Hacía calor, un calor asfixiante...miradas por todos lados, un crío recitaba en todos los idiomas que logré recordar su venta ambulante mientras nos atravesaban bicicletas y el sonido estridente de un altavoz que se ocultaba de nosotros escupiendo versos o qué se yo en un idioma imposible...
Luego entramos y las lágrimas nos invadieron los ojos.
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