Caminas sin rumbo fijo, admirando las diferencias que marcan tu origen del destino.
Encuentras un grupo de gente alrededor de una hoguera, nadie rie, tampoco llora, en mitad de la pila un muerto y sus cenizas al viento.
Mientras el olor penetra irremediablemente por tus fosas nasales, no paras de pensar en si esa persona estará asistiendo como nosotros a su marcha, hacia algún lugar.
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