Corría un 25 de mayo de 1979, a pocos meses del nacimiento del que escribe, cuando llegaba a las salas estadounidenses "otra" historia de terror con la ciencia ficción como telón de fondo.
Contaba la historia de una tripulación que parecía toparse con un ente extraterrestre en el espacio profundo.
La leyenda detrás de la grabación del retoño del director Ridley Scott es en mayor o menor medida conocida en el mundo cinéfilo, pero gusta regresar a ella de vez en cuando para, además de chochear un poco, recordarnos y entender las vicisitudes que provocan que algo se pueda convertir en leyenda.
Scott es retratado en
Alien como una suerte de tirano, les hacía repetir infinidad de veces las tomas, apenas trataba con los actores que lo perseguían continuamente esperando alguna indicación.
A
Yaphet Kotto, el mítico
Parker que pedía más equidad en los emolumentos junto a su compañero
Brett, directamente lo evitaba para no tener que escuchar sus ideas sobre el personaje.
Jamás estaba conforme a las primeras de cambio con lo que se le ofrecía, un hater de los setenta en toda regla.
Jerry Goldsmith, compositor de la banda sonora, acabó hasta el gorro de él cuando el director mandó a la basura todo su trabajo inicial. Como resultado, forzó al compositor a crear la banda sonora enigmática que todos conocemos, reconocida mundialmente y de postre unos créditos finales con un tema no compuesto por Goldsmith. Muerte y destrucción.
A pesar de todo, esas 4 notas que se van apagando y titilan en el espacio creando la atmósfera alien quedaron grabadas en el adn del espectador.
El presupuesto inicial de 4 millones pasaron a casi 12, y aun así el director pedía más y tuvo que dejar en el tintero muchas escenas que hubieran cambiado por ejemplo algunas muertes, como la de Lambert, cuyo final original hubiera sido expulsada al espacio exterior por una fisura en el casco de la Nostromo mientras intentaban cazar a la criatura.
Hasta hubo cambios de actores ya en el rodaje, como el actor que interpretó finalmente a Kane, John Hurt, cuyo rol comenzó el británico John Finch hasta que un ataque de diabetes lo dejó fuera del proyecto.
Todas estas calamidades quizás fueron las que forjaron la grandeza de Alien, quizás sin estos sucesos, la cinta no hubiera sido lo que supuso en la historia del cine.
Volviendo a su estreno, cabe decir que el éxito de Star Wars propició la luz verde final del proyecto de Scott, aunque también es cierto que las bondades del título cada vez sonaban con más fuerza dentro del estudio, así como la insistencia del director en explicar que la cinta tendría un tono serio en lugar del producto de serie B que se pensaba sería.
La meticulosa planificación, los infinitos detalles y una criatura ideada por Giger, que mezclaba esa enfermiza fantasía biomecánica para presentar al mundo uno de los personajes más terroríficos que jamás han aparecido en pantalla, convirtieron a Alien en una de las producciones más dignas de estudio.
La nave
Nostromo, ese armatoste, ese "camión" espacial que transportaba 20 millones de toneladas de mena supuso para el espectador, como ya pasara con el Halcón Milenario, que no todo en el espacio es impoluto y se trata de naves con pasillos blancos e iluminados, no, aquí todo es funcional, es sucia en sus entrañas, es un lugar de trabajo más parecido a una mina pero con cierta entidad, en ocasiones parece que respira, como esa sala central con el cerebro de la nave, llamado MU/TH/UR ("mother" en inglés significa "madre") y que tan implacable y frío se muestra a la hora de contarle a Ripley que la tripulación es sacrificable, o en ese comienzo donde paseamos por estancias vacías hasta que llegamos a la sala donde duerme la tripulación y despierta tras un soplo de aire al abrir la escotilla.
A pesar de seguir unas directrices mucho más programadas que su homónimo
HAL en
2001 Una Odisea del espacio, la vida que insufla a la
Nostromo se hace latente y se convierte en una suerte de ente que mantiene al espectador en tensión, como si de un
Gran Hermano invisible se tratara, como si con la bestia suelta no hubiera ya suficiente carga emocional.
La tripulación
Bautizada como "Alien el octavo pasajero" cabe decir que si se considera al extraterrestre como parte de la tripulación, se olvidaron del gato, que además resulta un pequeño elemento guía de cara a los distintos acontecimientos que desencadenan en su final y que incluso forma parte como elemento de suspense durante la breve búsqueda del xenomorfo, mientras pensaban que seguía midiendo medio palmo.
Pero dejando de lado al mítico felino, del que habían 4 versiones a cada cual más arisca según Weaver, la "fauna" que puebla la Nostromo estuvo meticulosamente escogida entre otros motivos para mostrarse atemporal.
Atemporal porque se buscó cierto aspecto que no desentonara en un futuro a medio-largo plazo, de ahí ese peinado militar de Lambert o Ash, así como de vestimentas algo anodinas pero funcionales, escapando en todo momento de dar pistas sobre décadas o estilismos contemporáneos.
