Nicolas Winding Refn apareció en mi vida a través de Drive, todo un peliculón que estallaba en un año bastante interesante con títulos como The Artist, El árbol de la vida, Attack the block o la acertadísima X-Men Primera Generación, que resultó ser una promesa emocionante de la que no hemos vuelto a saber.
Un año con títulos atípicos, cine en blanco y negro mudo, oníricas historias que llegaban hasta la médula, acción de calidad...un año interesante, y variado.
Y en mitad de todo esto surgió un título que arrancaba con sintetizadores, un tipo que hablaba muy poco, una historia de amor muy visceral y unos elementos de gore y acción que nos dejaron con la boca abierta, además de un cuidado apartado visual.
Quién demonios era este Nicolas Winding Refn?
No conocía apenas nada, salvo una trilogía llamada Pusher que no me llamaba en exceso, pero a partir de entonces entraría en ese pack de directores a seguir, con un estilo cercano a Lynch y una brutalidad visual menos amable que Tarantino.
El tandem Gosling - Refn se mantuvo en Sólo Dios Perdona, en otra historia que daba una vuelta de tuerca a ese universo de seres estrambóticos, con verdaderos traumas psicológicos y una historia de violencia que se gestaba en ocasiones casi de forma procedural, aleatoria, pero resultaba impactante y encajaba en ese extraño mundo asiático.
Y llegó The Neon Demon, esta vez sin Gosling, que demostró saber volar solo incluso a través de un tributo directo a Refn como fue Lost River, cuya cinta, bajo mi punto de vista, en ocasiones supera a esta The Neon Demon.
Jesse es una jovencísima modelo que se desplaza a Los Ángeles para triunfar en el mundo de la moda, allí conocerá la forma de trabajar y la competencia existente del mundillo.
Con una impactante toma da comienzo el festín visual de NWR, a partir de entonces, la historia se desarrolla a través de los ojos de la joven promesa en mitad de un mundo absolutamente absorbido por la búsqueda de la belleza, en ocasiones para triunfar, en otras para paliar desequilibrios emocionales y en un pequeño recoveco del guión, en su forma más mundana.
Un retrato muy muy gris adornado con un arco iris de neón en múltiples escenarios que nos muestran desde la manera de trabajar del fotógrafo excéntrico de turno a la modelo más feroz y celosa de su terreno, dando forma a un retrato muy particular y oscuro de lo que podría considerarse casi una fábula con animales disfrazados de personas y con una Elle Fanning que realiza un muy buen trabajo.
Como historia de ficción que es, evidentemente el mundo de Refn debe tomarse casi más como un thriller de terror psicológico, en lo que podría ser incluso la pesadilla de una joven promesa a modelo, sobre todo en su recta final, donde el director se deja llevar y entra de lleno en todo un aquelarre de modelos para dar forma a esta particular pesadilla.
Lamentablemente, este intento de fusionar Lynch con Lars Von Trier deja un guión en esencia muy simple, en bucle en su concepto de belleza y competencia, que por momentos brilla gracias a su impacto visual y a ese retrato cercano a la pesadilla en la que pululan esos personajillos llenos de clichés y de frialdad desmesurada, pero que ni evoluciona desde sus últimos trabajos ni aporta demasiado a una idea que títulos como Whiplash o Cisne Negro ya han mostrado con mucho mejor pulso narrativo e incluso visual, a pesar de que los estilos y la propuesta sea distinta a todas luces.
Es por ello que este título sensorial de NWR es un paso atrás, a pesar de que deja tomas grabadas en la memoria por su potencia visual, la base es redundante y sus giros resultan de ejecución algo torpe y predecibles.
Un saludo.
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