Keanu Reeves es John Wick, un huérfano nacido en Bielorrusia que una suerte de sociedad de asesinos cría y entrena para convertirlo en una máquina de matar.
Con esta premisa, se nos presenta una historia en la que existe un inframundo de asesinos, regidos por una serie de normas y códigos de honor, de territorios neutrales llamados "Hoteles" y de una especie de club Bilderberg llamada la "Alta Mesa" que se supone son los amos del asunto y que mantienen el "orden" dentro de este peculiar ecosistema.
El buen hacer de su primera entrega, este universo tan peculiar y unos personajes en estado de gracia llevaron en volandas a su director y protagonistas a generar 3 capítulos más en los sucesivos años, con un quinto, spinoffs y serie en camino.
Wick arrancaba como un alma errante tras el fallecimiento de su esposa por cáncer, tras retirarse del mundillo del ampa, pero un ataque sobre su domicilio que se salda con la muerte del perrete del amigo, que además es el único nexo con su esposa, provoca cierto enfado y ganas de vengarse.
Así arranca todo un tour de force, primero para consumar la justa venganza, y luego por las consecuencias lógicas.
La saga, como lo que es, cine de acción puro y duro, con unas coreografías brutales, muchos tiros (dobles y triples a la cabeza), unos personajes que parecen tener un aguante rozando lo sobrehumano y ciertos giros, traiciones, honor y humor negro hacen de esta saga de acción neo-noir una propuesta muy interesante, que se ve como un tiro (jé) y que en definitiva entretiene y es honesta con lo que ofrece.
No es de extrañar que quieran exprimir al máximo, cualquier atisbo de sacar la nueva Jungla de Cristal o el anti Bond de turno se ha de aprovechar, y como Keanu cae tan bien, tenemos todos los elementos para tener saga para rato.
Mientras sigan entreteniendo, bienvenidas.
Un saludo.
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