Rodrigo Sorogoyen nos sitúa en la noche de una ciudad cualquiera en la que dos jóvenes se conocen y comenzarán un juego de seducciones.
Con dos partes bien diferenciadas, la cinta de Stockholm pretende ahondar desde una visión particular pero sin alejarse de la esencia del síndrome en la relación de los dos muchachos y en la causa reacción de determinadas acciones.
Rodada con buen pulso, gracias a la complicidad entre los dos protagonistas que en mi opinión consiguen que conectemos bien con la historia, que fluye con gracia y poco a poco nos va asfixiando en su segunda mitad, en la que muestra sus cartas para comenzar la verdadera naturaleza del meollo. Destacando el magnífico corte intermedio, con una escena muy agradecida de cara al espectador.
No es que sea una grandísima cinta, pero utiliza de forma más que convincente sus recursos narrativos, el espacio e implementa de forma sutil algo que puede ser totalmente plausible en nuestras vidas.
Esto no quita que determinadas situaciones, e incluso que la propia concepción de la historia no tenga cierto deje maniqueo u orquestado, incluso en ocasiones poco inspirada o demasiado inocente, como la escenita de la llamada a la mami y las pastillitas...
Pero en mi opinión son detalles menores de una cinta que se deja ver y que está contada de forma muy convincente.
Pros: Engancha.
Contras: Alguna carencia interpretativa o cierta bipolaridad en determinados momentos demasiado simplona o alejada del tono general.
Un saludo.
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