pintaban, sus calles atravesadas por el tranvía, la vida en sus calles....tiene algo especial, vamos, que nos ha encantado lo que hemos visto.
Ya en la estación preguntamos para llegar a Himeji aunque no lo teníamos muy claro por la hora que era, las 4 y pico...y sabíamos que a las 18h cerraba....el caso es que de camino se nos hizo tarde y decidimos dejarlo para el día siguiente. Nos fuimos directamente a Kyoto.
Llegamos a la estación, recogimos las mochilas en las taquillas y como no teníamos muy claro dónde estaba exactamente el hotel pillamos un taxi. Preguntamos a dos o tres conductores por el hotel pero no parecían tenerlo muy claro hasta que uno parece que lo sabía y nos indicó que subiéramos. El tío era la versión japo de Elvis, con unos años de más pero con el mismo tupé.
Erró, y nos llevó a otro hotel cápsula que no era el nuestro, así que recordamos que habíamos escrito en una libreta el nombre de la calle y la pronunciamos como pudimos, el tipo pareció entender y tuvo el detalle de parar el taxímetro para no cobrarnos de más (increíble, igualito que en España, vamos).
Llegamos al lugar, y resultó que habíamos pasado por la misma puerta hacía unos días, al lado del museo de Kyoto. Con dos huevos.
En la recepción comenzó el show de “cateto a babor”.
El checking bien, sólo faltaría. Pero luego te dan una llave, hum?, otra llave, hum? Te dejan unas instrucciones en inglés para que las leas en dos segundos, las retiran (ponía no se qué de unas duchas en una planta...tan difícil es traducir las cosas con el traductor de google?), yo pregunté por wifi y me dieron un papel con una contraseña. Nos señalaron una taquilla a nuestras espaldas.
Usar llave blanca en taquilla.
Suponemos que para dejar los zapatos de calle. Ok. Dejamos los zapatos, pero antes queríamos cenar algo. Le decimos que salimos. Ok,
Dar llave blanca de taquilla a recepcionista.
La otra llave suponemos que debe ser para la cápsula o algo así, creímos oírle que para la taquilla.
Entonces nos entregó un par de papelillos en el que ponía el número de cápsula suponíamos. Nos pidió las llaves.
Dar llave negra a recepcionista.
Ok, entendimos que podíamos salir, cenar y luego volver a dormir dándole los papelillos. El tema es que en el panfleto ponía que en el sitio se estaba 9 horas, 7 para dormir, 1 para ducharse y otra para tocarse los huevos...imaginamos que igual el tema contaba desde cierta hora (no sé, nunca hemos ido a un sitio así!), pero no, lo de las 9 horas es una tontería, tú dices a qué hora sales y puedes hacer el checking a partir de las 17h de la tarde.
En fin, que salimos de “La isla” (el sitio es totalmente blanco con símbolos en el suelo que te señalan dónde ir, mujer, hombre, etc.) y justo al lado vimos un sitio para cenar sushi que no pintaba mal. Subimos y nos metimos un plato sushi al estilo Kyoto (básicamente es sushi en “bolas” y presentado muy mono) y una hamburguesa con salsa teriyaki con verdura. Muy bueno todo, 3000 y poco yens, con birras.
Regresamos a Absolon (el sitio se llama 9 hours) y un poco más sueltos ya le dimos los papelillos y nos dio las llaves, metimos el calzado en la taquilla y en el equipaje colgamos unas tablillas identificativas.
Luego nos fuimos pasillo adelante (nos dieron unas zapatillas a los dos y una botella de agua) y aquí tocaba separarse, dos ascensores dividen a chicos de chicas. El tema está bien indicado, planta baja es zona lounge, para conectarse a internet, etc. luego hay unos pisos en donde se duerme y en el 3ª piso están las duchas para las chicas y en la 9 para los chicos. Ok. Suerte y al toro.
Player 1, Eli.
Mientras subía con la chica de recepción pensé “bueno, cualquier duda ya me lo dirá ella”. Salimos del ascensor, decido ducharme primero y ver la cápsula después. Primer problema, con cual de las dos puertas de acceso me quedo, no aparece indicación en ningún sitio y me quedé en plan “stand by”, la chica me señaló la puerta número 1.
Bueno, aquí no hay nadie. El sitio está como una patena de limpio. Madre mía que orden! Las toallas bien puestas, limpitas, cepillo de dientes con su pasta en bolsitas, secador. Buah!
Usar llave negra en taquilla.
Anda, un pijama! Bien bien. Dejé toda la ropa ordenada en la taquilla y me fui para la zona de las duchas.
En la parte de las duchas (individuales) vi una puerta a mi izquierda, la abrí y me encontré con un pasillo largo en el que al final había un “onsen”, he dicho que el sitio está impecable? uno se puede relajar en el “onsen” después de lavarse. Encima no hay nadie, así que me regalo y me quedo un rato. Esto Fran lo habrá visto? Si tuviera el móvil lo avisaría..
Duchadita toca irse a la cápsula. Sube hasta la 5ª planta. Anda que donde me mete este puñetero Fran, bueno, por lo menos el sitio está limpio limpio y de momento pinta muy bien.
Se abre una puerta y da a una sala oscura en donde hay un montón de agujeros, el sitio para flipar “Dios mío esto parece la puta nave espacial de Alien!”. Ojalá me toque la de arriba, bingo. Subí unos escalones pequeñitos y me metí en el asunto.
El futón es mullido y parece cómodo, la cápsula es espaciosa...joder como mola!
Miraba con recelo el papel explicativo que indicaba cómo activar la alarma despertadora en la cápsula. Fran me lo había comentado pero yo de la tecnología paso como tres pueblos, de todas formas se que hay un botón del pánico, lo pulsaré como la cosa no esté clara.
Bajo la persianita y me lío con las instrucciones, con este botón pongo las 7, 00, ok. Programo y activo el modo “sueño”. Esto está tirao, qué mal se explica Fran ostia. Pensé “tengo que tener cuidado de no darle al botón del pánico”.
La luz poco a poco se va apagando dando la sensación de que el día se va, la temperatura es ideal y no se escucha nada, nada salvo cuando ha llegado una japo más burra que un arado que se ha liado a hacer fotos (seguro que Fran también hace alguna) y dar trompicones...por fortuna ha sido un momento.
Mientras “se iba la luz”, pensé si se apagaría por completo o se quedaría a medias...no fue así y la cápsula en 30 minutos quedó a oscuras. A dormir, qué bien se está!
Mañana Himeji y Nara.
¡¡¡¡Here comes a new Challenger!!!!
Player 2 Fran
Qué hago, voy a mirar las cápsulas o a las duchas?...opción 2, me dejo lo mejor para el final.
Quedan 3 pisos, preparo la cámara en la mochila. Mierda, hay una cámara en el techo del ascensor, me vigilan. Disimulo.
Ostia, pues está que te cagas el sitio, qué limpio y qué orden. Eli debe estar flipando.
Abrir taquilla con llave blanca. Error, Llave negra. Error, del revés. Ok.
Dejé la ropa en la taquilla y vi un kimono negro tipo kill bill, qué grande. Como había un par de personajillos por ahí decidí dejar la cámara en la taquilla y luego ya tiraría fotos. Ale, despelote y para la ducha.
Una vez en la ducha tuve que salir dos veces porque me había dejado el champú (todo está a disposición en su zona, champús, secadores, cepillo de dientes...empaquetado todo y muy ordenado) primero y la goma del pelo puesta.
Anda, si hasta hay un onsen pasado la puerta de la ducha! Ahí Eli se va a meter fijo. Ducha, onsen (una bañera cuadrada de cerámica con agua calentita y cristalina) y para la taquilla.
Una vez con el traje de kill bill puesto toca hacer le mongo rollo karateka y posturitas varias, saco la cámara y hago fotos del lugar y de mi haciendo el mongo.
Cámara en el techo, mierda, la puerta se abre y aparece uno de los recepcionistas...”este fijo que ha visto a un tío hurgando en la mochila mientras subía y haciendo el bruceslee aquí y ha dicho, vamos a subiiir...”
Salgo del paso como puedo “es para el recuerdo”, el tipo ríe como diciendo, “de pueblo”.
Faltan maquinillas de afeitar, pero pensando en naturalezas borrachiles y con tendencias suicidas se entiende que no pongan.
Cerrar taquilla con llave negra.
Me llevo la mochila y bajo por el ascensor hasta la planta 6. Abro la “escotilla” y toma, vaya flipe.
Las cápsulas están divididas en dos pisos, son bastante amplias y para subir al “segundo” piso hay unas escaleras. El lugar está oscuro pero se ve sin problemas y se escuchan los débiles ronquidos del tipo que había en el baño antes...espero no me de la noche el mamón.
Me sabe mal, pero preparo la cámara y tiro algunas fotos. Como veo que el japo y alguno que hay al final (debemos de ser unos 4 o 5 en la sala como mucho, y bastante separados) se remueven un poco me subo al cubículo y dejo estar las fotos.
Es comodísimo, y amplio. La cápsula es de unos dos metros y medio de largo por uno de alto. Hay un futón y almohada y unas instrucciones para programar el despertador. Pones la hora, grabas y activas. Luego lo pongo.
Decido dejar la mochila en la taquilla de nuevo porque no es plan de hacer mucho ruido aquí.
Subir por ascensor. Abrir taquilla. Dejar mochila. Coger agua olvidada en taquilla. Cerrar taquilla. Bajar ascensor.
Ya en la cápsula activo el modo sueño y la luz va desapareciendo progresivamente...es como estar en una puta nave espacial, el tema es cómodo y resulta muy curioso, pero pienso que también es frío y me parece algo distante el que se aplique algo así en nuestro país. Primero no hay “seriedad” para seguir unas normas como estas y después que aquí, en un país en que hay gente que vive en cubículos de ciber-cafés (con su vida en una riñonera, como bien nos contó Jordi) es algo más normal.
Frito me quedé. Mañana Himeji y por la tarde a Nara.
Player 1 & 2. Mission Accomplished.
Un saludo!.
La noche fue mejor para uno que para otro. Yo apenas dormí nada porque el futón era más fino que el papel de fumar, con lo que mis serranos 70 y pico kilos digamos que sintieron la gravedad en sus carnes. Eli durmió mejor.
Durante la noche algún que otro bichejo se me posó, hubo uno que sonó gordo contra la pared cuando lo lancé, ni idea qué era ni ganas de saberlo.
Por la mañana nos despedimos de la casa de “La maldición” y de la señora, que nos regaló unas palas típicas de madera de la zona, suponemos que para hacer brebajes.
No sabemos si recomendar el hotel, que cada cual decida, dormimos por 9000 yens los dos, bastante barato en comparación con los demás sitios pero con sus “desventajas”.
De camino al ferry pasamos de nuevo por delante del Torii y la marea estaba bastante baja, como a última hora de la noche. Hicimos unas cuantas fotos más del sitio y nos fuimos ya para el ferry.
Miyajima es preciosa, pequeña y atestada de turistas pero preciosa, y sobre todo se disfruta por la tarde cuando mucha gente se vuelve con el ferry y quedamos unos pocos privilegiados para disfrutar de las últimas horas de luz, de postal.
Nos ha quedado la ruta del sendero que sube a la montaña, pero hacer dos noches nos pareció excesivo y como ya hemos hecho alguna que otra ruta “bosqueril” como la de Kamakura o Fushimi en Kyoto decidimos seguir el camino.
Ya en Hiroshima dejamos las mochilas y la mayor carga en unas taquillas que hay en todas las estaciones en las que hemos estado, un recurso barato y que quizás deberíamos haber utilizado más en algún desplazamiento. Por 400 o 600y (depende la estación), puedes dejar el equipaje guardado e irte a visitar el lugar. A primera hora de la mañana hay bastantes taquillas, pero conviene no fiarse con el horario.
Nada más salir de la estación te encuentras con la terminal de tranvías, preguntamos para ir al Gembaku Dome (Cúpula de la Bomba Atómica) y nos dieron un mapa en el que explicaban las líneas, muy parecidas a las de Kyoto, con lo que nos familiarizamos rápidamente. Cogimos el 2 y nos dejó justo en frente de la Cúpula.
Sobrecogedor.
