Zero Dark Thirty relata el trabajo en campo de la CIA por detener al terrorista probablemente más buscado de la historia, Osama Bin Laden.
Kathryn Bigelow ya demostró tener bastante soltura tras la más que interesante The Hurt Locker, juntando de forma muy efectiva la ficción con la cruda realidad que sucede en tierras en mitad de conflictos armados como Irak, sin duda una combinación que con pulso consiguió mantener entretenido al respetable y llevarse entusiastas críticas, aunque algún capón también.
Con Zero Dark juega con material más volátil que las trampas que desactivaban los protas en su anterior film, y es que se enfrenta a la titánica tarea de retratar la operación militar no más importante en cuanto a efectivos, pero probablemente que más pueda afectar a la moral de millones de personas en todo el mundo.
Así tenemos un thriller con tonos dramáticos y muy poca acción, salvo en su tramo final, en el que nos enseña el camino de la típica Carrie Mathison en Homeland, aunque mucho menos desequilibrada, desde sus primeros pasos en operativos militares hasta convertirse en una implacable agente con la única meta de encontrar y acabar con el objetivo.
Un buen baile de nombres, torturas, trapicheos, problemas burocráticos, presión social, intereses políticos...todo cabe en el plazo que marca la cinta desde ese 11 de septiembre de 2001 hasta ese 2 de mayo de 2011. Con sus equivocaciones, aciertos, puntos muertos y demás situaciones que intentarán entretener al espectador para que se haga una idea primero de lo que conlleva un operativo de tal magnitud hasta el sacrificio en forma de vida que supone para los que se involucran.
En ese sentido la cinta yo creo que funciona a la perfección, resulta interesante y tampoco nos sentimos tremendamente avasallados por cosas excesivamente complicadas en cuanto a tramas políticas o terminología militar. Dejando a un lado la dificultad del occidental medio para distinguir nombres del tipo Abu Nazir y Sayeed, mezcla dos más y ya tenemos un lío de tres pares, pero independientemente de esto, la cinta no nos deja muy descolocados en casi ningún momento y es fácil situarse en la acción.
Curiosamente, el único problema que le veo a Zero Dark problablemente sea lo que más en falta echan la mayoría de los estadounidenses (principalmente). Tiene algunos momentos que rozan un patriotismo casi gratuito, barato, que no pega casi nada con el ritmo que llevaba la cinta (esa escena de "soy la hijaputa que ha descubierto el sitio") y deja cierto tufillo como de cinta a la que le han permitido cierta información con la condición de retratar de forma pactada todo el aspecto militar. Y me imagino que precisamente esos (pocos para algunos) aspectos tan patrióticos y la posible falta de épica por querer retratar de forma tan seca, directa y sin demasiados artificios un momento tan sumamente importante en la historia del terrorismo sea lo que a los americanos no acabe de convencer del producto, por quizás querer más de ello.
En cualquier caso Kathryn a presentado una cinta cuya dimensión puede ser entendida por cualquier tipo de sociedad, un material que no era sencillo de tratar y que parece tener muy claro que no pretende ni dar lecciones de historia ni representar mucho más a excepción de un operativo que culminó aquella oscura noche de mayo.
Un saludo!
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