Bryan Singer retoma la saga que allá por el año 2000 dio el pistoletazo a una nueva concepción del universo de los superhéroes en el mundo del celuloide, con un carácter más adulto, una mayor importancia al guión y en general dejando atrás la imagen del héroe embutido en leotardos, con permiso de Spiderman.
En esta nueva entrega,
Singer ha escogido una historia corta de un par de números publicada allá por 1981 en el que en un futuro distópico, los mutantes han sido arrasados prácticamente en su totalidad y los pocos que quedan son encarcelados en campos de concentración, todo ello por culpa de los llamados
Centinelas, unas máquinas que son capaces de sintetizar los poderes mutantes y usarlos para destruirlos.
Es inevitable la comparación con las otras entregas de la saga, pero para no extenderme demasiado, diré que las dos primeras y
Primera generación siguen siendo las más entretenidas y frescas, siendo
The Last Stand y las dos
Orígenes las más flojas bajo mi punto de vista.
Sobre todo
Primera generación supuso el resurgir de una saga algo agotada con una fórmula cojonuda, volver al pasado, al inicio del embrollo con una nueva hornada de personajes para mezclar la historia de la humanidad y algunos de sus acontecimientos más importantes con el universo mutante.
Y así llegamos a esta
Días del futuro pasado, en la que se ponía a tiro mezclar esos dos universos, encabezados por
Patrick Stewart en representación a "los clásicos" y por
Michael Fassbender para la "nueva generación". Sumémosle viajes temporales, una guerra en el futuro con la comunidad mutante aplastada,
Lobezno, efectos especiales de ultimísima generación y ya tenemos todos los ingredientes para reventar la taquilla, y así parece ser y probablemente sea, pero a mí no me ha acabado de convencer el resultado.
Se queda a medias en gran cantidad de cosas y no consigue culminar las acciones con emoción o sorpresa.
Primera generación consiguió que nos creyéramos con incluso cierta seriedad que unos jóvenes mutantes podían estar relacionados con la historia reciente de la humanidad, todo ello con pinceladas dramáticas y una construcción y mimo de los míticos personajes cojonuda. Un
reboot emocionante a la altura de la nueva
Star Trek.
Pero esta nueva entrega comienza mostrando un futuro del que apenas somos testigos de nada, salvo del típico corredor a lo
Auschwitz (iluminado por luces de neón para que sepamos que estamos en el 2024) y en el que siempre es de noche, por aquello de no mostrar amaneceres bonitos, no sea que todo parezca menos jodido.
Pero bueno, aceptamos que está nublao durante el rato que dura la peli y nos centramos en la parte de los setenta, donde se desarrolla el grueso de la "acción". Entrecomillo porque el ritmo es muy desigual pasada la primera y espectacular escena (donde todo queda dicho prácticamente a nivel de batalla), a partir de ahí la misión de la cinta pasa por las típicas pautas del viaje temporal, pero se encuentra con ciertos dramas que relentizan demasiado el ritmo, no por no estar bien interpretados o por tener su causa en la historia, sino porque resultan tan tremendamente previsibles y manidos que deseamos que las tonterías se les pasen de una puñetera vez para encarrilar la acción o lo que sea que venga.
Así, llegamos a algunas escenas brillantes como la que interpreta
Evan Peters como
Quicksilver, de lo mejor de la cinta, algunos pasajes simpáticos pero sinceramente poco más, incluso
Tyrion, del que podría haberse exprimido un poco más su registro adquirido en
Games of Thrones, está soso, previsible y con muy poca profundidad.
Algo falla en todo esto además, cuando llegados a un punto,
Ian McKellen en sus escasísimos minutos de pantalla consigue transmitir muchísima más carisma y emoción que lo que llevan intentando dos horas
Jackman y compañía, un
Jackman que, imagino que de nuevo por miedo a enfocar demasiado la acción en él para no convertirla en otra ramificación de
Orígenes, pasa bastante desapercibido, en un rol de arqueo la ceja, lo flipo mucho con todo y saco la garra. Bien, está muy bien, cada vez más te pareces al
Clint Eastwood en sus años de
el rubio en apariencia física, pero
Lobezno que yo sepa es un poco más salvaje, descontrolado, de chascarrillo, de sorna, chulo...aquí las ve pasar totalmente, un poco más de sangre, vamos.
Escenas que se repiten (el recurso de los coches pasando por París), huecos argumentales que ni se entienden ni se explican (que yo sepa
Charles Xavier tuvo un pequeño percance con la
Fénix Oscura, ahora, si aceptamos barco como animal acuático con la escenita de los créditos finales de
Lobezno Inmortal...)...
Pero tampoco quiero ser tremendamente duro con ella porque deja buenos detalles también. En general las interpretaciones son correctas, los efectos especiales están bastante bien realizados y deja la puerta abierta para aventuras con una mejor puesta en escena y utilización de recursos en un futuro, aunque de momento en el cine, dos de las sagas más aclamadas por los fans del cómic bajo mi punto de vista no han sido todo lo redondas que se esperaba. Quizás las modificaciones sobre la obra original no han sido todo lo acertadas como lo fueron en otras adaptaciones como
The Dark Knight.
Pros: La escena de
Quicksilver es brutal.
Contras: Se queda a medias en muchas cosas por detenerse demasiado en desarrollar dramas cuyo fin es previsible y sin aportar gran cosa que no sepamos ya. Un ejemplo, ya sé que las comparaciones son odiosas, pero el
reboot de Star Trek hace algo parecido, la diferencia es que sabe innovar y jugar con el espectador para ofrecer sorpresa y espectacularidad sin sacrificar el ritmo a pesar de saber más o menos cómo va a acabar todo.
Un saludo.