Cuando visitamos China nos sentimos tremendamente pequeños, en un país enorme y con un idioma que no había por donde cogerlo, fue un salto al vacío que no sabíamos como iba a acabar y que por fortuna nos regaló una de las experiencias más intensas de nuestra vida.
De vez en cuando releo el diario y, en mitad de sus fallos y anécdotas que ahora veo con más experiencia, no dejo de recordar lo impresionados que estábamos con casi todo lo que veíamos, alucinábamos con la gente, con el idioma, con su cultura, su manera de vivir...hasta el olor de las calles nos resultaba peculiar.
Este año unos conocidos han visitado el país y, como ya imaginábamos (bueno, más bien es conocido por todos), el país ha seguido evolucionando de manera vertiginosa en estos 3 años, lo que no esperábamos oír es que habían acabado hasta el gorro de su gente.
Es algo curioso, aunque no tan extraño. Partiendo de la base de que su gente poco a poco se va acostumbrando al turismo y de que tontos no son y ven un filón tremendo, era de esperar que se perdieran sus "buenas" maneras con el tiempo...claro que hay que matizar, ya que nosotros no estuvimos exentos de los timos y la perspicacia china, pero no nos pareció tan bestia como quizás India (es que India es única)...digamos que los chinos te timan y no te enteras hasta las dos horas, con lo que incluso llegas a loar la habilidad del timador.
Pero en cualquier caso, nos encontramos con gente que respetaba muy bien los límites, que alucinaba contigo por ser extranjero (esto parece que sigue igual) y que, a pesar del estricto régimen en el viven, resultaban muy abiertos y expresaban sin tapujos gran cantidad de temas (claro que de la mitad ni nos enterábamos, pero tenían una verborrea bastante potente).
Por eso nos sentimos un poco jodidos al escuchar aquello, claro que también es cierto que cada uno tiene una percepción distinta de las cosas y situaciones.
Qué me viene a la mente cuando cierro lo ojos y pienso en China?, recuerdo Shangai y su animada noche en el Bund, Fuli y esa gente que nos recibió en su casa-bar y que nos ofreció comida, Dali y esas tres pagodas reflejadas en un lago que parecía cristal....
Me gustaría volver a China y ver cómo a cambiado en este tiempo, volver a enfrentarme a su rugido en las grandes ciudades y a la calma de sus montañas en el interior, y ver, hasta qué punto el desarrollo se lleva ciertos aspectos en esta peculiar sociedad. Se que algún día volveré, pero hay tanto y tan poco tiempo...
Un saludo!
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