26 de enero de 2014

El lobo de Wall Street

Basada en el libro (y vida) de Jordan Belfort, Martin Scorsese nos presenta el frenético ascenso del broker en Wall Street y su peculiar forma de vida.

Desde luego que ir a ver una peli del bueno de Martin es prácticamente una garantía de éxito, en esta ocasión no es menos y tal y como ya pasara con sus más recientes obras, la taquilla y la crítica en general le han acompañado para encumbrar un poco más al creador de Uno de los nuestros, Taxi Driver o El aviador.
Y tal y como pasaba en ésta última, de nuevo cuenta con uno de sus actores predilectos en los últimos tiempos, Leonardo DiCaprio, que, valga la redundancia, de nuevo vuelve a hacer un espléndido papel protagonista junto a un grupo de secundarios que acompañan a la perfección, como el fantástico aunque breve Matthew Mcconaughey o el bueno de Jonah Hill, Samsagaz inseparable del de Los Ángeles en esta historia de dinero, sexo, drogas y...drogas.


Creo que si el espectador intenta comprender demasiado el mundo bursátil durante su proyección puede que se pierda o se encuentre con demasiados pasillos sin salida, de hecho en alguna que otra ocasión incluso se dirigen a nosotros para decirnos que no pasa nada si no hemos entendido una mierda, pero es que en mi opinión, centrarse demasiado en esos aspectos es un error de cara a comprender lo que realmente Scorsese quiere mostrar con esta historia. Y no es nada más que el desfase total y absoluto mediante el cual una serie de personas de ambición sin medida, en un país que alimenta la ambición sin medida, consiguen llegar hasta el límite de sus posibilidades humanas, siendo conscientes de su autodestrucción y que se traduce en unas cuantas buenas escenas en las que resulta inevitablemente soltar alguna carcajada ante la tremenda situación.


Hace un tiempo alucinamos bastante con La invención de Hugo, un producto algo alejado a lo que nos tiene acostumbrado el director, aprovechando el 3D y las últimas tecnologías y que a la postre demostró que en buenas manos se pueden hacer obras de una altísima calidad. Ahora Martin nos ofrece lo que podría considerarse una comedia con tintes dramáticos envuelta en ese papel macabro de personajes extremos, que consigue hacernos reír y estremecernos por la brutalidad con la que en ocasiones retrata el mundillo bursátil y sus fraudes.

En esta ocasión a mí personalmente no me ha llamado la atención técnicamente, ni he reparado excesivamente en planos secuencia ni travellings extremos, y eso que se utilizan efectos especiales en escenas impensables y totalmente transparentes para el espectador como se puede apreciar en este link. A pesar de esta aparente falta de grandilocuencia visual, ha vuelto a conseguir que no pierda el interés en sus casi tres horas de duración y que tras acabar deje un magnífico sabor de boca y ese eco que sólo algunos cineastas saben encajar tan bien en la mente del espectador.

Pros: Es una montaña rusa, fuck.
Contras: Que los prejuicios hacia DiCaprio te impidan valorar en su justa medida su gran papel.

Un saludo.

19 de enero de 2014

Una Historia de Violencia

Tenía pendiente desde hacía mucho tiempo la cinta estrenada por David Cronenberg allá por el 2005. Recuerdo leer la sinopsis en su día y, aunque me llamó la atención, no ha sido hasta este 2014 cuando le he puesto remedio al asunto.
Por un lado es de esas cintas que cuando la ves maldices no haberla visto antes, pero por otro lado puede que la haya visto en el momento adecuado.

Viggo Mortensen interpreta al típico padre de familia en un apacible pueblo americano. Feliz con su matrimonio e hijos todo parece ir cojonudamente bien hasta que el destino hace que unos maleantes se crucen en su vida.