Justo al lado del río Motoyasu-Gawa aguanta como puede uno de los edificios que aguantó el tirón, entre otras cosas porque en el año en el que cayó la bomba (el 6 de Agosto de 1945 a las 8:15 de la mañana) era de los pocos edificios de hormigón que habían en la ciudad, el resto eran casitas típicas...
El edificio era el Pabellón de Fomento de la Industria, y la visión que ofrece es desoladora. Vigas dobladas como chicle, columnas que se aguantan dobladas, cascotes por todos lados de piedras, salas “despellejadas” y unos restos de muros en su parte exterior en el que se puede apreciar lo ennegrecido por el calor y el infierno soportado. Cerca de 4000 ºC. Un puto infierno.
Dimos unas cuantas vueltas, el sitio está vallado y mediante placas puedes leer un poco la historia del lugar y ver algunas obras dedicadas a la paz, Hiroshima se ha volcado totalmente en este tema.
Desde cualquier ángulo la cúpula llama poderosamente tu atención y las entrañas del edificio son un fiel reflejo de lo que allí sucedió. Sin palabras.
Cruzamos un puente que está justo al sur y atravesamos el bosque de la paz, pasando antes por la estatua en memoria de Sadako Sasaki, una cría que sufrió a los dos años el ataque y a los once años desarrolló leucemia.
Lucho por sobrevivir y como en Japón las grullas de papel son símbolo de longevidad, se propuso realizar 1000 grullas con la esperanza de vivir, murió sin poder conseguirlo pero sus compañeros, amigos y familiares terminaron el trabajo...convirtiendo el tema en leyenda y símbolo de la superación mundial.
Después del trago pasamos por la Llama de la Paz, una llama que permanecerá encendida hasta que la última arma nuclear sea destruida.
Llegamos al museo de la Paz pasada una plaza en la que el sol pega pero de verdad, con lo que entrar en el recinto se agradece muy mucho.
La entrada es simbólica y vale 50y por persona, nada más entrar llegas a una sala en la que se proyecta un vídeo de introducción, en el que te detallan a grosso modo lo que sucedió. Si se desea se puede adquirir una audio-guía (está en castellano).
El museo está estructurado en bloques, el primero tiene una parte inferior y superior en el que se pueden ver maquetas a escala de cómo era Hiroshima antes y después del bombazo, y paneles (en inglés y japo) explicativos en el que se puede uno informar de todos los detalles de la historia (y copias de los documentos originales, como una carta de Einstein a Roosevelt advirtiendo de la amenaza de una arma nuclear).
Pasado un túnel que conecta los dos bloques se llega a la otra parte, en el que además de los paneles informativos uno puede ver objetos para hacerse a la idea de la magnitud del asunto, objetos totalmente deformados, tejas de los edificios (que uno puede tocar sintiendo la rugosidad, escalofríos)...todo un museo de objetos antiguos y que no hacen más que ponerte la piel de gallina a cada paso que das...incluso hay ropas manchadas con la lluvia negra, sangre y suciedad, de personas reales...en fin, un drama.
No existen palabras para describir lo que uno siente, quizás pena, culpa, dolor...demasiado para el cuerpo. En cualquier caso es todo un lugar para aprender y para empaparse de historia y sobre todo para no olvidar, y a ser posible...que no se repita.
Después de dejar el Museo nos fuimos al Pabellón de la Paz, lugar en el que tienen registradas las víctimas de las bombas atómicas, incluso se puede utilizar un terminal para buscar el nombre y te enseña la foto y sus datos.
Teníamos pensado hacer mañana en Hiroshima, pero nos gustó tanto la parte del museo que nos dieron casi las 4 de la tarde. Así que fuimos caminando por una especie de hall al aire libre (como en Kyoto o Tokyo) y buscamos sitio, pero todo estaba cerrado a excepción de un garito en el que servían pasta y pizza, allí nos metimos.
Evidentemente estuvimos hablando sobre el tema del museo, todavía en shock.
Cogimos el tranvía justo al lado y pillamos el nº6 que nos llevó hasta la estación. Hiroshima no nos ha parecido tan fea como la pintaban, sus calles atravesadas por el tranvía, la vida en sus calles....tiene algo especial, vamos, que nos ha encantado lo que hemos visto.
Ya en la estación preguntamos para llegar a Himeji aunque no lo teníamos muy claro por la hora que era, las 4 y pico...y sabíamos que a las 18h cerraba....el caso es que de camino se nos hizo tarde y decidimos dejarlo para el día siguiente. Nos fuimos directamente a Kyoto.
Llegamos a la estación, recogimos las mochilas en las taquillas y como no teníamos muy claro dónde estaba exactamente el hotel pillamos un taxi. Preguntamos a dos o tres conductores por el hotel pero no parecían tenerlo muy claro hasta que uno parece que lo sabía y nos indicó que subiéramos. El tío era la versión japo de Elvis, con unos años de más pero con el mismo tupé.
Erró, y nos llevó a otro hotel cápsula que no era el nuestro, así que recordamos que habíamos escrito en una libreta el nombre de la calle y la pronunciamos como pudimos, el tipo pareció entender y tuvo el detalle de parar el taxímetro para no cobrarnos de más (increíble, igualito que en España, vamos).
Llegamos al lugar, y resultó que habíamos pasado por la misma puerta hacía unos días, al lado del museo de Kyoto. Con dos huevos.
En la recepción comenzó el show de “cateto a babor”.
El checking bien, sólo faltaría. Pero luego te dan una llave, hum?, otra llave, hum? Te dejan unas instrucciones en inglés para que las leas en dos segundos, las retiran (ponía no se qué de unas duchas en una planta...tan difícil es traducir las cosas con el traductor de google?), yo pregunté por wifi y me dieron un papel con una contraseña. Nos señalaron una taquilla a nuestras espaldas.
Usar llave blanca en taquilla.
Suponemos que para dejar los zapatos de calle. Ok. Dejamos los zapatos, pero antes queríamos cenar algo. Le decimos que salimos. Ok,
Dar llave blanca de taquilla a recepcionista.
La otra llave suponemos que debe ser para la cápsula o algo así, creímos oírle que para la taquilla.
Entonces nos entregó un par de papelillos en el que ponía el número de cápsula suponíamos. Nos pidió las llaves.
Dar llave negra a recepcionista.
Ok, entendimos que podíamos salir, cenar y luego volver a dormir dándole los papelillos. El tema es que en el panfleto ponía que en el sitio se estaba 9 horas, 7 para dormir, 1 para ducharse y otra para tocarse los huevos...imaginamos que igual el tema contaba desde cierta hora (no sé, nunca hemos ido a un sitio así!), pero no, lo de las 9 horas es una tontería, tú dices a qué hora sales y puedes hacer el checking a partir de las 17h de la tarde.
En fin, que salimos de “La isla” (el sitio es totalmente blanco con símbolos en el suelo que te señalan dónde ir, mujer, hombre, etc.) y justo al lado vimos un sitio para cenar sushi que no pintaba mal. Subimos y nos metimos un plato sushi al estilo Kyoto (básicamente es sushi en “bolas” y presentado muy mono) y una hamburguesa con salsa teriyaki con verdura. Muy bueno todo, 3000 y poco yens, con birras.
Regresamos a Absolon (el sitio se llama 9 hours) y un poco más sueltos ya le dimos los papelillos y nos dio las llaves, metimos el calzado en la taquilla y en el equipaje colgamos unas tablillas identificativas.
Luego nos fuimos pasillo adelante (nos dieron unas zapatillas a los dos y una botella de agua) y aquí tocaba separarse, dos ascensores dividen a chicos de chicas. El tema está bien indicado, planta baja es zona lounge, para conectarse a internet, etc. luego hay unos pisos en donde se duerme y en el 3ª piso están las duchas para las chicas y en la 9 para los chicos. Ok. Suerte y al toro.
Player 1, Eli.
Mientras subía con la chica de recepción pensé “bueno, cualquier duda ya me lo dirá ella”. Salimos del ascensor, decido ducharme primero y ver la cápsula después. Primer problema, con cual de las dos puertas de acceso me quedo, no aparece indicación en ningún sitio y me quedé en plan “stand by”, la chica me señaló la puerta número 1.
Bueno, aquí no hay nadie. El sitio está como una patena de limpio. Madre mía que orden! Las toallas bien puestas, limpitas, cepillo de dientes con su pasta en bolsitas, secador. Buah!
Usar llave negra en taquilla.
Anda, un pijama! Bien bien. Dejé toda la ropa ordenada en la taquilla y me fui para la zona de las duchas.
En la parte de las duchas (individuales) vi una puerta a mi izquierda, la abrí y me encontré con un pasillo largo en el que al final había un “onsen”, he dicho que el sitio está impecable? uno se puede relajar en el “onsen” después de lavarse. Encima no hay nadie, así que me regalo y me quedo un rato. Esto Fran lo habrá visto? Si tuviera el móvil lo avisaría..
Duchadita toca irse a la cápsula. Sube hasta la 5ª planta. Anda que donde me mete este puñetero Fran, bueno, por lo menos el sitio está limpio limpio y de momento pinta muy bien.
Se abre una puerta y da a una sala oscura en donde hay un montón de agujeros, el sitio para flipar “Dios mío esto parece la puta nave espacial de Alien!”. Ojalá me toque la de arriba, bingo. Subí unos escalones pequeñitos y me metí en el asunto.
El futón es mullido y parece cómodo, la cápsula es espaciosa...joder como mola!
Miraba con recelo el papel explicativo que indicaba cómo activar la alarma despertadora en la cápsula. Fran me lo había comentado pero yo de la tecnología paso como tres pueblos, de todas formas se que hay un botón del pánico, lo pulsaré como la cosa no esté clara.
Bajo la persianita y me lío con las instrucciones, con este botón pongo las 7, 00, ok. Programo y activo el modo “sueño”. Esto está tirao, qué mal se explica Fran ostia. Pensé “tengo que tener cuidado de no darle al botón del pánico”.
La luz poco a poco se va apagando dando la sensación de que el día se va, la temperatura es ideal y no se escucha nada, nada salvo cuando ha llegado una japo más burra que un arado que se ha liado a hacer fotos (seguro que Fran también hace alguna) y dar trompicones...por fortuna ha sido un momento.
Mientras “se iba la luz”, pensé si se apagaría por completo o se quedaría a medias...no fue así y la cápsula en 30 minutos quedó a oscuras. A dormir, qué bien se está!
Mañana Himeji y Nara.
¡¡¡¡Here comes a new Challenger!!!!
Player 2 Fran
Qué hago, voy a mirar las cápsulas o a las duchas?...opción 2, me dejo lo mejor para el final.
Quedan 3 pisos, preparo la cámara en la mochila. Mierda, hay una cámara en el techo del ascensor, me vigilan. Disimulo.
Ostia, pues está que te cagas el sitio, qué limpio y qué orden. Eli debe estar flipando.
Abrir taquilla con llave blanca. Error, Llave negra. Error, del revés. Ok.
Dejé la ropa en la taquilla y vi un kimono negro tipo kill bill, qué grande. Como había un par de personajillos por ahí decidí dejar la cámara en la taquilla y luego ya tiraría fotos. Ale, despelote y para la ducha.
Una vez en la ducha tuve que salir dos veces porque me había dejado el champú (todo está a disposición en su zona, champús, secadores, cepillo de dientes...empaquetado todo y muy ordenado) primero y la goma del pelo puesta.
Anda, si hasta hay un onsen pasado la puerta de la ducha! Ahí Eli se va a meter fijo. Ducha, onsen (una bañera cuadrada de cerámica con agua calentita y cristalina) y para la taquilla.
Una vez con el traje de kill bill puesto toca hacer le mongo rollo karateka y posturitas varias, saco la cámara y hago fotos del lugar y de mi haciendo el mongo.
Cámara en el techo, mierda, la puerta se abre y aparece uno de los recepcionistas...”este fijo que ha visto a un tío hurgando en la mochila mientras subía y haciendo el bruceslee aquí y ha dicho, vamos a subiiir...”
Salgo del paso como puedo “es para el recuerdo”, el tipo ríe como diciendo, “de pueblo”.
Faltan maquinillas de afeitar, pero pensando en naturalezas borrachiles y con tendencias suicidas se entiende que no pongan.
Cerrar taquilla con llave negra.
Me llevo la mochila y bajo por el ascensor hasta la planta 6. Abro la “escotilla” y toma, vaya flipe.
