23 de febrero de 2015

Nightcrawler

Entretenido en confeccionar guiones hasta ahora en productos como Acero Puro o El Legado de Bourne, Dan Gilroy parece tener una historia interesante en mente pero debido a unos pocos detalles no comparto la admiración que otros sienten por este thriller que parece pretender posicionarse del bando de títulos como Drive o incluso Taxi Driver.


Louis Bloom es un ratero, un buscavidas que se mueve por las calles de Los Ángeles amparado en las sombras como una alimaña y que un buen día parece encontrar el oficio para el que ha nacido.

Sin duda Nightcrawler tiene bondades, empezando por una interpretación, una vez más fantástica de Jake Gyllenhaal, pasando por una fotografía en ocasiones bastante buena y un fondo interesante que muestra esa ferocidad del mundo de las comunicaciones por ofrecer al pueblo lo que pide en gran medida, morbo.

La cinta atrapa, con un ritmo bastante dinámico donde comienza a alejarse de la naturaleza de otras cintas con la que se la ha comparado, como Drive, cuya propuesta es mucho más de impacto contemplativo, de zarpazo directo y potencia emocional. Aquí tenemos una historia que requiere moverse rápido, que busca continuamente ofrecer a cualquier precio situaciones lo más sugerente posible de cara a que el espectador entienda de qué va todo esto, y ahí es donde a mí personalmente se me comenzó a torcer ligeramente el gesto.

No voy a discutir el ascenso a los cielos del primer buscavidas que nos encontramos, pero cuesta horrores cierta impunidad y, por llamarlo de alguna forma, suerte a la hora de encontrarse casos que precipiten la historia hacia donde el director quiere. Esto nos lo tragamos en CSI porque es lo que es, y porque Horatio Caine es Dios, pero en cerca de dos horas la cosa puede llegar a parecer de chiste. 

Y llegados a su punto final, tenemos un cierre que ciertamente termina de subrayar con negrita arial del 36 el mensaje, que se ve venir ciertamente y que no es que sea malo, al contrario, es llamativo, impacta en cierta medida y está bien rodado, pero termina por confirmar que la historia hacía tiempo que había terminado de contarse.

A pesar de estos aspectos, Nightcrawler es bastante entretenida, como conjunto funciona y sin duda es un comienzo más que prometedor del director tras las cámaras.

Un saludo.

16 de febrero de 2015

Whiplash

Con un toque seco de batería entra en pantalla esta monstruosidad de Damien Chazelle, un tipo que únicamente recuerdo por el pastelazo de Grand Piano y que parece haber reordenado su cabeza desde aquel galimatías interpretado por Frodo.


Whiplash es el eslabón perdido en el mundo de la música, ese que se perdió en el momento en que alguien creyó que hacer música es simplemente sentarse y escribir o ir a un reality o sencillamente tener una cara bonita y estar dispuest@ a dar a las masas un Dios de plástico.

Andrew es un estudiante en una prestigiosa escuela de música, comandada por un implacable director cuyas técnicas de aprendizaje resultan muy peculiares en nuestros días.

Quizás por mi naturaleza de músico frustrado, la cinta de Chazelle me ha tocado más la fibra de lo que debiera, o quizás realmente estamos ante un prodigio de fuerza, de ritmo, un descubrimiento y un tour de force en el que durante poco más de hora y media nos van a retorcer en el asiento hasta la extenuación, en algunas escenas que sencillamente sientes la necesidad de atravesar la pantalla ya sea para ponerte a tocar o bien para detener esa locura.

Su mensaje, en ese sentimiento crepuscular que envuelve el aparente fin de los grandes músicos y la falta de los mismos en nuestra era, retumba continuamente y nos asfixia, porque sabemos que el camino para extraer la genialidad parece ser lo que vemos, pero por otro lado nos plantea hasta qué punto puede una persona sacrificar incluso su humanidad, en un debate interno que nos dejará sin capacidad de reacción.

Todo ello no sería posible sin la potencia de J.K. Simmons, el puto Jonah Jameson consigue sacarnos de nuestras casillas en más de una ocasión gracias a llevar al límite a sus alumnos, sin menospreciar la enorme labor de Milles Teller, cuyo sufrimiento de veras nos llega hasta los huesos.