Antes comentaba la importancia de ver una cinta en su momento adecuado, me refería a que en una época en la que, salvo comedias muy directas o historias muy muy simples, es casi imposible encontrar una peli que dure menos de 110 minutos y que consiga transmitir tantísimas cosas.
Quizás en 2005 la cosa no era tan llamativa, pero después de ver hace algunos días una cinta de casi tres horas, con gafas 3D a cuestas durante toda la proyección para que el conjunto no suponga más que ir de aquí hasta aquí, las sensaciones con esta cinta de Cronenberg se disparan, casi tanto como la violencia mostrada.

A History of Violence resulta directa, ruda, violenta como su propia esencia pero marcando muy bien los tiempos, degustando de forma fantástica esos momentos en los que es necesario un parón para que los personajes hagan poso, para a los pocos segundos impactarnos con alguna escena de una brutalidad sobrecogedora sin perder el hilo de la historia, dejando que avance y sin dejar de salpicarnos como su propia sangre, con elementos que la enriquecen. Como serían el retrato que hace de una sociedad americana adormecida (tipo Mátalos Suavemente), o la implicación que tiene en las vidas personales actos mediáticos o con esa deconstrucción de personajes como sucedía en Sin Perdón.


Enganchados sin remedio prácticamente desde el minuto 5, deja además escenas memorables, desde las ya comentadas escenas gore hasta escenas de sexo con una carga emocional brutal, en especial la segunda, por el momento, por la implicación, por la manera en que está rodada...simplemente maravillosa, al nivel de la escena lésbica de Mulholland Drive, cada una en su contexto, pero que resultan de una potencia tanto visual como emocional muy tremendas.

Pros: El ritmo, los personajes (William Hurt está brutal, por cierto, Harris...), su trasfondo social, el gore...su plano final.
Contras: Puede que al ser tan directa, algunas escenas no cuadren con la idea que tenemos hoy en día del cine, donde todo debe estar explicado, donde no puede ser que un una casa de matones no tenga francotiradores en la azotea, donde las muertes queden sin explicar, etc.

Muy recomendable.

Un saludo.

13 de enero de 2014

12 Years a Slave

Tras la tremenda y durísima Shame, Steve McQueen III presenta la historia de Solomon Northup, un ciudadano de color libre de mediados del siglo XIX que vive en Nueva York y que un "buen" día cae en manos de unos traficantes de esclavos que lo trasladan al sur de Estados Unidos.

Basado en un hecho real, McQueen se apoya en el relato original de Solomon para trasladar a la pantalla las calamidades que sufrió el probre hombre por parte de sus distintos dueños.

Es a través de éstos, por los que la historia fluye y se presenta de distintas formas, desde el magnánimo personaje que intenta ser una suerte de Oskar Schindler algo más cobarde, interpretado por Benedict Cumberbatch, hasta un Michael Fassbender en un registro que representa probablemente junto a su protagonista, Chiwetel Ejiofor, el personaje más potente de la historia.

Fassbender representa ese ocaso de los días de esclavitud más salvajes, más desamparados por la ley y donde la vieja usanza de la brutalidad aparece anclada en un pasado decrépito y que se resiste a morir, a pesar de ser cada vez más visto por parte de la gente como de un problema psicológico que azota a una sociedad avergonzada ya de tanta injusticia.

Como historia, no deja de ser lo que muchas veces hemos visto en cintas del género, una lucha continua en cuanto a supervivencia, injusticia, abusos y personajes con sus complejidades típicas, pero donde McQueen da el do de pecho es en el trato, en cómo presenta las escenas, con una fotografía deliciosa, unos primeros planos sobrecogedores y en una combinación magnífica de actores que funcionan a la perfección.
Es de agradecer también, que no recurra a la melodía lacrimógena ni a alargar innecesariamente escenas edulcoradas (aunque hay muy pocas). No se corta en cambio a la hora de mantener escenas durísimas en las que casi dejan sin respiración al espectador.
Mención especial a algunas escenas de silencios en los que se mantiene la mirada del protagonista, sencillamente marcan un tempo increíble y consiguen prolongar la sensación vivida previamente y crear espectación por lo que vendrá.