Las cápsulas están divididas en dos pisos, son bastante amplias y para subir al “segundo” piso hay unas escaleras. El lugar está oscuro pero se ve sin problemas y se escuchan los débiles ronquidos del tipo que había en el baño antes...espero no me de la noche el mamón.
Me sabe mal, pero preparo la cámara y tiro algunas fotos. Como veo que el japo y alguno que hay al final (debemos de ser unos 4 o 5 en la sala como mucho, y bastante separados) se remueven un poco me subo al cubículo y dejo estar las fotos.
Es comodísimo, y amplio. La cápsula es de unos dos metros y medio de largo por uno de alto. Hay un futón y almohada y unas instrucciones para programar el despertador. Pones la hora, grabas y activas. Luego lo pongo.
Decido dejar la mochila en la taquilla de nuevo porque no es plan de hacer mucho ruido aquí.
Subir por ascensor. Abrir taquilla. Dejar mochila. Coger agua olvidada en taquilla. Cerrar taquilla. Bajar ascensor.
Ya en la cápsula activo el modo sueño y la luz va desapareciendo progresivamente...es como estar en una puta nave espacial, el tema es cómodo y resulta muy curioso, pero pienso que también es frío y me parece algo distante el que se aplique algo así en nuestro país. Primero no hay “seriedad” para seguir unas normas como estas y después que aquí, en un país en que hay gente que vive en cubículos de ciber-cafés (con su vida en una riñonera, como bien nos contó Jordi) es algo más normal.
Frito me quedé. Mañana Himeji y por la tarde a Nara.
Player 1 & 2. Mission Accomplished.
Un saludo!.
18 de agosto de 2010
Miyajima
Miyajima
A eso de las 7 y algo nos levantamos y nos despedimos del ryokan, han sido 4 noches estupendas en un sitio precioso. En recepción nos dieron una tarjetita válida por un año con un 10% de descuento en nuestra próxima visita...es difícil, así que si alguien viene que cuente con ella!
Nos fuimos directamente a la estación de Kyoto con el bus nº9 y una vez allí fuimos directos a la zona shinkansen de la JR. Vimos el tren que nos tocaba en los billetes del día anterior y como teníamos 20 minutos entramos en una cafetería para comprar el almuerzo.
El viaje duró unas 2 horas, comodísimo, como todos los shinkansen.
Llegamos a Hiroshima a eso de las 10:15 de la mañana y ya por las ventanillas pudimos ver el nuevo estadio de los Carpa de Hiroshima, el Zoom-Zoom de Mazda, el equipo de béisbol local, aquí el béisbol goza de (muy) buena salud.
Dejando a un lado el estadio, uno no puede dejar de pensar en que aquí calló una puta bomba atómica hace tan sólo 65 años...ves sus calles, sus edificios, las montañas que la rodean...parece increíble que después de ese horror se haya recuperado tan bien y en tiempo tan de récord.
Como la visitaremos al día siguiente no quisimos pararnos demasiado, pero con lo sentimentales que somos creo que aquí vamos a dejarnos más de una lágrima como ya nos pasó en el Taj, en la Muralla o en las pirámides de Giza....en fin, mañana.
Para llegar a Miyajima basta con seguir las indicaciones de la estación, hay abundantes carteles una vez pasado la zona de tickets que indican hacia Miyajima. En todo caso se toma la JR dirección San-yo y hay que bajarse en la parada de Miyajima-guchi.
Una vez allí salimos de la estación y también te indican la dirección del ferry que te lleva a la isla...o eso o sigues a la marabunta de gente que va al mismo sitio que tú.
Llegamos al ferry y no tuvimos que esperar apenas nada, nos subimos y zarpó a los pocos minutos mientras poco a poco se iba divisando el característico Torii de la bahía de Miya...enorme y en mitad del mar.
La cosa prometía, el sitio parecía un puto paraíso y encima hacía un día cojonudo, con mucho sol. Estamos en racha.
Llegamos al muelle después de unas vistas de las montañas y de la playa tremendas. Según la guía había un bus que nos llevaba a la puerta del acuario de Miyajima en donde tenemos el hotel-ryokan, del que por cierto habíamos leído auténticas barbaridades en internet y por lo que estábamos bastante acojonados...
Le preguntamos a una señora por el bus pero no entendía ni papa, ni por signos, ni por nuestro estupendo inglés ni nada de nada...así que como vimos que estábamos perdiendo el tiempo y que la distancia entre la estación y el ryokan es de poco más de un kilómetro decidimos hacer el camino caminando con las mochilas a cuestas....
De camino ya pudimos ver el ambiente de Miyajima mientras la gente nos miraba como pensando “dónde van estos con 30 y pico grados a la sombra y cargaos como mulas?!”, todo está lleno de restaurantes, tiendecitas y puestos como en cualquier sitio turístico...con la salvedad de que aquí además hay manadas de ciervos sueltos.
Digamos que están por todas partes los bichos, algunos con una cornamenta considerable. Se limitan a pasear, tumbarse a la sombra, cagar y comer, cualquier cosa, como luego comentaremos.
Casi estábamos en el hotel cuando decidimos parar un momento a tomar algo fresco. Nos metieron en una sala al fondo donde se estaba muy fresquito y nos pedimos una tempura de sardinas y unos fideos. Estaba todo que te cagas y por menos de 500 y 600y respectivamente.
Le preguntamos a la dueña por el hotel y nos dijo que estaba a tiro de piedra siguiendo la calle.
Llegamos a la casa de los horrores Mizuha-So pasados unos minutos. Nada más entrar nos atendió la mujer mayor de la que había oído hablar en internet. Muy amablemente nos dio la bienvenida y nos invitó a subir al piso de arriba en donde estaban las habitaciones.
El hotel es una casa convertida en ryokan. Algo vieja y destartalada.
Subimos unas escaleras detrás de la pobre mujer mientras a cada paso decía algo que suponemos sería como “ya no tengo edad para esto” o “hay mi espalda como me duele” o “la madre que parió a estos que me habían dicho que llegaban a las 6 de la tarde”...al igual sólo eran quejidos.
El sitio está enmoquetado totalmente de verde con lo que le da al suelo una apariencia de mesa de billar enorme. Por lo menos parecía limpia.
La habitación no estaba tan mal. Habíamos oído cosas como que estaba llena de bichos, humedades y no se qué historias...pero vamos, ni de lejos, es cutre pero espaciosa, de tipo tatami y con aire acondicionado...para dormir suficiente.
La mujer hizo unas cuantas reverencias y desapareció por donde había venido...también había leído que las puertas no cerraban y que la mujer entraba como Pedro por su casa en las habitaciones. En la nuestra falso, aunque el sistema de cerrar la puerta es extraño, a no ser que tenga una técnica centenaria para abrir puertas o la derribe, no puede entrar. Internet...
Descansamos un rato y nos fuimos para ver el pueblo y disfrutar de las vistas del Torii más famoso de Japón y uno de las 3 vistas más bellas del país.
El pueblo es precioso, declarado Patrimonio de la Humanidad, no es para menos. Rodeados por el mar, y con las montañas a nuestras espaldas, el lugar es un regalo para la vista. Toda la parte que da al mar está acompañado por un paseo con árboles y farolas de piedra que se iluminan por la noche. Hay bastante gente, pero está todo tan acondicionado para poder disfrutar de las vistas que ofrece la bahía que a excepción de un par de puntos claves, el resto está bastante despejado para poder sentarte a la sombra de un árbol y admirar las vistas tranquilamente, con el sonido del mar y con algún cervatillo por allí correteando. Por cierto, toda una atracción para los críos, te partes viendo las escenas.
Itsukushima-Jinja es un santuario que da a una especie de muelle desde el que todo el mundo se hace la foto típica del mar y el Torii de fondo. Decidimos dejarlo para última hora de la tarde, cuando el sol se pone.
En su lugar, nos fuimos al Senjo-kaku, un pabellón enorme al que le acompaña una pagoda de 3 pisos roja.
Con la calor del medio día resultó una bendición meternos en el lugar. Abierto a los cuatro vientos, tiene una estancia central muy grande en la que te puedes sentar en el suelo de madera mientras en los techos puedes observar pinturas. Se encuentra rodeado en su parte exterior por unos porches en los que uno se puede sentar en el alféizar y disfrutar de un fresco muy agradable...entre las vistas y el fresco tuvimos que salir de ahí con espátulas.
Bajamos por una escalinata de piedra y paseamos por otra zona en la que había muchos restaurantes, tiendas, etc. Le echamos el ojo a algún sitio para cenar y decidimos meternos en una cafetería que habíamos visto justo en la entrada del Senjo y que tenía buena pinta.
El sitio resultó ser un acierto, tranquilo, con música jazz de fondo aunque algo caro (500y por un mocha y otros tantos por un capuccino)...en todo caso estuvimos relajados un rato y cuando vimos que eran cerca de las 17h nos metimos en el Itsukushima-Jinja, ya que además cerraba a las 18h.
La entrada cuesta 300y y aunque vimos que se puede entrar por un montón de sitios sin pagar tampoco es plan de estafarles 2e a los monjes.
El santuario tiene la peculiaridad de que es flotante, está metido en la bahía de Miyajima y parece una mezcla de embarcadero y santuario. Vimos como rezaba uno de los monjes después de tocar el tambor y llegamos a la zona central desde el que se pueden hacer fotos del Torii de frente. Tremendo.
Las vistas al atardecer son increíbles...es de las vistas más bonitas que hemos visto en nuestras vidas...El Torii reposa sobre un mar en calma, con un cielo abierto y con alguna nube que poco a poco se iba tiñendo de dorado...la escena es indescriptible, casi que mejor pongo una foto.
Diríamos que merece la pena venir a Japón tan sólo por tener el privilegio de ver esta panorámica en directo.
Huelga decir que la batería de fotos fue de órdago, desde cualquier ángulo posible, el caso es que da igual, tiras la cámara al suelo, le das una patada y si sale el Torii será una maravilla.
Poco a poco la marea va bajando y la gente poco a poco se va metiendo en el agua para llegar a tocarlo, pero eso sucede algunas horas después, con lo que no estropea las vistas para nada...incluso cuando la marea es baja y ya puede llegar la gente, la visión resulta agradable también.
Estábamos sentados en uno de los múltiples “bancos” de piedra que hay repartidos, embobados con las vistas cuando Eli decidió meterse de nuevo (ya había metido los pies un rato antes) en el agua e intentar tocar el Torii. La jodía al final llegó y pude sacarle algunas tomas. Según su experiencia el suelo es fangoso, pero habiéndose metido en el Ganges....
Estuvimos hablando con una pareja de Madrid un rato que había llegado hacía un día y les recomendamos algunos sitios que habíamos visitado...mientras tanto, un ciervo se comió las entradas del santuario flotante que Eli tenía en la mochila, increíble, se lo comen absolutamente todo...menos mal que los Japan los tenemos bien guardados, sino lo abrimos en canal.
Luego decidimos irnos a cenar pero estaba absolutamente todo cerrado...habíamos oído que aquí se cenaba pronto...pero es que eran poco más de las 19h!
El caso es que dando vueltas encontramos un sitio (imposible el nombre, totalmente en japo) que parecía abierto, nos metimos y pudimos cenar unas costillitas asadas con patatas y unas cervecitas (3600y).
Con el buche lleno (dieta esperame en septiembre) regresamos al hotel ya que además la señora nos dijo que a las 10 cerraba el garito, duchas incluidas.
Llegamos y nos fuimos a duchar, allí no había ni un alma (no hemos visto ni un huésped todavía, ni un ruido, nada). Las duchas son tipo baño público, con lo que allí te despelotas, te metes en el cuarto y ale, grifo y cubo para sentarse. De vez en cuando miraba la puerta por si aparecía la mujer, tenía una pastilla de jabón y un cubo a mano por si acaso.
Nada, duchita alegre y para la habitación, sin problemas, aunque hay que reconocer que la casa acojona lo suyo, parece como una de esas pelis de miedo japo en la que siempre hay una chica con el pelo negro que se queda mirando bizca a la víctima...y encima fuera se escucha un viento de cojones. Y Eli sobando!
Mañana nos vamos a Hiroshima, si tenemos tiempo veremos Himeji de camino a Kyoto en donde haremos noche en...un hotel cápsula!
