Se hace difícil expresar algo que puede que para mucha gente no signifique nada, en función de tus palabras realizará un calado u otro, estremeciendo a quien conecte o provocando la indiferencia de quien simplemente no vea nada en lo que tiene delante, no es su culpa, no es de nadie...en todo caso es la mía.
Hiroshima. 6 de Agosto de 1945, 8:15 de la mañana.
En ese día y los que siguieron al horror se apagaron 120.000 vidas, en su mayoría civiles, sufriendo en su epicentro temperaturas de hasta 1 millón de grados centígrados en una bola de fuego de casi 300 metros que explosionó destruyéndolo todo en un radio de casi 2 kilómetros, incendios hasta casi 12 km y sintiéndose la explosión a 60 km de distancia...
Así que cuando bajamos del tren en la estación de Hiroshima y la gente pasaba a nuestro lado leyendo el periódico, hablando por el móvil o comprando un paquete de chicles uno no puede sino estremecerse por la fuerza de un pueblo que se reconstruyó a sí mismo, que perdonó a los que les hicieron esa barbaridad y que miran al futuro con optimismo, siendo además, una ciudad declarada como Ciudad de la Paz.
Quizás yo tenga una visión más bohemia de lo que realmente es, pero a pesar de ser una ciudad "gris" totalmente reconstruida a base de hormigón, a mi personalmente me provocó reacciones de todo tipo, ira, amor, miedo, perdón, sufrimiento...mientras caminas por un parque que evoca a la paz en mitad de tanto dolor y sufrimiento, con silencios, nombres infinitos en paredes, ropas andrajosas manchadas de un negro aterrador en las vitrinas de un museo que es contemplado con rostro firme y labios apretados...
Un lugar aterradoramente bello.
Hiroshima. 6 de Agosto de 1945, 8:15 de la mañana.
En ese día y los que siguieron al horror se apagaron 120.000 vidas, en su mayoría civiles, sufriendo en su epicentro temperaturas de hasta 1 millón de grados centígrados en una bola de fuego de casi 300 metros que explosionó destruyéndolo todo en un radio de casi 2 kilómetros, incendios hasta casi 12 km y sintiéndose la explosión a 60 km de distancia...
Así que cuando bajamos del tren en la estación de Hiroshima y la gente pasaba a nuestro lado leyendo el periódico, hablando por el móvil o comprando un paquete de chicles uno no puede sino estremecerse por la fuerza de un pueblo que se reconstruyó a sí mismo, que perdonó a los que les hicieron esa barbaridad y que miran al futuro con optimismo, siendo además, una ciudad declarada como Ciudad de la Paz.
Quizás yo tenga una visión más bohemia de lo que realmente es, pero a pesar de ser una ciudad "gris" totalmente reconstruida a base de hormigón, a mi personalmente me provocó reacciones de todo tipo, ira, amor, miedo, perdón, sufrimiento...mientras caminas por un parque que evoca a la paz en mitad de tanto dolor y sufrimiento, con silencios, nombres infinitos en paredes, ropas andrajosas manchadas de un negro aterrador en las vitrinas de un museo que es contemplado con rostro firme y labios apretados...
Un lugar aterradoramente bello.
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