En unos días en los que se recortan derechos tan fundamentales como el derecho a decidir si se quiere ser madre o no, ver este tipo de cintas hace que uno sienta escalofríos por la poca diferencia en esencia que puede existir entre los dos mundos, dos mundos separados por 164 años.

Pros: La factura técnica es acojonante, la fotografía, los actores, la música...
Contras: A mí personalmente me entra mala leche cuando acabo de ver este tipo de cintas.

Un saludo.

8 de enero de 2014

The Blacklist

Sinceramente, lo primero que me llamó la atención de The Blacklist fue que uno de los protagonistas era James Spader, pero un James Spader que tardé un rato en reconocer porque el tipo debe de haber estado de catador de gintonics durante un buen tiempo. A pesar de tener tan sólo 53 tacos, se nos ha dejado un poquito de la mano de Dios el científico de Stargate, aunque está mejor que a los 45.



Pero bueno, dejando a un lado la dieta de James, el caso es que comencé a ojear el piloto de esta serie porque la idea de que un tipo se entrega a los federales con los secretos de muchos malotes desperdigados por el mundo parecía interesante, como en su día interesó la magnífica cinta interpretada por Kevin Spacey, Sospechosos Habituales, y que al parecer es en quien se basa originalmente para presentar el personaje de Spader. Buenos recuerdos de Keyser Söze.
El problema es que da pavor comenzar una serie así a lo loco, porque tal y como está el cotarro montado, es francamente sencillo que la ficción no aguante ni una temporada, con la consiguiente pérdida de tiempo y posible frustración ante un producto que a ti personalmente pueda gustarte.

A pesar de mis temores, algo parecía funcionar en mitad de se pequeño drama, y finalmente consiguió que dejara mi lectura para centrarme en qué iba todo eso.

Raymond Reddington es un maleante al parecer de los más buscados del planeta que posee valiosa información de tipos igual o más peligrosos que él, con lo que pacta su rendición con el FBI  a cambio de una serie de condiciones, como la de gozar de cierta inmunidad y la más enigmática, tratar únicamente con una novata llamada Elizabeth Keen.


Robert Knepper no podía faltar a la cita como malote, desde luego en comedias románticas no tiene su sitio el pobre hombre.

El papel de Spader es el típico en el que un actor se ve a gusto, entre otras cosas porque siempre va por delante de los demás, le otorga libertad absoluta para dar rienda suelta a su capacidad de vividor, la palabra más afilada y ese punto canalla sin reglas que tanto agradece el público. Esto no quita el tipo lo haga bien, Spader cumple y resulta atractivo de cara a la audiencia.
Keen es la Clarice de todo el asunto, su personaje parece en construcción y su trama de momento consigue avanzar, llamando nuestro interés pero sin desvirtuar la esencia del capítulo, que no es otra que la de atrapar al monstruo de turno.
Y digo monstruo porque hasta ahora la verdad es que no es que se conformen con presentar al típico traficante de información de tres al cuarto, no, la elección del enemigo natural de cada episodio se presenta con un perfil muy interesante, con datos curiosos sobre el modus operandi de estos villanos y a todo ello se suma el frenetismo de darle caza en poco más de 40 minutos, con lo que no queda demasiado tiempo para perderse en cosas superfluas.

Es por esto que la serie ha conseguido engancharme, su ritmo, sus interesantes personajes principales en construcción, sus llamativos villanos, su entretenida trama, y su fácil digestión, hacen de The Blacklist una serie a tener en cuenta dentro de su género.
The Blacklist parece que tiene alma propia y de momento parece que la cosa promete, está por ver cómo consiguen mantener el interés y si sobrevive a esos periodos entre temporada y temporada que en ocasiones enfrían demasiado el cuerpo como para retomar según qué ficciones.

De momento tiene asegurada la segunda temporada, para los que se quieran acercar a esta nueva propuesta de NBC, creo que no se sentirán defraudados.

Un saludo.