Un saludo!.
A eso de las 7 y algo nos levantamos y nos despedimos del ryokan, han sido 4 noches estupendas en un sitio precioso. En recepción nos dieron una tarjetita válida por un año con un 10% de descuento en nuestra próxima visita...es difícil, así que si alguien viene que cuente con ella!
Nos fuimos directamente a la estación de Kyoto con el bus nº9 y una vez allí fuimos directos a la zona shinkansen de la JR. Vimos el tren que nos tocaba en los billetes del día anterior y como teníamos 20 minutos entramos en una cafetería para comprar el almuerzo.
El viaje duró unas 2 horas, comodísimo, como todos los shinkansen.
Llegamos a Hiroshima a eso de las 10:15 de la mañana y ya por las ventanillas pudimos ver el nuevo estadio de los Carpa de Hiroshima, el Zoom-Zoom de Mazda, el equipo de béisbol local, aquí el béisbol goza de (muy) buena salud.
Dejando a un lado el estadio, uno no puede dejar de pensar en que aquí calló una puta bomba atómica hace tan sólo 65 años...ves sus calles, sus edificios, las montañas que la rodean...parece increíble que después de ese horror se haya recuperado tan bien y en tiempo tan de récord.
Como la visitaremos al día siguiente no quisimos pararnos demasiado, pero con lo sentimentales que somos creo que aquí vamos a dejarnos más de una lágrima como ya nos pasó en el Taj, en la Muralla o en las pirámides de Giza....en fin, mañana.
Para llegar a Miyajima basta con seguir las indicaciones de la estación, hay abundantes carteles una vez pasado la zona de tickets que indican hacia Miyajima. En todo caso se toma la JR dirección San-yo y hay que bajarse en la parada de Miyajima-guchi.
Una vez allí salimos de la estación y también te indican la dirección del ferry que te lleva a la isla...o eso o sigues a la marabunta de gente que va al mismo sitio que tú.
Llegamos al ferry y no tuvimos que esperar apenas nada, nos subimos y zarpó a los pocos minutos mientras poco a poco se iba divisando el característico Torii de la bahía de Miya...enorme y en mitad del mar.
La cosa prometía, el sitio parecía un puto paraíso y encima hacía un día cojonudo, con mucho sol. Estamos en racha.
Llegamos al muelle después de unas vistas de las montañas y de la playa tremendas. Según la guía había un bus que nos llevaba a la puerta del acuario de Miyajima en donde tenemos el hotel-ryokan, del que por cierto habíamos leído auténticas barbaridades en internet y por lo que estábamos bastante acojonados...
Le preguntamos a una señora por el bus pero no entendía ni papa, ni por signos, ni por nuestro estupendo inglés ni nada de nada...así que como vimos que estábamos perdiendo el tiempo y que la distancia entre la estación y el ryokan es de poco más de un kilómetro decidimos hacer el camino caminando con las mochilas a cuestas....
De camino ya pudimos ver el ambiente de Miyajima mientras la gente nos miraba como pensando “dónde van estos con 30 y pico grados a la sombra y cargaos como mulas?!”, todo está lleno de restaurantes, tiendecitas y puestos como en cualquier sitio turístico...con la salvedad de que aquí además hay manadas de ciervos sueltos.
Digamos que están por todas partes los bichos, algunos con una cornamenta considerable. Se limitan a pasear, tumbarse a la sombra, cagar y comer, cualquier cosa, como luego comentaremos.
Casi estábamos en el hotel cuando decidimos parar un momento a tomar algo fresco. Nos metieron en una sala al fondo donde se estaba muy fresquito y nos pedimos una tempura de sardinas y unos fideos. Estaba todo que te cagas y por menos de 500 y 600y respectivamente.
Le preguntamos a la dueña por el hotel y nos dijo que estaba a tiro de piedra siguiendo la calle.
Llegamos a la casa de los horrores Mizuha-So pasados unos minutos. Nada más entrar nos atendió la mujer mayor de la que había oído hablar en internet. Muy amablemente nos dio la bienvenida y nos invitó a subir al piso de arriba en donde estaban las habitaciones.
El hotel es una casa convertida en ryokan. Algo vieja y destartalada.
Subimos unas escaleras detrás de la pobre mujer mientras a cada paso decía algo que suponemos sería como “ya no tengo edad para esto” o “hay mi espalda como me duele” o “la madre que parió a estos que me habían dicho que llegaban a las 6 de la tarde”...al igual sólo eran quejidos.
El sitio está enmoquetado totalmente de verde con lo que le da al suelo una apariencia de mesa de billar enorme. Por lo menos parecía limpia.
La habitación no estaba tan mal. Habíamos oído cosas como que estaba llena de bichos, humedades y no se qué historias...pero vamos, ni de lejos, es cutre pero espaciosa, de tipo tatami y con aire acondicionado...para dormir suficiente.
La mujer hizo unas cuantas reverencias y desapareció por donde había venido...también había leído que las puertas no cerraban y que la mujer entraba como Pedro por su casa en las habitaciones. En la nuestra falso, aunque el sistema de cerrar la puerta es extraño, a no ser que tenga una técnica centenaria para abrir puertas o la derribe, no puede entrar. Internet...
Descansamos un rato y nos fuimos para ver el pueblo y disfrutar de las vistas del Torii más famoso de Japón y uno de las 3 vistas más bellas del país.
El pueblo es precioso, declarado Patrimonio de la Humanidad, no es para menos. Rodeados por el mar, y con las montañas a nuestras espaldas, el lugar es un regalo para la vista. Toda la parte que da al mar está acompañado por un paseo con árboles y farolas de piedra que se iluminan por la noche. Hay bastante gente, pero está todo tan acondicionado para poder disfrutar de las vistas que ofrece la bahía que a excepción de un par de puntos claves, el resto está bastante despejado para poder sentarte a la sombra de un árbol y admirar las vistas tranquilamente, con el sonido del mar y con algún cervatillo por allí correteando. Por cierto, toda una atracción para los críos, te partes viendo las escenas.
Itsukushima-Jinja es un santuario que da a una especie de muelle desde el que todo el mundo se hace la foto típica del mar y el Torii de fondo. Decidimos dejarlo para última hora de la tarde, cuando el sol se pone.
En su lugar, nos fuimos al Senjo-kaku, un pabellón enorme al que le acompaña una pagoda de 3 pisos roja.
Con la calor del medio día resultó una bendición meternos en el lugar. Abierto a los cuatro vientos, tiene una estancia central muy grande en la que te puedes sentar en el suelo de madera mientras en los techos puedes observar pinturas. Se encuentra rodeado en su parte exterior por unos porches en los que uno se puede sentar en el alféizar y disfrutar de un fresco muy agradable...entre las vistas y el fresco tuvimos que salir de ahí con espátulas.
Bajamos por una escalinata de piedra y paseamos por otra zona en la que había muchos restaurantes, tiendas, etc. Le echamos el ojo a algún sitio para cenar y decidimos meternos en una cafetería que habíamos visto justo en la entrada del Senjo y que tenía buena pinta.
El sitio resultó ser un acierto, tranquilo, con música jazz de fondo aunque algo caro (500y por un mocha y otros tantos por un capuccino)...en todo caso estuvimos relajados un rato y cuando vimos que eran cerca de las 17h nos metimos en el Itsukushima-Jinja, ya que además cerraba a las 18h.
La entrada cuesta 300y y aunque vimos que se puede entrar por un montón de sitios sin pagar tampoco es plan de estafarles 2e a los monjes.
El santuario tiene la peculiaridad de que es flotante, está metido en la bahía de Miyajima y parece una mezcla de embarcadero y santuario. Vimos como rezaba uno de los monjes después de tocar el tambor y llegamos a la zona central desde el que se pueden hacer fotos del Torii de frente. Tremendo.
Las vistas al atardecer son increíbles...es de las vistas más bonitas que hemos visto en nuestras vidas...El Torii reposa sobre un mar en calma, con un cielo abierto y con alguna nube que poco a poco se iba tiñendo de dorado...la escena es indescriptible, casi que mejor pongo una foto.
Diríamos que merece la pena venir a Japón tan sólo por tener el privilegio de ver esta panorámica en directo.
Huelga decir que la batería de fotos fue de órdago, desde cualquier ángulo posible, el caso es que da igual, tiras la cámara al suelo, le das una patada y si sale el Torii será una maravilla.
Poco a poco la marea va bajando y la gente poco a poco se va metiendo en el agua para llegar a tocarlo, pero eso sucede algunas horas después, con lo que no estropea las vistas para nada...incluso cuando la marea es baja y ya puede llegar la gente, la visión resulta agradable también.
Estábamos sentados en uno de los múltiples “bancos” de piedra que hay repartidos, embobados con las vistas cuando Eli decidió meterse de nuevo (ya había metido los pies un rato antes) en el agua e intentar tocar el Torii. La jodía al final llegó y pude sacarle algunas tomas. Según su experiencia el suelo es fangoso, pero habiéndose metido en el Ganges....
Estuvimos hablando con una pareja de Madrid un rato que había llegado hacía un día y les recomendamos algunos sitios que habíamos visitado...mientras tanto, un ciervo se comió las entradas del santuario flotante que Eli tenía en la mochila, increíble, se lo comen absolutamente todo...menos mal que los Japan los tenemos bien guardados, sino lo abrimos en canal.
Luego decidimos irnos a cenar pero estaba absolutamente todo cerrado...habíamos oído que aquí se cenaba pronto...pero es que eran poco más de las 19h!
El caso es que dando vueltas encontramos un sitio (imposible el nombre, totalmente en japo) que parecía abierto, nos metimos y pudimos cenar unas costillitas asadas con patatas y unas cervecitas (3600y).
Con el buche lleno (dieta esperame en septiembre) regresamos al hotel ya que además la señora nos dijo que a las 10 cerraba el garito, duchas incluidas.
Llegamos y nos fuimos a duchar, allí no había ni un alma (no hemos visto ni un huésped todavía, ni un ruido, nada). Las duchas son tipo baño público, con lo que allí te despelotas, te metes en el cuarto y ale, grifo y cubo para sentarse. De vez en cuando miraba la puerta por si aparecía la mujer, tenía una pastilla de jabón y un cubo a mano por si acaso.
Nada, duchita alegre y para la habitación, sin problemas, aunque hay que reconocer que la casa acojona lo suyo, parece como una de esas pelis de miedo japo en la que siempre hay una chica con el pelo negro que se queda mirando bizca a la víctima...y encima fuera se escucha un viento de cojones. Y Eli sobando!
Mañana nos vamos a Hiroshima, si tenemos tiempo veremos Himeji de camino a Kyoto en donde haremos noche en...un hotel cápsula!
Un saludo!.
17 de agosto de 2010
Templos, mercados y Toriis
Después de desayunar cogimos el bus para irnos al templo de Kiyomizu-Dera, al sur de la zona de Gion.
Por fin, después de unos cuantos días nublados teníamos sol, claro que para las visitas a los templos y santuarios como que no va del todo bien, pero se agradece el calor del sol en la piel, ellos lo repudian tapándose con mangas largas, paraguas o lo que tengan a mano para que su piel no quede tostada...todos menos los chicos que tiran de los carros, unos campeones que tienen las piernas a rombos y que los ves tirar del carro por cuestas con dos y tres personas y te cansas de tan sólo mirar.
Nos bajamos en la parada de Kiyomizu y subimos una cuesta que al poco se convirtió en un centro turístico repleto de tiendas de souvenirs, restaurantes y demás atractivos para el visitante.
Estuvimos ojeando inevitablemente y vimos unas cuantas cosas que con seguridad caeremos y las compraremos...yo para empezar me compré por fin el pañuelo-toalla que lleva todo el mundo para secarse el sudor y que a partir de ahora será mi compañero fiel de solapa (y que aquí va de puta madre porque sudas ahora sí y ahora también).
Caminamos un rato mientras los dueños de las tiendas se postraban a cada viajero o transeúnte que pasaba por su lado hasta que llegamos a las puertas del templo. Una escalinata de piedra franqueada por dos estatuas enormes que te mira como si te fuera a atravesar.
Dentro vimos los típicos puestos para colgar los deseos, lavarse las manos con cazo (ritual para entrar a los santuarios) y demás parafernalia. El sitio estaba atestado de gente.
