14 de noviembre de 2011

Biutiful

El director de Babel  y 21 Gramos se atreve a contarnos la historia de Uxvald, un barcelonés que sobrevivir a base de trapicheos e intenta educar como mejor puede a sus dos hijos en un ambiente marginal y duro.

Tenía bastante pereza de ver la obra de Inárritu, sabía que me iba a encontrar una obra gris, tipo "Los lunes al sol", depresiva y además con momentos lacrimógenos varios. En ocasiones a uno simplemente no le apetecen ciertas cosas. Pero hice acopio de fuerzas y me lancé a verla, por fortuna todo salió mejor de lo que esperaba.

La cinta no es la alegría de le huerta, eso está claro, Inárritu presenta una cinta crepuscular, con un retrato muy de bajo fondo en el que vemos los límites de la pobreza bastante cerca, gente sufriendo, dramas personales y una sociedad "oculta" que sobrecoge.
La estocada viene dada cuando pasados los primeros minutos, nos encontramos con que el cáncer sacude al protagonista, lo que añade al hilo argumental un inexorable final que poco a poco se cierne sobre el espectador, espectante, intentando incluso no colaborar con la historia para no verse implicado, al fin y al cabo, quién quiere pasar por ese mal trago?


Pero Iñárritu, en mi opinión, no utiliza el gen lacrimógeno gratuitamente, no, en su lugar sigue contando la historia, sacando fuerzas de flaqueza de un memorable Bardem, que lo borda de nuevo en otro papel y que lo confirma como un tío que sabe actuar y transmitir. Avanzamos en dramas personales, en la vida, en cómo solucionar las cosas y en qué está en nuestras manos para hacerlo. Todo a través de una fotografía sublime en muchas ocasiones, sacando la parte gris oscura de muchos lugares, con muy poquito y mostrándolo con maestría. Puedo añadir, además, que ciertas localizaciones que aparecen estaban muy cerca de  donde me crié, y aunque he leído que es una visión muy pesimista de Barcelona, también es de recibo señalar que en los días más nublados son así, para el que los quiera ver. Como también brillan en los días claros.

Una historia muy visceral, con un arma de doble filo en cuanto al sonido de algunas escenas, siendo prácticamente susurros indescifrables en ocasiones, pudiendo molestar al espectador, pero en otras resultando todo un acierto, como cierto momento en el que al fundirse en un abrazo escuchamos el latido del corazón. Sentimiento puro.

Biutiful es de esas obras grandes, pero que se ha de tener cuerpo para ver y aguantar, una historia que se tenía que contar.

Un saludo!

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