En referencia a la vestimenta de la tripulación, cabe decir que los trajes espaciales, basados en diseños creados por el dibujante Moebius, y con cierto estilo samurai, siguen aguantando muy bien el paso del tiempo en pantalla, a pesar de que si se ven fotografías del rodaje, queda patente la buena labor de iluminación y puesta en escena para que el espectador no reparara demasiado en que eran tremendamente incómodos, rígidos y con algunos elementos como rodilleras que dejaban mucho que desear.
Como anécdota, para ensalzar la sensación de grandeza de la nave y exteriores de LV-426, Scott utilizó a sus hijos con trajes a medida.
Volviendo a la tripulación, lo que inicialmente no se pensó es en que Ripley fuese la heroína de la historia, incluso el rol de ésta iba a ser para Veronica Cartwright, Lambert en el film finalmente, y resultó uno de los movimientos clave de cara al éxito de la cinta, convirtiendo a Weaver en uno de los iconos de los 80.
La imagen de Ripley sosteniendo el lanzallamas pasaría directa a los anales de la historia del cine, potenciada hasta el infinito en Aliens el regreso, donde directamente se convirtió en la Pérez Reverte de la gran pantalla.
Regresando a las mazmorras del casting, resulta imperativo rescatar a ese par de curritos que son Parker y Bret, el prolífico Harry Dean Stanton, el tipo que actuaba en el film a base de monosílabos y que dejó muy claro antes de comenzar el rodaje que detestaba las cintas de ciencia ficción y monstruos. Un crack, que por cierto no era el único que repudiaba este tipo de cine.
Estos dos personajes comenzaron tratando un tema inesperado en una cinta de este tipo, pues cualquiera que trabajase en una maldita nave espacial, a ojos del espectador, no entraba el hecho de que se quejaran del sueldo, pero ahí estaban, primera contradicción y cierta empatía que dotaban al universo de cierta coña para amenizar algunas crisis.
Sin olvidar que su "codicia" solventaría en cierta medida posteriormente el dilema de la tripulación de si socorrer esa extraña señal del planetoide o no.
El papel de Veronica Cartwright, la oficial de vuelo, fue menguando hasta convertirse en la asustadiza Lambert (aunque le valió para ganar alguna nominación curiosamente), entre otras cosas por la falta de presupuesto, aunque ganó peso en la versión Director's Cut que Scott sacó para el 2003 y donde hostiaba a Weaver tras negarse esta última a abrir la compuerta principal cuando aparecieron con Kane acoplado al facehugger (abrazacaras por estos lares).
La de problemas que se hubieran evitado si esa puerta no se hubiera abierto...
El papel de
Dallas fue a parar a las manos de
Tom Skerritt, aunque éste no lo aceptó hasta que
Scott se puso al frente y el presupuesto aumentó.
Indudablemente el papel de
Skerritt es el de líder, aunque también vemos como trata con desgana ciertos asuntos y cede continuamente las responsabilidades sin reparar demasiado en posibles consecuencias, un aspecto que resulta coherente con ese universo imperfecto donde nada es lo que parece.
Como curiosidad,
Scott llegó a rodar cierto romance entre
Ripley y
Dallas, que finalmente quedó totalmente descartado de la historia por no venir a cuento, según las palabras de
Scott, confundía al espectador y lo descentraba de lo que realmente importaba. Se pueden leer sus líneas de diálogo así como la escenificación en algún script.
Y aprovechando este inciso sobre el romance perdido entre estos dos personajes, cabe decir que la sexualidad está intrínsecamente ligada al universo de esta primera cinta de
Alien.
La "violación" del
Face-hugger a
Kane, la asexualidad de
Ash según
Lambert en una conversación con
Ripley en una escena inicialmente eliminada y añadida en el
Director's Cut, incluso posteriormente se ha debatido sobre la manera en que éste ataca a
Ripley con una revista de contenido sexual, mientras sinuosas gotas perlan la frente del androide, la "extraña" muerte de Lambert...todo esto no es casualidad, y estaba perfectamente ideado por parte de
Scott,
Giger y compañía.
Ash, el oficial médico que se revela como un androide y que supuso todo un giro en su momento, resulta ser clave de cara a la conspiración oculta, expandiendo la historia hacia una corporación llamada
Weyland-Yutani que parece tener prioridad absoluta por hacerse con ese organismo y que plantea las dudas de si realmente conocían su hostilidad.
Interpretado por
Ian Holm, conocido entre otros muchos trabajos por ser
Bilbo Bolsón en la saga del
Señor de los Anillos, nos regaló una de las escenas más espectaculares por aquel entonces, junto al revienta-pechos.
Y enlazando con la mítica escena, llegamos al incomparable
John Hurt, que interpretó al infeliz
Kane, ostentando el dudoso honor de ser el primero en probar las bondades del bicho así como de revelarnos esa extraña sensación de asfixia al despertar tras el primer ataque.
Curiosamente (o no) las muertes en la cinta se suceden en base a su popularidad, siendo
Hurt el puto amo y
Weaver la más desconocida en ese momento...