Mikiko y Jordi nos habían dado unas entradas para el sitio (bueno, nos dieron mapas de un montón de sitios, gracias!) ya que por lo visto no cambian de un año para el otro y ni las rompen ni nada ya que aquí normalmente las enseñas, las escaneas con algún mecanismo implantado en los nipones y te dejan pasar..nah es que simplemente se fían y confían tanto en su sistema que no conciben que se haga “trampa”.
En fin, que llegamos a la entrada y muy de flamencos enseñamos las entradas y nos sacaron amarilla, han cambiado el formato de las entradas...hoooo.
Bueno, sacamos los tickets (son 400y cada uno) y nos metimos en el meollo.
La estancia principal es un templo que tiene una terraza generosa (todo de madera) que da a un “acantilado”, todo rodeado de vegetación, bastante bonito, lástima como ya hemos comentado de que no es la época idónea para disfrutar de los paisajes y que el verde predomina sobre todo, restándole esa belleza que los tonos rojos, marrones y amarillos le dan en otoño o en primavera....
Más que desde la terraza, siguiendo un desfiladero a la izquierda se llega a un camino desde el que se ve el templo y el acantilado, las vistas son más completas desde ahí y el sitio luce mejor.
Siguiendo el camino llegamos a un sitio en donde había una cola enorme para llenar los cazos con agua que cae de la montaña y que por lo visto tiene propiedades curativas, como no tenemos arreglo decidimos echar fotos y dejar los milagros para el resto.
Seguimos caminando y llegamos a una zona en la que nos topamos con un señor totalmente rígido como una estatua que pedía limosna estirando los brazos mientras sostenía un plato de cerámica pequeño ataviado con ropas muy del estilo feudal y con el típico sombrero asiático de paja que le cubría totalmente la mirada, a mi me estremeció la visión y no pude evitar tirarle algunas fotos, luego le dimos unas monedas por las molestias...muy silenciosamente me agradeció el gesto con una leve inclinación y susurrando unas palabras. Lo dicho, estremecedor.
Salimos del sitio y decidimos ir al mercado Nishiki, en donde veríamos la materia prima de la mayoría de los platos que se sirven en Japón. Así que cogimos el bus y nos bajamos en la parada de Shijo Takakura, allí nos entró un poco el hambre y vimos un sitio que ponían platos combinados por 1000 y poco yens. El sitio tenía buena pinta (bueno, como casi todos), así que nos metimos.
El combi estaba formado por arroz, verdura y generosos trozos de carne rebozada acompañado todo con 4 o 5 potes de salsas y otro plato con un revoltillo de verduras, carne y arroz que estaba que te cagas.
Como el kiko. Salió por unos 3000 y poco yens los dos (cervecita incluida).
Seguimos caminando calle arriba (suponemos que es hacia arriba, porque aquí giras dos calles y estás más perdido que un hijoputa el día del padre) y nos encontramos de golpe con el mercado. Una calle larguísima cubierta por un techo de cristal de colores (por eso cuando llueve dicen que la gente viene mucho aquí) y en el que se concentran por metro cuadrado una cantidad de paradas de mercado tremenda.
El sitio tiene mucha vida y por todos lados ves verduras, pescado fresco, carne...no sólo hay tiendas de comestibles, también hay de ropa y cosas variadas, pero son las menos...en su mayoría gana el colorido de los alimentos.
Pudimos ver como preparaban el pescado, la carne o cómo marinaban algunas verduras...había gente, pero se podía caminar sin problemas.
Es recomendable comer por la zona, ya que está lleno de sitios que te dejan probar la mercancía y los precios de los “pinchos” o de cosas sueltas es bastante bueno.
Pasado el mercado llegamos a una zona comercial que decidimos atravesar mientras llegábamos a la calle principal para ir al hotel, ducharnos e irnos a la zona de Fushimi. De camino vimos una tienda de gorras y sombreros que tenía buena pinta y nos metimos, Eli acabó sucumbiendo ante el poder sombreril y se pilló una gorra (que no es porque sea mi mujer, pero que le queda que te cagas) y yo me compré mi segunda adquisición para el tiesto, una gorrita medio boina que acabará por completo con mi poca credibilidad y belleza.
Llegamos finalmente a la calle principal (por calle principal entendemos como la que va al Gion) y cogimos el bus para ir al hotel. Ya allí nos refrescamos, dejamos las compras (sii, caímos en la zona del templo y nos compramos unas tacitas para el té y el sake muy chulas, estaban que las regalaban!) y nos marchamos hacia la estación de Kyoto para irnos a la zona de Fushimi.
Cogimos la línea JR que va para Kobe y nos bajamos dos paradas después en Inari. Nada más salir te topas ya con la entrada de los santuarios. La zona prometía.
Primero no había casi ni Dios, era un poco tarde, la verdad, las 17h, pero el el sol caía sobre el complejo y le daba un aire muy pero que muy chulo. Caminamos y al poco nos encontramos con los primeros Toriis.
El sitio es para entendernos un grupo de santuarios unidos por interminables pasajes llenos de Toriis apilados uno tras otro y que le da un efecto de “infinito” a las callejuelas muy vistoso (hay fotos mil en google del sitio). Rodeados por bosque e iluminados cuando se va la luz por farolillos (sin publicidad, Jordi nos contó que los farolillos rojos que tanto nos gustan suelen llevar escrito el nombre de un bar o tienda y el número de teléfono, los guiris los vemos como algo sagrado y en realidad pone “Bar Pepe”) el sitio resulta acojonante y en nuestra opinión de lo mejor que hemos visto.
De vez en cuando te topas con un grupo intentando sacar la foto más original que puede del lugar pero en general estuvimos solos casi todo el rato. Habíamos leído que entre santuario y santuario te topabas con pequeños cementerios y así era, en mitad de un camino nos encontramos con un cementerio lleno de lápidas, ofrendas y todo como en una especie de mini-laberinto en el que en cada giro lo flipabas más por la cantidad de detalles, estatuas, velas y cosas que podías ver, las retinas nos iban a estallar.
Eran ya casi las 8 de la tarde y la luz ya escaseaba bastante, así que decidimos marcharnos. A pesar de que en la guía indicaba que el sitio cerraba por la noche (no se cobra por entrar) la verdad es que caminando a lo loco nos encontramos de golpe en mitad de las calles de la “ciudad” (es como una urbanización pequeñita) de Inari, preciosa por cierto y muy cuca.
El sitio nos ha encantado y nos lamentamos de no haber ido por la mañana para poder hacer sus 4 kilómetros de recorrido, a pesar de que el atardecer nos regaló algunas vistas increíbles del lugar.
Regresamos al hotel y como no teníamos hambre pillamos de nuevo en el Dawson algo para picar (es que hay de todo!).
Antes reservamos los billetes a Hiroshima para el día siguiente en la estación. Sin problemas salimos a los 8:20.
Ya en el hotel preparamos todo para marcharnos a Miyajima al día siguiente (hemos modificado el tema, iremos directamente a Miya para pasar todo el día y al día siguiente por la mañana iremos a Hiroshima).
Kyoto nos ha encantado, es un sitio fantástico y que tiene de todo, desde la modernidad de su ciudad hasta los sitios más bonitos para callejear (Gion es precioso), pasando por templos para aburrir (y que creemos que hemos escogido bien para no saturarnos), comer...y encima hemos conocido a dos personas muy majas.
Vaaamos para Miyajima!!!!
Un saludo!.
Por fin, después de unos cuantos días nublados teníamos sol, claro que para las visitas a los templos y santuarios como que no va del todo bien, pero se agradece el calor del sol en la piel, ellos lo repudian tapándose con mangas largas, paraguas o lo que tengan a mano para que su piel no quede tostada...todos menos los chicos que tiran de los carros, unos campeones que tienen las piernas a rombos y que los ves tirar del carro por cuestas con dos y tres personas y te cansas de tan sólo mirar.
Nos bajamos en la parada de Kiyomizu y subimos una cuesta que al poco se convirtió en un centro turístico repleto de tiendas de souvenirs, restaurantes y demás atractivos para el visitante.
Estuvimos ojeando inevitablemente y vimos unas cuantas cosas que con seguridad caeremos y las compraremos...yo para empezar me compré por fin el pañuelo-toalla que lleva todo el mundo para secarse el sudor y que a partir de ahora será mi compañero fiel de solapa (y que aquí va de puta madre porque sudas ahora sí y ahora también).
Caminamos un rato mientras los dueños de las tiendas se postraban a cada viajero o transeúnte que pasaba por su lado hasta que llegamos a las puertas del templo. Una escalinata de piedra franqueada por dos estatuas enormes que te mira como si te fuera a atravesar.
Dentro vimos los típicos puestos para colgar los deseos, lavarse las manos con cazo (ritual para entrar a los santuarios) y demás parafernalia. El sitio estaba atestado de gente.
Mikiko y Jordi nos habían dado unas entradas para el sitio (bueno, nos dieron mapas de un montón de sitios, gracias!) ya que por lo visto no cambian de un año para el otro y ni las rompen ni nada ya que aquí normalmente las enseñas, las escaneas con algún mecanismo implantado en los nipones y te dejan pasar..nah es que simplemente se fían y confían tanto en su sistema que no conciben que se haga “trampa”.
En fin, que llegamos a la entrada y muy de flamencos enseñamos las entradas y nos sacaron amarilla, han cambiado el formato de las entradas...hoooo.
Bueno, sacamos los tickets (son 400y cada uno) y nos metimos en el meollo.
La estancia principal es un templo que tiene una terraza generosa (todo de madera) que da a un “acantilado”, todo rodeado de vegetación, bastante bonito, lástima como ya hemos comentado de que no es la época idónea para disfrutar de los paisajes y que el verde predomina sobre todo, restándole esa belleza que los tonos rojos, marrones y amarillos le dan en otoño o en primavera....
Más que desde la terraza, siguiendo un desfiladero a la izquierda se llega a un camino desde el que se ve el templo y el acantilado, las vistas son más completas desde ahí y el sitio luce mejor.
Siguiendo el camino llegamos a un sitio en donde había una cola enorme para llenar los cazos con agua que cae de la montaña y que por lo visto tiene propiedades curativas, como no tenemos arreglo decidimos echar fotos y dejar los milagros para el resto.
Seguimos caminando y llegamos a una zona en la que nos topamos con un señor totalmente rígido como una estatua que pedía limosna estirando los brazos mientras sostenía un plato de cerámica pequeño ataviado con ropas muy del estilo feudal y con el típico sombrero asiático de paja que le cubría totalmente la mirada, a mi me estremeció la visión y no pude evitar tirarle algunas fotos, luego le dimos unas monedas por las molestias...muy silenciosamente me agradeció el gesto con una leve inclinación y susurrando unas palabras. Lo dicho, estremecedor.
Salimos del sitio y decidimos ir al mercado Nishiki, en donde veríamos la materia prima de la mayoría de los platos que se sirven en Japón. Así que cogimos el bus y nos bajamos en la parada de Shijo Takakura, allí nos entró un poco el hambre y vimos un sitio que ponían platos combinados por 1000 y poco yens. El sitio tenía buena pinta (bueno, como casi todos), así que nos metimos.
El combi estaba formado por arroz, verdura y generosos trozos de carne rebozada acompañado todo con 4 o 5 potes de salsas y otro plato con un revoltillo de verduras, carne y arroz que estaba que te cagas.
Como el kiko. Salió por unos 3000 y poco yens los dos (cervecita incluida).
Seguimos caminando calle arriba (suponemos que es hacia arriba, porque aquí giras dos calles y estás más perdido que un hijoputa el día del padre) y nos encontramos de golpe con el mercado. Una calle larguísima cubierta por un techo de cristal de colores (por eso cuando llueve dicen que la gente viene mucho aquí) y en el que se concentran por metro cuadrado una cantidad de paradas de mercado tremenda.
El sitio tiene mucha vida y por todos lados ves verduras, pescado fresco, carne...no sólo hay tiendas de comestibles, también hay de ropa y cosas variadas, pero son las menos...en su mayoría gana el colorido de los alimentos.
Pudimos ver como preparaban el pescado, la carne o cómo marinaban algunas verduras...había gente, pero se podía caminar sin problemas.
