Una impactante fotografía en blanco y negro de las minas de oro de Sierra Pelada, Brasil, sirve como pistoletazo de salida de este documental sobre la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastiâo Salgado.
Una captura sobrecogedora, hipnótica, narrada ya desde la experiencia que aportan los años, tras un viaje estremecedor por los rincones más inimaginables de nuestro planeta.
Wim Wenders y el propio hijo de Salgado, Juliano Ribeiro, dan forma a esta odisea que pretende recoger la historia de un hombre que llegó a la profesión de la fotografía de forma casual, nada innato, a través de una cámara destinada a su pareja en un viaje cualquiera.
A partir de este punto, volcará sus esfuerzos en dar a conocer al mundo una serie de reportajes que reflejarán desde la idiosincrasia del ser humano a través de actos históricos hasta los más impresionantes paisajes, en una etapa más crepuscular en busca de la belleza fruto del daño provocado en aquellos primeros años donde sus fotografías inmortalizaron momentos que quebrantarían la voluntad del más fuerte de los mortales.
Es en esa primera etapa, que abarca desde los años 70 hasta bien entrado el año 2000, donde descendería a verdaderos infiernos, retratando la hambruna, la guerra y la mezquindad del ser humano, sobre todo en el continente africano, y donde el corazón del espectador queda en un puño mientras el impacto visual de esas tomas en blanco y negro dan forma a una vida cuya "última" etapa no tiene más remedio que intentar cobijarse en su tierra, en sus raíces, para escapar de esas pesadillas.
Un viaje emocional del que el espectador, a pesar de no ser un entendido en la fotografía, es muy difícil que escape, entre otros motivos porque la narración se encarga de contarnos la historia que hay detrás de esa imagen estática, cuya figura nos mira fijamente a través de unos ojos anodinos en los que la vida se escapa. Tras unos segundos se nos explica su destino, y el silencio da paso a la reflexión y en ocasiones a una montaña rusa de emociones.
Es evidente que por mi afición a la fotografía, la cinta me ha cautivado, pero dejando de lado mi admiración por la calidad del trabajo de este hombre, es preciso destacar que la historia es fascinante, con un montaje cojonudo, con un ritmo que marca la intensidad de los momentos en su justa medida, un viaje rico en matices y situaciones, cuyo resultado es sencillamente brutal y toda una experiencia que recomiendo encarecidamente tanto para los que busquen inspiración, imágenes brutales (algunas son verdaderamente muy duras) o simplemente una historia humana digna de conocer.
Muy recomendable.
Un saludo.
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