Tres años han pasado desde que todo cambió, todo lo que eres y serás se transforma, va tomando forma, aparecen nuevos miedos, nuevas maneras de querer, de sufrir, de reír y de llorar.
El tiempo o los tiempos se vuelven de una importancia vital, a pesar de perder la noción del mismo en muchas ocasiones.
Una carrera o batalla terminó ese 3 de septiembre sobre las 19:10 horas, el ring todavía estaba manchado de sangre, sudor y lágrimas. Las cadenas de las que tuvimos que tirar durante tanto tiempo cedieron, en mitad de un grito sordo, se hicieron pedazos, y allí tuvo lugar un nuevo comienzo, en mitad del silencio, sin frío ni calor, abrazados en un amor eterno.
Ha sido un día bonito, tranquilo, a pesar de alguna noticia triste como el fallecimiento de una joven cuya lucha contra el cáncer no pudo superar, y cuya historia me ha entristecido, me ha obligado a leer y leer sobre ella, a imaginar cosas, a sentir miedo, impotencia...pero cuya puerta se ha de cerrar para seguir en esta nuestra suerte...no queda otra, descanse en paz, Olatz.
A mis pequeñas, que tengáis salud, nada más, y nosotros para acompañaros al máximo.
Alejáos de la toxicidad de las personas en todas sus vertientes, brillar a saco, incluso en la oscuridad más absoluta.
Esto es una versión un poco a mi rollo del falling in love de Elvis, me mola sobre todo por el final y porque de fondo suena la peli de Totoro.
Mañana más, mis niñas.
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