Es recomendable comer por la zona, ya que está lleno de sitios que te dejan probar la mercancía y los precios de los “pinchos” o de cosas sueltas es bastante bueno.
Pasado el mercado llegamos a una zona comercial que decidimos atravesar mientras llegábamos a la calle principal para ir al hotel, ducharnos e irnos a la zona de Fushimi. De camino vimos una tienda de gorras y sombreros que tenía buena pinta y nos metimos, Eli acabó sucumbiendo ante el poder sombreril y se pilló una gorra (que no es porque sea mi mujer, pero que le queda que te cagas) y yo me compré mi segunda adquisición para el tiesto, una gorrita medio boina que acabará por completo con mi poca credibilidad y belleza.
Llegamos finalmente a la calle principal (por calle principal entendemos como la que va al Gion) y cogimos el bus para ir al hotel. Ya allí nos refrescamos, dejamos las compras (sii, caímos en la zona del templo y nos compramos unas tacitas para el té y el sake muy chulas, estaban que las regalaban!) y nos marchamos hacia la estación de Kyoto para irnos a la zona de Fushimi.
Cogimos la línea JR que va para Kobe y nos bajamos dos paradas después en Inari. Nada más salir te topas ya con la entrada de los santuarios. La zona prometía.
Primero no había casi ni Dios, era un poco tarde, la verdad, las 17h, pero el el sol caía sobre el complejo y le daba un aire muy pero que muy chulo. Caminamos y al poco nos encontramos con los primeros Toriis.
El sitio es para entendernos un grupo de santuarios unidos por interminables pasajes llenos de Toriis apilados uno tras otro y que le da un efecto de “infinito” a las callejuelas muy vistoso (hay fotos mil en google del sitio). Rodeados por bosque e iluminados cuando se va la luz por farolillos (sin publicidad, Jordi nos contó que los farolillos rojos que tanto nos gustan suelen llevar escrito el nombre de un bar o tienda y el número de teléfono, los guiris los vemos como algo sagrado y en realidad pone “Bar Pepe”) el sitio resulta acojonante y en nuestra opinión de lo mejor que hemos visto.
De vez en cuando te topas con un grupo intentando sacar la foto más original que puede del lugar pero en general estuvimos solos casi todo el rato. Habíamos leído que entre santuario y santuario te topabas con pequeños cementerios y así era, en mitad de un camino nos encontramos con un cementerio lleno de lápidas, ofrendas y todo como en una especie de mini-laberinto en el que en cada giro lo flipabas más por la cantidad de detalles, estatuas, velas y cosas que podías ver, las retinas nos iban a estallar.
Eran ya casi las 8 de la tarde y la luz ya escaseaba bastante, así que decidimos marcharnos. A pesar de que en la guía indicaba que el sitio cerraba por la noche (no se cobra por entrar) la verdad es que caminando a lo loco nos encontramos de golpe en mitad de las calles de la “ciudad” (es como una urbanización pequeñita) de Inari, preciosa por cierto y muy cuca.
El sitio nos ha encantado y nos lamentamos de no haber ido por la mañana para poder hacer sus 4 kilómetros de recorrido, a pesar de que el atardecer nos regaló algunas vistas increíbles del lugar.
Regresamos al hotel y como no teníamos hambre pillamos de nuevo en el Dawson algo para picar (es que hay de todo!).
Antes reservamos los billetes a Hiroshima para el día siguiente en la estación. Sin problemas salimos a los 8:20.
Ya en el hotel preparamos todo para marcharnos a Miyajima al día siguiente (hemos modificado el tema, iremos directamente a Miya para pasar todo el día y al día siguiente por la mañana iremos a Hiroshima).
Kyoto nos ha encantado, es un sitio fantástico y que tiene de todo, desde la modernidad de su ciudad hasta los sitios más bonitos para callejear (Gion es precioso), pasando por templos para aburrir (y que creemos que hemos escogido bien para no saturarnos), comer...y encima hemos conocido a dos personas muy majas.
Vaaamos para Miyajima!!!!
Un saludo!.
15 de agosto de 2010
Panorámicas desde Kobe y Osaka
Kobe y Osaka
Desayunamos de nuevo en el hotel y nos fuimos temprano para visitar Osaka. Estuvimos a punto de suprimir la visita e irnos directamente a Kobe porque la verdad es que no nos llamaba demasiado la atención, una mini Tokyo que además luce mejor por la tarde y no queríamos estar todo el día danzando para unas pocas horas...pero bueno, decidimos ir ya que está de camino.
Cogimos el JR en la estación de Kyoto y en un suspiro nos plantamos en Osaka. El sitio no es muy diferente a simple de vista de cuando llegas a Tokyo o a la estación de Kyoto. Una condensación de edificios, de gente...y estrés.
Existen dos barrios en donde se supone está todo el meollo, Kita y Minami, más al sur. Pero antes de ir decidimos irnos al edificio Celeste de Umeda, visible al salir de la estación y que parece un arco de triunfo a lo ciber (y un poco más grande, como que mide 170 y pico metros el bicho).
Pasamos un túnel subterráneo y llegamos al edificio, rodeado por un mini foso con agua y jardines.
La verdad es que impresiona la monstruosidad, pero mejor fue ver un cartelón de Michael Jackson y a unos japos promocionándolo mientras sonaban canciones del Rey del Pop...y al lado una réplica exacta de la puerta de “Neverland”, con dos huevos.
Subimos hasta la tercera planta del edificio “garden” (?¿?, es todo de cristal) haciendo el Billy Jean y allí cogimos un ascensor que empezó a subir y subir mientras los oídos empezaban a notar la presión. Una vez en la planta burrada y medio vendían unos tickets para subir unas dos últimas plantas y ver la panorámica, pero habían unos ventanales redondos enormes desde donde se veía prácticamente toda la ciudad y parte de Kobe, vimos una tontería pagar 1600y por un piso más. Las vistas de infarto, es como en esas vistas de pájaro que salen en la tele de los edificios de Nueva York pero en japo, tremendo. Incluso vimos desde allí un famoso edificio que es atravesado por una autopista.
Estuvimos un buen rato y al final decidimos marcharnos, de camino a la estación para ver los otros barrios decidimos anularlos y marcharnos a Kobe, las dos zonas son micro-centros comerciales por doquier y tan sólo nos llamaba la atención un puente llamado Ebisu-Bashi que para más inri como lucía mejor era por la noche....a nosotros como que nos la suda bastante el tema de los centros comerciales, además de que en Tokyo hemos visto cientos de ellos y entrado en alguno. Decidimos marcharnos a Kobe.
Cogimos el tren de nuevo en Osaka y nos fuimos a Kobe, visitaríamos el barrio chino y el puerto.
La parada correcta para visitar Kobe es Motomachi, que te deja a tiro del barrio chino y a un paseo del puerto...nosotros nos bajamos en la anterior y paseamos un rato, pero bueno.
Llegamos a las puertas del barrio y comenzó el festín de recuerdos, las calles se transforman y por un momento uno se siente realmente como si estuviera en una de esas locas calles de Shangai o Pekín, repleto de puestos, gente chillando y vendedores del todo. Los olores, los coloridos edificios y sórdidos algunos completan un paseo muy agradable y en donde se pueden probar una buena cantidad de platos (tanto chinos como japos por lo que vimos). El lugar está hasta los topes de gente, pero se puede caminar y ver los puestos sin problemas. Decidimos visitar el puerto y luego regresaríamos para comer por las calles...
Caminamos un rato hacia la izquierda nada más salir del barrio chino y al poco llegamos a la zona portuaria, en donde hay naves atracadas (una parece la nave espacial de los X-Men) y la torre del puerto que ofrece panorámicas de todo el lugar y de la ciudad...como el día iba de panorámicas pues decidimos subirnos.
Las vistas impresionantes también (aquí tuvimos que pagar 1200y los dos, pero bueno), pero mejor aún un bar giratorio en la azotea en el que apenas hay gente y en el que decidimos tomarnos unas birritas frescas mientras el aparato nos mostraba las vistas del sitio.
Allí nos tiramos un buen rato charlando y digiriendo un poco las experiencias vividas en este viaje (solemos hacerlo cada poco) hasta que nos dio la hora de comer. Bajamos y nos dirigimos hacia el barrio chino, allí nos comimos varios pinchos (buscamos los escorpiones, pero no hubo suerte) de pescado, carne y alguna cosa que ni idea de qué era y acabamos a petar (cada generoso pincho cuesta unos 100-200y) por muy poca pasta.
No era muy tarde, pero como aquí a partir de las 17h empieza a anochecer bastante rápido nos fuimos hacia Kyoto y descansamos un rato en el hotel. Más tarde nos fuimos hacia el Gion para darnos un voltio y buscar algo para cenar pero estábamos tan llenos del papeo “pincheril” del medio día que decidimos entrar en un Dawson (tiendas que están abiertas hasta las tantas todos los días del año) y compramos algo por si más tarde se nos abría el apetito, compramos una bandeja de sushi, un panecillo (que resultó que venía con mantequilla) y estuvimos viendo lo que venden en los supers japos....de platos pre-cocinados tienen la vida, pero luego tienen pastas con rellenos imposibles, mini guitarras a escala (?¿?¿?, como si fueran cromos!) y mil y una golosinas a cada una con una pinta que te cagas...al final fuimos clásicos y cogimos un par de paquetes de nubes (de limón y de fresa) que al comernos una saltó la sorpresa...están rellenas de fresa o limón! Dios mío que delicia, pero por qué no hacen eso en España?!
En sitios como ese con bebidas puedes gastarte unos 1000y y cenar tranquilamente dos.
Nos fuimos a por la parada del bus y nos dimos cuenta de que eran las 11 de la noche, y a esa hora ya no pasa el bus que nos tenía que llevar al ladito del hotel, por fortuna estábamos a unas tres paradas y dimos un paseo correteando las calles de Kyoto, que son una gozada por la noche por lo tranquilas que son (en el “casco antiguo” donde estamos, sobre todo) y disfrutando un poco de la “brisa” nocturna después de los calurosos días (y nublados, sólo hemos tenido sol al 100% un día!).
Mañana visitaremos el templo de Kiyomizu, el mercado de Nishiki y por la tarde iremos a Fushimi Inari, un conjunto de santuarios unidos por puertas Torii del que hemos leído maravillas y en el que recomiendan ir al caer la tarde.
Un saludo!.
Desayunamos de nuevo en el hotel y nos fuimos temprano para visitar Osaka. Estuvimos a punto de suprimir la visita e irnos directamente a Kobe porque la verdad es que no nos llamaba demasiado la atención, una mini Tokyo que además luce mejor por la tarde y no queríamos estar todo el día danzando para unas pocas horas...pero bueno, decidimos ir ya que está de camino.
Cogimos el JR en la estación de Kyoto y en un suspiro nos plantamos en Osaka. El sitio no es muy diferente a simple de vista de cuando llegas a Tokyo o a la estación de Kyoto. Una condensación de edificios, de gente...y estrés.
Existen dos barrios en donde se supone está todo el meollo, Kita y Minami, más al sur. Pero antes de ir decidimos irnos al edificio Celeste de Umeda, visible al salir de la estación y que parece un arco de triunfo a lo ciber (y un poco más grande, como que mide 170 y pico metros el bicho).
Pasamos un túnel subterráneo y llegamos al edificio, rodeado por un mini foso con agua y jardines.
La verdad es que impresiona la monstruosidad, pero mejor fue ver un cartelón de Michael Jackson y a unos japos promocionándolo mientras sonaban canciones del Rey del Pop...y al lado una réplica exacta de la puerta de “Neverland”, con dos huevos.
Subimos hasta la tercera planta del edificio “garden” (?¿?, es todo de cristal) haciendo el Billy Jean y allí cogimos un ascensor que empezó a subir y subir mientras los oídos empezaban a notar la presión. Una vez en la planta burrada y medio vendían unos tickets para subir unas dos últimas plantas y ver la panorámica, pero habían unos ventanales redondos enormes desde donde se veía prácticamente toda la ciudad y parte de Kobe, vimos una tontería pagar 1600y por un piso más. Las vistas de infarto, es como en esas vistas de pájaro que salen en la tele de los edificios de Nueva York pero en japo, tremendo. Incluso vimos desde allí un famoso edificio que es atravesado por una autopista.
