"It is happening again"
"Está sucediendo de nuevo"
Así avisaba el gigante interpretado por Carel Struycken al agente especial Cooper de que la tragedia se cernía de nuevo sobre Twin Peaks tras la muerte de Laura Palmer mediante una de aquellas visiones oníricas.
Es uno de los cientos de mensajes que la serie dejaba grabado en el subconsciente colectivo a principios de los 90. Pero había otro, uno al que la propia Palmer hacía referencia en un par de ocasiones si no recuerdo mal; "Volveremos a vernos en 25 años".
Han pasado esos 25 años y la serie vuelve con una tercera temporada dirigida íntegramente esta vez por David Lynch, de la que nadie sabe qué quiere contar ni hacia dónde quiere ir, más allá de querer cerrar la historia, entre otras cosas porque con el bueno de Lynch resulta imposible de discernir.
Para aquellos que no conozcan de qué va todo esto, Twin Peaks supuso toda una revolución en los 90, no sólo por la historia en sí que contaba, fuera de la linealidad a la que se tenía acostumbrado al espectador, sino que también resultaba tremendamente enigmática, perturbadora, onírica, cómica...
Jugó con las pesadillas de la audiencia en gran parte de sus episodios para ofrecer un producto único.
Aquella historia no estuvo exenta de problemas, por supuesto. Se conoce que Lynch fue obligado a contar quién mató a Laura Palmer en los comienzos de la segunda temporada en contra de su voluntad para posteriormente abandonar la serie a la suerte de otros directores/guionistas que no supieron levantar el vuelo.
No fue hasta los últimos episodios, con la vuelta de Lynch, que la historia volvió a mostrar elementos diferenciadores, pero ya era demasiado tarde y la audiencia no acompañó, provocando la cancelación de la misma.
A pesar de este final, el producto no quedó en el olvido ni mucho menos, entró en el Olimpo de las series de culto y marcó a toda una generación, con la consiguiente renovación de los estándares de la industria y con los beneficios culturales que aportan estos movimientos.
La primera temporada arrancaba con la muerte de una joven local llamada Laura Palmer.
La llegada de un agente del FBI da el pistoletazo de una investigación en la que hay más misterios de los que parecen, incluso algunos coquetearán con ciertos elementos sobrenaturales, principalmente los que suceden en las visiones del agente Cooper y en esa extraña habitación roja en la que un enano danzarín habla de forma extraña, entre otros cosas porque decían sus diálogos del revés y posteriormente eran reproducidos a la inversa. Cosas del inigualable Lynch.
Unos habitantes muy singulares, una banda sonora fantástica de la mano de Angelo Badalamenti y el talento del director de Montana hicieron el resto.
La segunda temporada arrancó un año después en la que por un lado quisieron exprimir la gallina de los huevos de oro y en la que el director tuvo presiones para contar el desenlace del asesinato.
Esto, tal y como comentaba antes, provocó fisuras en las relaciones y la serie cayó en picado, introduciendo tramas de muy poco interés, algunas queriendo seguir esa locura del sello de Lynch pero acabando en hilos que rozaban el ridículo, únicamente salvadas por la profundidad y empatía que habían conseguido algunos personajes y con los que la audiencia se sentía a gusto.
Se puede decir que la serie aguantaba de forma correcta durante los primeros 7 episodios y en los que conviene desaparecer hasta los últimos 6/7.
Tras 22 episodios de esta segunda tanda, la serie acabó, dejando un final con muchas posibilidades y tramas no cerradas o claras, entrando de lleno en un terreno sobrenatural donde se mezclaba desde conjunciones astrales hasta posesiones.
La semilla del amplio terreno que ofrece el mundo de los sueños estaba plantada, han pasado 25 años y tal y como vaticinó, Twin Peaks resurge de sus cenizas para intentar volver a impactar en el espectador.
Para mí el simple hecho de tener los huevazos de plantar un mensaje hace casi 3 décadas y cumplirlo es ya un logro, y vistos los 3 primeros episodios de la tercera temporada, se puede decir que tenemos Lynch para rato, porque la ida de olla es ya de proporciones bíblicas, con el añadido de recuperar esos personajes pasados tantos años con los que tenemos esa conexión especial y que añade ese componente entrañable.
Por cierto, una de las mayores alegrías es volver a ver al director ejerciendo de Gordon de nuevo, de los personajes con los que más me he reído en la pequeña pantalla sin duda. Y no ha perdido "fuerza" a pesar de llevar sonotone.
Antes de cerrar este especial sobre la serie, recomendar encarecidamente volver a ver esas dos primeras temporadas antes de abarcar la tercera, o como mínimo leer algún especial para ir preparado.
Si ya de por sí es algo complejo el universo creado, es prácticamente imposible entender nada sin tener reciente los acontecimientos que sucedieron por aquel entonces.
Un saludo.