En ese sentido no defrauda, hay un trozo del dragoncito, cuyo único fin de existir en esta entrega es darle un comienzo espectacular a la historia, ya que la siguiente hora es directamente soporífera.
Hay, para ser sinceros, poco movimiento en cuanto a localizaciones ya que casi todo sucede en el mismo lugar y hay una mega batalla, donde como ya está todo visto en cuanto a piruetas, flechazos y decapitaciones, pues se han sacado de la manga el ataque de la piedra mortal.
Esto es que un hobbit lanza una piedra del tamaño de un smartphone y mata a un orco de unos 120 kilos, a ojo.
Todo ello, la mega batalla digo, con unos efectos especiales muy majos, alguna fotografía (solo faltaría) llamativa y...poco más, porque los minutos, tras ese comienzo del dragón, se suceden interminables entre primeros planos en cámara lenta, gente corriendo histérica de aquí para allá cuya única función es entretener a los protagonistas para ganar tiempo y llegar al único e importante fin, ese festival de orcos contra elfos, enanos y criaturitas varias.
Peter Jackson parece vacilarnos en cada secuencia, ya no solo dando vueltas sobre un mismo concepto una y otra vez, potenciando lo que tímidamente se criticó en la verdadera trilogía para aquí exponerlo sin disimulo....es entonces cuando más cae uno en sus errores, en la tomadura de pelo de convertir un texto que roza el relato en casi 9 horas de metraje.
Si por lo menos resulta innovador o una experiencia para los sentidos fuera de los frames vitaminados....pues vale, pero es que el resultado es en gran medida soporífero, lleno de momentos anti climáticos, en una oda al sin sentido del ritmo, y todo ello envuelto en cuatro escenitas que vaticinan lo que está por venir...en una suerte de tributo a su propia obra, para gozo de los más acérrimos fans....para el resto que nos zurzan.
Si por lo menos resulta innovador o una experiencia para los sentidos fuera de los frames vitaminados....pues vale, pero es que el resultado es en gran medida soporífero, lleno de momentos anti climáticos, en una oda al sin sentido del ritmo, y todo ello envuelto en cuatro escenitas que vaticinan lo que está por venir...en una suerte de tributo a su propia obra, para gozo de los más acérrimos fans....para el resto que nos zurzan.
Un saludo.
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