Estuvimos un buen rato y al final decidimos marcharnos, de camino a la estación para ver los otros barrios decidimos anularlos y marcharnos a Kobe, las dos zonas son micro-centros comerciales por doquier y tan sólo nos llamaba la atención un puente llamado Ebisu-Bashi que para más inri como lucía mejor era por la noche....a nosotros como que nos la suda bastante el tema de los centros comerciales, además de que en Tokyo hemos visto cientos de ellos y entrado en alguno. Decidimos marcharnos a Kobe.
Cogimos el tren de nuevo en Osaka y nos fuimos a Kobe, visitaríamos el barrio chino y el puerto.
La parada correcta para visitar Kobe es Motomachi, que te deja a tiro del barrio chino y a un paseo del puerto...nosotros nos bajamos en la anterior y paseamos un rato, pero bueno.
Llegamos a las puertas del barrio y comenzó el festín de recuerdos, las calles se transforman y por un momento uno se siente realmente como si estuviera en una de esas locas calles de Shangai o Pekín, repleto de puestos, gente chillando y vendedores del todo. Los olores, los coloridos edificios y sórdidos algunos completan un paseo muy agradable y en donde se pueden probar una buena cantidad de platos (tanto chinos como japos por lo que vimos). El lugar está hasta los topes de gente, pero se puede caminar y ver los puestos sin problemas. Decidimos visitar el puerto y luego regresaríamos para comer por las calles...
Caminamos un rato hacia la izquierda nada más salir del barrio chino y al poco llegamos a la zona portuaria, en donde hay naves atracadas (una parece la nave espacial de los X-Men) y la torre del puerto que ofrece panorámicas de todo el lugar y de la ciudad...como el día iba de panorámicas pues decidimos subirnos.
Las vistas impresionantes también (aquí tuvimos que pagar 1200y los dos, pero bueno), pero mejor aún un bar giratorio en la azotea en el que apenas hay gente y en el que decidimos tomarnos unas birritas frescas mientras el aparato nos mostraba las vistas del sitio.
Allí nos tiramos un buen rato charlando y digiriendo un poco las experiencias vividas en este viaje (solemos hacerlo cada poco) hasta que nos dio la hora de comer. Bajamos y nos dirigimos hacia el barrio chino, allí nos comimos varios pinchos (buscamos los escorpiones, pero no hubo suerte) de pescado, carne y alguna cosa que ni idea de qué era y acabamos a petar (cada generoso pincho cuesta unos 100-200y) por muy poca pasta.
No era muy tarde, pero como aquí a partir de las 17h empieza a anochecer bastante rápido nos fuimos hacia Kyoto y descansamos un rato en el hotel. Más tarde nos fuimos hacia el Gion para darnos un voltio y buscar algo para cenar pero estábamos tan llenos del papeo “pincheril” del medio día que decidimos entrar en un Dawson (tiendas que están abiertas hasta las tantas todos los días del año) y compramos algo por si más tarde se nos abría el apetito, compramos una bandeja de sushi, un panecillo (que resultó que venía con mantequilla) y estuvimos viendo lo que venden en los supers japos....de platos pre-cocinados tienen la vida, pero luego tienen pastas con rellenos imposibles, mini guitarras a escala (?¿?¿?, como si fueran cromos!) y mil y una golosinas a cada una con una pinta que te cagas...al final fuimos clásicos y cogimos un par de paquetes de nubes (de limón y de fresa) que al comernos una saltó la sorpresa...están rellenas de fresa o limón! Dios mío que delicia, pero por qué no hacen eso en España?!
En sitios como ese con bebidas puedes gastarte unos 1000y y cenar tranquilamente dos.
Nos fuimos a por la parada del bus y nos dimos cuenta de que eran las 11 de la noche, y a esa hora ya no pasa el bus que nos tenía que llevar al ladito del hotel, por fortuna estábamos a unas tres paradas y dimos un paseo correteando las calles de Kyoto, que son una gozada por la noche por lo tranquilas que son (en el “casco antiguo” donde estamos, sobre todo) y disfrutando un poco de la “brisa” nocturna después de los calurosos días (y nublados, sólo hemos tenido sol al 100% un día!).
Mañana visitaremos el templo de Kiyomizu, el mercado de Nishiki y por la tarde iremos a Fushimi Inari, un conjunto de santuarios unidos por puertas Torii del que hemos leído maravillas y en el que recomiendan ir al caer la tarde.
Un saludo!.
14 de agosto de 2010
Templos, bosques y veladas en Kyoto
Kyoto Día 2
Dormimos como Dios. Ya era hora de pasar una noche en condiciones.
Bajamos a eso de las 8 para desayunar en el ryokan, ya que nos ofrecieron por 400y un menú de sándwich, café y zumo y tenía buena pinta.
Una vez almorzados decidimos irnos hacia el pabellón dorado Kinkakuji, al norte de Kyoto. Para llegar a él pillamos el bus (ya dominamos las combinaciones) con un bono que sacamos por 500y cada uno y que nos sirve par viajar por toda la red de paradas (excepto algunas indicadas en el mapa) de forma ilimitada durante un día.
Nada más llegar a la parada de Kinkankuji-Michi ya vimos que un montonazo de gente se metía en el complejo, pintaba muy guiri el asunto, pero evidentemente es lo que nos vamos a encontrar en casi todos los sitios.
Atravesamos un pequeño claro y sacamos los tickets para acceder, 400y cada uno.
Nada más pasar la puerta de entrada y al girar un poco a la izquierda te topas de lleno con el edificio dorado, flotando en mitad de un estanque de agua y rodeado de vegetación. La foto de postal.
El reflejo en el agua le da un aire muy a lo templo dorado de Amritsar aunque en marcos diferentes, pero nos recordó mucho.
Estuvimos haciendo un huevo de fotos desde una parte en la que tienen al “ganado” deleitándose de las estupendas vistas (lástima de la época del año, en la que no luce el follaje como en otoño o primavera probablemente).
Luego nos movimos y atravesamos unos jardines mientras a nuestras espaldas quedaba el complejo, resultaba difícil no girarse para echar esa foto desde otro ángulo, el templo es precioso la verdad, laminado en oro en su parte superior y con el típico estilo japonés en su parte baja, de madera.
Paseamos a través de jardines, llegando a una casita del té en mitad de los árboles y alguna tienda que otra de souvenirs, atestada de gente.
Salimos del recinto y pillamos el bus para seguir nuestra ruta de templos del día, ahora tocaba el Ryoanji, a un kilómetro de distancia más o menos.
Accedimos al templo (500y cada uno, aquí no vale la jugada de estudiante, son demasiado listos!) después de pasar los jardincillos de turno y al poco nos encontramos con la sala principal y la mayor atracción del lugar, un jardín seco (kare-sansui) en la que 15 rocas descansan sobre un “mar” de arena. El sitio es hipnótico y a pesar de estar bastante lleno de gente no hay problemas en sentarse (hay que descalzarse al entrar en la mayoría de sitios) y dejarse llevar por el rollo zen, además la gente es bastante respetuosa y no arman excesivo jaleo, con lo que la experiencia gana enteros.....las líneas que trazan la arena perfectamente colocada y bordeando las rocas como si fueran pequeños islotes te dejan ko...a Eli tuve que decirle unas cuantas veces que teníamos que seguir.
Además del famoso “jardín”, la estancia tiene otros jardines muy cuidados y que pasear por ellos resulta bastante gratificante, sobre todo cuando uno pierde al grupillo de turno y queda envuelto en el “silencio” de las chicharras.
El siguiente lugar que queríamos visitar, más que un templo es un lugar, el bosque de bambú que queda al norte del templo de Tenryu-Ji, algo más alejado y ya en el distrito de Arashima (pero en la parte noroeste de todas formas).
De nuevo pillamos bus y nos dejó en la misma puerta del sitio (esto está preparado para subir al bus, bajar bus, ver templo, fliparlo, comprar souvenir, subir bus....)...como no teníamos muy claro donde quedaba la zona del bosque de bambú preguntamos a la recepcionista del sitio y nos dio un mapa en el que indicaba que estaba en la parte norte del templo...ya que estábamos decidimos entrar, atravesarlo y ver el bosque.
Antes decidimos comer algo en unos puestos que habían al cruzar la calle, vendían unos fideos y unas crepes que llevaban creemos prácticamente un 80% de los alimentos que existen en el planeta (no sabemos como hizo para meter ahí tal cantidad de cosas el jefe) por unos 500y cada plato (y 300 la birra!)...nos pusimos hasta las cejas, los platos eran bastante generosos y estaban buenísimos.
Ya comidos nos metimos en el templo y dimos con una estancia en la que te podías meter en una habitación enorme toda con tatami en la que las puertas de papel de arroz típicas japos estaban abiertas y daban a los jardines...las vistas y la sensación merecían que nos sentáramos un buen rato por ahí tirados mientras disfrutamos de unas vistas a los jardines y al estanque muy idílicas. Por cierto, al entrar te dejan unas zapatillas no aptas para quien tenga más de un 40.
Después nos fuimos atravesando los jardines y llegamos a la parte norte, salimos y vimos un bosquecillo de bambú que nos desilusionó bastante....pensábamos que estaríamos envueltos por todos lados pero tan sólo era en una parte del templo....pero eso cambió al salir por la entrada norte. De golpe nos encontramos en un sendero sin apenas gente y con árboles de bambú por todas partes, la sensación era tremenda, increíble....una de las cosas que más me apetecía era mirar hacia arriba y ver como el bambú crecía por todos lados dándole al tema una atmósfera muy a lo samurai. Grandioso. Parecía que en cualquier momento aparecería por ahí un Ronin pegando espadazos. De cine. El objetivo del ojo de pez echaba humo.
Caminamos un buen rato y miraras donde miraras veías interminable bosque con bambúes de tallo enorme y que se perdían hasta donde alcanzaba la vista.
Salimos del bosque y mientras regresábamos hacia la zona de la calle principal (llevábamos ya un buen rato solos) nos topamos con otra de las cosas que nos hacía gracia ver, un cementerio típico japo. Alucinante.
De golpe nos vimos envueltos por todas partes de las típicas “lápidas” de forma vertical y con los símbolos japos garabateados, todas forman un paisaje precioso y lleno de pequeñas tablillas, flores, incienso, pequeños cuencos de agua...vimos a gente lavando algunas (compran un kit de cubo y cazo y lanzan la “cazada” sobre la lápida) y nos perdimos por la infinidad de pasillos estrechos...
Ni qué decir tiene que tuve que sacar a Eli a rastras de nuevo de ese lugar porque el tema le pirra.
Seguimos caminando y vimos algunas casas que tenían incluso las lápidas en su jardín o en la misma puerta, de friki.
Ya en la calle principal compramos un dulce de arroz al vapor caramelizado (no tenía ni idea de qué era, pero nos enteramos más tarde en la velada del día) que estaba de muerte y nos fuimos con el bus hasta la misma estación que tenemos justo al lado del ryokan.
Después del tute “templario” decidimos enviarle un mail a Jordi para quedar uno de estos días que estamos por aquí y hacer una cenita, al final decidimos quedar para esa misma noche.
A eso de las 8 nos reunimos en la puerta del Ryokan, Jordi, su mujer Mikiko y nosotros dos. Nos hizo mucha ilusión después de tantos correos de intercambio con información (conseguimos el ryokan gracias a que nos pasaron la información ellos) el conocernos por fin, es algo muy especial encontrarte con alguien conocido en un lugar tan remoto.
Nos comentaron qué tipo de comida nos apetecía para la cena y como no era cuestión de pedir pan con tomate y jamón serrano pues decidimos entre todos ir a un sitio al norte (o eso creemos, porque callejeamos tanto que casi me cojo al brazo del amigo para volver por miedo a perdernos) en el que se tapeaba bien. Mikiko desapareció durante un momento y cuando llegamos al lugar estaba en la puerta haciendo cola (nah, se adelantó en bici para intentar pillar sitio)...como había mucha gente nos llevaron a otro lugar en el que lo flipamos bastante.
De golpe Jordi se para, me señala un cartel y me dice “ahí pone cañas de cerveza”...miramos hacia la derecha en donde se supone que señalaba y tan sólo vimos un parking....ya estábamos pensando en salir pitando de allí cuando vimos que hablaban con un señor y les decía que lo siguiéramos...bajamos por unas escaleras (yo iba pensando en las pelis esas en las que los chinos ponen locales ilegales del juego) y nos topamos con un restaurante...”este tiene que ser bueno” pensé.
