Encontrar un punto de inicio en El imaginario del Dr Parnassus quizás sea la tarea más árdua de comentar lo nuevo de Terry Gilliam, director de 12 monos o Miedo y asco en las Vegas.
Gilliam nos cuenta la historia o cuento, según se quiera ver, del peculiar Dr. Parnassus, un anciano que hace 1000 años hizo un pacto con el demonio (interpretado por Tom Waits) y que le proporcionó la vida eterna.
Esto no fue sino el principio de una relación en la que poco a poco, el "demonio Waits", convenció a Parnassus para que apostara cada vez más y más cambio de favores...uno en particular será el centro de esta historia.
Lo que en principio parece una historia simple, Gilliam nos lo presenta de una forma caótica, sin demasiadas explicaciones (llegados a un punto de la historia sí que asistimos a algunas explicaciones gracias a las cuales podemos guiarnos a través de la peli) y con una puesta en escena muy original y llamativa.
Estéticamente es una gozada, sobre todo la parte del mundo imaginario, a pesar de que la ambientación de las zonas más grises de Londres están muy bien conseguidas. El mundo de Parnassus es un delirio de originalidad, digno de la más oscura pesadilla por momentos y de los sueños más dulces, en el que perderse y dejarse llevar es un punto clave para disfrutar de la historia.
Interpretativamente hablando, tenemos a un conjunto de actores que convence, pero que cuesta empatizar con ellos porque estamos más pendientes de hilar la historia y de disfrutar de lo visual que de sus motivos o problemas personales...unido todo a que la cinta tarda en arrancar para mostrar a sus personajes y a sus motivaciones o secretos.
Mención especial para el gran Waits, interpretando a un magnífico demonio que lo borda cuando aparece, a Lyli Cole (sensual, morbosa, excelente) y a Johnny Deep. En 5 minutos que sale el tío lo borda, grande Deep.
Parnassus no gustará a todos, puede resultar cargante y un galimatías incomprensible para muchos, pero si se consigue conectar y seguir el hilo argumental, se puede disfrutar de una peli con muchísimos matices, con una temática interesante y de postre una crítica a la sociedad consumista y falta de imaginación.
Como curiosidad, esta fue la última cinta en la que actuó Heath Ledger antes de fallecer, y como no terminó de interpretar todas las escenas, Deep, Jude Law y Collin Farrell hicieron las escenas que faltaban.
Esto puede parecer un lastre o cutre a primera vista, pero Gilliam reescribió la historia para hacer que tuviese sentido, y lo tiene y mejora la cinta.
Un saludo!.
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