El bicho
Sin duda, uno de los mayores aciertos por parte de
Scott fue hacerle caso al escritor
Dan O'Bannon y conocer a ese extraño suizo que al parecer ideaba criaturas nunca vistas antes, y vaya que sí.
Hans Ruedi Giger, más conocido como
H.R.Giger, fallecido en 2014, ideo a la mítica criatura siguiendo esos patrones tan suyos en los que se mezclaba la llamada biomecánica, entes vivos que parecían vivir en simbiosis con elementos mecánicos, así nació ese larguirucho ser, ese perfecto organismo, según
Ash, al que no le afectaba la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad y del que todos tenemos terroríficamente grabada en la consciencia esa escena, ese ataque mientras abría la boca y los tendones se tensaban entre un líquido repulsivo.
Tendones que, por cierto, eran preservativos.
Su aparición fue escalonada y tremendamente dosificada, siendo uno de los elementos más llamativos, pues hasta bien pasada su primera mitad no tenemos el primer encuentro en el que se nos alerta de que es "muy grande".
A partir de aquí la amenaza planea oculta en los conductos de ventilación, es las oscuras y frías estancias de la
Nostromo, donde la nave hace acto de presencia para volver a reivindicar su importancia en la historia, todo se convierte en una suerte de
survival horror mientras el ciclo de vida del ente sigue su marcha, hasta llegar a ese final donde curiosamente, y según sus creadores, el bicho literalmente se estaba preparando para morir.
Sí amigos, cuando
Ripley expulsa a la amenaza del
Narciso, la cápsula de salvamento, el bicharraco estaba llegando a su fin de ciclo y ya no estaba para juergas.
En cualquier caso, yo tampoco habría podido dormir con semejante bestia de compañero, y no me refiero al gato.
Pero la historia de ese ser no acabó al finalizar la película.
A partir de ese momento el universo de la criatura continuó vivo y fue ramificándose debido al potencial del mismo, y aunque siempre ha estado envuelto en cierto halo de misterio, no ha sido hasta llegados a nuestros días cuando parece que su origen se presenta como precisamente uno de los mayores terrores a los que se enfrenta el ser humano, como el de un arma biológica.
El legado
Hace relativamente poco tuve una conversación sobre precisamente esta cinta, mientras comentaba que estaba escribiendo este pequeño "tributo". En ella la persona me confesaba que hasta hacía relativamente poco tiempo no había visto jamás ninguna de las cintas de
Alien, y no hablamos de un milenial, no, alguien de mi quinta.
Cuando me encuentro con alguien que nunca ha visto esas cintas que para mí son míticas, involuntariamente realizo una suerte de escrutinio de las sensaciones que esa persona describe, esperando que la antigüedad y la falta de ciertos recursos más que evidentes no hagan mella en la valoración, sintiéndome esperanzado de que haya podido disfrutar esas sensaciones que a uno le invaden cada vez que regresa a la
Nostromo o la
Sulaco y le vienen a la mente infinitos recuerdos.
Lamentablemente no suele ser así, es imposible que una visualización acumule años de sensaciones, pero sí que dejó impactado a esta persona.
Pasó cierto terror, angustia, e incluso coincidimos en lo bien que aguanta el paso del tiempo una cinta estrenada a finales de los años 70.
Detrás de esta trivial conversación, se esconde un título que marcó a generaciones, que supuso incluso una evolución de los cánones del terror y la ciencia ficción, del sexismo en cuanto al protagonismo masculino en este tipo de cintas, aunque algunos años antes
Carrie Fisher ya se libró un poco del papel de princesa clásica en
Star Wars, Alien se desmarcaba de la
space opera de aventuras para entrar en un terreno algo más serio.
Alien llevó el terror a otro nivel, abrazando la ciencia ficción y trasladando el miedo más allá de las estrellas, en un ambicioso proyecto que probablemente engendraría lo que hoy en día conocemos como el
survival horror por excelencia y que serviría de inspiración para una nueva era en el mundo cinéfilo, explotando también los caminos del
merchandising como ya hiciera la creación de
George Lucas.
De ella surgieron otros títulos míticos como son
La Cosa de
John Carpenter o
Depredador de
John McTiernan, más orientada a la acción, pero probablemente uno de los ejemplos más claros de cinta atemporal y
survival puro.
Se cuenta que
Steven Spielberg supo que
Tiburón se convertiría en todo un éxito al ver las exageradas reacciones del público en sus proyecciones previas al estreno.
Scott lo supo al ver un acomodador del cine inconsciente.
Su estreno fue demoledor y el boca a boca funcionó a las mil maravillas, aunque la crítica no terminó de ensalzarla.
No supieron apreciar todos los detalles de su meticulosa creación, ni tampoco ver el potencial que ofrecía a las generaciones futuras, la fuente de inspiración, ni parte de sus numerosos mensajes ocultos, pues la seguían considerando como otra "cinta de monstruos"..
Así que ya saben, cuando vuelvan a ver
Alien, recuerden que
en el espacio nadie puede oír tus gritos.
Un saludo.
Dedicado a mi hermano
Ismael, él tuvo la culpa de que me asomara a la
Nostromo.