Al grito unísono de “bienvenidos” (lo grita hasta el gato al entrar) nos metieron al fondo del local en unas mesitas rollo tatami con el fondo abierto para meter las piernas que estaba de muerte, un sitio muy chulo y separados por unos biombos mientras a los lados la juventud se ponía ciega (literalmente, porque más tarde veríamos a unos tíos tendidos panza arriba en el sitio) de comer y beber.
La velada fue estupenda, lo pasamos en grande y nos reímos como nunca (sobre todo ellos, que se lo pasan teta con nuestras calamidades!). Comimos un porrón y medio de pinchos de todo tipo, de cebolla rebozada, raíces de Loto, pollo, cerdo....tendones de pollo (mamón!, el tío se esperó a que nos los comiéramos para decirnos lo que era!) y bebidas de lo más extraño como gaseosa con leche (que está que te cagas) y alcoholes varios...y digo varios porque cenamos con birras y un combinado que toma Jordi (que me pedí porque estaba de vicio, ya me recordará la mezcla) y de golpe apareció el camarero con una hoja en la que aparecía las caras de los trabajadores del local y unas hojas para que escribiéramos un número (¿?¿?).
Al parecer era para escoger al más guapo del local o para ver si éramos capaces de reconocer al que nos había servido...dimos en el clavo y nos tocaron bebidas gratis...unos combinados que nos tomamos mientras charlamos (bueno, en realidad nos tiramos hablando desde que salimos del hotel) sobre el país, los viajes, la cultura en general japo e historias propias. La verdad es que nos resultó muy gratificante y aprendimos un huevo de cosas de la mano de dos personas que viven en sus carnes esta peculiar cultura....la historia de la moto fue grande.
Nos llevaron hasta el hotel y nos hicimos algunas fotos por la calle y en el hotel para enviárselas también a Iolanda, que sabemos le hará ilusión vernos con su amigo de la infancia. (que lo hayamos visto nosotros antes que tú....)
Muchas gracias a los dos por la estupenda velada, y chin-chin!
Mañana Kobe y Osaka.
Un saludo!.
Dormimos como Dios. Ya era hora de pasar una noche en condiciones.
Bajamos a eso de las 8 para desayunar en el ryokan, ya que nos ofrecieron por 400y un menú de sándwich, café y zumo y tenía buena pinta.
Una vez almorzados decidimos irnos hacia el pabellón dorado Kinkakuji, al norte de Kyoto. Para llegar a él pillamos el bus (ya dominamos las combinaciones) con un bono que sacamos por 500y cada uno y que nos sirve par viajar por toda la red de paradas (excepto algunas indicadas en el mapa) de forma ilimitada durante un día.
Nada más llegar a la parada de Kinkankuji-Michi ya vimos que un montonazo de gente se metía en el complejo, pintaba muy guiri el asunto, pero evidentemente es lo que nos vamos a encontrar en casi todos los sitios.
Atravesamos un pequeño claro y sacamos los tickets para acceder, 400y cada uno.
Nada más pasar la puerta de entrada y al girar un poco a la izquierda te topas de lleno con el edificio dorado, flotando en mitad de un estanque de agua y rodeado de vegetación. La foto de postal.
El reflejo en el agua le da un aire muy a lo templo dorado de Amritsar aunque en marcos diferentes, pero nos recordó mucho.
Estuvimos haciendo un huevo de fotos desde una parte en la que tienen al “ganado” deleitándose de las estupendas vistas (lástima de la época del año, en la que no luce el follaje como en otoño o primavera probablemente).
Luego nos movimos y atravesamos unos jardines mientras a nuestras espaldas quedaba el complejo, resultaba difícil no girarse para echar esa foto desde otro ángulo, el templo es precioso la verdad, laminado en oro en su parte superior y con el típico estilo japonés en su parte baja, de madera.
Paseamos a través de jardines, llegando a una casita del té en mitad de los árboles y alguna tienda que otra de souvenirs, atestada de gente.
Salimos del recinto y pillamos el bus para seguir nuestra ruta de templos del día, ahora tocaba el Ryoanji, a un kilómetro de distancia más o menos.
Accedimos al templo (500y cada uno, aquí no vale la jugada de estudiante, son demasiado listos!) después de pasar los jardincillos de turno y al poco nos encontramos con la sala principal y la mayor atracción del lugar, un jardín seco (kare-sansui) en la que 15 rocas descansan sobre un “mar” de arena. El sitio es hipnótico y a pesar de estar bastante lleno de gente no hay problemas en sentarse (hay que descalzarse al entrar en la mayoría de sitios) y dejarse llevar por el rollo zen, además la gente es bastante respetuosa y no arman excesivo jaleo, con lo que la experiencia gana enteros.....las líneas que trazan la arena perfectamente colocada y bordeando las rocas como si fueran pequeños islotes te dejan ko...a Eli tuve que decirle unas cuantas veces que teníamos que seguir.
Además del famoso “jardín”, la estancia tiene otros jardines muy cuidados y que pasear por ellos resulta bastante gratificante, sobre todo cuando uno pierde al grupillo de turno y queda envuelto en el “silencio” de las chicharras.
El siguiente lugar que queríamos visitar, más que un templo es un lugar, el bosque de bambú que queda al norte del templo de Tenryu-Ji, algo más alejado y ya en el distrito de Arashima (pero en la parte noroeste de todas formas).
De nuevo pillamos bus y nos dejó en la misma puerta del sitio (esto está preparado para subir al bus, bajar bus, ver templo, fliparlo, comprar souvenir, subir bus....)...como no teníamos muy claro donde quedaba la zona del bosque de bambú preguntamos a la recepcionista del sitio y nos dio un mapa en el que indicaba que estaba en la parte norte del templo...ya que estábamos decidimos entrar, atravesarlo y ver el bosque.
Antes decidimos comer algo en unos puestos que habían al cruzar la calle, vendían unos fideos y unas crepes que llevaban creemos prácticamente un 80% de los alimentos que existen en el planeta (no sabemos como hizo para meter ahí tal cantidad de cosas el jefe) por unos 500y cada plato (y 300 la birra!)...nos pusimos hasta las cejas, los platos eran bastante generosos y estaban buenísimos.
Ya comidos nos metimos en el templo y dimos con una estancia en la que te podías meter en una habitación enorme toda con tatami en la que las puertas de papel de arroz típicas japos estaban abiertas y daban a los jardines...las vistas y la sensación merecían que nos sentáramos un buen rato por ahí tirados mientras disfrutamos de unas vistas a los jardines y al estanque muy idílicas. Por cierto, al entrar te dejan unas zapatillas no aptas para quien tenga más de un 40.
Después nos fuimos atravesando los jardines y llegamos a la parte norte, salimos y vimos un bosquecillo de bambú que nos desilusionó bastante....pensábamos que estaríamos envueltos por todos lados pero tan sólo era en una parte del templo....pero eso cambió al salir por la entrada norte. De golpe nos encontramos en un sendero sin apenas gente y con árboles de bambú por todas partes, la sensación era tremenda, increíble....una de las cosas que más me apetecía era mirar hacia arriba y ver como el bambú crecía por todos lados dándole al tema una atmósfera muy a lo samurai. Grandioso. Parecía que en cualquier momento aparecería por ahí un Ronin pegando espadazos. De cine. El objetivo del ojo de pez echaba humo.
Caminamos un buen rato y miraras donde miraras veías interminable bosque con bambúes de tallo enorme y que se perdían hasta donde alcanzaba la vista.
Salimos del bosque y mientras regresábamos hacia la zona de la calle principal (llevábamos ya un buen rato solos) nos topamos con otra de las cosas que nos hacía gracia ver, un cementerio típico japo. Alucinante.
De golpe nos vimos envueltos por todas partes de las típicas “lápidas” de forma vertical y con los símbolos japos garabateados, todas forman un paisaje precioso y lleno de pequeñas tablillas, flores, incienso, pequeños cuencos de agua...vimos a gente lavando algunas (compran un kit de cubo y cazo y lanzan la “cazada” sobre la lápida) y nos perdimos por la infinidad de pasillos estrechos...
Ni qué decir tiene que tuve que sacar a Eli a rastras de nuevo de ese lugar porque el tema le pirra.
Seguimos caminando y vimos algunas casas que tenían incluso las lápidas en su jardín o en la misma puerta, de friki.
Ya en la calle principal compramos un dulce de arroz al vapor caramelizado (no tenía ni idea de qué era, pero nos enteramos más tarde en la velada del día) que estaba de muerte y nos fuimos con el bus hasta la misma estación que tenemos justo al lado del ryokan.
Después del tute “templario” decidimos enviarle un mail a Jordi para quedar uno de estos días que estamos por aquí y hacer una cenita, al final decidimos quedar para esa misma noche.
A eso de las 8 nos reunimos en la puerta del Ryokan, Jordi, su mujer Mikiko y nosotros dos. Nos hizo mucha ilusión después de tantos correos de intercambio con información (conseguimos el ryokan gracias a que nos pasaron la información ellos) el conocernos por fin, es algo muy especial encontrarte con alguien conocido en un lugar tan remoto.
Nos comentaron qué tipo de comida nos apetecía para la cena y como no era cuestión de pedir pan con tomate y jamón serrano pues decidimos entre todos ir a un sitio al norte (o eso creemos, porque callejeamos tanto que casi me cojo al brazo del amigo para volver por miedo a perdernos) en el que se tapeaba bien. Mikiko desapareció durante un momento y cuando llegamos al lugar estaba en la puerta haciendo cola (nah, se adelantó en bici para intentar pillar sitio)...como había mucha gente nos llevaron a otro lugar en el que lo flipamos bastante.
De golpe Jordi se para, me señala un cartel y me dice “ahí pone cañas de cerveza”...miramos hacia la derecha en donde se supone que señalaba y tan sólo vimos un parking....ya estábamos pensando en salir pitando de allí cuando vimos que hablaban con un señor y les decía que lo siguiéramos...bajamos por unas escaleras (yo iba pensando en las pelis esas en las que los chinos ponen locales ilegales del juego) y nos topamos con un restaurante...”este tiene que ser bueno” pensé.
Al grito unísono de “bienvenidos” (lo grita hasta el gato al entrar) nos metieron al fondo del local en unas mesitas rollo tatami con el fondo abierto para meter las piernas que estaba de muerte, un sitio muy chulo y separados por unos biombos mientras a los lados la juventud se ponía ciega (literalmente, porque más tarde veríamos a unos tíos tendidos panza arriba en el sitio) de comer y beber.
La velada fue estupenda, lo pasamos en grande y nos reímos como nunca (sobre todo ellos, que se lo pasan teta con nuestras calamidades!). Comimos un porrón y medio de pinchos de todo tipo, de cebolla rebozada, raíces de Loto, pollo, cerdo....tendones de pollo (mamón!, el tío se esperó a que nos los comiéramos para decirnos lo que era!) y bebidas de lo más extraño como gaseosa con leche (que está que te cagas) y alcoholes varios...y digo varios porque cenamos con birras y un combinado que toma Jordi (que me pedí porque estaba de vicio, ya me recordará la mezcla) y de golpe apareció el camarero con una hoja en la que aparecía las caras de los trabajadores del local y unas hojas para que escribiéramos un número (¿?¿?).
Al parecer era para escoger al más guapo del local o para ver si éramos capaces de reconocer al que nos había servido...dimos en el clavo y nos tocaron bebidas gratis...unos combinados que nos tomamos mientras charlamos (bueno, en realidad nos tiramos hablando desde que salimos del hotel) sobre el país, los viajes, la cultura en general japo e historias propias. La verdad es que nos resultó muy gratificante y aprendimos un huevo de cosas de la mano de dos personas que viven en sus carnes esta peculiar cultura....la historia de la moto fue grande.
Nos llevaron hasta el hotel y nos hicimos algunas fotos por la calle y en el hotel para enviárselas también a Iolanda, que sabemos le hará ilusión vernos con su amigo de la infancia. (que lo hayamos visto nosotros antes que tú....)
Muchas gracias a los dos por la estupenda velada, y chin-chin!
Mañana Kobe y Osaka.
Un saludo!.
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