24 de junio de 2014

Gran Hotel Budapest

Si tras Moonrise Kingdom, Wes Anderson ya dejó entrever que no iba de farol en cuanto a explotar historias en una realidad cercana al cuento y con un muy particular estilo visual, con Gran Hotel Budapest sigue dicha senda, potenciando más si cabe la definición, la estética y el ritmo en una producción que no dejará indiferente a nadie.


La historia se centra en Gustave, el excéntrico director de un hotel que se verá envuelto en los líos de una acaudalada familia debido al testamento de la matriarca.

Ralph Fiennes y Tony Revolori forman una dupla magnífica, llevando la batuta el primero de forma inconmensurable en uno de esos papeles que al bueno de Fiennes le cae de vez en cuando y que interpreta de forma cojonuda. Revolori, a modo de Sancho Panza, funciona a la perfección como joven aprendiz que poco a poco irá ganando en importancia mientras vemos la evolución de la pareja, mientras se suceden aventuras, dramas, carcajada y ternura.

Narrada desde un presente en una localidad europea ficticia y de la mano de un magnífico Fahrid Murray A., regresaremos a un pasado en época de entreguerras donde el hotel gozaba de esplendor, entre recursos visuales como miniaturas, planos secuencia, alguna animación digital y transiciones como si de una cámara fotográfica de juguete se tratase, a modo de diapositivas o incluso la lectura de un cuento. Todo un ejercicio que mezcla la técnica y el buen hacer.
Los recursos de Anderson para mostrar el encuadre perfecto, abarcando muchísima información con una exquisita utilización de las localidades, nos acompañan durante toda la cinta, con ritmo y con la incursión de unos personajes secundarios que terminan de redondear una muy entretenida historia.

Brody, Ronan, Dafoe, Norton, Law, Keitel, Goldblum, por supuesto Swinton, Murray!....el carrusel de actores que aparece en la historia es tan abrumadora y de tanta calidad, que únicamente por ver qué hacen en pantalla ya merece la pena invertir el tiempo.


Puede que no a todo el mundo guste la propuesta de Anderson. Es entendible que dicho tratamiento de la imagen, de los personajes y de la historia pueda no conectar con el público, pero bajo mi punto de vista, perderse este derroche de imaginación, de poderío narrativo y de diversión (porque tiene unos puntazos cojonudos) es un tremendo error.

Muy recomendable.

Pros: Entre otras muchas cosas, si te gusta la fotografía, es un disfrute ver lo que Robert David Yeoman junto a Anderson han conseguido en esta cinta, así como una puesta en escena fantástica.
Contras: Que no cuele, que no se conecte con el mundo creado por el director, qué sé yo...

Un saludo.

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