27 de octubre de 2014

Life Aquatic

El genuino Wes Anderson se sacó de la manga allá por 2004 una historia que pretendía inspirarse en la figura de Jacques Cousteau bajo su punto de vista particular y con cierto toque de aventura.
Para ello se rodeó de los colegas habituales y puso al frente de la expedición a Bill Murray, como Steve Zissou, un oceanógrafo al que la fama le hastía pero que por otro lado le permite realizar sus proyectos más inverosímiles.


Con el ritmo habitual del director y bajo ese punto de vista entre el imaginario a modo de cuento mezclado con unos personajes particularmente especiales y con perfiles definidos entre el extremo más humano y la fantasía pura, se nos introduce en ese universo tan particular, donde la vida tal y como la conocemos pone el escenario pero donde las historias y los personajes viven aventuras bajo un telón visual cercano al kitchs o al pop electrónico más casposo.

Ciertamente la historia puede no decirle absolutamente nada a gran parte del público, no es una cinta que goce excesivamente de un gran atractivo para el que esté muy acostumbrado a las tramas de rail, por decirlo de alguna manera, pero si se supera esa barrera es posible encontrar más humanidad de lo que parece, cierto mensaje bonachón e incluso soltar más de una carcajada con la simple presencia de un hombre nació para esto, Bill Murray.


Pocos actores pueden provocarte una sonrisa simplemente con mantener la mirada, y uno de ellos sin duda es Murray, el cual realiza un papel que sin grandes estridencias consigue conectar y llevar a buen puerto una historia que de cualquier otra forma habría naufragado estrepitosamente.

Un saludo.

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