De nuevo el universo de los hermanos Coen aterriza (nunca mejor dicho) en nuestras pantallas en forma de 10 episodios que pretenden igualar o incluso superar la fantástica primera temporada que se marcaron de la mano de Billy Bob Thornton y Martin Freeman en FX, bajo la dirección de Noah Hawley.
Los acontecimientos nos sitúan a finales de los años 70, Minnesota, en la pequeña localidad de Luverne, donde un accidente pondrá en marcha esa maquinaria tan característica de humor negro, sangre y personajes estrambóticos.
Siguiendo unas pautas parecidas a la anterior temporada, la historia se desencadena sin prisa pero sin pausa, sacando del letargo inducido en una sociedad puritana a unos habitantes cuyo destino se convierte en algo impredecible y a la vez vibrante, ya que la aleatoriedad de los acontecimientos son una de las grandes bazas de esta sangrienta historia.
Mientras estos personajes viven las extraordinarias situaciones que los sacan de su vida cotidiana, una serie de elementos oscuros, acostumbrados a la vida del hampa, se entremezclan en la historia para aportar ese toque canalla y animal, de reacciones primarias y ferocidad propias de una época pasada, cuando las cosas se arreglaban a base de cañonazo y unidad familiar en el más puro estilo mafioso.
Es en esta mezcla tan interesante, donde los diálogos, la acción, el drama y el humor catapultan a la serie hacia el podio de las más grandes, sin olvidar una factura técnica tan jodidamente bien cuidada (a ver quién es el guap@ que se mete con su filtro "Instagram"), como esa facilidad de poner el título inicial siempre en el mejor lugar y en el mejor momento, o esos planos múltiples, ese enfoque desde el punto de vista más acertado....o esa tremendísima banda sonora, que de nuevo nos descubre y redescubre temas fantásticos, sin olvidar la sinfonía de Jeff Russo, que de nuevo ofrece esa extraña y mágica solemnidad.
Lo tenía difícil, pero parece que Fargo ha encontrado el camino acertado para ofrecer, mediante saltos generacionales cuya conexión es otro de los puntazos de la serie, temporada tras temporada, su dosis de calidad y sorpresas, permitiéndose incluso aportar elementos para retratar cambios sociales, crepusculares incluso en algunos aspectos, de la idiosincrasia americana.
Al final de la primera temporada se esperaba con ganas su segunda, ahora se espera con cierta ansiedad la tercera.
Un saludo.
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