33 minutos es el maravilloso primer capítulo (tras los 2 pilotos) de
Battlestar Galactica 2003, aquel en el que
Adama sufre el asedio de los
cylons sobre su flota y que lleva al límite su capacidad táctica para evitar la aniquilación del último bastión humano.
Los Últimos Jedi recuerdan en parte este asedio, ya que la
Primera Orden asfixia poco a poco a nuestra querida
Flota Rebelde mientras en un punto remoto de una galaxia muy muy lejana se intenta convencer a la única persona que puede devolver el equilibrio al universo.
Rian Johnson toma el relevo de
JJ Abrams tras la magnífica
El Despertar de la Fuerza para darnos toda una bofetada a las seguidores de la saga poniendo patas arriba el universo conocido, "rompiendo" ciertas reglas y presentando su particular visión de la Fuerza, una visión que puede resultar todo un shock como cuando un crío descubre ciertas revelaciones que siempre había creído como reales.
Por ponernos en situación, la historia continua con
Rey, que finalmente ha encontrado a
Luke Skywalker tras su incesante búsqueda en el episodio anterior y cuya meta es que se una a la lucha rebelde para acabar con la
Primera Orden.
Únicamente son necesarios unos minutos para saber que esto no va a ir como esperábamos, si bien es evidente que el mítico
Skywalker no estaba oculto precisamente para que lo encontraran, la mística sobre objetos de culto y las historias legendarias que se creían ciertas son en cierta medida barridas de un plumazo para dar paso a nuevos misterios, dudas y obliga al espectador a poner los pies en la tierra para que entienda que no todo el monte es orégano.
Pero
Johnson va más allá y se permite introducir elementos que se comunican con nuestra realidad, como el comercio de armas o el maltrato animal mientras nos muestra elementos que probablemente cobrarán protagonismo en un futuro, como esa parte del
Casino, que puede descolocar a más de uno (a mí me resultó un poco floja) pero que como se ve al finalizar la cinta, tenía más importancia de lo que nos imaginábamos. De nuevo el director jugando con el espectador.
En cuanto a los personajes,
Kylo Ren se quita la máscara (nunca mejor dicho) en este episodio para mostrar un registro más acorde con la naturaleza de este capítulo, mientras se forja una lucha titánica en su interior y que deja a
Rey y al público con dudas hasta su clímax final, en el que de nuevo sorprende.
Mark Hamill como
Luke nos regala probablemente su mejor actuación en la saga, cuya presencia es un arma de doble filo, pues cuando la acción se sitúa en otra parte del universo tu mente pide el regreso a la isla.
De igual forma
Carrie Fisher ofrece un registro crepuscular, sabio, con alguna escena que también romperá los esquemas a más de uno, y con la épica inevitable en otros.
El abanico de seres que pululan van desde
Laura Dern a
Benicio del Toro, ambos a un muy buen nivel, que se complementan con el resto de personajes ya afianzados en la saga y que funcionan a la perfección, con un
John Boyega como
Finn más centrado en un carácter aventurero y cuya curva junto a
Oscar Isaac es quizás la más predecible, aunque no deja de ser más que correcta y necesaria para determinados acontecimientos.
La factura técnica está fuera de toda duda, con unos efectos especiales de impacto, una fotografía que en ocasiones deja lienzos y una banda sonora que va como un tiro, aunque quizás con demasiadas partituras.
El episodio uve palo palo palo no dejará indiferente, ya se escuchan voces opinando que no es
Star Wars, que es otra manera de estirar la saga, que no aprovecha sus personajes o que rompe quizás demasiado con su naturaleza.
Para mí es una apuesta arriesgada que revitaliza la saga, que nos educa en otro episodio de la fuerza que quizás no esperábamos y que ofrece la suficiente profundidad como para pensar sobre ella, digerirla y que cada uno encuentre su camino.
Un saludo.