Sencillamente una maravilla.

Un saludo.

10 de febrero de 2015

Fargo (Serie)

El genuino universo creado allá por 1996 por los hermanos Coen vuelve de nuevo a situarnos en una desoladora Minnesota bajo un entorno frío y hostil en el que varias historias se entremezclan entre sí para mostrarnos hasta dónde puede llegar el ser humano en su lucidez, violencia y estupidez por partes iguales.


Lester Nygaard, interpretado por Bilbo Bolsón, es la definición del típico looser que jamás ha conseguido nada en la vida por decisión propia y al que la vida ha tratado con desprecio hasta que se topa en el camino con un asesino que le ofrece una tentadora y peligrosa opción.

La otra cara de la moneda de Nygaard la encontramos en Malvo, una endiablada representación del mal en forma de tipo aparentemente frágil con la cara de Billy Bob Thornton que sin duda es uno de esos personajes al que el espectador espera impaciente que aparezca pues su presencia en pantalla es sencillamente brutal y que nos regala algunos de los mejores momentazos de la serie.

El destino provocado por una serie de coincidencias juega una parte fundamental en esta violenta historia de cara a dar el pistoletazo de salida a este nuevo "episodio" creado por Noah Hawley y que funciona de maravilla como apéndice de la obra de los Coen, ofreciendo 10 horas más de un micro mundo del que tras los primeros minutos de visionado ya es imposible escapar.

Gracias a su disparidad de perfiles y giros, Fargo consigue no solo entretener, sino además generar toda una serie de situaciones que ponen a prueba las pacíficas (o no) vidas de algunos ciudadanos que se cruzan con este curioso eje para influir en sus destinos hasta llegar a extraer su verdadera naturaleza para bien o para mal. Toda una deconstrucción y construcción del ser humano, un ir y venir de sensaciones mientras la tenacidad de algún personaje es el único hilo de cordura que intenta cierto orden entre tanto caos y maldad.

Una banda sonora fantástica de Jeff Russo, con un tema principal magistral al que se le suma una fotografía cojonuda redondean una de esas joyas que de vez en cuando se ven por televisión.

No se la pierdan.

Un saludo.

1 de febrero de 2015

10.000 Km

A una fotógrafa freelance se le presenta una oportunidad laboral en Los Ángeles mientras convive con su pareja en Barcelona. Este detonante provocará una separación temporal de 1 año.


A priori, la obra de Carlos Marques-Marcet puede parecer la típica historia de una pareja que por X motivos se ve forzada a separarse y en el transcurso de esta situación comienzan a suceder las típicas desavenencias que llevan a un desenlace donde se intenta sorprender mediante alguna fórmula, ya sea con algún giro sorprendente o bien mediante situaciones que irremediablemente atrapen al espectador.

Pero Marcet parece tener muy claro todo lo que quiere contar, cómo lo quiere contar y qué quiere dejar en el recuerdo del espectador, y ciertamente lo consigue a base de una excelente puesta en escena, de la utilización de los espacios, de utilizar muy bien los recursos narrativos (y visuales) y de por supuesto contar con dos actores que consiguen meterse al 100% en su papel y que transmiten de forma cojonuda ese carrusel de emociones por los que atraviesan en su odisea sentimental.

Construida de forma clásica con una introducción en forma de fantástico plano secuencia, nudo y desenlace, la trama introduce una serie de elementos de muy rabiosa actualidad que alimentan la historia con el fin de retratar desde la separación que podría estar sufriendo la vecina del quinto debido al drama laboral del país, pasando por el daño que pueden hacer la poca sensibilidad de las redes sociales, sin olvidar la idiosincrasia del ser humano, sus dudas, temores y decisiones caóticas, sobre todo en lo referente al amor.

10.000 km además contiene un cierre redondo, en el que la interpretación a múltiples lecturas no hace sino que dejar un fantástico sabor de boca con un final sencillamente soberbio.

Poco o nada se le puede achacar a esta cinta, quizás personalmente encontré el audio algo flojo en general y alguna situación previsible en cuanto al conflicto retratado, pero por fortuna hasta de eso sabe sacar alguna lectura interesante.

Un saludo.