6 de enero de 2014

El Hobbit: La desolación de Smaug

Segundo capítulo de las aventuras del hobbit Bilbo Bolsón en su misión por acompañar a los enanos para recuperar su tierra.

Sinceramente, me daba una pereza enorme meterme en el cine para pasarme casi 3 horas otra vez con los travellings aéreos, con las carreras de aquí para allá y con el bombardeo de nombres de reyes, elfos, trasgos y nigromantes que, o bien tienes el día despejado, o bien acabas por salir a comprar gelocatiles al puesto de palomitas.


Para añadirle salsa al asunto pensé en verla full equip, en 3D y con los 48 frames por aquello de darle un toque diferente al asunto. Debo reconocer que la calidad de la imagen en este formato es muy llamativa, aunque si eres de esas personas que adoran el cine en su mayor concepción, el granulado y los contrastes más extremos, olvídate de verla así, sentirás que estás viendo como uno de esos cuentos para críos que se abren y despliegan figuritas en tres dimensiones para formar un bosquecito, una casita y animalitos varios.
La primera impresión, en cualquier caso, es de impacto, pues pocas veces (diría que yo personalmente ninguna) se puede apreciar tal nivel de detalle.
Eso no quita que se sigan utilizando recursos un poco ya bastante manidos en este tipo de productos, como son las flechitas pasando por delante de nuestros ojos, los pájaros de turno y el insecto cojonero que se intenta posar casi delante nuestro, con el consiguiente mareo.

Superados los primeros minutos nos metemos de lleno en la historia, que sigue su curso para conseguir llegar a la maldita montaña y robar la piedra que haga recuperar el trono al heredero enano.
Por el camino pasan por bosques sombríos, por tierras élficas y ciudades antaño gloriosas,  dejando postales muy vistosas para el espectador, que asiste como la acción pasa simplemente de salir corriendo de un lugar para llegar a otro, y así al siguiente, escondidos o no, mientras el bueno de Jackson parece recurrir a la amenaza de Sauron para alargar metraje, dar al fan algún detalle friki y de paso conectar con la trilogía "antigua".

En general, esta segunda parte se me ha hecho más llevadera, entre otras cosas por escenas como la lucha del río y los barriles, una escena en la que Jackson parece poseído por el espíritu de Uwe Bowl sustituyendo el enfermizo uso del bullet time por coreografías imposibles, travellings, sandwiches de flechas y gargantas, pero que a mí personalmente me entretuvo bastante y no pude más que admirar el trabajo realizado en esos minutos, de frenética diversión y, en definitiva, de aventura del siglo XXI.


En esta parte además, a pesar de seguir con diálogos no muy interesantes, por fortuna se ha dejado de profundizar en unos personajes que no dan mucho más de sí. 
Otro cantar serían las nuevas adquisiciones que se han introducido, ya que salvo la elfa y la versión sith-light de Legolas, no tienen mucho gancho y resultan más bien planos, como la versión Tolkien de Íñigo de Montoya.
Y no hay que olvidar al dragón, más conocido por ser la voz de Sherlock y que acaba por ser algo decepcionante.
Entre otras cosas porque la cosa se inicia como un encuentro interesante, que parece devenir en el personaje más potente de todos y que intenta seducir al espectador con palabras semi cultas para acabar como un episodio de Scooby Doo algo absurdo, la palabra es decepcionante. Veremos como se cierra todo esto.

En resumen, esta segunda parte es un pasito más, algo más entretenida y sin ser tan fallidamente infantil como su predecesora, pero de momento está muy lejos de alcanzar lo visto en la trilogía previa.

Pros: La escena del río me parece fantástica. En general cuando salen los elfos todo gana bastante bajo mi punto de vista, quizás desintoxican un poco de tanto enano.
Contras: Algo larga, a veces resulta tediosa por la sensación de deja vu de las carreritas por aquí y por allí. El batiburrillo de nombres, o tienes nociones sobre la materia o no te enteras ni a dónde cojones va el mago.

Un saludo.